FADOS POR SAN
MARTINHO, CON ANTÓNIO GONÇALVES
Moisés Cayetano
Rosado
Llevo tantos tiempo escuchando fados en la Adega de mi amigo António Gonçalves (la
casa de sus suegros, como él recalca siempre), en Campo Maior, que ya he
perdido la cuenta de los años.
António, tan amable, tan acogedor, tan
generoso, siempre invitando a sus íntimos y a los amigos que queramos llevar. Así, un San Martinho tras otro (y en más ocasiones), se llena la estancia
de alegría compartida, de vinho joven y
bagaço que él mismo elabora, más variadísimas viandas que todos aportamos,
algunos con un toque tan tentador que angustia decidirse entre tanto como se
pone sobre la mesa.
Y cuando el ambiente se caldea, apagadas las
luces, encendidas las velas, surge de pronto el vozarrón sublime de este
cantor, desgarrando la noche y erizando nuestros sentidos hasta la máxima
emoción.
Con él, ¡cómo pueden surgir tantos amigos que
al son de la guitarra y la viola
llenan de tanta calidad y calidez la enorme estancia donde nos apretamos
admiradores de un lado y otro de la Raia!
Portugueses (hombres y mujeres) están especialmente dotados para cantar ese
fado profundo que desgrana poemas como si fueran uvas de un racimo sin fin.
Los grandes poetas de la tierra han sido
musicados, llevados a la tensión desgarrada del fado por los mejores artistas
del país. Y aquí de nuevo renacen con toda la grandeza de amadores, que no son profesionales porque no viven de ello, pero sí
viven con ello de forma emocionada.
Hubo un tiempo, tras la Revolução dos Cravos, en que el fado pasó malos momentos, pues en
cierta manera se le asoció a la dictadura de Salazar. Las dictaduras siempre
comen de todos lados, e incluso desvirtúan la identidad de lo que desde el
pueblo nació, con su desafío y su dolor. Pero las aguas vuelven a su cauce, y
-como en estos convivios en que
António Gonçalves nos involucra gratamente- se devuelve la esencia del cante al
dueño de su auténtico destino: el pueblo.
¡Noche de fados! ¡Qué grato presente de nuestro amigo António, en
esta rayana fraternidad donde la vida se renueva, aunque algunos -al final
todos- vayan/vayamos quedando año tras año en la cuneta del camino: es el fado (destino) final. En tanto, festejemos un nuevo San Martinho, grandioso, cálido, fraternal.
Sim uma linda festa amigo Moisés!!
ResponderEliminarLuís Fernandes
Obrigado a tudos vos.
ResponderEliminarUm abraço.