VIAJE A ESLOVENIA, CROACIA,
BOSNIA Y HERZEGOVINA, LA EXYUGOSLAVIA OCCIDENTAL (III)
DE ZADAR A
SPLIT PASANDO POR SIBENIKA
Zadar
es una de las poblaciones más hermosas de Croacia. Situada
en la orilla del Adriático, tiene delante varias barreras de islas que actúan
como grandes diques, por lo que
la costa es serena, tranquila como un río que descansa.
Su casco antiguo es todo un tesoro de
iglesias, palacios y restos arqueológicos a la vista, entre los que destacan
los romanos, aunque lo “llamativo” para los turistas, por lo original e
ingenioso, suele ser el llamado “Órgano
de mar”: bajo unos escalones
del paseo marítimo se encuentra oculto un sistema de tubos de polietileno y una cavidad
resonante que transforma este
sitio en un gran instrumento de viento. Y en un extremo se encuentro el llamado “Saludo al Sol”: compuesto de
trescientas placas de vidrio de múltiples capas, montadas al mismo nivel que la
ribera adoquinada formando un círculo de 22 metros de diámetro, que acumula
energía con lo que se ilumina espectacularmente por la noche.
En el amplio espacio que fue el Fórum romano
hay que detenerse ante la huella urbana que han respetado veinte siglos de
historia. Y es curioso que allí mismo,
en la base de la Catedral de Santa
Anastasia (de extraordinaria portada con aire toscano y mezcla románica y
gótica), podemos ver -sirviendo de cimentación- numerosos fustes estriados de
columnas marmóreas, capiteles, trozos de cornisas, frisos… sobresaliendo
enteramente del suelo.
Al lado de la catedral tenemos la Iglesia de San Donato, prerrománica,
del siglo IX, de planta redonda, cúpula de 27 metros de altura y triple ábside,
siendo un testimonio inigualable de la mezcla de arte carolingio y bizantino.
Muy cerca, al norte, podemos admirar una de las iglesias más llamativas de la
ciudad: la de Santa Krsevana y San Crisógeno, de tres naves, triple ábside
y arquillos ciegos en todo el conjunto, más una galería de arcos exentos en el
piso superior del ábside central.
La
ciudad conserva en gran parte sus murallas del siglo XVI,
cuando se convirtió en una plaza fuerte veneciana ante la amenaza turca. De
entonces es su espléndida Puerta de Zara, con el León de San Marcos, símbolo de
Venecia, situada entre el baluarte y semibaluarte de la entrada del sureste,
protegida a la vez por un amplio hornabeque exterior.
Bajando al sur del país, se encuentra la ciudad de Sibenika, donde ha de hacerse una
parada para admirar su Catedral, incluida en la lista del Patrimonio de la
Humanidad en el año 2000. Construida enteramente en piedra caliza de una cantera cercana y mármol de la isla de Brac, se completó en tres fases, desde 1433 hasta 1441, y ejemplifica
una lograda fusión del arte gótico de influjo toscano y el renacentista.
De allí, la ciudad de Split -protegida por
numerosas islas que suavizan el empuje del mar- se nos presenta tras un corto
recorrido costero. Nuevamente estamos
ante un Patrimonio de la Humanidad, declarado en 1979: lo es su núcleo
histórico, donde destaca el Palacio de Diocleciano.
Diocleciano mandó
construir este palacio para pasar sus últimos días tras su abdicación en mayo
del año 305,
combinando características de una lujosa villa
con un campamento militar. Se encuentra amurallado y en sus tiempos logró
albergar hasta 9.000 personas. En la actualidad residen dentro unas tres mil.
El conjunto se dispone como un rectángulo, siendo
sus dimensiones de 213 x 177 metros: aproximadamente 37.000 metros cuadrados. Se inspira en la planta tradicional de los
campamentos romanos, con dos calles que se cruzan en el centro: cardo
(norte-sur) y decumanus (este-oeste). La muralla tiene dos metros de espesor
por veinticuatro metros de altura, aunque con edificios adosados en la cara que
da al mar, tapando en gran parte su monumentalidad.
Durante la Edad Media y el Renacimiento, el
palacio fue utilizado como como cantera para levantar las nuevas
viviendas y construcciones de la ciudad, colmatando
el interior, aunque se lograron “salvar” algunos edificios esenciales, como el Mausoleo de Diocleciano, que fue reconvertido
en la Catedral alrededor del siglo IX. Iglesias románicas de los siglos XII y
XIII, fortificaciones medievales, palacios
góticos, renacentistas y barrocos se encuentran dentro de las murallas, así
como espectaculares esfinges y columnas
del Antiguo Egipto, con 3.500 años de antigüedad.
Bajo dominio veneciano fue rodeado el espacio con
amurallamiento abaluartado, para contener
los ataques turcos, quedando aún algunos restos de los baluartes de su cara
norte, opuesta al mar.
La huella veneciana puede ser admirada en buena
parte del Casco Antiguo alrededor del Palacio, en airosas fachadas tardogóticas, entre las que destaca la de su antiguo
Ayuntamiento, hoy sede de exposiciones temporales.
Moisés Cayetano Rosado
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