sábado, 25 de marzo de 2017

DON QUIJOTE. PUBLICACIÓN DE HUMOR Y DE COMBATE

Edición anotada de Eutimio Martín.
Edita: Departamento de Publicaciones de la Diputación de Badajoz, 2016. 79 págs. Más periódicos facsímiles.

Nos ofrece el Departamento de Publicaciones de la Diputación de Badajoz una joya bibliográfica, magníficamente impresa y compuesta. Se trata de un libro-estuche en que, además de una extraordinaria introducción del profesor Eutimio Martín, de 79 páginas, incluye una edición facsímil de los nueve números (de gran formato y cuatro páginas cada uno) que entre junio de 1946 y marzo de 1947 se editaron del periódico “Don Quijote, Publicación de humor y de combate”, por exiliados españoles en Francia, de los que no sabemos su verdadera identidad, pues como director figura el mismo Don Quijote y como redactor-jefe Sancho Panza, firmando los distintos trabajos personajes de nuestra inmortal novela.
Se incluye también el único ejemplar que en septiembre de 1954 se lanzó de “Aquelarre (Barataria de Don Quijote)”, de dos páginas tamaño cuartilla, que parece como un apéndice frustrado del anterior. Por último, completa el estuche un ejemplar -también dos páginas, pero de tamaño como el primero nombrado- de “Reconquista de España” (Órgano de la Junta Suprema de Unión Nacional), correspondiente a mayo de 1944. Los tres, facilitados por la Bibliotheque Nationale de France.
Eutimio Martín hace en su introducción un trabajo riguroso, comprometido, agudamente crítico, en dos capítulos, más una introducción de “Advertencia al lector” (especie de resumen de lo que luego sigue) y una “Adenda” sobre el Memorial levantado en la localidad francesa de Rivesaltes, en 2015, como homenaje a los exiliados españoles, huidos de nuestra terrible Guerra Civil.
El primer capítulo: “El exilio de los republicanos españoles en Francia” es de una crudeza impresionante. El profesor no ahorra adjetivos para calificar aquel “terror programado”, como llama a la huida, con el exterminio en el camino “por tierra, mar y aire” (pág. 19) de niños, personas civiles, ancianos… heridos, mutilados, hambrientos, por todo el territorio español y en especial la costa levantina y los Pirineos Orientales, no sin detenerse antes con dolor en la matanza indescriptible de la Plaza de Toros de Badajoz, que “provocará la primera ola de refugiados a escala internacional” (pág. 17).
Pero el terror continuará en los campos de refugiados, campos de concentración franceses, especialmente el vecino de Argelès-sur-Mer, donde son abandonados tantos miles de desamparados republicanos españoles en las arenas del mar, sin apenas más ayuda que la solidaridad particular de los vecinos y de paisanos “emigrantes económicos”, llegados antes, y férreamente vigilados para evitar su salida. Se prolongará la agonía y la muerte con el enrolamiento en batallones internacionales contra la invasión nazi, el internamiento en campos de exterminio alemanes… y la esperanza fallida de una “Reconquista de España”, tras vencer las potencias occidentales al nazi-fascismo.
El segundo capítulo se centra en el estudio de la prensa del exilio en general y especialmente de este “Don Quijote. Publicación de humor y de combate (1946-1947)”, cuyos ejemplares analiza pormenorizadamente, y que nos dan cuenta, entre humor, risas, ironías… y amarguras, de cómo transcurrían las luchas fratricidas entre los distintos grupos de exiliados, según sus afiliaciones (comunistas, anarquistas, socialistas, republicanos…) e incluso dentro de ellas, especialmente en las filas socialistas entre partidarios de Negrín y de Indalecio Prieto.
Los sueños de invadir España con un batallón mal formado y equipado, los tejemanejes de unos y otros por hacerse con el control del cargamento económico del Vita, los enfrentamientos cotidianos, los sueños que se caen por momento y el sentimiento de derrota final y absoluta, pasan por las páginas de este periódico que Eutimio Martín disecciona con maestría, y sin esconder críticas a los muchos fallos cometidos entre todos los dirigentes en el exilio, divididos, enfrentados, rencorosos tantas veces. Y sin ahorrar dardos también para los que, ya reinstaurada la democracia en España, no han tenido para con aquellos exiliados, los anónimos, los más sufrientes, el reconocimiento que finalmente sí supo dar Francia, teniendo precisamente como jefe de Gobierno a Manuel Valls, descendiente de españoles, y como alcalde de Argelès-sur-Mer (y diputado) a Pierre Aylagas, “cuyo padre, campesino castellano, inauguró las alambradas de Argelès a principios de 1939” (pág. 79).
La amplia bibliografía que la Diputación de Badajoz va dando sobre la Guerra Civil, la represión subsiguiente y el exilio, se ve enriquecida con esta aportación hemerográfica de lujo y este estudio valiente y riguroso de Eutimio Martín, que llama en sus páginas a las cosas por su nombre, “revisando el revisionismo” de ciertos historiadores complacientes con la ignominia y el olvido.

MOISÉS CAYETANO ROSADO

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