VALENCIA DE ALCÁNTARA, PURA RAYA
Moisés Cayetano Rosado
Fortificación abaluartada, castillo medieval e Iglesia de Rocamador |
El nombre de
Valencia de Alcántara va especialmente unido a su fabuloso patrimonio de
dólmenes neolíticos y al bellísimo barrio judío de portadas graníticas
ojivales. Arropada por la Sierra de San Pedro al norte y al este, la Sierra de
Alburquerque al sur y la Serra de Marvão al oeste, la población se eleva
sobre una fabulosa masa granítica de la que han ido saliendo los sillares de
sus construcciones.
Valencia es sin duda una ciudad y un espacio geográfico hechos para el paseo. Paseo por
las calles, callejuelas, plazas y plazoletas de su casco antiguo, de su barrio
medieval; paseo por los cerros y sierras de los alrededores, con sus enormes
encinas y alcornoques, sus castaños, robles y nogales, sus bolos graníticos,
dorsos pétreos de ballena, gigantescos pedruscos de todas las formas y
disposiciones.
Una entrada al barrio gotico de Valencia de Alcántara |
La visita
urbana debe comenzarse por el citado barrio gótico-judío, derramado por
diecinueve calles en las que se atesoran más de 200 portadas en las que reina
el granito y los arcos ojivales, conservándose una sinagoga de arcos de
medio punto peraltado y columnas de fuste cilíndrico muy similar a la
portuguesa de Tomar, y todo ello de traza y ambiente parecido a la judería de
Castelo de Vide.
Cristo atribuido a Berruguete en la Iglesia de Rocamador |
Al este se encuentra la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Rocamador, de los siglos XV
y XVI, declarada de interés histórico-artístico, en cuyo interior se guarda
una hermosa tabla de Luis de Morales y una talla de Cristo crucificado
atribuida a Berruguete, sobrecogedora en su retorcimiento expresionista.
Al lado mismo
está el castillo, de enorme torre de homenaje, que data del siglo XIII y se
encuentra reforzado por un recinto abaluartado de los siglos XVII y XVIII,
con recios paredones, bien restaurado, aunque las casas adosadas en buena parte
del conjunto le resta prestancia exterior. Lamentablemente, de la fortificación
abaluartada que rodeaba toda la ciudad a comienzos del siglo XIX, apenas queda
una puerta, un baluarte y restos de otro y de una cortina de murallas, pues
arrasó con ellos la expansión urbana.
Valencia de Alcántara desde el castillo |
De allí hemos de volver al centro de la población, llegando ahora a la Plaza Mayor, pavimentada en 1873 con piedras calcáreas traídas de
Portugal, remodelada posteriormente, pero conservando el antiguo trazado en
ondas a dos colores. Ahí se encuentra el Ayuntamiento, de amplio atrio con
arcos de medio punto y columnas cilíndricas; el Mercado de Abastos; la iglesia
gótico-renacentista de la Encarnación; el Palacio del Gobernador de la villa, y
la antigua Prisión, que forman un conjunto
de gran belleza y armonía.
Con todo lo esbozado y ser de suma importancia además
su acueducto de origen romano, los conventos de Santa Clara y San Francisco,
sus paseos ajardinados de las expansiones del sur y los múltiples caseríos y
pedanías de los alrededores, hemos de
destacar especialmente el patrimonio megalítico, del que se conservan en el
término municipal 33 dólmenes graníticos y 8 de pizarra, además de varios
castros y construcciones de falsa cúpula de la Edad del Bronce.
La excursión para verlos siempre es una delicia,
subiendo entre rocas y espesa vegetación, por veredas y caminos bien asentados,
serpenteantes. Hay señalizadas y bien atendidas varias rutas, cada una de las
cuales lleva a unos cuatro o seis dólmenes, donde lo impactante de los
monumentos funerarios se une a la rica
vegetación y la amplitud de vistas paisajísticas.
Buche de cerdo |
Un regreso a la población, tras las
excursiones, nos lleva al primor de su
gastronomía. No debemos marcharnos sin probar el buche de cerdo (sólo en primavera), las cachuelas, el frite de cordero,
la chanfaina, el gazpacho (de verano) y las migas, sin olvidar los platos a
base de caza mayor y menor, así como la variadísima repostería, de la que
los fritos borrachos, las roscas, tortas de chicharrones y bollos de Pascua son
“bocati di cardinali”.
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