UNA VISITA
A BURGOS
Catedral de día y de noche |
Moisés
Cayetano Rosado
Esa ciudad
de los puentes y del gótico flamígero que es Burgos, siempre resulta
novedosa, encantadora. Y así nos lo ha parecido a los más de 40 socios de
MECENAS, de “Mérida Consorcio de la Ciudad Monumental”, que la visitamos del 2
al 4 de octubre pasados.
Fachada del Museo de la Evolución Humana |
Y empezamos por lo “moderno” que contiene lo
“antiguo”: el Museo de la Evolución
Humana, diseñado por Juan Navarro Baldeweg e inaugurado en 2010, con sus
cuatro grandiosas plantas acristaladas, llenas de luz y de sorpresas. El sótano está dedicado a “La Sierra de
Atapuerca y la evolución humana”, que completaríamos con una visita a la propia Sierra, el magnífico
yacimiento de la Trinchera del Ferrocarril, la Sima de los Huesos y otros
yacimientos (cuando lo hicimos, fue una satisfacción asistir a una
explicación extraordinariamente didáctica y rigurosa, que completó la que por
todo el Museo recibimos, por parte de unas/unos guías entusiastas y bien
formados).
Trinchera del Ferrocarril, en Atapuerca |
La
primera planta se dedica la “La evolución en términos biológicos”,
con reconstrucciones del proceso evolutivo humano y del cerebro verdaderamente
extraordinarias. La segunda planta trata “La evolución en términos culturales:
hominización y humanización”: el proceso de construcciones culturales y
tecnológicas humanas. Y la tercera, presenta los “Ecosistemas de
la evolución” de los seres vivos, conteniendo además una magnífica
biblioteca especializada en la materia.
Fachada de la Iglesia de San Lesmes |
De allí, atravesando
el río Arlanzón, tan bien encauzado, ajardinado y nutrido de puentes peatonales
-dotados de estatuas, fundamentalmente cidianas, que nos permiten una
contemplación serena del paisaje ribereño y urbano-, pasamos al Casco
Histórico, dándonos casi de frente con
la monumental portada tardogótica de la Iglesia de San Lesmes, patrono de la
ciudad. Su interior, de los siglos XV y XVI, presenta fantásticas bóvedas
de crucería, valiosos retablos, esculturas y
sepulcros, así como un interesante coro renacentista.
Casa de los Condestables de Castilla |
Yendo hacia la Catedral, el paseo puede
demorarse bastante si nos paramos a contemplar toda la monumentalidad que nos
sale al paso. Resalta en especial la
Casa de los Condestables de Castilla, donde los Reyes Católicos recibieron a
Colón tras su segundo viaje, confirmándole todos sus privilegios: un
conjunto palaciego del gótico florido que solo por sus gárgolas merece una larga
contemplación.
Plaza Mayor |
Enseguida llegamos a la Plaza Mayor, donde se encuentra el Ayuntamiento y comienzo el
bullicio callejero que nos lleva -entre bares y restaurantes muy
frecuentados por propios, viajeros y turistas- a la Catedral: no hay que
perderse la estampa nocturna, con los edificios monumentales iluminados, sus
balconadas, galerías y pasadizos. ¡Buen lugar para tomar un refrigerio, sin que
falte la “morcilla de Burgos”, y no digamos, si puede ser, un lechazo
antecedido de sopa castellana.
Fachada principal |
La
Catedral es “un mundo aparte”. Ella justifica por sí sola
una y otra y más visitas: diurnas y nocturnas, por dentro y por fuera, en su
inigualable, esplendoroso gótico, de pináculos como agujas agudísimas formando
un bosque majestuoso, completado en un
increíble interior, donde el arte cumple con los mayores logros técnicos y
artísticos, arquitectónicos, escultóricos, pictóricos…
De ahí, otra
vez hacia el río, por el renacentista Arco de Santa María, a cuyo interior se
puede subir, contemplando desde lo alto de sus torres la ciudad, y al otro lado del río la Iglesia de la
Merced, también gótico-flamígera, del siglo XV, que en el XIX pasó de los
mercedarios a los jesuitas.
Desde la Torre de Santa María, Iglesia de la Merced |
Monasterio de las Huelgas Reales |
Tras una visita -que lo merece- a esta Iglesia,
un paseo a orillas del Arlanzón nos lleva hasta el Monasterio cisterciense de las Huelgas Reales: uno de los conjuntos
monumentales más extraordinarios de Burgos, fundado en 1187 por voluntad de
Alfonso VIII y su esposa Leonor de Plantagenet, allí enterrados, como numerosos
personajes reales de Castilla. La
mayoría de los sepulcros fueron saqueados y expoliados por las tropas de
Napoleón, salvándose únicamente el de don Fernando de la Cerda, cuyos
ropajes intactos se han podido guardar en el Museo de Telas del Monasterio. La
iglesia, el claustro y el claustrillo, así como las numerosas dependencias
anexas son de un gótico recio, monumental, con reminiscencias románicas y
numerosas aportaciones mudéjares de gran belleza.
Detalle de la fachada de la Cartuja de Miraflores |
Sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal, de Gil de Siloé |
Y estando en Burgos, además de acercarnos a
Atapuerca, como quedó dicho, tenemos a
poco más de 11 kilómetros la Cartuja de Santa María de Miraflores. Se trata
de un monasterio cartujo fundado por Juan II de Castilla y terminado bajo el
reinado de su hija Isabel I en 1484. De
estilo gótico tardío, isabelino, se levantó bajo la dirección de Juan de
Colonia y su hijo Simón. Destacan el cenotafio
de Juan II y su esposa Isabel de Portugal, de Gil de Siloé, cincelados en
alabastro, con forma estrellada, las estatuas yacentes encima, de gran realismo
y belleza, y cuerpo esculpido circundante de fabulosos altorrelieves
historiados y filigranas. Destaquemos, igualmente, el impresionante retablo del presbiterio, en madera de
nogal, dorada y policromada, igualmente de Gil de Siloé, de enorme riqueza
ornamental y simbólica, centrando la multifigurativa composición una talla de
“Cristo en la Cruz” que es una de las más extraordinarias tallas del maestro.
Interior. Retablo de Gil de Siloé y sillería de Simón de Bueras |
La Anunciación, de Pedro Berruguete |
La sillería
renacentista, a ambos lados en el centro de la gran nave de la Iglesia, es
de Simón de Bueras, realizada en nogal el año 1558. Otros elementos,
especialmente pinturas en tabla,
murales, manuscritos e incunables, se encuentran en las capillas laterales -adosadas
al lado norte de la iglesia en la primera mitad del siglo XVI-, destacando “La Anunciación” -bajo cuya advocación
está La Cartuja- de Pedro Berruguete, bajo cuya advocación
está La Cartuja, a caballo entre el estilo gótico flamenco y el primer
renacimiento italiano: magnífica en el tratamiento de la luz, la perspectiva,
la delicadeza de las figuras, la maestría en los ropajes, los contraste de
colores, el detallismo de los objetos, la arquitectura… siendo una de las
mejores joyas de la pintura española de transición gótico-renacentista.
Una visita, en fin, ¡interminable!, pues hay
tanto para ver que lo dicho es solo una
muestra de lo mucho que nos quedamos por nombrar en Burgos y sus alrededores.
Gostei muito de ler sobre a vossa viagem a Burgos, gostei também das fotos que guardei, deve ter sido muito bom ter lá estado, eu gosto muito de conhecer e assim agradeço a tua partilha. Bjs. para ti e para Rosa da Carmo
ResponderEliminarSempre obrigado. Abraços.
ResponderEliminar