lunes, 16 de diciembre de 2013

LA GRANDEZA DE LA SENCILLEZ ROMÁNICA
Moisés Cayetano Rosado
Estoy revisando las fotos que hice estos días en los Museos Nacional de Arte de Cataluña en Barcelona y Episcopal de Vic, donde se muestran colecciones del románico consideradas de las más importantes del mundo.
Nada como el románico, como la pintura y talla románicas, complemento de una arquitectura primorosa en su mágica simplicidad.
En los Pirineos tiene una espectacular representación, destacando San Clemente del Taull, con su airoso, soberbio campanario, armonioso en vanos y molduras, que se repiten en sus ábside y absidiolos, también coronados por arquillos lombardos, formando una especie de corona invertida. De esas iglesitas de montaña proceden la mayoría de los tesoros que podemos contemplar en Barcelona y Vic.
Y entre la abrumadora colección del Museo Nacional de Cataluña, quiero llamar la atención sobre una sencilla y a la vez sublime representación del Pantócrator. Sostiene en su mano izquierda en alto una tablilla donde indica que es "la luz del mundo", en tanto bendice con la derecha (con dos dedos levantados), como suele ser común en su representación.
Sentado en su trono, con nimbo crucífero y rodeado de la mandorla mística -sobre fondo negro-, lleva un ropaje bien plegado, resaltando el rojo del manto sobre el negro de la túnica. En las esquinas, el Tetramorfos, representando simbólicamente a los cuatro evangelistas, azulgrisáceos y de alas blancas sobre fondo rojo, en consonancia con el manto.
¡Qué serenidad en el rostro y qué fuerza en la mirada! ¡Qué majestad en la rígida frontalidad imperturbable! Espectacular, dentro de lo frugal y lineal. ¡No se puede pedir más, pese a su esquematismo, a esta tabla del taller de la Seu d'Urgell, de alrededor del año 1200, realizada en temple, relieves de estuco y restos de hoja metálica curtido sobre madera!
Por lo que al Museo Episcopal de Vic se refiere, muestro mi admiración por el amplio tesoro que contiene y que, como el anterior, destaca por sus colecciones del románico catalán pirenaico. Escojo como muestra tres ejemplares de Virgen con el Niño, que llaman la atención entre las múltiples representaciones pictóricas y escultóricas de la amplia sala donde se muestran.
Tronos de Dios (Theotokos), sedentes nuevas Evas salvadoras, coronadas, llevan en su regazo al Niño, pero no interactúan. Muestran estas tallas de bulto redondo, en madera, ya una sonrisa que las aleja del primer románico -rígido, hierático, profundamente ensimismado-. Hay aquí un guiño de complicidad con el mundo al que presentan el mensaje de salvación, llevando en su mano derecha la manzana que fuera del pecado y ahora será de liberación por la intercesión del Hijo, que con su mano derecha bendice (dos dedos en lo alto) y con la izquierda sostiene igualmente el fruto del pecado/redención.
Hay ya carnosidad en los rostros, movimiento en los pliegues de los mantos y velos, coloraciones variadas, modelaje, presagiando la desenvoltura del gótico que enseguida vendrá.
¡Tiernos mensajes en esas iglesitas de los Pirineos, para las almas sencillas, crédulas, necesitadas siempre de un Salvador, de una Mensajera salvadora, de una Luz del Mundo y una Nueva Manzana que brillen sobre la oscuridad de su presente, iluminándolos hacia un futuro que les libere de las tinieblas de sus vidas!

¡Qué eficazmente penetró el mensaje! Y cómo, de paso, sin pretenderlo, nos dejaron estos tesoros que ahora podemos contemplar con tanta admiración.

