NUEVA
VISITA A ELVAS
Moisés Cayetano Rosado
Creo que ha desaparecido el tópico de ir a Elvas para comprar toallas y comer
mariscos en El Cristo, aguantando pacientemente colas como si
estuviésemos en la puerta de un convento donde nos den la sopa boba. Lo triste
es que aún muchos, con la urgencia del turista repetido, no han disfrutado de
una ciudad verdaderamente hermosa y destacada, que ha logrado en 2012 la
calificación de Patrimonio de la
Humanidad por su “guarnición fronteriza y fortificaciones”, en lo que no
tiene rival.
Elvas, además de ser una población comercial
tradicionalmente importante en la frontera, y tener una oferta variada y atractiva
de restaurantes, puede asombrar a cualquiera con su patrimonio artístico, monumental y popular.
Todo su Casco Antiguo está rodeado por un amurallamiento abaluartado de los
siglos XVII y XVIII, que es una fortificación completa, con tres puertas en uso,
fosos, cortinas, baluartes, bastiones y explanadas de 5 kilómetros de
extensión. Desde él se aprecian los fuertes
de Santa Lucía (del siglo XVII) y de Graça (siglo XVIII), protegiendo a la
ciudad desde los cerros que por el sur y el norte la flanquean respectivamente,
auxiliados por tres fortines monumentales.
Posiblemente
estamos ante el ejemplo de arquitectura
militar más completa de la Edad Moderna de toda Europa, y la mejor
conservada. Afortunadamente, en el
Fuerte de Santa Lucía han realizado una ejemplar restauración, adaptándosele
como Museo Militar; queda que se haga lo mismo con el de Graça, uno de los más
impresionantes que existen en el mundo, y ya cedido por el Gobierno portugués
al municipio para su rehabilitación y uso.
Ábside de la Iglesia de S. Domingos. Elvas. |
Dentro de este espacio privilegiado podemos visitar el castillo medieval de los siglos XIV al
XVI, desde donde las vistas son extraordinarias a todo el entorno. Restos
de amurallamiento musulmán y cristiano bajomedieval, formando tres cercas en
anillo. Construcciones religiosas
góticas, renacentistas y barrocas: iglesias y conventos con altares
barrocos en madera y mármol, azulejería historiada y tallas escultóricas de
primera calidad. Otras de tipo militar, como diversos cuarteles, polvorines,
depósitos de intendencia y hospitales, dan cuenta de la importancia estratégica
de esta Plaza.
Su espléndida
Plaza de la República, desde la cual salen hacia el castillo calles y
callejuelas de preciosa traza medieval tiene
al fondo la antigua Sé (catedral) que es un compendio artístico en el que
destaca el manuelino. Palacios y
palacetes junto a casonas de fachadas encaladas en blanco y ocre típico de
Alentejo han sido acertadamente rehabilitados. Empedrados en piedra caliza y
basáltica muestran dibujos que sólo los artesanos alentejanos saben hacer. Numerosas fuentes de mármol y, ya
saliendo de las murallas, extensos
jardines que ocupan fosos y explanadas nos conducen hacia la parte moderna
de la ciudad. Al oeste, presenta un monumental acueducto de más de 8 kms. de
longitud y casi mil arcadas, el Acueducto
de Amoreira, construido entre los siglos XVI y XVII, e iniciado por el
arquitecto Francisco de Arruda, sigue en perfecto uso, como sus aljibes, tan imprescindibles en los
múltiples asedios que la ciudad sufrió.
Acueducto de Amoreira. Elvas. |
Por si fuese poco, en los alrededores existe una importante cantidad de restos neolíticos, especialmente
dólmenes, en una ruta visitable, así como villas
romanas de meritorios mosaicos, en medio de espesos bosques de encinas y alcornoques, que nos van conectando con otras
ciudades y pueblos que poco a poco iremos visitando en adelante. Y como en
cualquier población del Alentejo, la gastronomía a base de productos de la
tierra (açordas campesinas; ensopados y
asados de borrego y porco alentejano; quesos de oveja; sericaia com ameixas; vino
tinto y bagaço de la zona), no tienen nada que envidiar a los mariscos que
desde aquí llevamos tantos años consumiendo en esta ciudad Patrimonio Mundial.
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