miércoles, 15 de marzo de 2023

 REDESCUBRIR CAMPO MAIOR

Moisés Cayetano Rosado (texto y fotos)

PASADO Y LEGADO.

A estas alturas quizás sea una exageración hablar de redescubrir Campo Maior, cuando tantos rayanos hemos disfrutado de sus calles engalanadas con flores de papel en las fiestas que -sin una periodicidad exacta- celebran en septiembre. Otros muchos van al cercano Barragem do Caia, amplio y pintoresco embalse, para pescar, bañarse, practicar el campismo, coger espárragos, etc. También algunos disfrutan de sus cada vez mejor acondicionados restaurantes, que hacen la competencia a los de Elvas y de Badajoz, sobre todo en la preparación del bacalao, el ensopado de borrego, los asados de todo tipo, los dulces caseros, los vinos y licores propios.

Sin embargo, Campo Maior es mucho más. Ya cuando vamos por la carretera que nos lleva desde Badajoz (no el “atajo” que, llegando, se indica a la derecha, sino de frente) tenemos una vista impresionante de su castillo medieval -mandado edificar originalmente por el rey D. Dinis en 1310, reconstruido tras la  explosión en 1732 del polvorín de su Torre del Homenaje- y de la Iglesia Mayor (Igreja Matriz), precioso templo de los siglos XVI-XVII, de altísima fachada flanqueada por dos torres gemelas, manierista, con interior de tres naves separadas por pilastras con arcos de medio punto y nueve altares barrocos.

Como hay que dar un amplio rodeo hasta entroncar con la carretera que viene de Elvas, durante todo el trayecto -a mano derecha- nos irá acompañando esta vista de la ciudad dominada por ambos monumentos a cuyos pies se extiende un caserío de tejados rojos y blancas fachadas que emparientan el urbanismo rural alentejano con el extremeño. Delimitando este espacio, tenemos amplios lienzos de muralla abaluartada de los siglos XVII y XVIII.

No olvidemos que estamos ante una ciudad fuertemente fortificada, fronteriza, enfrentada tantas veces con España, de la que a principios del siglo XIII (1219) dependió, al ser conquistada a los musulmanes, hasta que en 1297 pasó a formar parte de Portugal, por el Tratado de Alcañices. En 1509, bajo el reinado  de D. Manuel, el escudero de la Casa Real Duarte de Armas registraría su panorámica general en dos dibujos excepcionales y una planta minuciosa del castillo, que son un registro imprescindible para conocer la estructura de la época, como ocurre con otros 55 castillos fronterizos más, dentro de su obra Livro das Fortalezas.

Posteriormente, la Guerra de Restauração (1640-1668) impulsaría a realizar la ambiciosa fortificación abaluartada, primero bajo la dirección del matemático e ingeniero holandés y jesuita João Pascácio Cosmader, y a continuación por el ingeniero francés Nicolau de Langres. Por entonces, junto a Elvas y Juromenha, este enclave pasaría a ser de “defensa prioritaria”, al estar situado en el punto más vulnerable de la frontera: llano, con mínimas dificultades para la artillería, de buenos recursos en agua y alimentos para los invasores y caballerías, y en la línea directa del corredor Madrid-Lisboa.

Durante la Guerra de Sucesión española (1701-1714) volverían los enfrentamientos, al aliarse Portugal con el pretendiente austríaco, en contra del francés Felipe de Anjou, Felipe V de España. El cerco padecido en 1712, inmediatamente posterior a la cercana Batalla de la Gudiña, de 1709, obligó a nuevos refuerzos y obras de consolidación del amurallamiento. En el plano de João Tomás Correia sobre dicho asedio tenemos una visión completa de la fortificación abaluartada, así como de sus desaparecidos fuertes, que nos dan cumplida idea de su importancia defensiva.

Ya durante las Guerras de Invasión Napoleónica (y su antecedente “Guerra de las Naranjas”, 1801), sufrirá nuevos asedios y ocupaciones, especialmente en 1812, no sin antes haber vivido una tragedia especialmente devastadora: en la madrugada del 16 de septiembre de 1732 un rayo provocó la explosión del polvorín situado en la Torre del Homenaje del Castillo, donde se almacenaban unas 60 toneladas de pólvora y 5.000 cartuchos, ocasionando 316 muertos, cerca de 2.000 heridos y quedando destruido el castillo y gran parte del caserío.