sábado, 14 de diciembre de 2013

NUESTRO FUTURO DEMOGRÁFICO
Moisés Cayetano Rosado

Cuando comenzó el siglo XX, Extremadura tenía 882.410 habitantes censados, el 4’8 % de la población española, que alcanzaba 18.616.630. Casi la mitad de lo que nos correspondería en un reparto por extensión, pues suponemos el 8’2% del territorio nacional.
Así nos mantendríamos durante más de la mitad del siglo, ya que el crecimiento natural (nacidos menos fallecidos) era similar en ambos casos y los movimientos migratorios  apenas fueron significativos.
Sin embargo, en el censo de 1960  se nota una disminución porcentual: frente a nuestros 1.406.329 habitantes, España sube a 30.582.936, quedándonos en el 4’6%. Y es que en 1955 comenzó un flujo migratorio desde las zonas interiores rurales a las periféricas que iniciaban el despegue industrial, acelerado exponencialmente en esa década.
Los veinte años que van de 1961 a 1981 serían muy negativos demográficamente para Extremadura (como para todas las zonas rurales de España), pues la sangría migratoria fue extraordinaria, especialmente dirigida a Cataluña, País Vasco y Madrid, además de la exterior a Francia, Alemania y Suiza.
Ahora sí que nuestra región sufre un bajón aparatoso: bajamos al 2’8 % del total nacional, descendiendo la población absoluta a 1.064.968 habitantes, mientras la española era de 37.742.561. Y ello a pesar del boom de la natalidad y de la prolongación de la esperanza de vida; en esos años, la emigración afectó al 40% de los extremeños, precisamente los más jóvenes, en edad fértil, quedando aquí una población más envejecida, como ocurriría en toda la España agrícola y rural.
Así llegamos a la situación de 2013, en que con 1.100.139 habitantes suponemos el 2’4 % del total nacional, que asciende a 46.704.314. El parón migratorio de las sucesivas crisis no ha permitido la remontada, pues en estos últimos años nuestro crecimiento vegetativo ha sido menor (dado nuestro envejecimiento poblacional) y el aporte de la inmigración extranjera menos decisivo: 40.000 extranjeros, frente a los 5.700.000 del total español, el 0’7 %.
¿Cuál es el futuro? Teniendo en cuenta la previsible prolongación de la crisis económica -que difícilmente desaparecerá en la próxima década-, contaremos con cuatro factores demográficos negativos:
- Retorno de emigrantes extranjeros a sus lugares de origen, al perder aquí el empleo y las perspectivas de mejora.
- Contención de nuevos emigrantes foráneos, por la falta de oferta laboral.
- Emigración de jóvenes nacidos aquí, buscando empleo nuevamente en Centroeuropa y países emergentes.
- Descenso del crecimiento vegetativo, por la baja natalidad, que es una tónica de las últimas décadas, acentuada con la crisis.
Las perspectivas para el caso español son de una población en 2023 de poco más de 44 millones de habitantes, lo cual supone una bajada de casi 3 millones. Extremadura quedaría en 1.060.000 habitantes (seguimos en el 2’4 % de participación en el total español), perdiendo unos 40.000: siempre los más jóvenes, en edad fértil, con capacidad de reemplazo y renovación.
Aún así, España duplicaría la población que tenía un siglo más atrás, mientras que Extremadura quedaría en el mismo número de habitantes de esos años. Una prospección a más largo plazo resulta arriesgada, y al mismo tiempo más luctuosa todavía, a no ser que se produjera un “milagro económico”, difícil de entrever en las actuales circunstancias.

sábado, 7 de diciembre de 2013

GERALDO o GIRALDO, el “CID portugués

Moisés Cayetano Rosado
Cuando escribo sobre las hazañas de Geraldo o Giraldo Sem Pavor, siempre me asalta la duda de cuál de las dos grafías poner.
El guerrero “gallego-lusitano” al servicio del primer rey de Portugal, D. Afonso Henríques, conquistó entre 1165 y 1170 lugares tan significativos en la Raia/Raya como: Trujillo, Santa Cruz de la Sierra, Cáceres, Montánchez, Badajoz y Lobón por la parte española, y Juromenha, Evoramonte, Évora, Monsaraz, Moura y Serpa por la portuguesa. Y se convirtió en una especie de “Cid portugués”, por los servicios a su rey, su capacidad personal de conquista y por las desavenencias que tuvo con su señor -con destierro incluido-, así como el servicio que le presta para ganarse su favor.
Su destino final vino a ser triste y envuelto en la leyenda, como su propia vida, de la que en otros escritos he hablado (http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2013/09/geraldo-sem-pavor-un-personaje-de.html). Fue a morir en el interior de Marruecos, entre la ciudad de El-Yadida y Marrakech, degollado por orden del califa a cuyo servicio guerreaba, al parecer para luchar contra los almohades dominadores del sur de la Península ibérica. Según fuentes arábigas (cronista árabe Al-Baidak), se le interceptaron cartas secretas a D. Afonso Henriques, planificando la invasión de los territorios marroquíes donde estaba.

