VISITA A VILA VIÇOSA Y ESTREMOZ
VILA VIÇOSA.
Vila Viçosa es
la villa, la ciudad “viciosa”, o sea, exuberante, llena de verdor. Conocida y
visitada principalmente por su Palacio Ducal, grandiosa construcción
levantada entre los siglos XVI y XVIII, que domina una enorme plaza en cuyo
centro se alza la estatua de D. Juan IV, el primer Bragança que llegó al trono
de Portugal. Monumento de 110 metros de
longitud, de mármol blanco y gris, de 50 salas visitables.
Únase a ello la Pousada
D. João IV, en un lateral, de exquisito gusto, digna de recorrer en sus
galerías llenas de tesoros en muebles excelentes, más tapices y cuadros,
claustro agradabilísimo. Cerca está la curiosa
Porta dos Nós y un rosario de iglesias, palacetes y rincones agradables
de ver..
Las murallas
del Casco Antiguo, mandadas levantar en el siglo XIII por el rey don Dinis,
fueron reforzadas con bastiones en el
siglo XVII. Su conservación es ejemplar, y pueden ser recorridas totalmente.
En su interior
se encuentra la Igreja de Nostra Señora da Conceição, remodelada en los
siglos XVIII y XIX; el cementerio
-donde podemos visitar la tumba de la gran poetisa romántica Florbela Espanca,
natural de Vila Viçosa- primorosamente cuidado, y el castillo artillado renacentista, rodeado de profundos fosos, en cuyas
salas y corredores se encuentra un Museo Arqueológico, así como el Museo de la
Caza, con armas y piezas cobradas por los duques de Bragança en todo el
mundo.
En una de las rampas de salida de este recinto
fortificado veremos el Pelourinho,
gótico-manuelino, del siglo XVI, de fuste cuadrangular pizarroso de 8
metros de altura, base de mármol, como la esfera calada, de hojas de acanto,
superior. En otra salida, mirando hacia la expansión urbana de la ciudad: dos cañones del siglo XVII, utilizados
en la Guerra de Restauración, que les llevó a independizarse de España en 1668.
ESTREMOZ.
Estremoz es una
de las poblaciones más vistosas del Alentejo. La torre del homenaje de su castillo medieval (hoy Pousada:
Parador español) tiene 27 metros de
altura y está construida en mármol
de las canteras que cubren la comarca. En el segundo piso hay una sala
octogonal de ventanas trilobuladas, y coronan la construcción pequeños merlones
piramidales. A su alrededor, el legado histórico-artístico es importantísimo: Sala de Audiencias del rey Don Dinís, con
bella columnata gótica exterior y bóveda interior estrellada; iglesia de Santa María, del siglo XVI;
casas góticas y manuelinas; callejuelas estrechas, y Museo Municipal.
La fortaleza
medieval está rodeada por una muralla abaluartada del siglo XVII, con 13 kms.
de perímetro. Abajo está el Rossío,
inmensa plaza donde los sábados se celebra un concurrido mercado.
Ahí se encuentra la Câmara Municipal (instalada en el antiguo Convento dos
Congregados), de imponente fachada barroca, ondulada, en mármol blanco,
con azulejería de enorme belleza en sus escaleras, pasamanos y peldaños de
mármol y claustro renacentista.
Otro tesoro cercano al Rossio es la Igreja de S. Francisco, de fachada
rococó e interior románico tardío, con capillas góticas y renacentistas, que es
toda una lección primorosa de historia del arte. En nave lateral se encuentra
el túmulo de Vasco Esteves Gatuz, del siglo XIV, que es uno de los ejemplares
de arte gótico funerario más relevantes de Portugal,clasificado -como la propia
iglesia- Monumento Nacional.
Entre las callejuelas
laberínticas tenemos uno de los restaurantes
populares más prestigiosos del Alentejo: la Adega do Isaías; en el
interior, rodeados de grandes toneles de vino arrimados a la pared, podremos
saborear en sus mesas rústicas un delicioso arroz con lebre, una sopa de
espargos bravos, una açorda alentejana, un ensopado de
borrego o unas migas con carne de cerdo, sin rivales.
Muy cerca, otro restaurante familiar (de entre los
muchos que atesora la población) merece nuestra visita: Pixa Negra, que ofrece uno de los menús más económicos y completos
que nos sean dados a conocer, de alta calidad. Sus: sopa de grão com agriões y el caldo
verde, canja de galhina, bacalhau com patataa e cebolas, feijoada com
enchidos de porco, burras assadas... tienen
el encanto de lo tradicional, preservado en cocina sencilla, sabia, tradicional.
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