jueves, 9 de abril de 2020


COMBOIO DE SAL E AÇUCAR, UNA PELÍCULA MARCANTE.
Buscando filmaciones con referencia a las antiguas colonias portuguesas en África, me encuentro con una película de extraordinario valor artístico y documental. Se trata de Comboio de sal e açúcar (https://www.youtube.com/watch?v=645fSM33b9A) del director brasileño/mozambicano Licinio Azecevo, que durante 93 minutos nos coloca ante la terrible situación de guerra en Mozambique, que se extendió por el proceso descolonizador desde 1964 hasta el final de la guerra civil subsiguiente, en 1992.
El film desarrolla la acción a finales de los años 80 y nos muestra el largo, simbólico y metafórico viaje de ciudadanos civiles en un tren que llega hasta la vecina Malawi, donde algunos de los pasajeros van para ganarse la vida intercambiando sal por azúcar, otros van a encontrarse con sus familias o por motivos de salud, etc., desafiando los peligros del sabotaje, los encuentros con la guerrilla, los asaltos y tiroteos, las minas y las bombas. Les acompañan grupo de soldados bien armados, como protección… que a veces se convierte en un problema más por sus abusos de toda clase para con la indefensa población civil.
El tempo lento de la filmación, la sabia combinación de planos largos, mostrando los paisajes mozambicanos con planos cortos de los personajes -tan bien retratados psicológicamente-, así como la acción trepidante en las confrontaciones con la guerrilla, mantienen siempre alerta la atención del espectador. El argumento general del viaje interminable, lleno de percances, junto a la problemática particularizada de los principales intervinientes, van tejiendo un universo de vivencias que nos sitúan firmemente ante el problema de la guerra, ante las diferentes actitudes humanas para afrontarla, ante la generosidad y la vileza de unos y de otros.
Los diálogos (vencida la dificultad de la versión en portugués con el acento del país africano), son de una extraordinaria carga emotiva, y contienen frases de una sabiduría y sensatez brillante. Ante una conversación entre dos de las viajeras, una intercambiadora de sal por azúcar y una joven enfermera que va a reunirse con su familiar y está llena de temores, la primera dice: pensar demais dá dor de cabeça e não enche a barriga: la lucha por la subsistencia no “permite” esas “exquisiteces”, sino tirar hacia adelante como sea, sin reparar en consecuencias, por otra parte inevitables.
O esto otro: quem espera que tudo seja perfeito, acaba perdendo oportunidades: el aprendizaje de que las ensoñaciones sin base pueden evaporar las pequeñas consecuciones de la realidad del día a día.
La enfermera se va enamorando a lo largo del trayecto de un joven oficial, muy alejado de la falta de sensibilidad reinante en sus compañeros, y le dice:
- Eu pensei que todos os militares gostam de guerra.
A lo que el joven le contesta:
- Isso é o mesmo que dizer que todos os enfermeiros gostam da doença.
O sea, aquello de “Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum”
Vean esta coproducción de Mozambique, Portugal, Brasil, África del Sur y Francia, que se estrenaba en 2017, ha cosechado diversos y merecidos premios, y en 2018 fue nominada a los Óscar. Sientan el dolor de un pueblo largamente herido, de grandes riquezas naturales y humanas, que merece lo mejor, y que aún arrastra la amenaza de dos millones de “minas terrestres”, sobre todo en las zonas rurales del país.
Moisés Cayetano Rosado

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