El reputado investigador David Lopes (que ha traducido las fuentes árabes fundamentales), el profesor Torquato de Sousa Soares o José Hermano Saraiva, los historiadores de la Universidad de Évora Hermínia Vilar, Ana Cardoso de Matos y João Pereira o la arqueóloga Vanessa Galiza Filipe, Hermenegildo Fernandes de la Universidad de Évora y el mismo Dicionário de História de Portugal dirigido por Joel Serrão, le llaman GERALDO.
Los historiadores extremeños Julián Clemente Ramos, José Luis de la Montaña Conchiña y Ángel Bernal Estévez -en “Extremadura, la historia”- también le denominan GERALDO.
 El cronista árabe Al-Baidak le llama GERANDO, nombre que el arabista Lévi-Provençal localiza como micro-topónimo en la región marroquí donde fue degollado.
El historiador Tomás de Barros le denomina GERALDO GERALDES.
El historiador árabe Ibn Caldense le llama GIRANDO.
En cambio el cronista árabe contemporáneo de sus correrías Ibn Sâhib al-Salà le llama GIRALDO.
La Choronica Gothorum -de finales del siglo XII-, el libro de linajes de D. Pedro, hijo del rey D. Dinis -siglo XIV-, las crónicas del siglo XVI (André de Rezende, Frei António Brandão), Os Lusíadas de Luís de Camões  y buen número de investigadores portugueses (como Ângelo Ribeiro, Alexandre Herculano, Oliveira Martins, Tulio Espanca o José Piris Gonçalves) también le denominan GIRALDO. O españoles, como Eva Lapiedra, de la Universidad de Alicante. Y algunos GIRALDO GIRALDES (Manuel de Carvalho Moniz, de la Associação dos Arqueólogos Portugueses). Y que Praça do Giraldo se denomina la magnífica Plaza Mayor de su más importante conquista: Évora.

Quedémonos, por tanto, con cualquiera, que todas definen a un personaje apasionante, “caballero de fortuna”, surgido un siglo después del Cid Campeador castellano (1048-1099),  y un siglo antes que Roger de Flor (1266-1305) -que estuvo al servicio de la Corona de Aragón-; como los condottieros italianos (guerreros de “oficio” al servicio de las ciudades-estado), entre los que destacarían con el andar del tiempo Gattamelata (1370-1443) y Colleoni (1398-1475).

