domingo, 21 de junio de 2015

UN PASEO POR EL DESFILADERO DEL CARES
Moisés Cayetano Rosado
Subimos por Riaño hasta la corona montañosa que delimita el norte de León y sur de Asturias: los Picos de Europa. El paisaje ya es hermoso, diferente, sobrecogedor en sus levantamientos calizos que rodean el embalse de Riaño.
Es curioso este mar interior en que confluyen los ríos Elsa, Yuso y Orza, que en 1987 surgió -tras algunos intentos anteriores- por decisión del Gobierno de Felipe González, a pesar de las movilizaciones populares lugareñas, tan duramente reprimidas por las Fuerzas de Orden, anegando ocho pueblos previamente demolidos.
Con la inmediata normativa medioambiental europea, este pantano en que ahora se reflejan los enormes picachos levantados en la Era Terciaria, no hubiera podido construirse. No se han efectuado los regadíos prometidos, aunque sí el provecho para las empresas hidroeléctricas, y ahí queda su silenciosa artificialidad, que contemplamos de paso, buscando el desfiladero del Cares.
Parando más al norte, en el caserío de Cordiñanes, estamos en su inicio. Envueltos en la magia de un paisaje sobrecogedor, donde abundan las casas rurales en las que recibir el regalo de un despertar entre praderas, hórreos, escarpaduras increíbles.
A veces nos parece que el cielo baja por las laderas y se coloca a medio camino de los elevados triángulos de piedras. Todo es caliza gris, dispuesta en bandas fuertemente erosionadas y plegadas con pronunciado buzamiento, como si fuesen inmensas páginas de libro que forzamos a pasar en la lectura.
Enseguida estaremos en el Mirador del Tombo, a pocos kilómetros de la población de Caín, donde se inicia la Garganta del Cares. Desde este otero, con hermosa cruz de hierro y escultura de rebeco -emblema de la fauna de los Picos de Europa-, se inicia una senda que invita al recorrido a pie hasta Caín. Camino bastante accesible y cuidado, restallante de vegetación y con hermosas vistas de los alrededores, abruptos, llenos de contrastes en cuanto a picos y valles, donde frecuentemente veremos grupos de cabras pastando en las pendientes, como haciendo un espectáculo de equilibrios.
Ya en Caín, se inicia la Ruta del Cares. Extraordinario desfiladero en que se abrió una cómoda senda para el mantenimiento del canal de alimentación de la central hidroeléctrica de Carmameña-Pocebos, inicialmente construido entre 1916 y 1921, ampliado entre 1945 y 1950.
A lo largo de 11 kilómetros, podemos disfrutar de un paisaje indescriptible, que al fotografiarlo nos frustra un poco, pues es imposible plasmar con la cámara tanta belleza. Las grutas, puentes colgados, senderos esculpidos en la roca…, el propio canal que unas veces nos acompaña, otras vemos más arriba o debajo de nosotros…, constituyen un recreo visual de los mejores que nos sean dados contemplar en la naturaleza.
El río, abajo, corre impetuoso. Cuando por los puentes pasamos de un lado a otro del desfiladero, queda a nuestros pies, rugiente, espumante, moldeando enormes bloques de piedra depositadas en su lecho.
El canal da de lejos la sensación de que discurre manso, sin apenas movimiento. De cerca es una masa de agua lanzada a notable velocidad, que a veces rebasa sus paredes y moja la senda por donde caminamos; senda pétrea, troglodítica, abismal.

En cualquier caso, el trazado es tan cómodo, tan accesible, que cualquiera puede hacer la Ruta, sin especial preparación. Solo bota y ropa cómodas se nos hacen necesarias. Y un paraguas por la lluvia que en cualquier momento nos pueda caer, en esta ruta húmeda del increíble norte de León, desembocando en una Asturias verde, hermosa, que invita a nuevas aventuras.

4 comentarios:

  1. Eres terrible, me sorprende que seas capaz de meterte por esos parajes tan hermosos, pero para zagales,nosotros ya somos veteranos.
    Me encanto este viaje que me relatas.Un abrazo

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    1. Había gente haciéndolo... casi en silla de ruedas. Jajajajaja...

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  2. Tu nombre y apellidos son eternos ni con el alzheimer se olvida. Tus entradas son muy originales tanto aquí como en facebook.

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