¡PÓRTATE BIEN,
QUE VIENE EL DE PODEMOS!
Moisés Cayetano
Rosado
Es maravillosa la capacidad que tenemos todos
para “enmiedarnos”. Para entrar en pánico y para hacer que entren en pánico los
demás. Siempre nos ha gustado mucho eso de “¡Que viene el Coco!”. En mi pueblo
se decía: “¡Que viene el tío Mangarras!”, y los niños nos comíamos la sopa de
pan, ajo y tocino como si fuera un batido de crema y chocolate.
No es de extrañar que los holandeses digan, o
dijeran, a sus hijos: “¡Duérmete niño, que viene el Duque de Alba!”. Porque
aquel gobernador español de Flandes entre 1567 y 1573 no se las andaba con
chiquitas y sabía cómo dar un pescozón por poco que se les indispusieran los
rebeldes.
Algo así pasaba en Cuba, donde a los pequeños
traviesos se les hacía entrar en razones invocan a Weyler. “¡Mira que viene
Weyler!”, y los muchachos temblaban como el mimbre ante la invocación del
Capitán general de la Isla de entre febrero de 1896 y octubre de 1897, en que
le dio tiempo a crear un terror generalizado y una terrible represión contra
los independentistas o sospechosos de colaborar con ellos.
Ahora que todo eso ha quedado anticuado y que
en la ESO (Educación Secundaria Obligatoria) apenas si se nombra al Duque de
Alba y menos a Valeriano Weyler (y si se hace, maldito el caso que le hacen los
rebeldes e incrédulos preadolescentes)…, ahora que lo del Coco, el tío
Mangarras y otras zarandajas no sirven ni para hacer juegos de ordenador con
que quitarse de encima a la chiquillería, ha de inventarse algo nuevo que dé
juego y sea de máxima eficacia.
Y yo creo que lo tenemos en la mano: “Niño, o
joven, o adulto, o cosa así o casi así: ¡pórtate bien, que viene Pablo
Iglesias, el de Podemos!”. ¡Ahí es “ná”! Comedor de niños crudos, abusador de
adolescentes, comunista de aquellos tan malos, simpatizante de etarras o algo
más, bolivariano de espadón en alto, amparador de investigadores universitarios
que no cumplen con sus deberes, violador de reglas y no sabemos si de alguna
otra cosa.
“¡Que viene Pablo Iglesias!”. Hay que ver, otro
Pablo Iglesias para poner patas arriba el orden que nos ha durado más de un
siglo. ¿No sería mejor dejar las cosas como están, apalancarnos bien en la
barra y decir como acostumbraba el anterior alcalde de Badajoz, tan memorable
en sus sentencias: “Bebe que te llenen, y que a quien Dios se la dio San Pedro
se la bendiga”?
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