miércoles, 30 de marzo de 2016

VISITA AL NORTE DE MARRUECOS (I). DE TARIFA A CHAUEN.
Calle de Chauen
Dejo atrás Tarifa para coger en su puerto el catamarán rápido que nos llevará a Tánger. Desde el barco me recreo mirando la enorme mole del Castillo de Los Guzmanes, en la que destaca la Torre albarrana de Guzmán el Bueno, unida al castillo por una coracha de 40 metros de altura, construida en el siglo XIII. Fuera de las murallas de la ciudad, al oeste de este conjunto, se encuentra el Castillo de Santa Catalina, fortificación roquera y airosa, que invita a una visita detenida.
Castillo de Guzmán el Bueno. Tarifa
Castillo de Santa Catalina. Tarifa
Uno llega a Tarifa generalmente con el tiempo justo para embarcar, pero el conjunto de estos monumentos y los que atesora la población en su interior nos reta a una jornada de reposo en la ciudad, que fue punto de partida en la conquista islámica de la Península ibérica en el año 711, iniciada por Tariq ibn Ziyad (lugarteniente de Muza) con un ejército de unos 7000 hombres, fundamentalmente bereberes.
En una hora llegamos a Tánger  (desde donde Muza ibn Nusair impulsa la conquista de la Península ibérica) que se nos ofrece poderosa en sus fortificaciones de origen portugués. Y es que en 1471 la ciudad fue ocupada por las tropas de Alfonso V, quedando bajo el dominio de Portugal (y de España, tras la unión de las dos coronas en 1580) hasta 1661. Con la Guerra de Restauração portuguesa (1640-1668), y para asegurar asegurar su alianza con Inglaterra, los portugueses negociaron la boda de la infanta Catalina de Braganza, hija de la reina madre Luisa de Braganza, con el rey Carlos II de Inglaterra, pasando Tánger a ser parte de la dote que aportó la infanta al casamiento.
Tánger desde el mar
Hoy día Tánger es una ciudad populosa y próspera, que está siendo sometida a una importante remodelación en su zona portuaria, y que ha sabido restaurar sus murallas con respeto a su integridad y autenticidad. En otro momento pude visitarla con cierto detenimiento (http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2013/06/canones-detanger-canones-en-el-bulevar.html) pero esta vez es una vista panorámica lo que me llevo de recuerdo, tomando entre la multitud el autobús hasta el primer destino reposado: Chauen.
Entrada a la medina de Tetuán
Pero antes, dejamos a un lado Tetuán. Ciudad que también merece una “parada y fonda”, por la belleza de sus murallas medievales y la vivacidad de su medina, donde el zoco presenta una actividad trepidante, mayor incluso que la de Tánger, y posiblemente más anclada en la tradicional actividad heredada del Medievo. A Tetuán llegan en 1483-1484 los primeros refugiados andalusíes, convirtiéndose además en refugio de judíos sefardíes expulsados de España, conformando el núcleo de la ciudad vieja. Posteriormente, en los inicios del siglo XVII, será uno de los principales destinos del exilio de los moriscos expulsados por Felipe III. Ya en el siglo XX, entre 1913 y 1956, sería la capital del “Protectorado español” de Marruecos.
Inmediatamente, llegamos a Chauen, ciudad fundada en 1471 fundamentalmente por exiliados de al-Ándalus, tanto musulmanes como judíos, que aportan el modelo constructivo andaluz, el encalado de sus casas y la abundancia de macetas en las fachas. En la medina, las pequeñas callejuelas de trazado irregular, sus rincones deliciosos, sus plazoletitas… nos ofrecen un agradable laberinto donde el azul de las fachadas suele cubrir íntegramente el conjunto del caserío, incluidos suelos, escaleras exteriores, ventanas… con distintas gamas dentro de su azul vivo. El centro de la ciudad es la plaza de Uta al-Hammam, en la que se encuentra la alcazaba, que prolonga su amurallamiento por la ladera de la montaña en que se enclava la población.
Esquina de Chauen
Abundan, tanto en la medina como en los alrededores del amurallamiento, pequeños comercios de artesanía (metal, cuero, tejidos), productos hortofrutícolas de la zona de la zona, carnes, pescados…, así como hotelitos, riads (igualmente, pequeños hoteles, generalmente con patio central y habitaciones a su alrededor), restaurantes, casas de té, etc.
Fueron las tropas españolas las que abrieron Chauen (ciudad santa y prohibida para los infieles) al tomar el control de toda la zona norte del actual Marruecos para instaurar el protectorado concedido por la Conferencia de Algeciras (1906) y definido por el tratado hispano-francés de 1912. Cuando los españoles llegaron, la ciudad tenía una importante población judía sefardí que hablaba judeoespañol.
Chauen sería una de las principales bases del ejército español, y en esta ciudad se produjo la ceremonia de traspaso de la soberanía de la región a Marruecos, arriándose la bandera española, en 1956.

Alcazaba de Chauen
Hoy día es una ciudad frecuentada como pocas por españoles, especialmente “andarines”, pues su propio callejero y los alrededores ofrecen magníficas alternativas para caminar, admirar el paisaje intrincado, y al mismo tiempo reposar en sus múltiples terrazas saboreando el extraordinario té verde con hierbabuena marroquí y viendo pasar la vida multicolor de sus habitantes, con sus vistosas chilabas, sus ropajes multicolores y su tranquilo deambular por la vida.

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