DON QUIJOTE. PUBLICACIÓN DE HUMOR Y DE COMBATE
Edición anotada de Eutimio Martín.
Edita: Departamento de
Publicaciones de la Diputación de Badajoz, 2016. 79 págs. Más periódicos
facsímiles.
Nos ofrece el Departamento de Publicaciones de
la Diputación de Badajoz una joya bibliográfica, magníficamente impresa y
compuesta. Se trata de un libro-estuche en que, además de una extraordinaria introducción
del profesor Eutimio Martín, de 79 páginas, incluye una edición facsímil de los
nueve números (de gran formato y cuatro páginas cada uno) que entre junio de
1946 y marzo de 1947 se editaron del periódico “Don Quijote, Publicación de
humor y de combate”, por exiliados españoles en Francia, de los que no sabemos
su verdadera identidad, pues como director figura el mismo Don Quijote y como
redactor-jefe Sancho Panza, firmando los distintos trabajos personajes de
nuestra inmortal novela.
Se incluye también el único ejemplar que en
septiembre de 1954 se lanzó de “Aquelarre (Barataria de Don Quijote)”, de dos
páginas tamaño cuartilla, que parece como un apéndice frustrado del anterior.
Por último, completa el estuche un ejemplar -también dos páginas, pero de
tamaño como el primero nombrado- de “Reconquista de España” (Órgano de la Junta
Suprema de Unión Nacional), correspondiente a mayo de 1944. Los tres,
facilitados por la Bibliotheque Nationale de France.
Eutimio Martín hace en su introducción un
trabajo riguroso, comprometido, agudamente crítico, en dos capítulos, más una
introducción de “Advertencia al lector” (especie de resumen de lo que luego
sigue) y una “Adenda” sobre el Memorial levantado en la localidad francesa de
Rivesaltes, en 2015, como homenaje a los exiliados españoles, huidos de nuestra
terrible Guerra Civil.
El primer capítulo: “El exilio de los republicanos
españoles en Francia” es de una crudeza impresionante. El profesor no ahorra
adjetivos para calificar aquel “terror programado”, como llama a la huida, con
el exterminio en el camino “por tierra, mar y aire” (pág. 19) de niños,
personas civiles, ancianos… heridos, mutilados, hambrientos, por todo el territorio
español y en especial la costa levantina y los Pirineos Orientales, no sin
detenerse antes con dolor en la matanza indescriptible de la Plaza de Toros de
Badajoz, que “provocará la primera ola de refugiados a escala internacional”
(pág. 17).
Pero el terror continuará en los campos de
refugiados, campos de concentración franceses, especialmente el vecino de
Argelès-sur-Mer, donde son abandonados tantos miles de desamparados
republicanos españoles en las arenas del mar, sin apenas más ayuda que la
solidaridad particular de los vecinos y de paisanos “emigrantes económicos”,
llegados antes, y férreamente vigilados para evitar su salida. Se prolongará la
agonía y la muerte con el enrolamiento en batallones internacionales contra la
invasión nazi, el internamiento en campos de exterminio alemanes… y la
esperanza fallida de una “Reconquista de España”, tras vencer las potencias
occidentales al nazi-fascismo.
El segundo capítulo se centra en el estudio de
la prensa del exilio en general y especialmente de este “Don Quijote.
Publicación de humor y de combate (1946-1947)”, cuyos ejemplares analiza
pormenorizadamente, y que nos dan cuenta, entre humor, risas, ironías… y
amarguras, de cómo transcurrían las luchas fratricidas entre los distintos
grupos de exiliados, según sus afiliaciones (comunistas, anarquistas,
socialistas, republicanos…) e incluso dentro de ellas, especialmente en las
filas socialistas entre partidarios de Negrín y de Indalecio Prieto.
Los sueños de invadir España con un batallón
mal formado y equipado, los tejemanejes de unos y otros por hacerse con el
control del cargamento económico del Vita, los enfrentamientos cotidianos, los
sueños que se caen por momento y el sentimiento de derrota final y absoluta,
pasan por las páginas de este periódico que Eutimio Martín disecciona con
maestría, y sin esconder críticas a los muchos fallos cometidos entre todos los
dirigentes en el exilio, divididos, enfrentados, rencorosos tantas veces. Y sin
ahorrar dardos también para los que, ya reinstaurada la democracia en España,
no han tenido para con aquellos exiliados, los anónimos, los más sufrientes, el
reconocimiento que finalmente sí supo dar Francia, teniendo precisamente como
jefe de Gobierno a Manuel Valls, descendiente de españoles, y como alcalde de
Argelès-sur-Mer (y diputado) a Pierre Aylagas, “cuyo padre, campesino
castellano, inauguró las alambradas de Argelès a principios de 1939” (pág. 79).
La amplia bibliografía que la Diputación de
Badajoz va dando sobre la Guerra Civil, la represión subsiguiente y el exilio,
se ve enriquecida con esta aportación hemerográfica de lujo y este estudio
valiente y riguroso de Eutimio Martín, que llama en sus páginas a las cosas por
su nombre, “revisando el revisionismo” de ciertos historiadores complacientes
con la ignominia y el olvido.
MOISÉS
CAYETANO ROSADO
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