martes, 24 de enero de 2023

ESCRITURA Y MEMORIA

Preparando materiales literarios que he publicado en libros con mi pueblo -La Roca de la Sierra- en presencia determinante, me doy cuenta que siempre ha estado ahí.

Desde el primer poemario, publicado con 20 años ("He tenido sujeta la palabra entre los dientes", 1971), hasta el libro memorialístico "Cincuenta años no es nada y veinte menos", de 2023, publicado con 70.

Al medio están las novelas "Recordatorio" (de 1982, cuando tenía 31 años) y "Las cuatro de la tarde" (de 1984, con 33 años), así como la narración "Las moscas" (de 1985, con 34 años), entre otras…

De ello tengo que hablar en la presentación de mi última publicación en La Roca, el sábado, 28 de enero, a las 18'00 horas en el IES "Sierra de San Pedro", en acto organizado por el propio Ayuntamiento. Un recorrido por la infancia rural, la juventud migratoria (como tantos en las tierras del Sur); la importante actividad periodística de la transición; la efervescencia literaria extremeña de los años setenta; el “despertar ilusionado e ilusorio” de la democracia; los tiempos convulsos del cambio de siglo; las crisis socio-políticas y económicas de la actualidad…

¡Es la primera vez que presento un libro en mi pueblo de nacimiento! ¡Ya era hora!

Y han de quedar, al menos en la Biblioteca Municipal y en la Biblioteca del Instituto diversos ejemplares de los mismos (junto a otros más) para que puedan ser leídos y consultados por quien lo desee, y coteje con ello la frase del gran poeta Rainer Maria Rilke: "la verdadera patria del hombre es la infancia".

Ahí van cuatro enlaces donde se puede consultar, leer, imprimir, compartir, etc…

https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=883560

https://fundacioncb.es/wp-content/uploads/2022/12/libro-moises-50-anos-no-es-nada_baja.pdf?fbclid=IwAR3OT8M0upH-UNoFzj6FGpK1rGC7H58B0c7xOUze_vSSYqk3NO1KtR7hBJE

https://www.academia.edu/93532762/Prepublicaci%C3%B3n_Cincuenta_a%C3%B1os_no_es_nada_y_veinte_menos

http://moisescayetanorosado.blogspot.com/p/paginaprueba.html (Documento 130)

Otras publicaciones en:

https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=315625

https://independent.academia.edu/Mois%C3%A9sCayetanoRosado

http://moisescayetanorosado.blogspot.com/

lunes, 16 de enero de 2023

 SÃO TOMÉ, CUNA DE LA REBELIÓN, ABIERTO A LA ESPERANZA

https://www.propronews.es/sao-tome/

Moisés Cayetano Rosado 

En el pequeño comedor del Hotel Central de São Tomé-capital, tan cercano a la Praça da Independência, al antiguo Mercado Municipal y a las instalaciones culturales del Instituto Camões, hay varios poemas con versos de poetas africanos de las antiguas colonias. Me llama la atención “Lá no Água Grande”, unos versos sobrecogedores de Alda do Espírito Santo, de las voces más comprometidas del país, que fuera Ministra de Cultura y Presidenta de la Assambleia Nacional, tras la independencia en 1975.


Nos habla de las mujeres que, en los fines de semana, vemos aún lavar su ropa -formando grupos masivos- en los numerosos ríos de la isla de São Tomé (en este caso en el distrito capitalino de Água Grande), mientras ríen y cuentan sus historias, en tanto los niños, los numerosos niños, brincan, bailan, chapotean y son felices en el agua; pero luego, al volver a sus miserables y mínimas casas de madera y chapa, clavadas en el barro y en el cieno de los caminos y las calles sin trazado, quedan envueltas en el silencio de su tristeza y desazón.

Y es que la nación es escalofriantemente pobre. Faltan para la inmensa mayoría los recursos básicos que les proporcionen una vida mínimamente confortable. Faltan infraestructuras urbanas, de habitabilidad hogareña, y falta “la comida nuestra de cada día”, que es la lucha fundamental de su vivir cotidiano.


