martes, 28 de enero de 2025

 

UMA CONVERSA SOBRE “ABRIL”, de Graça Foles Amiguinho

Una de las ventajas que tiene el haber sido durante toda una larga vida laboral “Maestra de niños” es que llegas a penetrar en el alma infantil como difícilmente puede hacerlo cualquier otra persona de distinta profesión. Y si además se ha sido, se es, madre amorosa y dedicada a sus hijos, la comprensión de la inquietud, las ganas de saber, el razonamiento cándido y a la vez agudo de los pequeños, se interioriza aún más.

Es lo que ocurre con Graça Foles Amiguinho, profesora, madre y poeta de gran sensibilidad y desbordante inquietud. Persona preocupada por el mundo, por lo que le rodea, y lo analiza con sensibilidad, con profundas reflexiones, ofreciendo sus resultados en unos versos y una prosa cercana, sensible y a la vez firme y provechosa.

Así, ocurre en su libro Uma conversa sobre Abril. Portugal antes e depois do 25 de Abril de 1974. Viene ilustrado admirablemente por su hijo Rui Amiguinho, que nos ofrece una emotiva visión de los trabajadores y trabajadoras sencillos del campo alentejano, junto a monumentos admirables del concelho de Elvas, y composiciones evocativas del 25 de Abril, que enriquecen notablemente a la obra.

Su lectura resulta agradable y fácil. El diálogo es muy fluido y adecuado a la infancia y pubertad. La exposición sobre la vida en los “Campos del Sur” durante la dictadura es muy clara y precisa, igual que ocurre con la explicación del proceso dictadura-democracia y la Revolução dos Cravos. Y todo ello tratado con mucha sensibilidad y dulzura.

La pequeña Alice y su abuela Maria mantienen un diálogo fluido, narrativo de la vida y el trabajo antes do 25 de Abril, con sus penalidades, dificultades, sacrificios, carencias y miedos en las tierras sufridas de Alentejo, sin dejar atrás la dura represión y la tragedia, como es el caso del asesinato de la campesina Caterina Eufémia, a manos de de los “agentes del orden”, cuando tenía 26 años y se manifestaba contra la vida de hambre y miseria en que vivían.

- Em Portugal, éramos uns escravos, como nos tempos antigos, apesar de viveremos no século XX, le dice Maria a su nieta al explicarle la vida en tiempos de la dictadura salazarista.

El repaso a la historia contemporánea de Portugal resulta magistral en su sencillez, en su poder de transmisión a los más pequeños, historiando las dificultades de las guerras coloniales con gran acierto, mostrando su admiración por los Capitães de Abril y su figura señera: Salgueiro Maia.

- O seu nome ficará para sempre asociado al grande dia da Revolução da Liberdade, o Dia 25 de Abril, le dice a la nieta.

Muestra contundentemente su repulsa por la policía política, la temible PIDE y sus informadores (“bufos”), que tanto persiguió a los más inquietos luchadores por la libertad, sometiéndolos a increíbles torturas.

Termina la autora poniendo en boca de la abuela del relato unos poemas originales suyos glorificando la Libertad y las conquistas de ABRIL, transmitiendo la emoción de Alice:

- Contarei, na mina escola, tantas coisas que aprendi contigo!

Sí, tantas cosas bien contadas que aprendemos todos con Graça Foles Amiguinho.

Moisés Cayetano Rosado

lunes, 13 de enero de 2025

 REGULACIÓN DE TRABAJADORES EXTRANJEROS EN ESPAÑA

MOISÉS CAYETANO ROSADO

Desde el ámbito empresarial se viene advirtiendo de las dificultades que tienen para encontrar trabajadores con que mantener la producción y los  servicios. Especialmente ocurre en la hostelería, la restauración, la construcción civil y el sector agrícola. Y abogan por que se facilite la contratación de trabajadores extranjeros, tanto agilizando la legalización de los que residen irregularmente en el país, como facilitando la contratación en origen de los que, desde fuera, demandan empleo.

Un fuerte escollo está en que en las oficinas del servicio público de empleo estatal (SEPE) hay registrados a finales de 2024 más de 2.500.000 parados, lo que supone, al menos a primera vista, una contradicción. Ocurre, claro, que la afluencia de mano de obra foránea siempre ha sido, en todas partes, una fuente de conflictos, pues generalmente sus exigencias laborales, económicas y sociales rebajan las reivindicaciones que los trabajadores autóctonos presentan, resistiéndose a trabajos mal remunerados.

Ésta fue una de las dificultades que en la convivencia nativos-inmigrantes tuvimos en los años sesenta y setenta del siglo pasado en Centroeuropa, y más atrás se vivió en la raya luso-española, con portugueses que en periodos de siembra, siega, recolección, venían a los campos castellanos y extremeños. Hasta dentro de nuestras poblaciones existió ese problema: por ello en la II República española se promulgó el Decreto de Términos Municipales de 20 de abril de 1931, obligando a emplear preferentemente a jornaleros del municipio donde se realizaran las tareas agrícolas.

Una “fuerza laboral externa” siempre es una “tentación” para los empresarios a la hora de fijar salarios, horarios y dedicación. Y una ausencia de la misma, una “herramienta” en manos de los trabajadores para conseguir mejoras. Los primeros se quejan de la imposibilidad de atender exigencias desmedidas, y los segundos de la insaciable voracidad de los que poseen los medios de producción.

Pero lo cierto es que la presencia de inmigrantes en nuestro territorio es imparable. E incluso inigualable en el contexto occidental, pues nos colocamos estadísticamente en la cabecera de la recepción de inmigrantes en lo que va de siglo, algo inédito en nuestro “país de emigrantes” de toda nuestra historia contemporánea.

Si al comenzar este siglo no llegaban a un millón los extranjeros censados en España, antes de la crisis mundial de 2008 eran ya más de cinco millones, pasando del 2’3% al 11’4% de la población total. La crisis ralentizó el flujo de llegadas, incluso se produjo un lento retroceso, por retorno de algunos inmigrantes, bajando en 2017 a cuatro millones seiscientos mil (9’8% de la población); pero, superado lo peor de esa etapa, de nuevo se han reactivado las entradas, con lo que en la actualidad hay censados más de  cinco millones y medio de extranjeros, el 11’7% de nuestra población, todo ello según datos oficiales del INE. Si a esto unimos los que residen de una manera irregular, las estimaciones del propio INE sitúan en cerca de nueve millones, el 18’31% del total, los nacidos en el extranjero residentes en España.

De estas personas venidas de fuera, 2.876.972 están afiliados a la Seguridad Social, experimentando un ritmo de crecimiento en la última década que triplica la media nacional. Un número indeterminado, superior al millón, también trabajan de manera irregular, muchas veces sometidos a explotación laboral.

En este sentido va el Real Decreto 1155/2024, de 19 de noviembre, que pretende facilitar la integración de personas migrantes a través de la inclusión, formación y empleo, así como el fortalecimiento del vínculo familiar. O sea, impulsar la regulación de la inmigración irregular, reconociendo la situación  laboral y residencial de hecho. La presencia de inmigrantes, la necesidad de los mismos en el  mercado laboral, su contribución al sostenimiento e incluso crecimiento de la población (cuando el índice de natalidad española es extraordinariamente regresivo) y el sistema de Seguridad Social, lo hace necesario. Como necesario es, claro, que esta decisión oficial no vaya acompañada, como tantas veces en la historia, de una estrategia involutiva en los derechos sociales y laborales logrados por los trabajadores en largos años de lucha sindical.