martes, 29 de septiembre de 2020


CARA Y CRUZ DE LAS MENTALIDADES MILITARES. EL CASO EXCEPCIONAL DE LOS CAPITÃES DE ABRIL 


Moisés Cayetano Rosado 

Juan Paz y Miño, historiador y analista ecuatoriano, escribía en julio de 2019, a raíz de que la Corte de Apelaciones de Roma impusiera cadena perpetua a 24 jerarcas militares y represores de Bolivia, Chile, Uruguay y Perú, comprometidos directamente en la “Operación Cóndor” (de lo que se libraron los dictadores argentinos fallecidos Videla y Massera, por trabas en el proceso):

Tras la Segunda Guerra Mundial, al desatarse la “guerra fría” y en el marco del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR, 1947), las fuerzas armadas de los países latinoamericanos progresivamente fueron entrenadas y preparadas por los EE.UU. para “colaborar” y frenar cualquier avance “comunista” en la región, a través de becas para oficiales, visitas técnicas y pasantías en distintas bases o centros militares. El más famoso fue el Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad, conocido también como “Escuela de las Américas”, donde se graduaron más  de 60 mil militares y policías latinoamericanos, algunos de los cuales han recibido la condena italiana.

En esas instituciones, y bajo la sombra de la CIA, se forjaron y reforzaron las mentalidades dictatoriales y sanguinarias que conformarían el núcleo esencial de las Fuerzas Armadas de Latinoamérica, para las que todo lo que sonara a reivindicación popular, obrera, social, intelectual, cultural… era sinónimo de subversión comunista. Quedaba muy cerca en el tiempo, y metida en su propio espacio, la Revolución Cubana (1959), que EE.UU. no había sido capaz de fulminar, pese a sus denodados intentos, y no estaban dispuestos a dejar que se repitiera y extendiera la experiencia, con tantos intereses económicos como se tenían en juego, por parte de las poderosas compañías frutícolas, cafeteras, cacaoteras, mineras y petrolíferas.


Los militares latinoamericanos serían el dique contundente de contención de unas democracias
que se empeñaran en luchar contra lo que aquí en nuestra área, los Capitães de Abril, que hicieron la revolución contra la dictadura salazarista-caetanista, llevaron como bandera: Democratización-Desenvolvimiento-Descolonización.

Una Democratización llevaría consigo elecciones libres de los dirigentes políticos, creación de partidos y sindicatos, libertad de manifestación, expresión y reunión, derecho a la huelga laboral y social.

La aspiración al Desenvolvimiento económico y al progreso implicaría contrataciones laborales y salarios dignos, supervisión económica y productiva de los países por parte de los dirigentes electos, impuestos justos y progresivos según niveles de ingresos, control de la actividad de las multinacionales y posibilidad de expropiaciones por necesidades sociales, así como creación de empresas controladas por el Estado.

En cuanto a la Descolonización, se trataría de impedir que el territorio nacional estuviese bajo la batuta de grandes oligopolios extranjeros que a la postre someten a las naciones a su control, planificando su funcionamiento socio-económico como si se tratara de auténticas colonias, en un nuevo modelo más sofisticado que el propio control directo por sus fuerzas militares: se actúa por medio de ejércitos nacionales al servicio de los intereses foráneos.


De ahí lo sorprendente de la Revolução dos Cravos, coetánea de las terribles actitudes militares latinoamericanas. ¿Cómo esa contraposición?

Tema apasionante en el que sigo profundizando, aunque por lo pronto hay que apuntar algunas diferencias de entrada:

Las fuerzas militares que actuaron en Latinoamérica bajo la batuta de EE.UU. lo hacían generalmente contra democracias con aspiraciones de implantar las tres “D” que comentamos; en Portugal lo hicieron bajo esas tres “D”, en contra de una larga dictadura que se acercaba al medio siglo.

Los militares latinoamericanos habían sido aleccionados contra el “terror comunista” por instituciones de EE.UU, experimentadas en forjar mentalidades a su conveniencia; los militares portugueses no estuvieron bajo ese control y sí bajo la presión de unas guerras coloniales sin salida que arrastraban 13 años continuos de sufrimiento, muerte, ruina económica y masacres golpeando las conciencias.

A los EE.UU. les interesaba que Portugal perdiera el control de las colonias africanas, estratégica y económicamente muy apetecibles (como también lo eran para la URSS, que jugó también su papel, para situarlas en su órbita, como también hicieron otros países comunistas): la dictadura portuguesa era un obstáculo molesto que había que sacudirse. El descontento y actuación de los jóvenes capitanes les venía muy bien en un principio, lo que les ahorraba una “Operación Cóndor” lusitana: el manejo indirecto llegaría después, con la “reconducción” de la Revolución.

