EDUCACIÓN
PARA LA VIDA Y APLICACIÓN A LA VIDA
Moisés Cayetano Rosado
A menudo oigo,
leo, sesudas reflexiones que me dejan un poco descentrado. Y me dejan así
porque el ejercicio “gimnástico” de la erudición me causa asombro, por su
capacidad para abstraer y situarse fuera de la realidad “aplicativa” de lo que
se relata.
Así, es muy
frecuente en el ámbito educativo lanzar a bocajarro aquello de “educación para
la vida”, el estudio y contacto con la realidad para, observándola, actuar en
consecuencia. Y aquí viene la batería de postulados que parecen modernos pero
que eran el “pan de cada día” de la Escuela Nueva, la Escuela Moderna y otras
propuestas pedagógicas individuales y colectivas de principios del siglo
pasado… basadas en lo que ya se defendía por los más conocidos pedagogos del
Renacimiento y filósofos de la Grecia Clásica.
Hablo de esa
aplicación de la disciplina educativa a la vida cotidiana, de la asunción de
responsabilidades, de la solidaridad, del aprendizaje colaborativo, del reparto
de tareas.
Todo docente
que se precie de “estar al día” lo asume sin discusión. Pero también se
extiende a otros ámbitos, como puedan ser el empresarial, el político, el
sindical, el vecinal, el familiar. Parece que estamos dispuestos a compartir
esfuerzos y aportar cada uno todo lo que sea capaz al bien de la comunidad
social, familiar, etc.
Pero la
palabrería se nos queda en “flatus vocis” cuando llega la hora de la verdad.
Cuando hay que competir por una plaza laboral siendo varios los que la desean. Cuando
hay que despuntar. Cuando hay que arrimar el ascua a la sardina de cada uno.
Cuando hay que atender al desvalido (no digamos si el desvalido es un allegado
sobrado de años)… y todo es silbar mirando hacia otro lado.
Es muy fácil
llenarse la boca de frases ingeniosas, y eruditas, y adecuadas a la
conversación de sobremesa bien servida… por los que ponen la mesa y sobremesa
mientras tranquilamente saboreamos la copa de vino de reserva. Pero otro cante
es el de aplicar a la vida cotidiana lo que sabemos de educación para la vida.
Lo que aprendimos en los libros y repetimos como pico de papagayo, pero
ignoramos en la lucha diaria, pedestre, de las dificultades, que dan tanto
trabajo y resultan de tan poca brillantez ante el tendido.
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