EL RICO TESORO
GEOMORFOLÓGICO DE LA ROCA DE LA SIERRA, ENTRE CÁCERES Y BADAJOZ
La
Roca de la Sierra (pueblo donde he nacido y vivido
¡tantos años!), enclavada en las estribaciones de la Sierra de San Pedro, tiene una situación geomorfológica
privilegiada, con un legado natural edafológico que constituye un notable
tesoro.
A
ello hay que unir su patrimonio histórico-artístico,
que va desde magníficos dólmenes de los alrededores, al Monasterio de San
Isidro de Loriana -hacia (y de) La Nava de Santiago-, del siglo XV; puente medieval
interior e Iglesia Parroquial tardogótica-renacentista de finales del siglo XIV
terminada en el XV (ambos poseen bien labrada sillería granítica, aparte de
notable portada principal de la iglesia, de magnífica arcada, e impresionante
nave-salón de bóveda de crucería y retablos barrocos), casas blasonadas, etc.
Presenta
al Suroeste (hacia Badajoz) terrenos llanos, de sedimentos arcillosos miocénicos, con buenos pastizales y tierra de
labor, de amplios horizontes visuales.
Al
Norte (hacia Cáceres): terrenos montuosos, donde se
encuentran afloramientos de pizarra y cuarcitas
ordovícicas, densas de vegetación mediterránea: encinas, alcornoques, jara
y romero, muy aptas para la ganadería ovina y porcina extensiva.
Al
Este y Sureste (hacia La Nava de Santiago y Montijo), roca
ígnea, plutónica, en suelos ondulados: se elevan al exterior formaciones graníticas, elevadas y muy
erosionadas (“bolos”, “hongos”, “dorsos de ballena”…); amplios berrocales muy aptos como materiales constructivos. Generosas
dehesas, ofrecen asiento a ovejas y cerdos de montanera.
Al
Oeste (hacia Villar del Rey), metamórfica pizarra, muy valiosa para tejados,
suelos, aislantes, en terreno de cerro y monte (sobresaliendo el de Valdevilano).
Abrupto territorio de caza mayor, con algunas zonas de olivar y buen terreno
para cabras y ganadería bovina en libertad.
Alrededor,
alguna roca ígnea, volcánica: duro basalto,
así como canteras metamórficas, de cuarcitas. Entre ellas, buena tierra de
labor.
De todo se han aprovechado siempre los
canteros, faenando en medio de sus dehesas
de encinas y alcornoques, con rico sotobosque y corrientes erosivas de aguas
torrenciales, retenidas en charcas legendarias.
Por cualquier lado, caminos de vistas
formidables, que invitan al senderismo
y a la contemplación. Con todo, lo mejor, su Dehesa Boyal, de buenos
pastizales, regada por la ribera Lurianilla, de extensos y elevados berrocales
graníticos, con formas variadas, de espectaculares “dorsos de ballena”,
“hongos” y “bolos”.
De allí, las rutas hacia la zona de dólmenes y
Convento de Loriana serpentean por su
ribera, rica en fresnos y zarzamoras, con molinos de agua que conservan
-especialmente recuperado el de su Dehesa Boyal en la zona donde se celebra la
Romería de San Isidro-, su estructura central y conducción de agua en arco de
ballesta.
Todo un goce para los sentidos, al alcance de
las manos de cualquiera.
Moisés Cayetano
Rosado
Magnífica síntesis de esa zona. Gracias !!!
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