jueves, 5 de diciembre de 2013

TRAS LOS PASOS DE GERALDO SEM PAVOR
MOISÉS CAYETANO ROSADO
Como estamos siguiendo los pasos de Geraldo Sem Pavor, se nos puede ver con frecuencia en Juromenha, que era su Cuartel General, y donde se refugió tras fracasar en Badajoz.  Pero ninguna conquista tan preciada como Évora, antecedida de su fiel aliada territorial Evoramonte.
Por eso decidimos “tomar” la fortaleza medieval de esta pequeña población de la Serra d’Ossa, subiendo desde su  Ermita de S. Sebastião hacia las bien trazadas murallas en forma triangular, que defienden el caserío, y donde hubo un castillo que divisaba los amplios alrededores, entre los que destacan Arraiolos, Estremoz y Évora: ahora se alza el portentoso y renovado castillo-palaciego artillado del siglo XVI, que es una de las obras militares más sólidas de los prestigiosos arquitectos Diego y Fernando de Arruda, a las órdenes de D.João III.
Recorrer el paseo de ronda de las murallas, subir y bajar sus estrechas escaleras, divisar el amplio territorio dominado, es un goce para todos los sentidos: amplias panorámicas, balar de ovejas de las dehesas de sus alrededores, viento gratificante… Entrar y salir por sus tres puertas principales, contemplando el conjunto, constituye un ejercicio de precalentamiento aconsejable para lo que luego nos espera: el recorrido de Geraldo Sem Pavor en la conquista de Évora en 1165, siguiendo el trazado del Acueducto de Água da Prata desde el Convento de San Bento de Castris (a 2’5 kms. del centro de la localidad) hasta la Praça de Giraldo, en ese centro mismo.
San Bento de Castris es un cenobio cisterciense femenino del S. XIII, situado en un pequeño montículo que domina los alrededores y que constituye una avanzada atalaya de Évora. Allí, según la leyenda, había una torre-vigía en el siglo XII que utilizaban los musulmanes señores de la zona para vigilar la indeseada presencia de cristianos. Pero Geraldo Sem Pavor consiguió burlarla una noche que el moro encargado de la misma fue a dormir, encargando del cuidado a su hija, que también se adormeció.
Geraldo pudo sorprenderla escalando el muro y degollar a ambos, tras lo cual hizo señales falsas a los soldados de Évora indicándoles presencia de partidas cristianas por los alrededores, que ellos se apresuraron a perseguir. Geraldo aprovechó la confusión del momento para entrar en la ciudad y apoderarse de la misma.
Eso hicimos nosotros. Caminar desde San Bento, siguiendo el portentoso acueducto (también de los hermanos Arruda) que nos lleva hasta el Convento da Cartuxa, del siglo XVI, donde podemos contemplar una de las fachas del Renacimiento tardío más espléndidas de Portugal, en mármol de Estremoz. En sus alrededores, también el Acueducto es monumental, con su grandeza bien trazada en quiebros que resaltan arcadas y cisternas de decantación, ornamentales y armoniosas.
Unos cientos de metros más cerca aún, nos encontramos con el Forte de S. António, del siglo XVII, que desempeñó un importante papel en la Guerra de Restauração de ese mismo siglo y en las Invasiones Francesas de comienzos del siglo XIX. Actualmente funciona como Seminario y tuvimos la oportunidad de recorrerlo en su interior, amplísimo, algo decadente, pero con cierto empeño por restaurarle su innegable valor monumental.
A continuación, el valle que nos acerca a la ciudad obliga a un levantamiento mayor de las arcadas del Acueducto, que le da mayor grandeza. Lo atravesamos siguiéndolo entre el caserío por la Rua do Cano, donde prosiguen las arcadas: unas expeditas y otras aprovechadas como parte de la estructura de viviendas que se han ido sirviendo de sus muros.
El sendero campestre se nos ha transformado en urbano, y tenemos la oportunidad de contemplar la monumentalidad de Évora al paso del Acueducto que nos lleva a la magnífica Praça do Giraldo: Templo romano del siglo I, Catedral del siglo XIII, y más allá Convento da Gloria del siglo XVI e Iglesia de San Francisco, medieval y grandiosa.

Todo un espectáculo que nos ha brindado Geraldo Sem Pavor, pues al seguir sus pasos nos encontramos con toda esta riqueza que sobrecoge y justifica el paseo.

martes, 3 de diciembre de 2013

LA CIUDAD-FORTALEZA DE PAMPLONA (II)


Moisés Cayetano Rosado
La Puerta del Socorro (de 1689) de la Ciudadela es inusitadamente espectacular. No es fácil encontrar algo parecido: seis puentes (tres fijos, dos levadizos y uno basculante) dan acceso a tres puertas, protegidas al exterior por contraguardia y revellín, a lo que hay que sumar plazas de armas laterales, camino cubierto y fosos.
En cuanto al resto de la línea fortificada, es portentoso el conjunto que se alza al noreste del Portal de Francia, especialmente el que forman el bastión del Redín (baluarte alto, del siglo XVI), el baluarte de Guadalupe (bajo), la batería anexa al anterior, fosos, camino cubierto y traversa, todos ellos del siglo XVIII, más el histórico “Camino Jacobeo”, serpenteando en los fosos. A ello sigue el revellín de los Reyes, protegiendo al Portal de Francia, continuado por el baluarte del Pilar, también del siglo XVIII, y -como los anteriores refuerzos- proyectados por Jorge Próspero de Verboom en 1726.
Todo ello se muestra hoy abierto, preservado, cuidado, ajardinado (aunque de arboleda excesiva en parte de la zona de caminos cubiertos y glacis) y en uso público, digno de alabar y disfrutar.

lunes, 2 de diciembre de 2013

LA CIUDAD-FORTALEZA DE PAMPLONA (I)

