miércoles, 18 de abril de 2018


UNA ESCAPADA POR ALMERÍA (y IV)

Moisés Cayetano Rosado

Poblado de Los Millares.

De nuevo en la ciudad de Almería -tras atravesar los pelados Campos de Níjar, inmortalizados por la prosa de Juan Goytisolo en un descarnado relato de viajes, en que expone su fascinación por el paisaje y denuncia la miseria de sus habitantes, abandonados a una suerte adversa-, planificamos el regreso, visitando de mañana el fantástico y cercano poblado de Los Millares, cita obligada para meternos en el túnel del tiempo y retroceder 5.000 años de nuestra historia.
El yacimiento arqueológico de Los Millares es un asentamiento prehistórico de la Edad del Cobre (3.200-2.200 a. C), formado por el poblado y su necrópolis con una extensión de 6 y 13 hectáreas respectivamente, más fortines de vigilancia y defensa exterior.
Situado en el municipio de Santa Fe de Mondújar, se localiza sobre un gran espolón amesetado que forma el Río Andarax y la Rambla de Huéchar sobre la que se construyó un poblado con 4 líneas de muralla, una necrópolis formada por unas 80 tumbas colectivas y una doble línea de 13 fortines que controlan visualmente los accesos a todo el conjunto arqueológico, alertan y defienden en primera instancia.
En el morro superior que da al río se encuentra la Ciudadela: primer núcleo habitado. Conforme crecía la población y se necesitaba más espacio para sus habitantes y su desenvolvimiento alfarero, artesanal en general y metalúrgico, se fue expandiendo el urbanismo hacia el interior (la cortadura vertical del río limitaba hacia ese lado la ampliación), siempre cercado por murallas protectoras, dotadas de torres, bastiones, barbacanas en las puertas de entrada y fosos, hasta completar esas cuatro líneas de murallas.
En los cerros de los alrededores se edificaron los 13 fortines, de disposición circular, con fosos, torres salientes, y a veces doble anillo de amurallamiento, e incluso reducto central de última defensa. Maquinaria bélica exterior elaborada a conciencia, con asombroso sentido estratégico-defensivo y de red de salvaguarda.
Todo un alarde de ingenio guerrero, que asombra tuviera esa perfección hace cinco milenios, y del que se hace provechoso uso, estimulando la presencia de jóvenes estudiantes, incluido pequeños de cinco años -como vimos- que disfrutan viendo las réplicas del poblado instaladas en un espacio anexo… y modelando el barro, “oculando” sus vasijas como lo hicieron nuestros antepasados e iniciándose en la comprensión de otras formas de vida, lucha por la subsistencia cotidiana y salvaguarda de la comunidad.
En fin, un viaje recomendable que iniciamos con una parada pintoresca en Archidona, de portentosa fortaleza y… curioso bar en el centro del pueblo, nostálgico de las viejas glorias del franquismo rememoradas en sus botellas especialmente elaboradas para este establecimiento. En Mojácar nos ofrecerían “la otra cara de la moneda” en un Bar-Pública, con bandera tricolor, proclamas revolucionarias y ron “guerrillero” de puños en alto. ¡La cara y cruz de la moneda de la vida, que cada uno interpreta o con la que empatiza a su manera!
Para terminar, un vistazo a la Alhambra de Granada, población, enorme vega y Sierra Nevada como telón de fondo desde el mirador de San Miguel, en el viaje de regreso. Retornamos a la Raia/Raya lusitana y “musulmana”, cristiana de luchas, tan sufrida y sufriente, atractiva, variada y rica en legado histórico y natural como las tierras que acabamos de visitar.

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