Sin embargo, São Tomé marcó en su momento el hito de rebelión más señalado en los precedentes de la lucha por la liberación del yugo colonial. En 1953, la revuelta contra la explotación en las haciendas (roças) de café y de cacao, protesta airada de los emigrantes angoleños, moçambicanos, cabo verdianos (componentes básicos en una isla descubierta deshabitada en 1470, que se fue nutriendo de esclavos africanos y portugueses sin recursos y envíos humanos forzados), será el inicio de sublevaciones que tendrán otros momentos señalados en Pindjiguiti (Guiné-Bissau, 1959) o en Mueda (Moçambique, 1960). Conocida como “Massacre de Batepá”, la protesta de contratados-esclavos por las condiciones infames de su explotación en las plantaciones regidas por la minoría colonialista, sería sofocada con un baño de sangre, ordenado por el gobernador general, teniente coronel Carlos de Sousa Gorgulho.


En la Cárcel Civil de la capital -escribió Alda Espírito Santo- “foram presos numa só cela 47 homens. Passaram a noite a gritar, a pedir socorro e água. Ninguém lhes valeu. Na manhã seguinte, quando os guardas abriram a porta da cela, 30 homens estavam mortos”.

Comenzada la reacción el 3 de febrero de 1953, en Batepá -del distrito centro-oriental de Me Zochi-, se extendería por toda la isla, ocasionando más de mil víctimas mortales, a la que se sumó una generalizada destrucción de sus frágiles viviendas y arrasamiento de enseres, además de deportaciones, torturas sin cuento, violaciones masivas de mujeres, incendios y saqueos. Para ello, se utilizó toda clase de armamento de fuego, enfrentado a los machetes de los sublevados.

La memoria de esta brutal masacre contra el que pide condiciones sobre llevables de trabajo frente a la explotación más inhumana de los grandes propietarios ha quedado grabada en los habitantes actuales. Cada 3 de febrero celebran el “Dia dos Mártires pela Liberdade”, marchando en gran número desde Batepá (en el centro isleño) hasta la Praça de la Independência de la capital (al oeste costero).

Ahí nacería la conciencia independentista que, aunque no se materializó en lucha armada (que ocurriría en Guiné, Angola y Moçambique en los años sesenta hasta la consolidación de la Revolução dos Cravos), sí se organizaría en grupos de presión que llevaron a la independencia el 12 de julio de 1975. Una independencia que llevó consigo en buena parte la emancipación de los trabajadores de las grandes haciendas (roças), convertidas en cooperativas de producción, especialmente de cacao y café.

Hoy día, el país se debate en medio de las dificultades extremas, pues sus recursos naturales apenas dan para la subsistencia de una población de algo más de 200.000 habitantes entre las islas de São Tomé y Príncipe, con alta tasa de natalidad  y por tanto en continuo crecimiento demográfico. La infraestructura viaria es muy limitada, con escasas redes asfaltadas y muchos accesos a la población dispersa por medio de caminos de difícil tránsito (como también lo son las deterioradas carreteras). El viario urbano de la capital, donde vive casi un tercio de la población, es igualmente bastante deficiente.


Ahora bien, el cuidado por la escolarización y educación de los niños y jóvenes es notable, si bien las posibilidades laborales de presente y futuro son muy bajas, con remuneraciones que apenas dan para sobrevivir.

La ayuda solidaria internacional es clave para el desenvolvimiento a todos los niveles, especialmente el productivo de las pequeñas cooperativas rurales de explotación agro-ganadera e industria artesanal derivada. Acompañé, a este respecto, en un par de ocasiones a Organizaciones No Gubernamentales subvencionadas por la Diputación de Badajoz y pude comprobar la importancia de las “micro ayudas” en el desenvolvimiento rural, que han de ser potenciadas y renovadas a todos los niveles.


Asimismo, la actuación en los abundantes mercados urbanos (y también rurales) para su adecentamiento y equipamiento es otro cometido importante para impulsar el desarrollo y su higienización. E igualmente los accesos a los poblados dispersos, tan penosos por picadas apenas transitables.

 Es de justicia con un pueblo que ha sido tan explotado, tan sacrificado a intereses despiadados, saqueado por siglos, pero que en sus cafetales y cacaotales, en sus bananeras y palmeras de aceite y fruto, en su árboles de fruta-pan, así como en sus terrenos hortofrutícolas y en sus ricos bancos de pesca, tiene un potencial de recursos primarios y derivados manufactureros de esperanzado porvenir.

