CANTAR DE EMIGRACIÓN/EMIGRAÇÃO
Moisés Cayetano Rosado
Hay muchos cantantes y grupos que han puesto su voz a los
versos de un fragmento memorable de la V parte del poema “¡Para a Habana!”, de
Rosalía de Castro. Todas me conmueven, individuales o corales, pero especialmente
me emociona la de Adriano Correia de Oliveira (https://www.youtube.com/watch?v=nK7dUfG5Rq4), cantante
fallecido desgraciadamente a los 40 años, en 1982, cuando tanto tenía aún que
aportar, fundamentalmente en el fado de Coimbra, en los cantos de intervenção y
en la música popular portuguesa.
Esta es la versión portuguesa, cantada, del poema:
Este parte, aquele parte
e todos, todos se vão.
Galiza, ficas sem homens
que possam cortar teu pão.
e todos, todos se vão.
Galiza, ficas sem homens
que possam cortar teu pão.
Tens em troca orfãos e orfãs
e campos de solidão
e mães que não têm filhos
filhos que não têm pais.
e campos de solidão
e mães que não têm filhos
filhos que não têm pais.
Corações que tens e sofrem
longas horas mortais
viúvas de vivos-mortos
que ninguém consolará.
longas horas mortais
viúvas de vivos-mortos
que ninguém consolará.
Los poemas siempre pierden mucho al traducirse. El ritmo
se quiebra; algunas palabras pierden su fuerza original; los giros, metáforas,
símbolos, a veces no encuentran su lugar. Este es el original gallego del
poema:
Este vaise y aquél
vaise,
e todos, todos se van;
Galícia, sin homes quedas
que te poidan traballar.
Galícia, sin homes quedas
que te poidan traballar.
Tés, en cambio, orfos e orfas
e campos de soledad,
e pais que non teñen fillos
e fillos que non ten pais.
E tés corazóns que sufren
longas ausencias mortás,
viudas de vivos e mortos
que ninguén consolará.
En
cualquier caso, el mensaje es claro. El tremendo desgarro de la emigración que
Galicia, y Portugal, y gran parte de España, han sufrido a lo largo de la
historia contemporánea. Referida en el poema a la emigración transoceánica, que
nos flageló especialmente durante la segunda mitad del siglo XIX y primer
tercio del siglo XX (hasta que en América dejó de haber suficiente demanda de
mano de obra), y luego derivó a Centroeuropa y las zonas industrializadas de
los respectivos países emisores, sobre todo en los años cincuenta, sesenta y
parte de los setenta del siglo XX, rebrotando ahora de nuevo hacia Europa y
Norteamérica.
Quedar
en origen sin capital humano. Dejar a los suyos, cuando en la antigua
emigración suponía tantas veces un viaje sin retorno, con las amarras
familiares cortadas por completo. Ese sufrimiento de la ausencia. Ese campo de
soledad físico y emocional: físico de las tierras abandonadas, los eriales…;
emocional de la ruptura interna con lo que se quiere y forma parte de nuestro
propio ser…
En
el espejismo del cambio de siglo fuimos, al contrario, receptores masivos de
emigración: parecía que Europa del Este y Latinoamérica (también las antiguas
posesiones africanas, en el caso portugués), trasvasaban su población a
nuestras tierras con la misma convulsión con que nosotros lo habíamos hecho
anteriormente a parte de las suyas.
El
vaivén de la historia paralizó el proceso con la crisis que se generalizó. Y de
nuevo, los “ejércitos laborales” están a la expectativa, y las “avanzadillas”
inician la incursión buscando nuevos horizontes. ¿Otra vez la canción de
Rosalía de Castro se volverá de actualidad, aunque se cambien los matices?
Oigo
de fondo la voz de Adriano Correia en este preludio del invierno como una
premonición de distancia y de frío. “Este parte, aquele parte/
e todos, todos se vão”... Sería tremendo que se cumplieran esos versos, y también estos otros de la misma Rosalía de Castro, de su libro “En las orillas de Sar”: “¡Cuánto en ti pueden padecer, oh patria,/ si ya tus hijos sin dolor te dejan!”.
e todos, todos se vão”... Sería tremendo que se cumplieran esos versos, y también estos otros de la misma Rosalía de Castro, de su libro “En las orillas de Sar”: “¡Cuánto en ti pueden padecer, oh patria,/ si ya tus hijos sin dolor te dejan!”.
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