JORNADAS INTERNACIONALES SOBRE LA FRONTERA HISPANO-PORTUGUESA Y SUS
FORTIFICACIONES
Durante
los días 8, 9 y 10 de noviembre de 2012 se han celebrado en el salón de actos
de la Facultad de Biblioteconomía, en Badajoz, las “I Jornadas Internacionales
sobre la Frontera Hispano-Portuguesa y sus Fortificaciones”. Las “primeras” que
organiza el Ayuntamiento de Badajoz, pues -como se encargó de señalar en la
primera ponencia el catedrático de Geografía Urbana y Regional de la UEX
Antonio J. Campesino- aquí se llevan más de 30 años organizando jornadas,
encuentros, debates, etc. sobre la frontera y sus fortificaciones, organizadas
por la propia Universidad, por la Junta de Extremadura, la Diputación de
Badajoz y asociaciones y grupos ciudadanos preocupados por la valorización,
restauración y buen uso coordinado de nuestro patrimonio fortificado rayano.
¿Qué
resaltar de las múltiples intervenciones distribuidas en una intervención
inicial de la Presidenta del ICOFORT y cinco ponencias, con sus respectivos
coordinadores, sus integrantes en mesas redondas, sus debates? Pues lo que
venimos repitiendo una y otra vez desde los foros científicos y de divulgación:
hay que preservar la integridad y la
autenticidad (que ya desde el
principio indicó la portorriqueña Milagros Flores, Presidenta del ICOFORT) del
patrimonio histórico-artístico monumental, como aconsejan los distintos
acuerdos internacionales, desde la Carta de Atenas de 1931, y como obligan las
leyes de patrimonio de prácticamente todas las naciones, con las nuestras
(España y Portugal) a la cabeza.
Por eso,
en las ponencias, las comunicaciones y los debates se subrayó reiteradamente
que hay que evitar la “reutilización economicista de mal gusto”, las “malas
actuaciones sin estudios precisos arqueológicos, documentales, históricos,
geológicos del terreno, geográficos del entorno” -que señalaba Belén Rodríguez, del Instituto de
Patrimonio Cultural de España-, señalando la “necesidad de una buena
adecuación, planificación, gestión y conservación”, y llegando a decir que “hay
que actuar menos y pensar más”.
En esa
línea, Amador Ruibal -vicepresidente de la Asociación Española de Amigos de los
Castillos- insistió en que se debe “consolidar más que restaurar”, mostrándose
en contra de la implantación de hoteles y restaurantes en las fortificaciones,
que al final alteran el monumento, atentando contra la autenticidad e
integridad del mismo: por cierto, dos conceptos imprescindibles para quien opte
a la calificación de Patrimonio de la Humanidad, como es el caso de estas
fortificaciones de la Raya hispano-portuguesa.
Presentación del sugerente proyecto de Centro de Interpretación para las fortificaciones de la Raya en el Fuerte de San Marcos, de Sanlúcar de Guadiana. |
De otra
parte, quedó clarificado que es el conjunto el que da significado a cada uno de
los elementos, especialmente en nuestras fortificaciones abaluartadas, pues
“del concepto de puntos de defensa se pasó al de líneas de defensa”, en que
insistiría el catedrático de Historia Moderna de la UEX Miguel Ángel Melón. Y
es que no se explica una fortificación “rayana” sin el enfrentamiento al otro
lado de la frontera con su “oponente”, y sin el auxilio de las otras en la
línea norte-sur, de penetración y obstáculos a esa penetración.
El
arquitecto y consultor de la Câmara Municipal de Almeida, João Campos, llegaba
aún a más, abogando por una candidatura por ciclos y en serie a Patrimonio de
la Humanidad -en base a la coherencia histórica, por su continuidad,
ejemplaridad e interinfluencia, y a su carácter excepcional-, incluyendo
fortificaciones de la comunidad ibero-americana.
Para Ana
Paula Amendoeira, Presidenta del ICOMOS
de Portugal, “este patrimonio de la frontera más antigua de Europa, con un
valor universal excepcional incuestionable, debe aprovechar el hecho de haber
un primer bien inscrito en la lista de Patrimonio de la Humanidad (Elvas) para
reimpulsar la candidatura a Patrimonio Mundial de la UNESCO”.
Todo
ello, asumido sin objeciones por la inmensa mayoría de los técnicos, expertos y
público asistente a las Jornadas, pero reconociendo en buena parte que las
“malas prácticas” de algunos ayuntamientos, câmaras municipales y otros agentes
públicos y privados propietarios de los bienes a clasificar pueden poner en
peligro la nominación. Y lo que es peor: pueden echar a perder la propia
supervivencia digna de unos monumentos portentosos, que nuestras
confrontaciones de la Edad Moderna y principios de la Contemporánea hicieron
necesarios y cada vez más grandiosos, como máquinas defensivas de extraordinario
poder y belleza.
Cada vez
sabemos más de nuestro patrimonio y mejor cómo protegerlo, restaurarlo y
revitalizarlo. Otra cosa es que los que tienen el poder de decisión tengan la
necesaria sensibilidad para actuar en consecuencia o, por el contra, se dejen
guiar por las prácticas nocivas de las que aquí se ha alertado.
Moisés
Cayetano Rosado
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