sábado, 28 de julio de 2012

EL FALSO GALLEGO DE LOS POLÍTICOS GALLEGOS
Núñez Feijoo, Presidente da Xunta Galega.
        Estoy en Galicia. Oigo hablar a los políticos gallegos. Por la televisión, por la radio; en las fiestas, festivales, ferias de pueblos y comarcas. Dicen mucho "o povo", "do Galicia"; utilizan vocabulario que se supone gallego, pero suena a falso, como si fuera un gallego fino, de Valladolid. Es lo que le faltaba a los políticos: a la fama general de embaucadores y falsarios por lo que hacen, por lo que prometen y no cumplen, unirse también la de expresarse artificiosamente, en un idioma que percibimos como si fuera otro, travestido.

        Sin embargo, por las calles, en los mercados, en las plazas, en los bucólicos caminos de los campos, me encuentro con la gente del pueblo. Unos hablan en castellano y otros en gallego, o los mezclan. Pero suena "pegado a la tierra", con dejes, caídas, silabeo, música gallega.

        Y es que a un idioma no lo hacen solo las palabras, sino la forma en que esas palabras se pronuncian. Uno puede estar hablando en castellano, pero se nota si es de Andalucía o de León, de Extremadura o Cataluña, de La Mancha o País Vasco. Puede falar en portugués, pero enseguida se delata la procedencia alentejana o la minhota, la lisboeta o la algarvía. No digamos si el origen es latinoamericano. ¡Qué cantarín el castellano de México! ¡Qué musical el portugués de São Paulo!

        Los políticos gallegos se creen que con decir "a Xunta" y "Ano Xacobeo" van sobrados. Pero las mariscadoras de Vilanova de Arousa pueden que me respondan por la mañana, cuando me las cruzo, "buenos días" y suena a un gallego que recorre la ría silabeante, sostenido, como si fuera una muñeira. Ellos, en cambio, me suenan chirriantes en su impostada finura.

        Los políticos gallegos deberían -como todos- mezclarse un poco más con el pueblo y no solo dar discursos para oírse a sí mismos y estar tan contentos de haberse conocido.

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