LA SANGRÍA DE
EXTREMADURA Y LA HEMORRAGIA DE ALENTEJO
Moisés Cayetano
Rosado
Los años del desarrollismo fueron
traumatizantes para regiones europeas del sur, como Alentejo interior
(distritos de Portalegre, Évora y Beja) y Extremadura española. Las buenas
perspectivas económico-laborales de Centroeuropa y de las áreas industriales de
nuestros dos respectivos países les colocaron a la cabeza de la emigración
mediterránea.
Entre 1951 y 1975 Extremadura perdió 671.000
habitantes, el 48% de su población, y Alentejo 308.000, el 44% de sus
habitantes: los más jóvenes, en edad de trabajar y de reproducirse. Quedaron
así ambas regiones sin un magnífico capital humano y con un índice de
ancianidad devastador.
Las consecuencias se han arrastrado decenio
tras decenio, pues el retorno ha sido una utopía irrealizable y la renovación
poblacional ha estado lastrada por el envejecimiento de la pirámide de edades.
Cierto que para buen número de los que
emigraron eso supuso una liberación de la miseria, la falta de recursos y
futuro, pero para ambas regiones fue una pérdida de capital humano
extraordinario, sin que la contrapartida de ahorros trasvasados, envíos de
remesas y transferencias económicas, les haya levantado de su postración.
Así, en la Europa de 12 miembros y 107 regiones
de la época, en el ranking Producto Interior Bruto/Población antes de comenzar
las grandes migraciones, por 1950, Alentejo ocupaba el puesto 97 y Extremadura
el 107. Varios años después de la crisis mundial de 1973 (que acabó con la
masificación migratoria), en 1977, Alentejo pasó al puesto 104 y Extremadura
ocupó el 102, según datos de la Oficina Estadística de la C.E. (Basic
Statistics of the Commumity).
Y si en el caso de Extremadura ha llevado el
fenómeno a un estancamiento en el número de habitantes, en el de Alentejo ha
sido mucho peor, pues la emigración no ha cesado en todo el tiempo, algo que
parece puede ser el signo de futuro para ambas regiones, tras la nueva crisis
de 2008.
Así, en 1981, acabada aquella arrolladora etapa
migratoria desarrollista europea, la región extremeña tenía 1.065.000
habitantes, de los 37.750.000 que poblaban España. Treinta años antes, eran 1.400.000
del total nacional de 28.100.000.
¿Nos vamos recuperando de esta tendencia
desertizadora? Hoy día, a comienzos de 2015, