FRANCISCO LEBRATO
FUENTES
Francisco Lebrato Fuentes, Moisés Cayetano Rosado y Santiago Castelo |
Hace unos días murió
un buen hombre, excelente gestor cultural, tertuliano incansable en la
organización y la acción, buen articulista, pintor, poeta. Persona templada, de
modales palaciegos, irónico y culto.
Lo conocí en Oliva de
la Frontera en el verano de 1974, al invitarme a dar una charla-coloquio allí;
yo tenía 22 años y desde entonces siempre se mostró incondicional a cualquier
iniciativa que le planteara.
¡Cuántos pueblos y
ciudades recorrimos en aquellos recitales que abundaron en 1975 y se
prolongaron algunos años más! Él bautizó a aquel grupo de poetas que íbamos de
un lado para otro con nuestra ilusión y nuestros versos como “Generación del 75”.
En un Encuentro que organizamos en Badajoz defendió esa tesis con una ponencia
inolvidable, acompañado por Santiago Castelo y por mí, como organizador.
Luego siguieron más
intervenciones, que planificó desde el Aula de Cultura de Caja Badajoz, donde
trabajaba. Éramos como una “trupe artística ambulante” en que a nadie se
vetaba. “El que quiera -decía Lebrato- que se vete a sí mismo”.
En su casa de la calle
Santa Lucía asistí a alguna de sus tertulias-recitales. Siempre discreto,
acogía a un variado grupo de “espontáneos”, sin escatimar elogios a los
esfuerzos literarios de cualquiera.
Me acuerdo que una vez
me habló de las dificultades de la postguerra, de las penalidades de los
jornaleros. Estábamos paseando por una espléndida dehesa de su pueblo y le
surgió esa reflexión espontáneamente: cómo eran perseguidos por coger bellotas
para espantar su hambre… Fue la única ocasión en que mostró una idea
socio-política de compromiso; siempre era comedido en sus manifestaciones, en
tanto depuraba su arte pictórico y literario.
Moisés Cayetano Rosado
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