 

CAMPO MAIOR HOY.

Tras los muchos reveses históricos, Campo Maior ha sabido sobreponerse a las contrariedades y, precisamente a causa de la necesidad de defensa y al modelo urbanístico impuesto por las guerras (con gran presencia de cuarteles militares y almacenes del ejército), se nos muestra ahora como una población de extraordinarios recursos patrimoniales, muy bien valorizados por la Câmara Municipal y por la población en general.

Esta ciudad, tan hermanada con Extremadura, y más concretamente con Badajoz, que supo acoger de manera ejemplar a los refugiados extremeños que huían de las represalias de la Guerra Civil española de 1936-39, es una referencia obligada para todos.

Callejear por su zona antigua es una delicia. El entramado medieval de la misma, lleno de rincones, calles que se estrechan o ensanchan, que se ondulan, que suben la cuesta hasta el castillo (visitable, con un Centro de Interpretação das Fortificações realmente admirable) de hermosas vistas al territorio circundante y caserío en anillo, de amplias chimeneas) nos trasporta en el tiempo y nos envuelve con su serenidad, su remanso de paz.

 

Son de garantía sus pequeños restaurantes, en muchos de los cuales han recuperado la artística bóveda extremeño-alentejana, y sus pastelerías, con estupendos dulces y café. De garantía son también, en el Jardim -la plaza principal-, sus terrazas, donde podemos comer unos deliciosos caracoles a precio más que asequible, y deambular entre la densidad de su arbolado, arbustos y parterres.

Entre este Jardim y la Iglesia principal está la Plaza del Ayuntamiento (Câmara Municipal), que al medio tiene uno de los Pelourinhos (Picota o Royo, en castellano) más hermosos de la Península. Y al lado de esta Iglesia más atrás nombrada, una capilla (Capela dos Ossos) forrada de huesos humanos de la que existe un modelo similar en Alentejo, en Évora; recordatorio tétrico y pintoresco de que “todos tenemos que morir” y de que “Nós ossos que aquí estamos, pelos vossos esperamos”. En fin, siempre es un alivio poder seguirlo viendo... Buena parte de estos restos óseos se deben a los enterramientos tras la explosión del polvorín de 1732.

Diversos museos completan el aliciente de la visita, como el del Lagar (Palácio Visconde d’Oliva), el Museu Aberto do Quartel do Assento (donde también se encuentra el Centro de Interpretação das Festas do Povo -Casa das Flores-), la Casa-Museu Santa Beatriz da Silva (santa del siglo XV, fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción, que conserva un monumental Monasterio en la localidad), el de Arte Sacra (que se encuentra  instalado en la Igreja de São João Baptista, espectacular templo neoclásico de planta octogonal y fachada de mármol tallado)  o el Centro de Ciencia do Café (amplísimo espacio moderno periurbano que pretende difundir la cultura del café, promover espacios dinámicos de conocimiento y ocio con los mejores medios tecnológicos).

La amabilidad y buena profesionalidad de todas y todos los responsables y guías de estos museos y centros de interpretación hacen que las visitas resulten plenamente agradables y provechosas.

Siendo todos altamente recomendables, quiero llamar la atención sobre el doble Museo del antiguo Quartel do Assento, o sea, el amplísimo cuartel donde se fabricaba el pan y se almacenaban otras vituallas para la tropa. En gran parte de su planta baja se encuentra el Museu Aberto, de carácter etnográfico (como los que también tienen en sus respectivos “Quarteles do Assento” Elvas u Olivenza), con un recorrido histórico desde la prehistoria hasta la actualidad.

El resto y plantas superiores se destinan a la “Casa das Flores”, que alberga la historia, los métodos y el encanto de esta muestra de la cultura popular, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en diciembre de 2021. En la planta alta encontraremos “mujeres artesanas” que confeccionan las flores de papel y ayudan al visitante a realizar su propia “obra de arte”. Éste, como casi todos los demás, es un museo interactivo, dotado de los máximos avances informáticos, que facilitan la información y entretienen acertadamente al visitante.


