COMBOIO
DE SAL E AÇUCAR, UNA PELÍCULA MARCANTE.
Buscando
filmaciones con referencia a las antiguas colonias portuguesas en África, me
encuentro con una película de extraordinario valor artístico y documental. Se
trata de Comboio de sal e açúcar (https://www.youtube.com/watch?v=645fSM33b9A) del director brasileño/mozambicano Licinio Azecevo, que
durante 93 minutos nos coloca ante la terrible situación de guerra en
Mozambique, que se extendió por el proceso descolonizador desde 1964 hasta el
final de la guerra civil subsiguiente, en 1992.
El film
desarrolla la acción a finales de los años 80 y nos muestra el largo, simbólico
y metafórico viaje de ciudadanos civiles en un tren que llega hasta la vecina
Malawi, donde algunos de los pasajeros van para ganarse la vida intercambiando
sal por azúcar, otros van a encontrarse con sus familias o por motivos de
salud, etc., desafiando los peligros del sabotaje, los encuentros con la
guerrilla, los asaltos y tiroteos, las minas y las bombas. Les acompañan grupo
de soldados bien armados, como protección… que a veces se convierte en un
problema más por sus abusos de toda clase para con la indefensa población
civil.
El tempo lento de la filmación, la sabia
combinación de planos largos, mostrando los paisajes mozambicanos con planos
cortos de los personajes -tan bien retratados psicológicamente-, así como la
acción trepidante en las confrontaciones con la guerrilla, mantienen siempre
alerta la atención del espectador. El argumento general del viaje interminable,
lleno de percances, junto a la problemática particularizada de los principales
intervinientes, van tejiendo un universo de vivencias que nos sitúan firmemente
ante el problema de la guerra, ante las diferentes actitudes humanas para
afrontarla, ante la generosidad y la vileza de unos y de otros.
Los diálogos
(vencida la dificultad de la versión en portugués con el acento del país
africano), son de una extraordinaria carga emotiva, y contienen frases de una
sabiduría y sensatez brillante. Ante una conversación entre dos de las
viajeras, una intercambiadora de sal por azúcar y una joven enfermera que va a
reunirse con su familiar y está llena de temores, la primera dice: pensar demais dá dor de cabeça e não enche a
barriga: la lucha por la subsistencia no “permite” esas “exquisiteces”,
sino tirar hacia adelante como sea, sin reparar en consecuencias, por otra
parte inevitables.
O esto otro:
quem espera que tudo seja perfeito, acaba
perdendo oportunidades: el aprendizaje de que las ensoñaciones sin base
pueden evaporar las pequeñas consecuciones de la realidad del día a día.
La enfermera
se va enamorando a lo largo del trayecto de un joven oficial, muy alejado de la
falta de sensibilidad reinante en sus compañeros, y le dice:
- Eu pensei que todos os militares
gostam de guerra.
A lo que el
joven le contesta:
- Isso é o mesmo que dizer que todos
os enfermeiros gostam da doença.
O sea,
aquello de “Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum”
Vean esta
coproducción de Mozambique, Portugal, Brasil, África del Sur y Francia, que se
estrenaba en 2017, ha cosechado diversos y merecidos premios, y en 2018 fue
nominada a los Óscar. Sientan el dolor de un pueblo largamente herido, de
grandes riquezas naturales y humanas, que merece lo mejor, y que aún arrastra
la amenaza de dos millones de “minas terrestres”, sobre todo en las zonas
rurales del país.
Moisés
Cayetano Rosado
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