De Las Batuecas y la Peña de Francia a
la Sierra de Gata pasando por Coria, Ciudad Rodrigo y Almeida (III)
SAN MARTÍN, MIRANDA Y MOGARRAZ
Cuando bajas
de la Peña de Francia, la oferta de pueblos por los que buscar el tiempo
detenido es variada y, si no fuera por el tiempo limitado que uno se impone,
daría para quedarse una larga temporada.
Puestos a escoger, paramos inmediatamente al este en San Martín del Castañar: piedra,
ladrillo y adobe, tramados con madera, de abajo a arriba, constituyen su
atractivo singular. Con sus poco más de doscientos habitantes, silencio monacal,
sus calles laberínticas, rincones siempre preparados para admirar desde ellos
los cruces estrechísimos, las balconadas con los tiestos de flores, se nos
ofrece como un regalo para el paseo lento, admirativo.
Destaca
al fondo su castillo del siglo XV, donde se encuentra el cementerio y un centro
de interpretación “monumento a la biosfera”, que admira por su
detallismo, profusión de medios gráficos y técnicos, derroche informativo y
didáctico; al lado, una original y rústica plaza de toros queda a la espera de
las fiestas. Pero antes habremos de recorrer su amplia plaza central en forma de embudo, con pilón granítico al
medio y amplia galería de poyetes a su alrededor y cubierta de gruesos maderos:
sus pocos habitantes y los ocasionales turistas vemos desde allí pasar el
tiempo, apacible como los riachuelos de los alrededores, que invitan a pasar la
siesta refrescándonos en sus aguas.
Entre
plaza y castillo, la iglesia parroquial, comenzada a construir en
el siglo XIII, del que conserva los muros exteriores y una puerta; de tres
siglos más tarde es su bóveda de crucería o la airosa torre, con elevada
espadaña, y ya del XVIII su capilla mayor y el cimborrio. ¡Las prisas son malas
para levantar las iglesias!
De
San Martín pasamos a Miranda del Castañar, al sureste, dejando
al medio las aguas que no cesan de correr de sus arroyos, los robles, castaños
y cerezos, que se asoman a la carretera, se “ofrecen” al viajero, tentadores.
Miranda tiene una fisonomía urbana similar. Estos pueblos de sierra se alargan en los
valles y extienden sus ramales laterales, subiendo las laderas montuosas, donde
se ubica el castillo (del siglo XII éste, reconstruido en el XIV), aunque
ahora nos queda en el inicio del camino de subida, ganándole en altura su
iglesia parroquial.
El municipio dobla en habitantes al anterior,
pero también conoció tiempos mejores en
que quintuplicó su población: fue en los años cuarenta, antes de que la
emigración del “desarrollismo” diezmara la población, como no lo hicieron ni las
guerras sucesivas de su historia. Miranda fue la capital administrativa de la
Sierra de Francia tras la repoblación de Alfonso IX a comienzos del siglo XIII.
Como todos estos pueblos de la serranía, es
de admirar especialmente su trama urbanística, el caserío armónico de piedra-ladrillo-adobe-madera,
la vistosa sencillez de sus balcones tan floridos. ¡Y la comida serrana, donde se nos ofrecen estofados y asados de cochinillo,
cordero, cabrito y ternera, aunque no falta quien ya experimenta con
algunos toques de “cocina moderna”, que no son necesarios!
El día se puede completar en Mogarraz, que junto a los elementos
serranos ya descritos del trazado y caserío presenta una particularidad muy singular: en buen número de fachadas de las casas e instituciones del pueblo hay
grandes retratos de habitantes de la localidad, que el artista Florencio
Maíllo pintó sobre chapa metálica de
grandes dimensiones, tomando como referencia fotografías realizadas por
Alejandro Martín Criado en otoño del año 1967 para el carnet de identidad de los
protagonistas.
Son 388 imágenes en que se utiliza como técnica la encáustica, y
que fueron montadas en 2012, tras cuatro años de trabajo. Así, este pueblo de
trescientos habitantes, también duramente castigado por la emigración, revive
el pasado a través de sus moradores de mediados del siglo XX, que nos miran
atentamente desde las fachadas, álbum de piedra, cuaderno de viejas fotos
familiares.
Moisés Cayetano Rosado
No hay comentarios:
Publicar un comentario