OUGUELA.

A siete kilómetros en dirección noreste se encuentra una pequeña aldea que recomiendo conocer: Ouguela, con poco más de un centenar de habitantes, castillo de la misma época que el anterior. La misma está reforzada por asombrosa fortificación de la Edad Moderna, realizada por el ingeniero Nicolau de Langres. Sin embargo, las actuaciones más importantes tendrán lugar a mediados del siglo XVIII, en que se le dota a la fortaleza de un baluarte, un medio baluarte, hornabeque y revellín.


 Una vez más se nos muestra la importancia estratégica de la zona en las guerras con España, teniendo al medio una cisterna visitable, a la que se accede por una cómoda escalera recientemente rehabilitada. Igualmente, contiene en el interior la rehabilitada Casa del Gobernador y un horno comunal. En el exterior del perímetro amurallado: profundo foso perimetral, contraescarpa, camino cubierto, parapetos y plazas de armas. Todo ello, muy similar (aunque de dimensiones lógicamente inferiores) a la Plaza fortificada de Campo Maior.

Una amplísima vista de la campiña hasta Alburquerque hace las delicias de cualquiera. Todo alrededor es silencio, quietud, rumor de agua, canto de pájaros del amplio valle extendido a sus pies. Desde ahí se puede ir -por buena carretera- a esta ciudad española, con la que tantas relaciones tuvo siempre, a pesar de los polvorientos y vigilados caminos en las épocas del contrabando con que tanta gente humilde se ganaba la vida.

En la carretera que comunica Campo Maior a Ouguela, antes de llegar a ésta última, a la derecha, tenemos una carretera que nos lleva en pocos kilómetros al Santuário de Nossa Senhora de Enxara, de estilo barroco y “tintes” alentejanos, muy frecuentada por la población local, que allí celebra cada año una frecuentada romería, por la Pascua.

lunes, 6 de marzo de 2023

 LA RAYA QUE NOS UNE

Artículo publicado en la Revista Escolar
del CEIP Ntra. Sra. de Bótoa (Badajoz)

MOISÉS CAYETANO ROSADO

Uno de los “signos de identidad” que nos distingue a los extremeños es nuestra condición de “rayanos”; especialmente a los que vivimos en la franja oeste de la región. En ello coincidimos con nuestros vecinos alentejanos, con los que muchas veces hemos vivido aparentemente ignorándonos, pero esencialmente unidos.

Estamos unidos en nuestras circunstancias actuales, que no son sino una continuación del proceso histórico que nos ha tocado vivir: dificultoso, a veces marginal en el contexto ibérico, y otras muy en primera línea del protagonismo peninsular, aunque ello fuera por los conflictos entre Castilla y Portugal en la formación medieval de ambos reinos, y en las luchas de la Edad Moderna entre España y Portugal.

No en vano nuestros respectivos territorios están plagados de castillos que fueron líneas de defensa primero contra los musulmanes y después entre nosotros mismos respectivamente. Y luego, en los siglos XVII, XVIII y XIX, por los sangrientos conflictos que apenas daban tregua.

La Guerra de Restauração (1640-1668) tuvo sus escenarios de enfrentamiento esencialmente en nuestras dos regiones: la gran cantidad de fortificaciones abaluartadas (propias para el ataque y la defensa de la naciente artillería) que aún son testigos de aquellos tiempos así lo demuestran. En ello, Ouguela, Campo Maior, Elvas, Estremoz, Juromenha; Alcántara, Alburquerque, Badajoz, Olivenza… representan lo más destacado de la Raya Ibérica.

A principios del siglo XVIII, de 1701 a 1714, la Guerra de Sucesión a la Corona española, con el enfrentamiento de España aliada a Francia, contra Portugal, aliada a Inglaterra, va a suponer nuevo enfrentamiento, sangría y refuerzo de sistemas fortificados. En 1772-73, otro enfrentamiento nos pondrá en primera línea peninsular, la llamada “Guerra Fantástica”, por su brevedad y escaso desarrollo bélico.

