PENDIENTES DE LOS
NACIONALISTAS
Moisés
Cayetano Rosado
Por vez primera en la democracia española
posfranquista se produce una situación como la generada tras las elecciones del
20 de diciembre: la presencia de dos bloques claramente clasificados en la
derecha y en la izquierda respectivamente, con similar número de diputados y
sin que ninguno de los dos consiga la mayoría absoluta, establecida en 176
representantes.
Y una vez más, como ya ocurriera en otras
ocasiones (si bien entonces con un partido claramente ganador), los
nacionalistas tienen la “llave” de esa mayoría que permite la gobernabilidad
sin obstrucciones en el encargo de gobierno y la acción del mismo en la
legislatura… a cambio de concesiones a medida.
Esta vez, los conservadores logran 163 escaños:
123 del Partido Popular (PP) y 40 de Ciudadanos (C’s); los progresistas (por
utilizar denominaciones “a bulto”, para entendernos, pero que necesitarían de
matizaciones en una reflexión más extensa) 161: 90 el PSOE, 69 Podemos y sus
distintas alianzas regionales, e Izquierda Unida-Unidad Popular 2. Lejos ambos
de los 176 necesarios para gobernar sin más apoyos, suponiendo que dichos
bloques estén dispuestos a firmar acuerdos para hacerlo.
Necesitarían cualquiera de ellos la
participación por activa o pasiva (con voto positivo o abstención) de al menos dos
fuerzas nacionalistas catalanas y/o vascas, con lo que la gobernabilidad se
hace complicada.
Otra posibilidad es que uno de los dos grupos
“históricos” (PP, PSOE) se abstuviera en la propuesta gubernamental del otro,
lo que es difícilmente digerible. Y otra solución, la que desean en las
instancias comunitarias europeas, la Banca, el gran capital, la gran patronal y
similares (“a la alemana”), sería un acuerdo PP-PSOE, que sí tendría una
mayoría más que absoluta.
Como estas dos últimas alternativas resultan al
parecer imposibles -dado que el PSOE ha manifestado su rechazo-, queda el
acuerdo de bloques junto a la negoción nacionalista. Dicho acuerdo es
complicado, porque el novedoso C’s es consciente de lo que eso le supone de
pérdida de credibilidad, por sus ataques al gobierno del PP, y el PSOE ha sido
duramente criticado por el emergente Podemos y la histórica IU.
En cuanto al “auxilio” nacionalista, no es
menos dificultoso, sobre todo por el “enquistado” problema catalán: los
partidos autóctonos son abiertamente segregacionistas. Y si en anteriores
legislaturas se resolvía el acuerdo con los conciertos económicos, ahora
tenemos una cuestión más peliaguda: la decisión sobre la independencia
catalana, previo referéndum, al que podría unirse una exigencia similar vasca,
que no admiten ni el PP ni el PSOE.
El futuro podría pasar por nuevas elecciones,
que a pocos interesa. Al PP porque teme seguir cayendo en el vacío, tras haber
perdido más de sesenta diputados; al PSOE, porque se debate en una tesitura
similar, tras una pérdida de 20 representantes; a Ciudadanos, porque en los
días previos a la cita electoral iba perdiendo dramáticamente apoyos en las
estimaciones de las encuestas. Izquierda Unida y los nacionalistas,
posiblemente, no piensan que puedan superar lo conseguido ahora. Solamente
Podemos podría estar interesado, ya que tras un bache en los últimos meses,
volvió a remontar en los últimos días preelectorales con creciente fuerza.
Así, posiblemente los esfuerzos de la mayoría
en estos tres próximos meses (máximo plazo para formar gobierno) se centren en
encontrar una solución para esta situación inédita hasta ahora en España; el
ejemplo reciente de Portugal tal vez pueda valer. En el país vecino, las
fuerzas de la izquierda han conseguido sacar adelante una opción de gobierno
que da ahora sus primeros pasos, pese a que la derecha obtuvo una
representación mayor en la Asamblea de la República.
Pero está esa diferencia -¡menuda diferencia!-,
que supone un escollo especial, dadas las reivindicaciones independentistas de
Cataluña: la decisiva presencia de los nacionalistas, que nuestros vecinos no
han tenido que afrontar. ¡Tiempo apasionante nos espera!
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