LA
ESCUELA DANDO EJEMPLO
¡Cuántas veces la Escuela, en medio de tanta
miseria y miserables, nos viene dando ejemplo! La Escuela, con sus alumnos y profesores afanados
en la cultura cálida y de calidad, profunda y solidaria, artística y creativa,
investigando en todas nuestras potencialidades humanas y buscando en los
rastros de la historia la explicación de un presente que hemos de mejorar para
el futuro.
Y así,
asistimos el 3 de mayo, gozándolo, a un espectáculo de extraordinario valor por lo que
supone de esfuerzo colectivo, de ilusión compartida, de trabajo que
universaliza todas las habilidades físicas e intelectuales, con resultados de
verdadera garra formativa. Asistimos,
sí, en el Teatro Romano de Mérida a una representación multicoral del “Mito del
Vellocino de Oro” enredado con la
situación actual de refugiados y
emigrantes que buscan en Europa el pan y la paz.
¿Y quiénes son
los protagonistas de este espectáculo
lleno de dinamismo, danzas asombrosas, música oportuna, discursos
sobrecogedores, paralelismos convincentes? Pues decenas, centenares de alumnas y alumnos de Educación Primaria de
distintos Centros Educativos de Mérida, dirigidos extraordinariamente por
su profesorado, con colaboración entusiasmada y eficaz de sus familias, y coordinados por Manuela Honrado, que ha escrito la adaptación
y dirigido el espectáculo con un acierto encomiable.
Una hora que
se pasó volando, que no tuvo ni siquiera un minuto de bajón. Siempre arriba en
tensión, exaltación, lucha, alegría de vivir, que las niñas y niños transmitían
de forma sumamente emotiva y convincente. ¡Cuánto
artista de la palabra, la danza, el movimiento, la expresión verbal y corporal,
la luz y la alegría!
¡Ah! ¿Y el vestuario variado, tan lleno de formas y
colores, lujoso, brillante, electrizante? Pues abrumadoramente de materiales reciclados, en especial
papel, cartón y plásticos ingeniosamente combinados.
Gran lección de trabajo compartido, lleno de
contenido de y concienciación, altamente educativo para los que lo protagonizaron y para los
padres, abuelos (ese es mi caso, con mi nieta Sara en el escenario y mi otra
nieta, Alicia, en las gradas), amigos, compañeros, vecinos de esta ciudad
acogedora y entrañable que resulta ser, siempre, Mérida.
Moisés Cayetano Rosado
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