jueves, 24 de mayo de 2012


ERNESTO CARDENAL: PREMIO REINA SOFÍA

Ernesto Cardenal: un Che Guevara de sonrisa serena.

Por Moisés Cayetano Rosado


        Conocí a Ernesto Cardenal rozando el filo del siglo XXI en Jarandilla de la Vera (Cáceres), durante unos cursos de verano sobre Latinoamérica, donde su voz impactaba al auditorio, por su reciedumbre y brillantez inigualada.

        Junto a su amigo y editor Luis Rocha -con el que colaboré después largamente en el suplemento cultural nicaragüense “Nuevo Amanecer”, del periódico “Nuevo Diario”- visitamos los pueblos serranos de los alrededores.

        - ¡Qué belleza la de este caserío!, decía al pasar por una callejuela mágica de Garganta la Olla.

        - Sí -contestó una anciana, sentada en la puerta de su casa dignamente preservada en su pobreza-, pero no para vivir aquí, con el frío y la falta de comodidades.

        Ernesto la miró con sonrisa bondadosa, compartiendo la argumentación, desde el conocimiento de las dificultades de los más desvalidos en los pueblos hermosos y olvidados del mundo.
E. Cardenal: boina y camisa blanca.
Así estuvo siempre en Jarandilla

        Allí bebimos el vino de la zona, que le gustara tanto, y le expliqué cómo los jóvenes lo había sustituido por combinados de alcoholes de mayor graduación.

        - ¡Qué gran pérdida cultural!, me dijo.

        Ernesto, un hombre revolucionario, rupturista en la poesía, en la política, en la religión, pero tan aferrado a las ricas tradiciones populares.

        Su poesía es un paso adelante en el camino innovador que hicieran otros tan amados por él, como Neruda, Cortázar, Coronel Urtecho… “Canto Cósmico” es una obra monumental como lo fuera el “Canto General” de Neruda: es un tesoro que conservo, venido directamente de sus manos.

        Su actitud religiosa, tan entusiasta de la teología de la Liberación y colaboracionista del “primer sandinismo”, del que fue Ministro de Cultura, le valió una osca reprimenda de Juan Pablo II y suspensión “a divinis”.

        - Me liberó de obligaciones engorrosas, me dijo condescendiente, sonriendo.

        Su apoyo político a los hermanos Castro en Cuba, a Chávez en Venezuela, a Correa en Ecuador y a Evo Morales en Bolivia, a la vez que su separación y condena de la política desviacionista de Daniel Ortega en Nicaragua -con el que tanto colaboró al principio-, le han colocado siempre en el punto de mira de los “bienpensantes” de todo tipo.

        Un “rompedor”, en fin, que ahora, a principios de mayo, ha obtenido el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que une a otros muchos galardones. Un hombre de 87 años que sigue manteniendo la ilusión y la lucha, el testimonio firme, honrado, pese a tantos golpes recibidos.

        Ahora, tras el premio, sus declaraciones a la prensa Iberoamericana se suceden. ¡Y sigue tan fresco, tan juvenil, tan entusiasta y revolucionario en cultura, creación, política, religión! ¡Ojalá todavía podamos volver a las sesiones resplandecientes de aquellos días brillantes de Jarandilla, que los “nuevos” vientos se
llevaron!


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