OLOR A AZUFAIFAS
Tras unos comentarios en el
Grupo de facebook “No eres de La Roca si…”
El olor.
Aquel olor indefinible de las azufaifas.
El tiempo infinito de la huerta.
El señor Rafael que nos traía
-en su cesta de mimbre-,
los frutos codiciados,
la suave turgencia que cuando maduraba
se nos vencía en la mano como un pájaro muerto.
Y su verdor carnoso,
recubierto de un rojo abrillantado,
con el paso del tiempo iba pasando
a frágil consistencia de canela,
perdiendo su prestancia
como un bandoneón que se desinfla.
Y el sabor.
Ese sabor que recuerdo como si fuese ahora,
que me viene del tiempo, del paso de los siglos,
cuando vuelvo en otoño a su presencia.
Todo perfume.
Todo, sí, añoranza perfumada
de mi pueblo pequeño y vaciado
de los que fuimos niños por entonces
y andamos derramados por el mundo.
MOISÉS
CAYETANO ROSADO
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