OLIVENZA.
FRONTERA DE GUERRA, FRONTERA DE PAZ.
Moisés Cayetano Rosado
Doctor
en Geografía e Historia
Director
de la I Jornada de Fortificaciones de Olivenza
El inmenso campo de batalla que a lo largo de
la historia siempre fue la Península ibérica, tiene una sistemática línea de
fricción en la frontera occidental desde la formación del reino portugués.
Cuando el primer rey de Portugal -don Afonso
Henriques- inicia su expansión desde Guimarães en 1128, llegando hasta el sur
de Extremadura, va reforzando los castillos conquistados a los musulmanes, para
resistir ante ellos y marcar la frontera con León-Castilla. Labor que continuarán
sus sucesores, destacando don Dinis, que parecen acabar las disputas al firmar
con la regente castellana doña María de Molina (en nombre de su hijo menor de
edad Fernando IV) el Tratado de Alcañices en
1297. Tratado en que Portugal recibe, entre otras plazas, la de
Olivenza.
Sin embargo, las rivalidades continúan, siendo
especialmente frecuentes en el reinado del portugués don Fernando (1367-1383).
Por ello, las poblaciones de frontera van a reforzar sus defensas, modernizando
castillos y amurallando ciudades con nuevas cercas, dadas las progresiones de
los espacios urbanos fronterizos.
Bajo el reinado de don Manuel I de Portugal
(1495-1521), yerno de los Reyes Católicos, su escudero Duarte de Armas recibe
el encargo de hacer un levantamiento de las fortificaciones de la frontera con
Castilla. Realizará el encargo en 1509, dejándonos el valioso documento
iconográfico, donde nos muestra el “cosido de la raya”, en que ya se revela el
estado de adecuación a las nuevas armas, al uso de la pólvora en la defensa de
las poblaciones y en el ataque mediante la artillería.
Con la muerte del rey don Sebastián sin
descendencia, así como de su sucesor y tío, el cardenal don Henrique, el trono
de Portugal pasa al rey de España Felipe II, que reinaría el territorio luso
con el nombre de Filipe I a partir de 1580, si bien en 1640 se inicia una
guerra de separación que llevaría a la independencia de Portugal en 1668, bajo
la dinastía de Bragança. Esta
“Guerra da Restauração” portuguesa llevaría a un enorme esfuerzo económico,
militar y constructivo en ambos lados de la Raia/Raya, empleando nuevas técnicas
de fortificación en las ciudades fronterizas: modelo abaluartado, de gran
complejidad, adaptado a la potencia de la artillería.
La
“Frontera de Guerra” adquiere mayor dimensión y el modelo se perfeccionará con
el tiempo, ya que la Guerra de Sucesión española (1701-1713) nos lleva a nuevas
batallas, que tendrán el espacio extremeño-alentejano como protagonista
principal, dada su situación en la línea directa Madrid-Lisboa, los espacios
sin obstáculos geográficos para la incursión de la pesada artillería y los
fértiles campos de promisión para los ejércitos (soldados y caballería).
Dentro
de esta “Línea de incursión” entre ambas capitales, el principal escudo de
defensa portugués lo formará la tenaza Campo Maior-Elvas-Olivenza, frente al
empuje invasivo de Badajoz. Escudo y flecha de incursión que continuarán
teniendo un protagonismo bélico de primera dimensión durante las invasiones
napoleónicas, ante las que una vez más se refuerzan y perfeccionan nuestras
defensas.
Habrá
que esperar a mediados del siglo XIX para que toda esta maquinaria deje de
tener esta función cruenta, quedando como testigo de tantos siglos de
enfrentamientos y levantamientos defensivos, que ahora constituyen un
patrimonio monumental de dimensiones colosales, sin par por su extensión,
concebido como sistema territorial y muestra del ingenio técnico humano.
Por
ello, en mayo de 2016 entró esta Raia/Raya fortificada en la Lista Indicativa a
Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, bajo iniciativa de Valença do Minho, Almeida,
Marvão y Elvas. Y por esto, se celebró en Olivenza -en marzo de este año- una
Jornada de Fortificaciones, en que se resaltó el valor del conjunto, y el papel
de esta población (alentejana hasta 1801, y extremeña desde entonces, a raíz de
la Guerra de las Naranjas) en el sistema luso-español.
Y lo
que podría ser un obstáculo diplomático y de sentimientos encontrados -el papel
de Olivenza en el conjunto y en la propuesta de Candidatura Patrimonial-, debe
ser una oferta singular por su papel en lo que fuera “Frontera de Guerra” y hoy
“Frontera de Paz”.
En la
Revista del “Centro de Estudos de Arquitectura Militar de Almeida” -que será
presentada a finales de agosto en el “XII Seminário Internacional sobre
Arquitectura Militar”, a desarrollar en Almeida, donde también se presentarán
las Actas de la Jornada de Olivenza-, va un certero trabajo del arquitecto
portugués Rui Ramos Loza, en el que dice:
“este territorio debe elegir-se como patrimonio de Paz. Esse pode ser o destino histórico de
Olivença, cidade patrimonial do mundo como símbolo desta raia desmilitarizada”. Y
propone de cara a la Candidatura a Patrimonio Mundial: “Um órgão de Gestão conjunto, com sede em Olivença”, sustentado
materialmente por los Gobiernos de España y Portugal.
Reto
apasionante, que los mejores especialistas en historia y patrimonio avalan,
como también el Gobierno portugués y el Presidente de la República. En las
Actas de la Jornada de Olivenza, Presidente de la Junta de Extremadura, de la Diputación
de Badajoz y Alcalde de Olivenza, respaldan la Candidatura y el papel de
Olivenza. Es cuestión ahora de continuar el trabajo ya iniciado.
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