DE CASTELO
BRANCO A PUEBLA DE SANABRIA Y REGRESO (y V)
Castelo de Trancoso |
DE TRANCOSO A LINHARES, RECALANDO EN CELORICO DA BEIRA
Moisés Cayetano Rosado
Tras
visitar los grabados rupestres de Foz Côa y Siega Verde, nos “adelantamos” unos
cuantos milenios para recalar en la Baja Edad Media que representa toda la
Serra da Estrela (ese Parque Natural de impresionante valle glaciar), donde
esta vez solo toca “rozarla por el norte”, bajando
desde Trancoso a Linhares, una de las poblaciones más deliciosas de la Serra,
y donde nos recomiendan que después volvamos sobre nuestros pasos para no perdernos Celorico da Beira, que
parece (¡solo parece!) un pariente pobre del rico tesoro asentado en el profundo
meandro del Mondego, ribete azulado del Parque Natural.
Trancoso es la población donde se
casaron el rey D. Dinis y doña Isabel de Aragón en 1282. Y también la “Tierra
de Bandarra”,
Gonçalo Anes, un zapatero, trovador y profeta, perseguido por la Inquisición,
por sus profecías mesiánicas, muy seguidas por el pueblo.
Pero lo que más me admira de la población es su
núcleo amurallado, levantado en los reinados de D. Afonso III y D. Dinis, y
perfeccionado bajo D. Fernando: de mediados del siglo XIII a finales del XIV,
conservándose en casi su totalidad. Dentro de él, en su extremo nororiental, se
encuentra el castillo, recinto almendrado, con cinco torres de planta
cuadrangular, inmenso torreón de entrada y una espléndida Torre del Homenaje, de silueta tronco-piramidal y planta
cuadrada, a la que accedemos por puente colgado a media altura.
Igreja de S. Pedro y Pelourinho manuelino de Trancoso |
El casco histórico es una delicia por
su traza urbana laberíntica, sus casas de sillería y sillarejo granítico y el empedrado de sus
calles, muchas de las cuales repletas en sus laterales de hortensias que
arrancan del encuentro de las fachadas y el suelo. En el centro
tenemos la Igreja Matriz de S. Pedro -de
finales del siglo XV- y un esbelto
pelourino manuelino, rematado “por uma gaiola, onde sobressaem os oito
colunelos laterais, ornados com anéis e meias-esferas, e o coroamento com
esfera armilar, sobrepujada por uma cruz em ferro”, como reza su cartel
indicador.
Castelo de Linhares |
De allí a Linhares, carretera con buenas
panorámicas, que se adensa en bosque frondoso conforme nos adentramos en la
Serra da Estrela. Linhares tiene una calzada romana de más de un kilómetro y un castillo
que parece serpentear por lo alto de la elevación granítica en que se ubica: Torre de Homenaje, alto torreón
defensivo y gran espacio de abrigo para la población, con puerta de entrada
ojival, conforman la fortaleza altomedieval, a cuyos pies se extiende la vila,
“detenida en el tiempo”, con su profusión de granito en paredes y suelos,
calles quebradas y en tramos cubiertas.
Callejuela de Linhares da Beira |
La Igreja Matriz data de la Plena
Edad Media, aunque remodelada en los siglos XVII y XVIII, con interior de retablos
manieristas. También tiene pelourinho
del reinado de D. Manuel, época de mayor prosperidad de la zona, lo que se
refleja en su urbanismo y construcciones.
Pero
allí nos recomiendan volver hacia el norte, para visitar Celorico da Beira, ¡y comer en uno de sus restaurantes su arroz de pato delicioso! Nos indican
“O Botas”, casero, apetitoso, económico, donde atienden con rapidez y simpatía,
siempre te invitan a que repitas más de lo que pides (¡por el mismo precio!), y
además de pato, preparan con maestría cabrito,
borrego, trutas, bacalhau, y no digamos las sopas serranas, quesos “de
untar” (los queijos de Celorico tienen fama de ser los mejores del país) y
sobremesas caseras deliciosas.
Celorico da Beira |
Castelo de Celorico da Beira |
Su castillo del siglo X conserva un
enorme torreón (no
está claro que fuese en su día la Torre del Homenaje), a cuya entrada elevada
se accede por escalera desmontable, y alterna en su recinto los elementos
románicos con los góticos. También destaca en la población su Igreja de Santa Maria, de portada
renacentista y capilla mayor y sacristía barrocas. Y ¡cómo no!, sus muchos
pequeños comercios donde te ofrecen su irresistible queijo da Serra, buena alternativa al souvenir turístico con que a veces cargamos y que llegados a destino
se arrincona. ¡Muy al contrario en este caso “tan apetitoso”!
Qué maravilla de recorrido, por pueblos con fortificaciones milenarias!! Qué capital histórico y patrimonial tienes a mano con solo tomar la decisión de recorrerlo !!!!! Y cuanta envidia por no poder seguirte en esas visitas, y por contarlas como tú las cuentas.
ResponderEliminarMuchas gracias. Da gusto tener amigos como tú. Un abrazo.
EliminarMoisés.