En 1801 volveremos “a la carga” con la Guerra de las Naranjas, por nuestra alianza napoleónica, que pocos años después se deshará para -esta vez sí- unirnos a Portugal contra los franceses en la devastadora contienda de 1808-1814. Serán los tiempos finales de las construcciones abaluartadas, que perduran en buena parte, y con las que aspiramos a conseguir la titularidad de Patrimonio de la Humanidad, que ya está en la Lista Indicativa aprobada en Portugal.

En todos estos tiempos y muy especialmente en el siglo XX, el pueblo llano de Alentejo y de Extremadura, pese a tanta hostilidad, ha confraternizado en la lucha por la vida y la subsistencia. Especialmente en la economía rural, en el intercambio de productos, en el contrabando a baja escala, dando lugar al personaje que conocemos como “mochilero”, que se ganaba la vida transportando productos básicos, entre los que sobresalía para nosotros el café. Y ello ha ido unido a relaciones afectivas, dando lugar en muchas ocasiones a “matrimonios mixtos”, alianzas a un lado y otro de una Raia/Raya que cada vez vemos más difusa.

Sí, la Raya no nos separa, nos une, como una línea-puente, a pesar de las luchas del pasado, que venían programadas desde poderes exteriores al entorno extremeño-alentejano. Nosotros hemos confraternizado y seguimos haciéndolo cada vez con más ahínco. Incluso dando lugar a instituciones oficiales instauradas, a las que hay que potenciar, como la Eurorregión Alentejo-Centro-Extremadura (EUROACE) o la Eurociudad del Suroeste Ibérico Badajoz-Campo Maior-Elvas. Ello sin olvidar la presencia exitosa de nuestros respectivos idiomas en las aulas de las Escuelas Oficiales de Idiomas y en la enseñanza reglada, tanto primaria como secundaria y universitaria.

sábado, 4 de marzo de 2023

 (Ver artículo completo en: https://www.propronews.es/luso-espanola/

La “herida sangrante” de la “raya” luso-española

Una visión desde la literatura testimonial

miércoles, 1 de marzo de 2023

 “SALGUEIRO MAIA, DAS GUERRAS EM ÁFRICA À REVOLUÇÃO DOS CRAVOS” E “SEMPRE/SIEMPRE ABRIL”

A Edições Colibri está a realizar a terceira edição do meu livro "Salgueiro Maia. Das Guerras em África à Revolução dos Cravos" e a terminar a tradução do meu novo livro (de poemas) "Sempre Abril/Siempre Abril" que será publicado em bilingue : português/espanhol.

Queremos lançar publicamente este novo livro a partir de sábado, 29 de abril e durante o mês de maio, como homenagem a uma Revolução que já completa 49 anos e, por isso, estamos totalmente imersos nas comemorações do seu 50º Aniversário.

A Edições Colibri como editora e eu como autor estamos abertos a combinar apresentações onde for necessário.

Edições Colibri está procediendo a realizar la tercera edición de mi libro "Salgueiro Maia. Das Guerras em África à Revolução dos Cravos" y está terminando la traducción de mi nuevo libro (de poemas) "Sempre Abril/Siempre Abril" que se editará en bilingüe: portugués/castellano.

Deseamos lanzar este nuevo libro públicamente a partir del sábado 29 de abril y durante el mes de mayo, como homenaje a una Revolução que ya cumple 49 años y que, por tanto, entramos de lleno en las celebraciones de su 50º Aniversario.

Edições Colibri como editora y yo mismo como autor estamos abiertos a combinar presentaciones allá donde se nos demande.


martes, 14 de febrero de 2023

 42 Foro de Asociaciones y Gestores Culturales en Badajoz: patrimonio transfronterizo

https://www.hispanianostra.org/evento/42o-foro-de-asociaciones-y-gestores-culturales-en-badajoz-patrimonio-transfronterizo/2023-03-23/

Para los que venimos trabajando en pro de conseguir la declaración de Patrimonio Mundial de las Fortificaciones Abaluartadas y Artilladas de la Raia/Raya luso-española, este foro es de máxima importancia. El que en la Primera Mesa Redonda contemos con Guillermo Duclós, doctor arquitecto, uno de los más acreditados investigadores y restauradores del patrimonio artillado y abaluartado; con José Javier Fernández, doctor arqueólogo de Siega Verde (Patrimonio de la Humanidad junto a Valle do Côa, por su arte paleolítico al aire libre), y con Virgilio Lopes, doctor arqueólogo, miembro de la dirección del Campo Arqueológico de Mértola, uno de los mayores expertos en arqueología medieval de la Península Ibérica, es crucial. Me cabe el honor de coordinar esta Mesa.

