miércoles, 5 de noviembre de 2014

DE MOURÃO A ALCONCHEL, ATRAVESANDO LA RAYA
Sierras rayanas entre Mourão y Alconchel
Moisés Cayetano Rosado

En el Baixo Alentejo, marcado en la Raya por castillos y fortificaciones, lomas adehesadas y rebaños de ovejas, nos acerca Mourão, por la inmensa planicie, hasta Villanueva del Fresno.
Pero Mourão merece una visita, un paseo tranquilo por sus quebradas calles, y en especial subir a su Castelo, antes de cruzar la frontera. Castillo construido en 1343, bajo el reinado de D. Afonso IV, en un punto dominante de la villa, alternando la predominante pizarra con mármol y granito. Su planta rectangular se refuerza con seis torres cuadradas, accediéndose al interior por dos grandes puertas.
Maqueta y castillo real al fondo, Mourão
Las guerras medievales tendrán continuidad en la Edad Moderna, especialmente con la sublevación de Portugal contra la Unión Peninsular (1640-1668), por lo que se remodela la cerca exterior, dotándola con cuatro baluartes en los ángulos de la muralla, así como revellines protegiendo las cortinas de la misma. De todo ello, queda un patrimonio interesante que precisa, especialmente en los refuerzos abaluartados, de una rehabilitación que resalte su valiosa monumentalidad.
Villanueva también es otro símbolo contundente de nuestras luchas de frontera. De su fundación, seguramente templaria, apenas quedan en pie unos paredones del castillo defensivo: al capitular durante la Guerra de Restauración, fue saqueado y arrasado. De esa fecha, eso sí, nos resta el diseño de su traza urbana, de calles amplias y rectas, que salen de la plaza central donde se encuentran la Iglesia parroquial y el Ayuntamiento.
Villanueva del Fresno en las Guerras de Restauração (en 1662)
Importa destacar la armonía de este pueblo encalado, de los más representativos de nuestros pueblos blancos, muy agradable de pasear con sosiego y tapear en sus bares, sin olvidar una visita a la Iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, neoclásica, del siglo XVIII, con importantes retablos barrocos.
Hacia el norte, a una docena de kilómetros, está Alconchel. Desde mitad de camino ya vamos disfrutando de la airosa vista del castillo. Impresionante fortaleza templaria, del siglo XIV, que culmina un monte en forma de triángulo equilátero casi perfecto. La Torre del Homenaje, prismática, de sección cuadrangular, domina un amplísimo entorno. El castillo tiene refuerzos para disponer armas pesadas de artillería, a causa también de la Guerra de Restauración, lo que contribuye a acentuar su carácter inexpugnable y de bronca belleza.
Vista de Alconchel desde el castillo
Desde allí, las vistas al caserío son excelentes, destacando la blancura de las fachadas, el rojo de las techumbres, el serpenteo de sus calles. Y en ellas, encontramos esa disposición para la copa y el tapeo tan propia de nuestros pueblos extremeños, que aquí se completa con la calidad y buen precio de la comida extremeña de sus restaurantes, cuidados y agradables.

Si fuéramos desde esta población a Badajoz, no estaría mal desviarnos hasta Cheles, en la frontera, al pie del Guadiana, en ese gran remanso que forma la cola del embalse de Alqueva, y donde se guarda el secreto de la preparación de los peces de río, que como en pocos lugares podremos disfrutar.

4 comentarios:

  1. Increíble visión y ajustado comentario Moisés. Disfruto cada vez que recibo tus mensajes y abro tu blog. Se lo he indicado a quienes asisten a las charlas de fortificaciones en Argentina. Abrazo para ti y tu esposa....y sigue subiendo maravillas.

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    1. Gracias, Manuel, por tus generosas palabras. Un abrazo también para ti y tu esposa.
      Moisés.

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  2. Me centro en esos peces de Cheles. Para mi, que soy más de carnes ibéricas, me parece milagroso como se preparan, como preparan, esos animalillos de nuestro Guadiana.

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