RECONOCIMIENTO A GABRIEL MONTESINOS
En la Urbanización “Río Caya”, de Badajoz,
hemos rendido un homenaje el pasado 14 de diciembre, más que merecido, a
Gabriel Montesinos, Secretario de la Junta Directiva desde hace ya muchos años,
y que viene demostrando un talante singular.
A Gabriel lo conocí en el “tajo” de los
tiempos de ilusión democrática, sabiendo de su lucha obrera, sindical,
política. Pero profundicé más en el conocimiento en la gestión representativa
popular, cuando fue alcalde de Badajoz entre 1991 y 1995 y yo era portavoz en
la oposición. Generosamente me ofreció, a pesar de las disidencias, la
concejalía de Relaciones con Portugal, que se creaba por primera vez en el
Ayuntamiento, y la ejercí con entusiasmo en tanto mis compañeros de formación
política me lo permitieron, que fue por tiempo breve: seis meses. Después
vinieron turbulencias que le dolieron mucho, y sobre todo porque se acumulaban a
las de sus propios compañeros, los enemigos internos: los peores. Aún así
mantuvo la dignidad, la fuerza de las ideas y la realización de los proyectos
de progreso. Seguirían después las dentelladas que impidieron que su propio
partido lo presentara en una siguiente convocatoria a la alcaldía, en una
decisión injusta y torpe.
Tras un paso más como diputado autonómico,
volvería (en realidad nunca lo dejó) a la acción solidaria, concienciada con
los más desfavorecidos, marginados y explotados de otras geografías: a los
proyectos y realizaciones con zonas tan desposeídas como comunidades indígenas
de Ecuador o cooperativas de mujeres campesinas en São Tomé, en lo que sigue.
Pero ese tesón manifestado en lo que
constituye una proyección pública, tiene cierto grado de compensación social y
personal porque lleva consigo un reconocimiento general: en el caso de la
alcaldía, por lo importante del cargo y su repercusión mediática (prensa,
radio, televisión…); en el de la acción solidaria, por lo extenso de la misma y
el agradecimiento de las comunidades respectivas. Lo difícil, porque pasa
desapercibido para la generalidad, es empeñarse en llevar adelante gestiones al
nivel más básico: la ejecución de proyectos sistematizados en grupos reducidos,
como comunidades de vecinos.
Ya le viene de atrás, de su antigua gestión
en cooperativas y grupos de base social. Pero el que año tras año, lustro tras
lustro, esté cada día atento a todas las necesidades de sus vecinos, con
generosidad, entrega, disciplina, a cambio de nada material y a veces, sí, de
la crítica acerada de quien se opone a todo por sistema, tiene un mérito
añadido.
Es lo que le ha ocurrido, lo que le ocurre,
con la Comunidad de Vecinos “Río Caya”. Como Secretario y encargado de
supervisión le correspondería hacer funciones burocráticas y de vigilancia de
los trabajos que la empresa de mantenimiento ordinario viene realizando. Pero
su labor se extiende a los aspectos más variados, desde especializados
(revisión y primeros arreglos de motores de captación e impulsión de agua,
control de tuberías de distribución de este agua; intervención ante averías
eléctricas, cortes de luz, problemas en contadores y líneas de distribución,
luminarias, etc.), a lo que dedica día y noche (recorriendo la propia urbanización
para ver el correcto funcionamiento y atajar deficiencias sobrevenidas);
igualmente, intervención junto a los operarios sobre las incidencias que se
presentan en viales, linderos, accesos generales, desbroces, etc., sin olvidar
compra de materiales, maquinarias de todo tipo, buscando por todas partes la
mejor opción.
O sea, poniendo en la incansable labor sus
conocimientos técnicos y su entrega sistemática. Desvelos que llegan a lo
personal, pues ya cualquier vecino con algún problema de tipo particular
recurre a sus conocimientos y entrega incondicional.
Justo homenaje, por tanto, a quien todo lo
hace con agrado, sin reparo de ningún tipo y de forma plena, en la que el
tiempo que dedica a todo ello nunca sea inconveniente, aunque le prive de atención
a lo suyo particular. Como siempre y en todo momento lo ha hecho, para lo
grande y lo pequeño, a lo largo de su vida.
Y sé que este reconocimiento, humilde por su
trascendencia pública, pequeño, recatado, le llega a lo profundo, porque sabe
que el valor de las cosas está en la grandeza de lo mínimo elevado a lo universal,
por el ejemplo intrínseco de la fraternidad ofrecida sin esperar contrapartida.
MOISÉS CAYETANO ROSADO
Hola Moisés, he llegado a este blog porque he leído un artículo tuyo titulado "Deportaciones de inmigrantes en los años 50". Estoy investigando sobre ese tema y no sé si te importaría que te hiciera un par de preguntas. ¿Tienes algún correo electrónico para podernos comunicar?
ResponderEliminarMuchas gracias
Muy bien. Mi correo: mcayetano14@gmail.com
ResponderEliminar