FORTIFICACIONES
DE LAGOS: UN PASEO ENTRE EL MAR Y LA HIERBA
Moisés Cayetano Rosado
Aunque algo distanciado de la Raya, tendiendo hacia la
punta oeste del Algarve marítimo, Lagos
es una población muy apreciada por los que desde nuestra frontera nos decidimos
por las playas soleadas e inmensas del sur de Portugal.
Pero al margen de ese tesoro que constituyen las arenas
doradas de una costa que parece inacabable, Lagos pose el conjunto amurallado más extenso y completo del Algarve
marítimo, con origen romano, reconformación musulmana (siglo X), con
restauración y ampliación a finales del siglo XIII (bajo el rey D. Dinís) hasta
mediados del XIV (reinado de D. Afonso IV), lo que se conserva con mucha
integridad en la zona que mira al mar, hacia el este.
La mucha importancia que Lagos tuvo con los
descubrimientos portugueses se materializa en numerosas partidas de expediciones al norte de África, la costa hasta
Cabo Bojador Azores y Madeira, durante el siglo XV, lo que obliga a una
constante revisión de la fortaleza costera, como lugar de resguardo de
embarcaciones y preparación de flotas.
D. Manuel I
(1495-1521) ordenó reconstruir la parte de muralla que con los años
se había ido descuidando, se inicia el edificio de Paço dos Gobernadores (especie de Torre del Homenaje, frente al
mar) y se comienza una segunda línea de
murallas, a partir de 1521, más amplia y con diseño adaptado a las nuevas armas
ofensivas de la artillería. Esta segunda cerca se concluye bajo el reinado
de su hijo D. João III (1521-57), levantándose diversos baluartes, hasta
alcanzar un total de 14: seis mirando hacia el mar y ocho hacia tierra, sector
menos atendido hasta aquel tiempo.
Con estas actuaciones, Lagos pasa a tener la primera muralla abaluartada de Portugal -la Cerca Nova-, si bien el sistema es aún muy primario, pues salvo las
esquinas (con dos escudos formando ángulo agudo, como flechas cubriendo torres
adelantadas), los extensos paños de muralla apenas poseen torres cuadrangulares
con plataforma delantera sobresaliendo, como orejones rectos. Eso sí, todos
estos escudos y plataformas presentan amplias aberturas abocinadas, para
instalación de artillería.
En la actualidad, no conservan ni fosos, ni contraescarpa
al exterior; ni revellines protegiendo las extensas cortinas; ni taludes de
refuerzo interior, como es propio de las fortificaciones abaluartadas, ni
garitas, y ni siquiera caminos de ronda en adarves. De esta manera, más parece un amurallamiento tardomedieval
reforzado con torreones recrecidos para disponer elementos artilleros, a los que por delante se les hubiese dotado
de unas “mamparas” a manera de escudos artillados, planos en el recorrido
de los paños y como flechas en las esquinas.
Un interesante debate en el Grupo de facebook “Fortificaciones
Abaluartadas de la Raya a Patrimonio Mundial” reconfirman la novedad de este modelo abaluartado en
Portugal (Fabián Lavado), con aportación de interesantes reseñas
bibliográfica (Fabián Lavado y Juan Luis de la Montaña), cartográficas (Julián
García Blanco, Guillermo Duclós Bautista) y modelos comparables (Javier Santi
Petric y Fernando Cobos), así como de posibles diseñadores (Fernando Cobos
piensa que el diseño es del portugués Francisco de Holanda, en el siglo XVI),
entre otras valiosas consideraciones.
Plano de Lagos. Publicado en facebook por Julián García Blanco |
Toda la
fortificación es revisada, reforzada y modernizada en 1598 (tras los
ataques del corsario inglés Francis Drake), en 1621 (al aumentar la importancia del embarcadero de Lagos), en 1642 (por las Guerras de Restauração
contra España) y tras el destructivo
terremoto de 1755.
Actualmente, por
la zona sur y oeste, que forman entre sí casi un ángulo recto, se conservan tres baluartes triangulares
(en las puntas y el vértice) y cuatro rectos (dos en cada
cortina). Hacia el norte (bajando desde
la colina interior hacia la ría que da de inmediato al mar), apenas queda un
trozo de la muralla, habiendo desaparecido el resto engullido por la expansión
urbana, lo que ocurre a lo largo de toda la ría, hasta su tramo final: zona,
por cierto, de gran bullicio turístico.
En el tramo
del este, ya llegando al mar, no solo se conserva la muralla medieval (Cerca Velha) en buen estado -con
magnífica puerta de entrada flanqueada por dos altivas torres albarranas-, sino un refuerzo de finales del siglo XVI
(Cais da Ribeira: Embarcadero de la Ría), con diseño “a la moderna”, envolviendo al Paço dos Gobernadores, de principios de ese siglo. Éste
presenta almenas con saeteras como el resto de la Cerca Velha, algo que no aparece en el resto de las murallas.
Enfrente,
asentado en la orilla del mar, se construyó entre 1680 y 1690 el Forte da Ponta da Bandeira, como
defensa del acceso al embarcadero y de la propia muralla medieval de la ciudad.
Magnífico ejemplo de fuerte con planta cuadrangular, gruesas paredes de plano
inclinado, foso, puente levadizo y garitas cilíndricas restauradas. Visitable, didáctico, con singular
capilla forrada por azulejos del siglo XVII.
Puede
recorrerse todo el perímetro exterior de estas murallas -exento de
edificaciones al demolerse las adosadas a partir de 1955-, pasear cómodamente
en casi su totalidad por una senda sinuosa apenas separada de la escarpa y
rodeada de vegetación arbustiva y césped, lo que hace del paseo una delicia artística, histórica y… deportiva.
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