UNA ESCAPADA POR ALMERÍA (y IV)
Moisés
Cayetano Rosado
Poblado de Los Millares.
De nuevo en la ciudad
de Almería -tras atravesar los pelados
Campos de Níjar, inmortalizados por la prosa de Juan Goytisolo en un descarnado
relato de viajes, en que expone su fascinación por el paisaje y denuncia la
miseria de sus habitantes, abandonados a una suerte adversa-, planificamos el
regreso, visitando de mañana el fantástico y cercano poblado de Los Millares,
cita obligada para meternos en el túnel del tiempo y retroceder 5.000 años de nuestra
historia.
El yacimiento arqueológico de Los Millares es un asentamiento prehistórico de la Edad del Cobre (3.200-2.200 a. C), formado por el poblado
y su necrópolis con una
extensión de 6 y 13 hectáreas respectivamente, más fortines de vigilancia y
defensa exterior.
Situado en el
municipio de Santa Fe de Mondújar, se localiza sobre
un gran espolón amesetado que forma el Río Andarax y la Rambla de Huéchar sobre la que se
construyó un poblado con 4 líneas
de muralla, una necrópolis formada por unas 80 tumbas colectivas
y una doble línea de 13 fortines que controlan visualmente los accesos a todo el conjunto
arqueológico, alertan y defienden en primera instancia.
En el morro superior
que da al río se encuentra la Ciudadela: primer núcleo habitado. Conforme crecía
la población y se necesitaba más espacio para sus habitantes y su
desenvolvimiento alfarero, artesanal en general y metalúrgico, se fue
expandiendo el urbanismo hacia el interior (la cortadura vertical del río
limitaba hacia ese lado la ampliación), siempre cercado por murallas protectoras, dotadas de torres, bastiones,
barbacanas en las puertas de entrada y fosos, hasta completar esas cuatro
líneas de murallas.
En los cerros de los
alrededores se edificaron los 13
fortines, de disposición circular, con fosos, torres salientes, y a veces doble
anillo de amurallamiento, e incluso reducto central de última defensa.
Maquinaria bélica exterior elaborada a conciencia, con asombroso sentido
estratégico-defensivo y de red de salvaguarda.
Todo un alarde de ingenio guerrero, que asombra tuviera
esa perfección hace cinco milenios, y del que se hace provechoso uso,
estimulando la presencia de jóvenes estudiantes, incluido pequeños de cinco
años -como vimos- que disfrutan viendo las réplicas del poblado instaladas en
un espacio anexo… y modelando el barro, “oculando” sus vasijas como lo hicieron
nuestros antepasados e iniciándose en la comprensión de otras formas de vida,
lucha por la subsistencia cotidiana y salvaguarda de la comunidad.
En fin, un viaje recomendable que iniciamos con una
parada pintoresca en Archidona, de portentosa fortaleza y… curioso bar en el
centro del pueblo, nostálgico de las viejas glorias del franquismo rememoradas
en sus botellas especialmente elaboradas para este establecimiento. En Mojácar
nos ofrecerían “la otra cara de la moneda” en un Bar-Pública, con bandera
tricolor, proclamas revolucionarias y ron “guerrillero” de puños en alto. ¡La
cara y cruz de la moneda de la vida, que cada uno interpreta o con la que
empatiza a su manera!
Para terminar, un vistazo a la Alhambra de Granada, población, enorme
vega y Sierra Nevada como telón de fondo desde el mirador de San Miguel, en el
viaje de regreso. Retornamos a la Raia/Raya lusitana y “musulmana”, cristiana
de luchas, tan sufrida y sufriente, atractiva, variada y rica en legado
histórico y natural como las tierras que acabamos de visitar.
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