¿QUÉ FUE DE LOS CANTAUTORES? MEMORIAS EN VERSO
El pasado 9 de febrero, al tiempo que se celebraba el
“Pregón del Carnaval” en Badajoz, la Fundación Caja Badajoz nos traía a la
Residencia Universitaria Caja Badajoz al cantautor Luis Pastor -acompañado por
Lourdes Guerra-, para presentar su libro “¿Qué fue de los cantautores?”,
deleitándonos con un extraordinario recital de parte del mismo, así como con
varias de sus “legendarias” canciones de cantautor sensible y comprometido.
Parecía que la competencia “carnavalera”
iba a “desnudar” el amplio salón de actos donde se celebró el encuentro,
pero la capacidad de convocatoria de Luis y de la propia Fundación consiguió
llenar el espacio.
Después, los asistentes serían obsequiados –como acostumbra a hacer la Fundación
en este tipo de presentaciones- con un ejemplar de este libro, cuidadosamente
editado. Va, a continuación, una reseña del mismo con mis impresiones.
Autor: Luis Pastor.
Editorial: Capitán Swing y
Nórdica Libros. Madrid, 2017. 139 págs.
Nacido primero como poema, que después sería
musicado, ahora se nos ofrece como libro de memorias este ¿Qué fue de los cantautores? Memorias en verso, que ha escrito el
cantautor extremeño Luis Pastor. Testimonio de su vida, primero de niño
pueblerino -feliz en medio de las dificultades de esta tierra en posguerra
dilatada- y luego emigrante familiar en un Madrid de extrarradio y miserias,
donde se forma como militante de izquierdas, cantante y poeta, saltando a la
fama de los cantautores punteros de los años setenta.
Es también este libro -escrito en versos
octosílabos, unos libres y otro de rima variada, pero de trepidante ritmo- un
homenaje a cantautores y poetas, luchadores vecinales, políticos, sindicalistas
y curas de base y barrio, que lucharon en los años difíciles por la justicia y
la libertad, con generosidad y solidaridad. Mucho poso de sus compañeros
españoles Paco Ibáñez y Pablo Guerrero, así como de los portugueses José Afonso
y luego el gran escritor al que “pone música” José Saramago, hay detrás.
Y es también un canto a la vida y la alegría,
visto el mundo desde los ojos de un niño -luego adolescente y joven
contestatario- que crece en medio de un entorno siempre tortuoso: aquellos años
oscuros del franquismo en el mundo rural, de donde tantos fueron expulsados
camino de la forzada emigración urbana o europea, pero que sabe encontrar el
jugo alegre de la vida en la explosión de luces y colores que le ofrece su
entorno campesino, o sublima el de los extrarradios madrileños a donde va a
parar.
De las 426 estrofas que componen el libro, hasta
la 411 todas son de seis versos. Las últimas tienen desigual número, rompiendo
una armonía que parece simbolizar lo que es el colofón de su discurso
memorístico: el desencanto que enseguida de instaurada la democracia se le
viene encima, con lo que cierra estas memorias palpitantes. En la estrofa 418
queda de manifiesto de forma rotunda:
La
democracia es la pera.
Cantautor,
a tus trincheras
con corona
de laurel
y
distintivo de honor,
pero no des
más la lata,
que tu
verso no arrebata
y tu
tiempo ya pasó.
Siendo todo el relato emocionante, arrebatador,
palpitante, considero que lo que podríamos llamar la “primera parte” -las 100
primeras estrofas aproximadamente- son las más sentidas, más profundas, más
líricas. Corresponden a la niñez descubridora del universo de su entorno, tan
pequeño y tan grande, tan humilde y rico a los ojos del asombrado niño, seguido
del trauma desgarrador de la emigración, con sus durezas anímicas de las raíces
que se arrancan y las durezas materiales, físicas, de aquellos terribles
barrios de aluvión en los extrarradios donde se asentaron los emigrantes de los
años sesenta.
Pero Luis Pastor no se queda en lo sublime de la
añoranza infantil, sino que ya desde el principio pone el dedo en la llaga de
nuestros sufrimientos. Así, en la estrofa 6 leemos:
Esclavos
del latifundio,
los
campesinos sin tierra,
perdedores
de la guerra,
los pobres
de los dos bandos,
que al
final de la contienda
nunca
comieron pan blanco.
O más adelante, el dolor de la despedida
migratoria. Vemos en la estrofa 36:
Los
familiares llorando,
abrazos y
despedidas,
amigos,
primos, vecinas,
y la
emoción contenida
del que
sabe que se va
para
vivir otra vida.
Pero siempre va sacudiendo la tristeza con versos
como estos de la estrofa 16:
Y yo era un
niño feliz
a pesar de
los pesares,
pues
espantaba los males
gritando a
pleno pulmón.
Era como
Joselito,
el
Pequeño Ruiseñor.
Todo el libro es un canto a la vida. Crítico,
incisivo, pero canto y resistencia, tesón y fuerza. Así, termina su historia
con estos cinco versos de la estrofa final, la 426:
Siete vidas
tiene el gato
Aunque no
cace ratones.
Hay
cantautor para rato.
Cantautor a
tus canciones.
Zapatero
a tus zapatos.
Palpitante libro que se lee de un tirón. Esencial
Luis Pastor, fiel a sí mismo, a su gente, a su tierra, a sus ideas.
Autobiografía y biografía de una época: los años cincuenta, sesenta y setenta,
que constituyen una contribución extraordinaria de la historia social de unos años
esenciales de Extremadura, España y por extensión de los hombres del sur,
mediterráneos.
MOISÉS
CAYETANO ROSADO
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