A ello siguen, como se pueden ver en el programa del enlace, otras Mesas no menos importantes, y diversas visitas para disfrutar de nuestro patrimonio medieval y abaluartado (Campo Maior/Badajoz/Elvas-Patrimonio Mundial), así como el yacimiento arqueológico romano de La Cocosa y la Ciudad-Patrimonio Mundial de Mérida.

Viernes 24 marzo 2023| El Hospital-CentroVivo: patio 1

10.15

11.30

Mesa redonda I. Patrimonio compartido

Poner en valor las acciones sobre el patrimonio a ambos lados de la Raya/Raia.

Modera:

 D. Moisés Cayetano Rosado, Doctor en Geografía e Historia y director de la Revista Transfronteriza O Pelourinho.

Intervienen:

    • D. Guillermo Duclós, doctor arquitecto experto en las fortificaciones del bajo Guadiana.
    • D. José Javier Fernández Moreno, Dr. arqueólogo en la Junta Castilla y León y coordinador de la candidatura para la UNESCO del Valle do Côa-Siega Verde.
    • D. Virgilio Lopes, Dr. arqueólogo, investigador y miembro de la Dirección del Campo Arqueológico de Mértola.

lunes, 13 de febrero de 2023

 UNA RIADA DE LIBROS


MOISÉS CAYETANO ROSADO

Cuando una riada imprevisible se lleva por delante las propiedades, los enseres de un numeroso grupo de familias, la solidaridad ciudadana y la acción institucional son el consuelo y en buena parte el remedio para la desgracia. Solo la muerte de los seres humanos, como ocurrió en Badajoz hace veinticinco años, resulta irreparable y trágico en extremo; afortunadamente no éste el caso ocurrido el trece de diciembre en La Roca de la Sierra, un pueblo que ya conoció otras inundaciones por el desbordamiento de su rivera de Troya, pero que esta vez fue castigado en lo material como nunca lo había sido antes.

Entre las pérdidas sustanciales, su Biblioteca Municipal se quedó sin sus fondos bibliográficos, sufriendo bastantes daños sus instalaciones. Poco a poco, esta parte material va quedando de nuevo en uso, pero los libros desaparecieron por completo, destruidos por el agua torrencial.

Y lo que fue desolación, tristeza, por la pérdida de un patrimonio construido poco a poco, con amor a la cultura, quedó como una herida desgarradora, como siempre ocurre cuando se pierde el tesoro inmortal que encierran los libros, en toda la gama del saber, de la creación y la evasión.

Sin embargo, la lección que entre todos nos estamos dando en Extremadura y más allá de nuestros límites territoriales es que los libros constituyen un legado compartible que ninguna riada puede destruir, porque siempre se puede reponer. Y, efectivamente, a la riada desoladora del agua impulsiva, incontrolada, le ha seguido la riada consciente, controlada, reflexiva y enriquecedora de miles de libros que vienen de múltiples lugares a ocupar el espacio vaciado.

Particulares, instituciones, librerías, otras bibliotecas… han acudido a la llamada que entre todos nos hemos ido haciendo espontáneamente: ni un pueblo sin libros, ni una biblioteca pública sin dotación por mucho que la fuerza de la naturaleza -y también la falta de previsión en la gestión de la misma, de los cauces de arroyos y ríos, y del trazado de aliviaderos, puentes, etc.- nos jueguen una terrible pesadilla.

Hoy en día, cuando parece que perdemos el acercamiento a la letra impresa, a los libros editados, conseguir que en tiempo record se reconforme una biblioteca es una lección para todos, porque nos habla de nuestro íntimo amor por la lectura, de la necesidad colectiva por tener este patrimonio escrito a nuestro alcance. Del templo cultural que significa y dignifica.

