lunes, 6 de marzo de 2023

 LA RAYA QUE NOS UNE

Artículo publicado en la Revista Escolar
del CEIP Ntra. Sra. de Bótoa (Badajoz)

MOISÉS CAYETANO ROSADO

Uno de los “signos de identidad” que nos distingue a los extremeños es nuestra condición de “rayanos”; especialmente a los que vivimos en la franja oeste de la región. En ello coincidimos con nuestros vecinos alentejanos, con los que muchas veces hemos vivido aparentemente ignorándonos, pero esencialmente unidos.

Estamos unidos en nuestras circunstancias actuales, que no son sino una continuación del proceso histórico que nos ha tocado vivir: dificultoso, a veces marginal en el contexto ibérico, y otras muy en primera línea del protagonismo peninsular, aunque ello fuera por los conflictos entre Castilla y Portugal en la formación medieval de ambos reinos, y en las luchas de la Edad Moderna entre España y Portugal.

No en vano nuestros respectivos territorios están plagados de castillos que fueron líneas de defensa primero contra los musulmanes y después entre nosotros mismos respectivamente. Y luego, en los siglos XVII, XVIII y XIX, por los sangrientos conflictos que apenas daban tregua.

La Guerra de Restauração (1640-1668) tuvo sus escenarios de enfrentamiento esencialmente en nuestras dos regiones: la gran cantidad de fortificaciones abaluartadas (propias para el ataque y la defensa de la naciente artillería) que aún son testigos de aquellos tiempos así lo demuestran. En ello, Ouguela, Campo Maior, Elvas, Estremoz, Juromenha; Alcántara, Alburquerque, Badajoz, Olivenza… representan lo más destacado de la Raya Ibérica.

A principios del siglo XVIII, de 1701 a 1714, la Guerra de Sucesión a la Corona española, con el enfrentamiento de España aliada a Francia, contra Portugal, aliada a Inglaterra, va a suponer nuevo enfrentamiento, sangría y refuerzo de sistemas fortificados. En 1772-73, otro enfrentamiento nos pondrá en primera línea peninsular, la llamada “Guerra Fantástica”, por su brevedad y escaso desarrollo bélico.

En 1801 volveremos “a la carga” con la Guerra de las Naranjas, por nuestra alianza napoleónica, que pocos años después se deshará para -esta vez sí- unirnos a Portugal contra los franceses en la devastadora contienda de 1808-1814. Serán los tiempos finales de las construcciones abaluartadas, que perduran en buena parte, y con las que aspiramos a conseguir la titularidad de Patrimonio de la Humanidad, que ya está en la Lista Indicativa aprobada en Portugal.

En todos estos tiempos y muy especialmente en el siglo XX, el pueblo llano de Alentejo y de Extremadura, pese a tanta hostilidad, ha confraternizado en la lucha por la vida y la subsistencia. Especialmente en la economía rural, en el intercambio de productos, en el contrabando a baja escala, dando lugar al personaje que conocemos como “mochilero”, que se ganaba la vida transportando productos básicos, entre los que sobresalía para nosotros el café. Y ello ha ido unido a relaciones afectivas, dando lugar en muchas ocasiones a “matrimonios mixtos”, alianzas a un lado y otro de una Raia/Raya que cada vez vemos más difusa.

Sí, la Raya no nos separa, nos une, como una línea-puente, a pesar de las luchas del pasado, que venían programadas desde poderes exteriores al entorno extremeño-alentejano. Nosotros hemos confraternizado y seguimos haciéndolo cada vez con más ahínco. Incluso dando lugar a instituciones oficiales instauradas, a las que hay que potenciar, como la Eurorregión Alentejo-Centro-Extremadura (EUROACE) o la Eurociudad del Suroeste Ibérico Badajoz-Campo Maior-Elvas. Ello sin olvidar la presencia exitosa de nuestros respectivos idiomas en las aulas de las Escuelas Oficiales de Idiomas y en la enseñanza reglada, tanto primaria como secundaria y universitaria.

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