DE CASTELO
BRANCO A PUEBLA DE SANABRIA Y REGRESO (III)
PUEBLA DE SANABRIA Y SU LAGO
Moisés Cayetano
Rosado
La
presencia y “querencia” del lago quizás ha ensombrecido el reconocimiento de
Puebla de Sanabria. Riadas de turistas y habitantes
de las cercanías lo acometen en verano como abejas en un panal de miel. Difícil
es lograr un aparcamiento cercano para el coche y tanto o más lograr un puesto
para refrescarse con cerveza en sus “zonas de aprovisionamiento”. Sin embargo,
si vamos fuera de temporada, no podemos pedir una caña de barril, porque -como
se queja el propietario del establecimiento que encontramos abierto- se
disiparía sin apenas vender un 10%; tal es la falta de clientes-.
Lago de Sanabria |
El
lago de Sanabria está situado al norte de la provincia de Zamora, a 1.000
metros sobre el nivel del mar y es el mayor lago glaciar de la península
Ibérica, con 3’47 km2, ocupando la cuenca hidrográfica
sobre la que se asienta 127’3 km2 y teniendo una profundidad máxima de 53
metros. Se originó en la glaciación de Würm, última Edad del Hielo de la
historia de la Tierra, logrando su mayor extensión hace 26.000 años.
Este
espacio natural y sus alrededores fueron declarados Parque Natural en 1978, con más
de veinte lagunas, además del lago principal, y alrededor de 30.000 hectáreas
protegidas, formando parte desde 2015 de la “Reserva de la biosfera
transfronteriza”, por declaración de la UNESCO. Desde comienzos del 2011 cuenta
con un catamarán eólico-solar, para recorridos didácticos, turísticos e
investigación subacuática.
Vista de Puebla de Sanabria |
Al sur del lago está Puebla de Sanabria, que ya desde la carretera que nos trae desde
Tras-os-Montes, o desde la autopista de Galicia a Castilla/León si vamos de
este a oeste, ofrece una vista soberbia
y señorial. Ver su castillo cuadrangular -de sillería de granito- a la
derecha, la cortina de muralla al centro -resguardando iglesia y noble caserío-
y plataforma artillera a la izquierda -sobre la empinada ladera rocosa-, resulta
sobrecogedor.
Castillo de Puebla de Sanabria |
El
castillo -asentado en un escarpe sobre el río Tera y
levantado en sillería de granito- fue
mandado a construir en el siglo XV por don Rodrigo Alonso Pimentel y doña María
Pacheco (IV Condes de Benavente), teniendo un doble uso inicial residencial
y defensivo; pasa después a militar y municipal, hasta llegar al actual
polivalente de visita turística (con entrada por la Casa del Gobernador, en el
ala norte), Centro de Interpretación de las Fortificaciones (en su central
Torre del Homenaje) y Casa de la Cultura en la fachada este (con sala de
actividades múltiples, biblioteca pública y sala de exposiciones).
Los
refuerzos abaluartados de su recinto amurallado y las troneras de sus torres
perimetrales se realizaron en la Edad Moderna, por su
situación estratégica de paso desde el norte de España a la región portuguesa
de Tras-os-Montes, como defensa artillera. Sufrió la Guerra de Restauração
portuguesa (1640-1668), la de Sucesión de la Corona española (1701 -1715), en
que estuvo ocupada por los portugueses hasta el Tratado de Utrecht, y la Invasión
francesa de 1808-1814.
Interior patrimonial de Puebla de Sanabria |
En
la hermosa plaza contigua recibimos una extraordinaria lección de arte militar
(a la vista del castillo), religioso
(Ermita barroca de San Cayetano, con airosa espadaña, e Iglesia de Santa María
del Azogue, románica, con transformaciones en los siglos XVI, XVII y XVIII) y civil (el Ayuntamiento, renacentista,
con galería porticada de tres arcos de medio punto en planta baja y de cuatro
en la superior, flanqueado por sendas torres con acabado piramidal).
Panorámica interior de Puebla de Sanabria |
Desde
allí bajamos al admirable caserío, de nobles construcciones que
alternan en fachada sillarejo y madera de guías, refuerzos, ventanas y
balcones, rematándose en tejado de pizarra a “cuadros y abanicos”. Abundan las plazoletas, con tiendas y
pequeños restaurantes tentadores, donde la trucha asalmonada del lago, la
carne de ternera, el pulpo a la sanabresa y los omnipresentes habones de
Sanabria son una incitación, que ha de rematarse con rosquillas asadas en
sartén, manzanas y castañas también asadas (y estas última igualmente cocidas),
regadas con vinos de la tierra y Sidra Sanabresa.
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