A ello hay que unir las posibilidades turísticas, tanto en lo que se refiere a “turismo de sol y playa”, por sus cálidas y limpias aguas en medio de paisajes exuberantes, como en la monumentalidad natural, tan apta para el “turismo de aventura, senderismo y naturaleza”. La afabilidad de sus habitantes, la seguridad personal del visitante, el cariño con que en todas partes se nos acoge, contribuyen al bienestar del visitante, que siempre se llevará una imagen entrañable de este pequeño paraíso dormido que precisa despertar.



domingo, 15 de enero de 2023

 APAÑAR ACEITUNAS

                                                  Moisés Cayetano Rosado

Cuando fui a Barcelona en enero de 1971 para buscar trabajo, lo primero que hice fue visitar a mis paisanos en el barrio periférico de Verdún, donde vivía una amplia colonia. Había llegado en la gran oleada migratoria de los años sesenta, atraídos por la amplia oferta laboral, por el efecto “llamada” de unos a otros, al encontrar acomodo.

Era anochecido y, tras saludar a varios, tomando unos vinos en uno de los bares de la zona, comenté de pasada:

-¡Qué frío hace! Seguramente helará esta noche.

- Frío -contestó alguno- apañando aceitunas por los cerros del pueblo, y bien “putas” que las he pasado desde pequeños, por un sueldo de pena.

- ¡Eso -le apoyaban otros-, que aquí estamos trabajando bajo techo y siempre tenemos cinco duros para gastarlos donde se quiera!

-Y  ya puede llover o granizar, que siempre nos va a caer el jornal, no como allí, que si el día estaba malo tenías que quedarte en casa sin una peseta para comprar el pan -terciaba uno más.

Sí, esa era la diferencia, aunque luego la nostalgia nos royera, nos estuviera sumiendo en una tristeza contenida, malhumorada, que se desahogaba arremetiendo contra la tierra de origen, pero también contra la de recepción. De allí, maldiciendo de la costumbre de hablarte en su idioma y mirarte por encima del hombro, como perdonándonos la vida, ignorando nuestro cotidiano batallar (¡cuánto aprendí sobre ello de mi amigo Francisco Candel y su libro impactante y novedoso “Los otros catalanes”!); de aquí, despotricando de “los señoritos” avarientos, explotadores de la tierra y los hombres sin más recursos que sus manos.

Ahora, planeaba por encima de todas nuestras cuitas el recuerdo de la recogida de aceitunas. Levantarse antes de salir el sol, tomarse el café, alguna copa de aguardiente, una tostada… y marchar a pie, en bicicleta o en carro hacia los olivares. Todo blanco de escarcha, helado, con carámbanos en los charcos del camino y en las veredas y surcos de los olivos. Con un viento cortante, con neblina congelada azotándote la cara.

Se vareaban las ramas de donde caían las aceitunas disfrazadas de blanco, rojas como rubíes o negras como azabache al ir despertando con el día. Había que apañarlas a “mano desnuda”, una a una, lo que muchos hacían con admirable destreza, con una rapidez de máquina incansable.

En un claro de la arboleda se hacía la lumbre para que de cuando en cuando los jornaleros pudieran ir a calentarse, a desentumecer las manos insensibilizadas por el frío extremado.

Avanzaba el día y se hacía más llevadera la faena, pero el dolor de espaldas, las horas de estar agachados recogiendo aceitunas, o erguidos azotando con una vara larga las ramas de los árboles, iban derrotando los cuerpos esforzados.

Al llegar la oscurecida, se recogían los trastos esparcidos, las mantas, las fiambreras, los botijos del agua…, los sacos de aceitunas, y regresaban al pueblo para tomarse algún trago en la taberna, preparar la cena, descansar… y volver otra vez muy de mañana a la faena… si había suerte, te llamaban para continuar y… no llovía.

- ¡Aquello sí que era sufrir, por un sueldo de miseria!, me comentaban mis paisanos.

Sí, era una vida dura, una vida insegura, una vida plagada de necesidades de la que tantos (el 45% de los extremeños, como de otros regiones de la España rural, así como del Alentejo, las Beiras de Portugal, Tras-os-Montes…) marcharon hacia las zonas industriales, en los años del desarrollismo europeo (1960-1975), buscando en el peonaje de las grandes urbes su oportunidad para una vida mejor.