DE MOURÃO A ALCONCHEL, ATRAVESANDO LA RAYA
Sierras rayanas entre Mourão y Alconchel |
Moisés Cayetano Rosado
En el Baixo Alentejo, marcado en la Raya por castillos
y fortificaciones, lomas adehesadas y rebaños de ovejas, nos acerca Mourão, por
la inmensa planicie, hasta Villanueva del Fresno.
Pero Mourão
merece una visita, un paseo tranquilo por sus quebradas calles, y en especial
subir a su Castelo, antes de cruzar la frontera. Castillo construido en
1343, bajo el reinado de D. Afonso IV, en un punto dominante de la villa, alternando
la predominante pizarra con mármol y granito. Su planta rectangular se refuerza
con seis torres cuadradas, accediéndose al interior por dos grandes puertas.
Maqueta y castillo real al fondo, Mourão |
Las guerras medievales tendrán continuidad en la Edad
Moderna, especialmente con la sublevación de Portugal contra la Unión
Peninsular (1640-1668), por lo que se remodela la cerca exterior, dotándola con
cuatro baluartes en los ángulos de la muralla, así como revellines protegiendo
las cortinas de la misma. De todo ello, queda un patrimonio interesante que
precisa, especialmente en los refuerzos abaluartados, de una rehabilitación que
resalte su valiosa monumentalidad.
Villanueva también
es otro símbolo contundente de nuestras luchas de frontera. De su fundación,
seguramente templaria, apenas quedan en pie unos paredones del castillo
defensivo: al capitular durante la Guerra de Restauración, fue saqueado y
arrasado. De esa fecha, eso sí, nos resta el diseño de su traza urbana, de
calles amplias y rectas, que salen de la plaza central donde se encuentran la
Iglesia parroquial y el Ayuntamiento.
Villanueva del Fresno en las Guerras de Restauração (en 1662) |
Importa
destacar la armonía de este pueblo encalado, de los más representativos de
nuestros pueblos blancos, muy agradable de pasear con sosiego y
tapear en sus bares, sin olvidar una visita a la Iglesia parroquial de la
Inmaculada Concepción, neoclásica, del siglo XVIII, con importantes retablos
barrocos.
Hacia el norte,
a una docena de kilómetros, está Alconchel. Desde mitad de camino ya vamos
disfrutando de la airosa vista del castillo. Impresionante fortaleza
templaria, del siglo XIV, que culmina un monte en forma de triángulo equilátero
casi perfecto. La Torre del Homenaje, prismática, de sección cuadrangular,
domina un amplísimo entorno. El castillo tiene refuerzos para disponer armas
pesadas de artillería, a causa también de la Guerra de Restauración, lo que
contribuye a acentuar su carácter inexpugnable y de bronca belleza.
Vista de Alconchel desde el castillo |
Desde allí, las
vistas al caserío son excelentes, destacando la blancura de las fachadas, el
rojo de las techumbres, el serpenteo de sus calles. Y en ellas, encontramos
esa disposición para la copa y el tapeo tan propia de nuestros pueblos
extremeños, que aquí se completa con la calidad y buen precio de la comida extremeña
de sus restaurantes, cuidados y agradables.
Si fuéramos desde esta población a Badajoz, no estaría
mal desviarnos hasta Cheles, en la
frontera, al pie del Guadiana, en ese gran remanso que forma la cola del
embalse de Alqueva, y donde se guarda el
secreto de la preparación de los peces de río, que como en pocos lugares
podremos disfrutar.
Increíble visión y ajustado comentario Moisés. Disfruto cada vez que recibo tus mensajes y abro tu blog. Se lo he indicado a quienes asisten a las charlas de fortificaciones en Argentina. Abrazo para ti y tu esposa....y sigue subiendo maravillas.
ResponderEliminarGracias, Manuel, por tus generosas palabras. Un abrazo también para ti y tu esposa.
EliminarMoisés.
Me centro en esos peces de Cheles. Para mi, que soy más de carnes ibéricas, me parece milagroso como se preparan, como preparan, esos animalillos de nuestro Guadiana.
ResponderEliminarSin duda, son unos artistas...
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