Las consecuencias de la irrupción militar en unos y otro caso, a la vista queda. ¡Aquellos crímenes inhumanos y estos ejemplos de hermandad “Povo-MFA” que tanto asombraron a todas las personas de buena voluntad!

 

PREFACIO COLECTÂNEA RAIA/RAYA

 

Tras la reciente presentación exitosa de la “Colectânea de Literatura e Artes. Raia Luso-Espanhola” en Santa Eulalia (Elvas) y en la Feria del Libro de Badajoz, transcribo aquí el Prefacio que me fue encargado para la misma por su coordinadora e impulsora entusiasta, Graça Foles Amiguinho. Una iniciativa que tiene como precedente una obra similar circunscrita a Elvas, después a la Eurocidade Elvas-Campo Maior-Badajoz, y a la que seguramente seguirá una ampliación a toda la Península. Força e adiante!


 

El Prefacio de la “Colectânea – Literatura e Artes. Eurocidade Badajoz Elvas Campo Maior” lo acababa Carlos Beirão con la exclamación: Venha o próximo! Y no ha tardado más de un año en que… ¡Ha llegado el próximo!: la “Colectânea -  Literatura e Artes. Raia Luso – Espanhola”, o sea, una nueva obra de arte colectiva en que nos damos la mano de un lado y otro de la Raia/Raya. ¡y esta vez no limitada al espacio triangular cercano que forman Badajoz, Elvas y Campo Maior, sino abierto a ese extenso lugar de encuentros y fraternidades que es nuestra hermandad transfronteriza, de norte a sur.

De los 63 autores que conforman este trabajo, hay un cierto desequilibrio entre mujeres y hombres, decantado ligeramente hacia las primeras: 35, frente a 28. Y una preponderancia clara de autores nacidos en Galicia (14 hombres y 12 mujeres) y Alentejo (15 mujeres y 9 hombres), estando representados en menor medida las procedencias de Beiras, Algarve, Extremadura y Andalucía, aunque también están presentes artistas de otros lugares, con relación más o menos intensa con la Raia/Raya, por su asentamiento, lazos familiares, etc.: Lisboa, Asturias… ¡incluso Brasil!

En cuanto al tipo de aportaciones, abrumadoramente se trata de composiciones poéticas en verso, sin que falten prosas poéticas, además de composiciones fotográficas, pinturas, dibujos, bordados…

Graça Foles Amiguinho -la impulsora y mantenedora de estos proyectos-, en la Introdução ha tenido el acierto de rescatar dos sonetos brillantes de sendos poetas -de un lado y otro de la Raia/Raya- memorables: Luís Vaz de Camões y Francisco Gómez de Quevedo, cantando al amor. Quevedo se sirve del trabajo de Camões, lo reinterpreta, lo “hace suyo”, incluso copiando literalmente un par de versos. Es un sentido de comunión en el arte, de “traducción” y transposición que transciende por encima de los nombres.

Y eso es la Colectânea que ahora nos ocupa. Una comunión rayana, un sentir y vibrar ante inquietudes similares; una particularización de la universalidad del arte en que la obra colectiva está por encima de las individualidades, formando un todo.

A uno puede llegarle más al fondo un tipo de mensaje que otro tipo, una fotografía que unos versos, o unos versos que un dibujo, o unas líneas de prosa que unas palabras rimadas. Pero por encima de todo está un sentimiento, un palpitar artístico, una armonía repleta de poesía.

Y en el conjunto podemos encontrar nutrida variedad de inquietudes. No podía faltar el amor en sus múltiples manifestaciones; la evocación de la infancia; los recuerdos de la tierra que nos vio nacer; los sentimientos más trascendentales; la observación del mundo que nos rodea y la reacción del artista ante el mismo; los momentos de alegría y esos otros de tristezas; la nostalgia… ¡Todo un volcán de vida! ¡Toda una explosión multiforme en estos sesenta nombres, cuyas edades oscilan desde los veinte y pocos años a los setenta y muchos más!

Acaso éste sea un paso más en esa construcción colectiva que en una primera edición se centró en Elvas, una segunda en el triángulo Badajoz-Elvas-Campo Maior, ahora en buena parte de la Raia/Raya, y en un futuro puede seguir extendiéndose a este suelo peninsular, ibérico, A jangada de pedra/La balsa de piedra que ideó José Saramago.

La “Colectânea -  Literatura e Artes. Raia Luso – Espanhola” es obra que ha de leerse, verse, sentirse, de manera pausada, con la ventaja de que puede hacerse sin mantener la linealidad de las páginas, sino con la sorpresa que nos pueda dar abrir por cualquiera de las mismas, por una u otra, uno u otro de las y los autores, pues el orden es meramente el alfabético de los nombres. Libro, por tanto, para ratos libres, para cualquier momento, para tomar y dejar, coger, dejar reposar, volver de nuevo, servirse de él como compañero en momentos de intimidad con uno mismo, que al presentarse ante nuestros ojos nos abre un mundo variado de confidencias, con las que nos sentiremos gratamente acompañados.