Espero que la “reinauguración” de esta Biblioteca Municipal, cuando se dote suficientemente de fondos -para lo que falta bien poco y en lo que se trabaja allí con ejemplar tesón-, constituya una noticia de primera plana, como lo fue la desgracia del diciembre pasado. Y que sea un símbolo del despertar del libro impreso, pues parece que con “las nuevas tecnologías” se nos había ido arrinconando en el olvido. La “magia” del ruido de las hojas que se pasan al leer, el olor a tinta o la solera del papel envejecido, la mirada que busca en los lomos de las encuadernaciones el título llamativo o el autor  deseado, son un elevado y recurrente placer.

En el fondo pasa como ocurriera con la radio al irrumpir la televisión: muchos pronosticaron que desaparecería; ¡ya vemos, en cambio, como gana oyentes! O con la prensa escrita con respecto a la presencia digital: algunos auguran su muerte, que es seguro no se producirá, porque el registro escrito, impreso, es fuente de consulta y de placer que, pudiendo -eso sí- complementarse, nunca podrá ser reemplazado.

sábado, 4 de febrero de 2023

MARRUECOS: NOSTALGIA DE OLORES Y LLAMADA A LA ORACIÓN.

https://www.propronews.es/marruecos-hermoso/

Moisés Cayetano Rosado (texto y fotos)

“¡Qué bien huele; huele a mi pueblo!”, me decía un alumno marroquí de Enseñanza Secundaria, atravesando hace unos años el Puente Viejo de Badajoz, debajo de cuyos arcos -en el extremo de salida- había un hato de cabras en un redil.

Y es así, en los pueblos norteños, legendariamente belicosos en el Rif. En los valles del Alto Atlas que “acuchillan” el país de noreste a suroeste. En las Gargantas del Dades y sus numerosos pueblecitos con asombrosas kasbahs bereberes de rojizos muros almenados. En los múltiples pueblos de los alrededores de Ouarzarzate, entrada al desierto dorado del Sahara. En la desolada provincia de Zagora, lindando con la frontera argelina. E incluso en los fértiles valles, de la norteña Arzila, a la ya tan turística Agadir, lindando con Sidi Ifni.

Tienda comercial en pueblo marroquí

 Garganta del río Dades

Pueblo en la Garganta del Dades 

Desierto del Sahara marroquí

Playa de Agadir

Fortaleza de Agadir 

¡Qué nostalgia de olores y sabores! Las cabras, las ovejas, el humeante té con hierba buena, los dátiles de los extensos palmerales del Valle del Draa, con el enorme “desgarrón” de ese río que escolta al Atlas por el sur de su intrincado, rocoso recorrido.  El argán de Essaouira y Marraquech, con sus cabras subida en el ramaje de los árboles que nos recuerdan los olivos, “gancho” para turistas asombrados…

Esa nostalgia que he visto en tantos marroquíes emigrantes en España, en Francia, en Bélgica, en Holanda…, a donde han ido buscándose el sustento que la tierra de origen no les daba. Volver, siempre volver a esta tierra dura, que por desértica en el interior difícilmente les da para vivir. Y que por fértil en la costa es pieza codiciada de inversores poderosos, nacionales y extranjeros, que no escatiman en recursos de explotación, pero sí en sueldos, siempre insuficientes, miserables para el peonaje a su servicio.

Cabras subidas a un árbol de argán

Cordillera del Atlas

Valle del Draa

La quimera de la vuelta a los orígenes es aún más difícil que la salida a la aventura europea, por mucho que las altas vallas con serpentinas, la vigilancia y represión policial traten de impedirlo.

He visto en Tánger a jóvenes, adolescentes, a niños inclusive, “perseguir” a los autobuses de turistas para introducirse en sus bajos, en los guardabarros de las ruedas, para intentar así llegar hasta Ceuta; he visto salir a muchos de los chasis de estos autobuses, en la frontera, sacados a palos por vigilantes implacables, llenos de suciedad, de carbonilla, pero dispuestos a aprovechar algún descuido, y en caso de éxito repetir la hazaña en los barcos que pasan a la Península, a España, a la “dorada” Europa.

