LAS FORTIFICACIONES ABALUARTADAS EXTREMEÑO-ALENTEJANAS ANTE LA CANDIDATURA A PATRIMONIO MUNDIAL
La Raia/Raya extremeño-alentejana desempeñó un papel crucial en los enfrentamientos peninsulares de los siglos XVII, XVIII y XIX, que llevó a la formación y moderna adaptación de una densa red de fortificaciones, de la que conservamos importantes muestras. Las de Alcántara, Valencia de Alcántara, Alburquerque, Badajoz y Olivenza, en la parte española; las de Castelo de Vide, Marvão, Arronches, Ouguela, Campo Maior, Elvas, Vila Viçosa, Estremoz, Évora, Juromenha, Monsaraz y Mourão en la portuguesa, son hitos esenciales, sin olvidar los de Brozas o Alconchel en Extremadura y Portalegre, Crato, Barbacena o Moura en Alentejo.
La inclusión en la Lista Indicativa de Portugal de
un grupo de fortificaciones de la Raia desde 2016 (en serie, transfronteriza y
por etapas “por ser un ejemplo sobresaliente de conjunto
arquitectónico que ilustra unas etapas significativas de la historia de la
humanidad”: criterio IV de la Lista de Patrimonio Mundial Cultural de la UNESCO),
a las que se unirán las fortificaciones fronterizas españolas, hace obvia la
necesidad de cumplir los requisitos de “autenticidad” e “integridad”. Urge
evaluar los usos y actuaciones que han tenido tras declinar su destino
original, estado de conservación y proyectos sobre este patrimonio de cara a su
valorización, para preparar con éxito la candidatura.
Gestión positiva, como Marvão, Ouguela, Elvas,
Monsaraz; malas prácticas o abandono agudo en otras, como Badajoz o Juromenha,
y necesidad de mayor atención en la inmensa mayoría, si bien la toma de
conciencia en algunas -como Campo Maior o Vila Viçosa- es esperanzadora, se
prestan a la reflexión.
Moisés Cayetano Rosado
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