Moisés Cayetano Rosado

sábado, 5 de septiembre de 2020


EL MISTERIO DE LAS TRES “D”


Moisés Cayetano Rosado

Acabo de “volver” sobre la película La casa de los espíritus, dirigida por el danés Bille August, basada en la extraordinaria novela del mismo nombre escrita por Isabel Allende.
Son impresionantes las escenas finales, del golpe militar del general Pinochet el 24 de marzo de 1973 contra el gobierno democrático de Salvador Allende, auspiciado por los EE.UU. y sustentado por la temerosa burguesía enriquecida, que temía las nacionalizaciones de los socialistas en el poder, y se vieron envueltos -siendo muchos también víctimas- en la brutal dictadura militar.
Con esas imágenes finales de “búsqueda y captura” de revolucionarios y demócratas, incluidos liberales y conservadores, aplastados por la bota uniformada, iba recordando otras situaciones parecidas en el sufrido subcontinente americano (a veces se me llevaba la memoria hacia otras zonas similares del mundo y de esa época de “Guerra Fría”, tan ardientemente maquinada por las potencias emergentes tras la II Guerra Mundial).
Así, el golpe de 11 de octubre de 1968 en Panamá, perpetrado por el mayor Boris Martínez, el teniente coronel José Humberto Ramos y el general Rubén Darío, entre otros. El 31 de marzo de 1964 en Brasil, que llevó al poder al general Humberto de Alencar. Una década antes, en Guatemala, el 18 de junio, el del coronel Castillo Armas. Sucesivamente, los golpes en República Dominicana, desde 1930, con el general Leónidas Trujillo y en 1963 con el coronel Elías Wessin.
Y ya después, el devastador golpe del general Videla de 24 de marzo de 1976, en Argentina, tan sanguinario como los anteriores, y cuyas resonancias han superado a los demás por los procesos seguidos sobre el mismo. Los desaparecidos, torturados, asesinados, sistemáticamente perseguidos y “cazados” como alimañas han superado las mayores escenas de crueldad imaginables.
Por todo ello, y por mucho que reflexiono y vuelvo a buscar explicaciones, me sorprende lo ocurrido en Portugal, su golpe militar de 25 de abril de 1974, y la consiguiente “Revolução dos Cravos”, dirigida por las fuerzas uniformadas, bajo la admirable consigna de las tres “D”: democratización (de las instituciones del país), desenvolvimiento (socio-económico) y descolonización (de los territorios africanos y asiáticos, acabando con las guerras coloniales que se prolongaban en África a lo largo de trece años, con precedente en las colonias asiáticas).
Aquí, no se trataba de implantar una implacable dictadura militar, sino impulsar una democracia participativa, mediante voto universal, elecciones libres y Constitución. Y se aspiró a una justicia social, distribución de rentas y trabajo que acabara con la miseria que se extendía por todo el territorio nacional y llevaba a muchos portugueses a una emigración laboral imprescindible para subsistir. Y se empeñó prioritariamente en acabar con la sangría de las guerras en África, que tantas vidas estaba costando y tanta ruina llevó a los hogares portugueses y a las cuentas del Estado, que dilapidaba casi la mitad de sus recursos económicos en este empeño imposible, cuando la independencia de los pueblos sometidos estaba prácticamente completada por parte de todos los estados coloniales europeos.
Nada de muertes, nada de torturas, nada de prisiones indiscriminadas y bestiales en el proceso de la Revolución. Nada de imposiciones a golpe de cárceles, desapariciones, ciegas dictaduras militares.
Y uno mira a la España precedente, a la de la Guerra Civil, y sobre todo a la de la posguerra, tan terribles, y vuelve nuevamente a preguntarse cómo esos jóvenes capitanes y mayores (comandantes) llevaron a cabo una acción tan ejemplar. No solo en lo militar -que buen entrenamiento tenían con los 13 años de guerra en Angola, y luego Guinea (11 años) y Mozambique (10 años)-, sino en el desarrollo del proceso posterior, incluido el de esa noche y día siguiente del golpe, tan sereno, paciente con el gobierno derrocado (que resistía obstinadamente en un poder ya inexistente) y “arropado” abrumadoramente por el pueblo, en la calle, formando bloque compacto “Povo-MFA” (Pueblo-Movimiento de las Fuerzas Armadas).
¿Es posible algo tan ejemplar como esta Revolución de Portugal, en medio de los sadismos golpistas y revolucionarios de otros lados, y concretamente de nuestros “hermanos” de América, donde los militares se constituyeron tantas veces en los principales enemigos de su pueblo, y precisamente por fechas cercanas? ¡Aún sigo reflexionando sobre el “Misterio de las tres D”…! ¡Ayúdenme a comprender!