sábado, 25 de abril de 2020


SALGUEIRO MAIA Y LA REVOLUÇÃO DOS CRAVOS
Moisés Cayetano Rosado
Doctor en Geografía e Historia

Este año las conmemoraciones de la Revolução dos Cravos no podrán contar en Portugal con la habitual alegría desbordante en las calles de pueblos y ciudades, desde que en aquella madrugada del 25 de abril de 1974 el Movimento das Forças Armadas (MFA) derrumbara la larga dictadura de casi medio siglo y acabara con las sangrientas guerras coloniales de 13 años de duración.
Pero eso no es inconveniente para que podamos recordarla con admiración un año más, reflexionar sobre ella y apuntar algún detalle dentro de lo mucho que ya, pasados 46 años, se ha ido divulgando.
Así, quisiera llamar la atención sobre uno de los protagonistas fundamentales de aquel día de triunfo para las aspiraciones de paz y libertad para el pueblo portugués: el Capitão Fernando Salgueiro Maia, que junto a otros nombres como Otelo Saraiva de Carvalho o António de Spínola será uno de los protagonistas triunfales de lo que en ese día no era en principio más que un “Golpe militar”, que evolucionó a Revolución en los días y meses siguientes.
Si el mayor (comandante) Otelo fue el “cerebro” del Plan de Operaciones que llevarían a cabo las principales unidades  militares, y coordinador hasta el total triunfo en la tarde del día 25, y si el general Spínola obtuvo la “transmisión de poderes” del Presidente del Gobierno, Marcelo Caetano, pasando seguidamente a  presidir la “Junta de Salvación Nacional” y luego la Presidencia de la República, el capitán de caballería Salgueiro Maia iría a ser el protagonista de los sucesos más decisivos en la Operação Viragem Histórica, como se llamó al conjunto de operaciones que en menos de un día cambió radicalmente el sistema político de Portugal.
Salgueiro Maia, alentejano, nacido en Castelo de Vide a mediados de 1944, había participado en las terribles guerras coloniales, combatiendo en Mozambique y en Guinea entre 1968 y 1973 -primero como alférez, después teniente y luego capitán, cuando tenía entre 23 y 28 años-, pasando a continuación a la Escuela Práctica de Caballería de Santarém.
En la madrugada del 25 de abril de 1974 dirige desde allí la columna que marcha hacia Lisboa para llegar al Terreiro do Paço (Praça do Comercio, a orillas del Tajo), donde tenía encomendado prender al Ministro del Ejército, que en la confusión logra huir por una zona trasera del Ministerio. Salguero Maia se juega la vida enfrentándose a los tanques gubernamentales que aparecen para neutralizar su acción, especialmente cuando el brigadeiro (general de brigada) Junqueira dos Reis ordena fuego artillero contra él, al acercase solo, a pecho descubierto, con una granada en el bolsillo como última alternativa para una muerte junto a sus oponentes. Lo libran de ello la negativa del alférez Fernando Sottomayor  y el cabo apuntador José Alves Costa, que estaban a los mandos del carro de combate. El brigadeiro se retira; tropas y armamento quedan bajo las órdenes de Salgueiro Maia.
Terminada su misión con éxito en este lugar, se le es ordenado subir al Largo do Carmo, sede de la GNR (Guardia Nacional Republicana) para prende al Presidente del Gobierno, que se había refugiado allí, al constituir la GNR la fuerza militar más confiables para el régimen.
Su larga, tensa, arriesgada negociación, llena de templanza ante la urgencia de acabar con la situación de enorme peligro, que aconsejaba disparos de artillería mayor y que él supo contener, fue decisiva para que no hubiera víctimas, para que el levantamiento militar no se convirtiera en una más que posible masacre: el espacio circundante estaba lleno de personas que asistían en directo a la caída del Régimen dictatorial, subidos a los árboles, a las ventanas y balcones de los edificios circundantes, a los tejados e incluso a las piezas de artillería que cercaban el cuartel, en una “comunión” pueblo-fuerzas militares sin precedentes.
Una vez llegado Spínola a hacerse cargo del poder, escolta a Marcelo Caetano en su salida del cuartel, consiguiendo que el triunfo discurra sin derramamiento de sangre.
Salgueiro Maia supone imponerse a las circunstancias más adversas de la guerra colonial y acometer en pocas horas las acciones más arriesgadas con templanza y dignidad, desde una juventud muy experimentada en las contrariedades. Después, hasta su muerte por cáncer en 1992, vendrían tiempos oscuros, desconsiderados para con una figura de su talla humana y militar que no es momento ahora de rememorar, pero que espero detallar en una publicación en que estoy trabajando para su publicación por la Fundación Caja Badajoz.
El proceso posrevolucionario tuvo sus sombras sobre las que hay que proyectar luz para entenderlo en su conjunto por completo. Pero el 25 de abril de 1974 quedará para siempre como una fecha sin igual en la resolución de los máximos conflictos, con la intervención de jóvenes militares dispuestos a colaborar incondicionalmente con el pueblo en la conquista de la libertad.


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