IGNORAR LA HISTORIA. OLVIDAR EL PASADO.
Moisés
Cayetano Rosado
Doctor en Geografía e Historia
En la celebración del “I Congreso Mundial de la
Ciudadanía Extremeña en el Exterior”, desde el público nos increpó airadamente
un asistente, diciendo que se sentía ofendido por llamar emigrantes a los
extremeños en Cataluña, pues él era un “ciudadano extremeño que se había
desplazado dentro de España”, no que había emigrado.
Fue la primera vez que oí semejante argumento en los
más de 45 años que llevo hablando de este tema dentro y fuera de nuestra
región. Sin embargo, he vuelto a toparme con el mismo argumento en las redes
sociales en distintas ocasiones desde entonces. ¡Madre mía! -pienso- cientos de
trabajos universitarios, tesinas y tesis doctorales sobre movimientos
migratorios interiores tendrán que ser revisadas, y ya veremos si no nos quitan
a más de uno la titulación obtenida con esas investigaciones. Entonces, ¿ya no
hablamos de 48% de saldo migratorio extremeño entre 1951 y 1975, sino del 6% de
emigrantes: lo que marchó legalmente a Europa?
Por otra parte, cuando en algunos foros he mencionado
expulsiones habidas en los años cincuenta de trabajadores con origen extremeño,
andaluz, castellano… en Cataluña y Madrid, directamente se me ha dicho que es
mentira. Y cuando he publicado la Disposición de 4 de octubre de 1952 del Gobernador
de Barcelona ordenando la expulsión de los que allí no acreditaran vivienda y trabajo,
internándolos en tanto duraba la tramitación en un Pabellón habilitado a tal
fin, aún han seguido algunos negando la evidencia. Evidencia también para la
provincia de Madrid que también he mostrado en el Decreto de 23 de agosto de
1975, publicado en el Boletín Oficial de la Provincia el 24 de septiembre (tres
días después de que lo hiciera el Boletín Oficial del Estado).
En ese mismo Congreso, un ponente atestiguó que él
había sido víctima del proceso en Barcelona, y parece que tampoco se le creyó
lo suficiente. ¡Cuántos trabajadores hacían la última parte del trayecto a pie,
para evitar la detención por parte de la entonces Policía Armada!
Pero como parece que lo de “negar tres veces” es una
especie de maldición bíblica, también asisto últimamente a la aseveración contundente
de que jamás hubo emigración ilegal a Europa. Nosotros -aseguran los
convencidos de la verdad universal a través de su experiencia personal- siempre
fuimos con contrato en regla, asistidos por las autoridades españolas,
controlados en frontera y destino.
No vale que incluso el propio Instituto Español de
Emigración (entonces encargado de la “emigración asistida”, legalizada)
reconozca que entre 1961 y 1975 (los años en que hubo convenios bilaterales generalizados
de prestación laboral) más del 35% de nuestra emigración fue irregular,
contrastando las fuentes de padrones municipales de los lugares de recepción.
No sirve que se explique que era práctica generalizada en esos años de
“desarrollismo” acelerado, con premura continua por mano de obra en la
industria y los servicios, que acudía desde Turquía (fundamentalmente a
Alemania), España (Alemania, Francia, Suiza), Marruecos, Argelia y Portugal
(estos tres esencialmente a Francia).
Precisamente el caso portugués podría servirles de
reflexión: un millón y medio de emigrantes en esos quince años para una
población de menos de nueve millones de habitantes, que entre 1961 y 1975
precisamente se vio envuelta en guerras coloniales con Angola (desde 1961),
Guinea (desde 1963) y Mozambique (desde 1964), con masivo reclutamiento militar
de población civil, dificultando extraordinariamente la salida al extranjero de
los comprendidos entre 16 y 35 años de edad (los más demandados en Europa).
¿Cómo fueron casi el 40% de ellos? Pues cruzando ilegalmente las fronteras de
España y Francia, en un periplo digno de novelas de aventuras en muchos de los
casos.
¿Por qué hay quien se niega a aceptar que la
movilidad interregional es movilidad migratoria? ¿Por qué califican de mentira
las expulsiones que están acreditadas con disposiciones y decretos oficiales,
aparte de testimonios personales? ¿Y por qué cerrarse en banda ante la
aceptación de que nosotros también nos vimos envueltos en emigración exterior
irregular (no olvidemos que la oferta laboral exterior establecía cupos
inferiores a la demanda), cuando a los testimonios de los protagonistas se
suman los razonamientos históricos, cual es el caso portugués y los padrones
municipales de los lugares de recepción?
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