Moisés Cayetano Rosado
Cuando miras el plano de Pamplona, te sorprende el tajo practicado a su Ciudadela -a ese magnífico hexágono convertido ahora en “obra coronada”, al quedar en muñones dos de sus baluartes, los que dan al Casco Antiguo-, así como el “barrido” de buena parte de su amurallamiento, especialmente en el sur.
Luego lees a Juan José Martinena Ruiz, especialista en esta Plaza Fuerte, y comienzas a comprender. Una Real Orden -del año 1888- autorizó el derribo parcial de esos dos baluartes de la Ciudadela y la inutilización de su foso interior, para posibilitar la construcción del Primer Ensanche de la ciudad.
En 1905 otra Real Orden autorizó la reforma y demolición parcial de algunos portales del recinto amurallado, con el fin de dar mayor amplitud a los accesos a la ciudad, estrechos para nuevos carruajes y automóviles.
Le sigue nueva autorización de derribo el 7 de Enero de 1915, comenzando -en medio del júbilo popular- el 25 de julio de aquel año, para el Segundo Ensanche.
De ahí que pasemos de una poderosa y completa fortificación abaluartada de mediados del siglo XVIII -procedente de continuas actuaciones iniciadas poco antes de 1600- a este estado de mutilaciones (aunque ya desde tiempos de Pompeyo -75 a 74 a.C.- Pamplona ha sido considerado como un enclave estratégico para dominar los pasos desde Francia a través del Pirineo Occidental hacia Aragón y La Rioja, por lo que, salvo en algunos momentos concretos, ha estado siempre amurallada).

A pesar de estos atropellos, qué buen destino el actual de lo que queda. La Ciudadela es un inmenso espacio libre, de glacis y de fosos preservados en pradera e interior destinado a jardines, con antiguos edificios militares que acogen hoy muestras de arte contemporáneo y de vanguardia. Y los revellines del norte y del oeste presentan un estado de rehabilitación ciertamente envidiable.
De ello hablaré en la próxima entrega.

domingo, 1 de diciembre de 2013

FADOS POR SAN MARTINHO, CON ANTÓNIO GONÇALVES
Moisés Cayetano Rosado

Llevo tantos tiempo escuchando fados en la Adega de mi amigo António Gonçalves (la casa de sus suegros, como él recalca siempre), en Campo Maior, que ya he perdido la cuenta de los años.
António, tan amable, tan acogedor, tan generoso, siempre invitando a sus íntimos y a los amigos que  queramos llevar. Así, un San Martinho tras otro (y en más ocasiones), se llena la estancia de alegría compartida, de vinho joven y bagaço que él mismo elabora, más variadísimas viandas que todos aportamos, algunos con un toque tan tentador que angustia decidirse entre tanto como se pone sobre la mesa.
Y cuando el ambiente se caldea, apagadas las luces, encendidas las velas, surge de pronto el vozarrón sublime de este cantor, desgarrando la noche y erizando nuestros sentidos hasta la máxima emoción.

Con él, ¡cómo pueden surgir tantos amigos que al son de la guitarra y la viola llenan de tanta calidad y calidez la enorme estancia donde nos apretamos admiradores de un lado y otro de la Raia! Portugueses (hombres y mujeres) están especialmente dotados para cantar ese fado profundo que desgrana poemas como si fueran uvas de un racimo sin fin.
Los grandes poetas de la tierra han sido musicados, llevados a la tensión desgarrada del fado por los mejores artistas del país. Y aquí de nuevo renacen con toda la grandeza de amadores, que no son profesionales porque no viven de ello, pero sí viven con ello de forma emocionada.
Hubo un tiempo, tras la Revolução dos Cravos, en que el fado pasó malos momentos, pues en cierta manera se le asoció a la dictadura de Salazar. Las dictaduras siempre comen de todos lados, e incluso desvirtúan la identidad de lo que desde el pueblo nació, con su desafío y su dolor. Pero las aguas vuelven a su cauce, y -como en estos convivios en que António Gonçalves nos involucra gratamente- se devuelve la esencia del cante al dueño de su auténtico destino: el pueblo.

¡Noche de fados! ¡Qué grato presente de nuestro amigo António, en esta rayana fraternidad donde la vida se renueva, aunque algunos -al final todos- vayan/vayamos quedando año tras año en la cuneta del camino: es el fado (destino) final. En tanto, festejemos un nuevo San Martinho, grandioso, cálido, fraternal.