martes, 17 de abril de 2018


UNA ESCAPADA POR ALMERÍA (III)

Cuevas de Sorbas
Moisés Cayetano Rosado

Del karst de Sorbas a la Sierra del Cabo de Gata.
Saliendo de la ciudad, la provincia ofrece múltiples atractivos, como la zona desértica de Tabernas, con esos paisajes montuosos que parecen de endurecido cartón violentamente arrugado: cárcavas profundas y afiladas que roen las montañas de arcilla, arenisca y conglomerados; polvorientos valles con señales de ríos que apenas ven el agua… y gran espacio de “decorados cinematográficos”, con pueblos “del oeste americano” y poblados indios. Parajes que constituyen la admiración de realizadores y directores cinematográficos, dispuestos a trasladar el “salvaje oeste” a esta pacífica zona del centro-sur almeriense, a cuyo “este cercano” se encuentra el inigualable Parque Natural “Karst en Yesos de Sorbas”, otra singularidad mundial de la provincia, ésta de orden geomorfológico.
Dolina en las Cuevas de Sorbas, vista desde el interior
En el Paraje Natural "Karst en Yesos de Sorbas" hay más de 1.000 cavidades excavadas en yeso, con gran cantidad de galerías repletas de estalactitas y estalagmitas, y con kilómetros de galerías excavadas en la roca de yeso cristalizado de fuertes reflejos ante la luz de los cascos protectores con que hay que “aventurarse” a visitarlos. Visita-aventurera, pues las galerías no cuentan con tendidos de luz eléctrica, ni escaleras, pasamanos o cualquier otra transformación humana para hacer más cómodo el paseo interior; al contrario, todo está tan natural como la naturaleza ha querido, en estas oquedades donde el arrastre de la arcilla por las corrientes subterráneas de agua que se cuelan por las múltiples dolinas han dejado al descubierto las formaciones de yeso, modeladas en agujas cristalinas purísimas de distintos tamaños y grosores.
Mojácar
Es recomendable dirigirse desde allí -más hacia el este, y a 90 kilómetros de la capital de provincia- hasta la costa, para llegar a uno de los pueblos más bonitos de España (así está calificado desde enero de 2013, dentro de la red oficial de la Marca España): Mojácar. Blanco y brillante, su caserío trepa por la ladera de la montaña en que se asienta, la culmina y se derrama por ella como si fuera un cántaro de leche que se vierte desde su cúspide. Amplísimos ventanales y portales con arco de medio punto o arquitrabados, se alternan en láminas sucesivas como si fueran estratos. Y las vistas hacia el mar cercano son incomparables, con los barcos de pesca yendo y viniendo en su faena, más los grandes cargueros del yeso de las múltiples canteras que se explotan en la zona, atracados en las cercanías. Eso sí, el reclamo publicitario de su singularidad ha hecho su efecto y los turistas centroeuropeos y nórdicos abundan como el yeso en Sorbas, para provecho de bares, restaurantes y casas de venta y alquiler.
Luego playas, más playas hasta la Sierra del Cabo de Gata, que las alterna con pueblos y urbanizaciones que han crecido atraídos por su belleza y las posibilidades laborales de la industria turística, abundante, aunque no excesivamente masificada como en otras zonas de Andalucía, que han sucumbido a la tentación de la especulación y el dinero rápido, como pueda ser la zona de Marbella. ¡Da como escalofríos ver a niños y mayores extranjeros con sus pantalones cortos, blusas sin mangas y zapatillas caladas, mientras nosotros vamos abrochándonos forros polares y abrigos de pluma!
Castillo de Macenas
Como en la Edad Moderna el peligro de la piratería era una constante, y la rapiña un uso cotidiano de corsarios, filibusteros y toda clase de invasores, la costa está protegida por una amplia red de atalayas, fortines, fuertes y castillos artilleros, de los que nombro -por señalar algunos- el Castillo de Macenas, muy cercano a Mojácar, torre-fortín de planta de pezuña o herradura, del siglo XVIII, con dos semibaluartes al interior y semicircular hacia el mar, con acceso en altura, aunque ahora lo tiene a ras de suelo, tras su utilización por carabineros desde 1873 y luego por la Guardia Civil.
Algo más al sur, ya en el corazón de la Sierra de Gata, el Castillo de San Felipe, de 1765, mandado a construir por Carlos III (como otros ocho más entre Almería y Málaga). Enorme fuerte con patio de armas central, dos semibaluartes hacia el interior, torres laterales hacia el mar, más cuerpo adelantado semicircular, ha sido completamente restaurado, desde su estado de ruina, aunque como el anterior y otros muchos más permanece sin uso.
Y a cada paso, miradores en altos cortados, contrastes de monte y mar, faros, iglesias y antiguos molinos de viento., sustituidos en la práctica por los nuevos gigantes que forman parques eólicos espectrales

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