Niños subiendo en las traseras de autobús turístico, en Tánger 

En Marrakech, en tanto nos envolvía la llamada a la oración en las distintas mezquitas de la Plaza de Yamaa el Fna, conversaba con un conductor de motocarro que me ofrecía sus servicios para llevarme hasta el hotel. Me señalaba a diversos subsaharianos vendiendo baratijas al lado de los encantadores de serpientes, los amaestradores de palomas y periquitos, los portadores de monos encadenados, los músicos de percusión, laudes y flautas, los ciegos de pedir limosna, las dispensadoras de henna en manos y pies de ilusionados turistas…, me señalaba -digo- a estos pacientes jóvenes y decía:

- Están esperando reunir algún dinero para seguir su viaje hacia Europa, que es su destino.

Plaza de Yamma el Fna, en Marrakech


La noche en la Plaza de Yamma el Fna, en Marrakech

 

Pero a continuación también me confesó el suyo: vender su motocarro, comprarse una lancha motora en Tánger, con una lona azul para confundirse con el mar y lanzarse a la aventura, llegándose al estrecho de Gibraltar.

- Son solo 14 kilómetros, y ya estaré en Europa, comentaba.

- ¿Y si te descubre la policía de vigilancia?, le pregunté.

- ¡Pues otra vez a empezar!, contestó con una sonrisa resignada.

La voz del almuecín sonaba rítmica, acompasada, por toda la plaza, cubierta con el humo de los asados en sus múltiples tiendas que se montan cada día, en el rellano de este Patrimonio de la Humanidad. Alrededor, puestos de bebidas con zumos naturales, dátiles, toda clase de dulces almendrados, brillando con sus luces de todos los colores.

Allí mismo, la llamada a la oración hacía prepararse, postrarse a algunos fieles, y otros se apresuraban para entrar en las mezquitas. ¿Qué pedirían, en medio de su lucha por la vida? ¿Acaso suerte en su proyectado embarque hacia el “paraíso terrenal” del occidente europeo, desde donde luego soñar con los olores de su pueblo, con el “dulce” olor de las escasas cabras que podemos contemplar en los lugares de recepción, cada vez más alejados de lo rural, que sí persiste en este Marruecos legendario?

A nuestros ojos occidentales, Marruecos es magia, tradición, fantasía, enormes montañas de conglomerados, caliza y arenisca, grandes desiertos de piedra y de arena rojiza, secos lechos de ríos ancestrales, pequeñas fortalezas medievales desde donde contemplamos valles de palmeras oferentes, con dátiles sabrosos; curiosos mercados en sus múltiples pueblos apenas motorizados, con burros, carros de tracción animal, viejas motos…; ciudades donde regatear con vendedores de todos los productos; los fantásticos zocos de Tetuán, Fez, Rabat, Meknes, Marrakech…; el legado romano en la antigua ciudad de Volúbilis, Patrimonio de la Humanidad; el azul “milagroso” de Chechauenne y sus rutas senderistas por los alrededores, o la kasbah de Ait Ben Haddou, también Patrimonio de la Humanidad y referencia de míticas películas rodadas en ella, siempre atestada de turistas.

Artesano orfebre en el zoco de Meknes

Mosaico romano en la antigua ciudad de Volúbilis

Callejón de Chechaue 

Rincón de Chechauen

Kasbah de Ait Ben Haddou

A ojos de los oriundos, tierra amada, añorada cuando se vaga errante por el mundo, pero soñando con salir de sus extensos límites cuando aprieta -¡y tanto aprieta!- la necesidad, y en la llamada a la oración se pide suerte en la partida.

“Cuánto en ti pueden padecer, oh patria/ ¡si ya tus hijos sin dolor te dejan!”, escribió Rosalía de Castro sobre los emigrantes gallegos a América. La historia se repite. Ese deseo, esa obsesión por la búsqueda de un porvenir, que -si bien o mal se logra- llevará luego a la nostalgia de esta tierra dura, variada, rica en paisajes, tradiciones, en el legado histórico y patrimonial, que es el Marruecos que tenemos ahí, al alcance de la mano, para disfrutar desde nuestra privilegiada posición occidental.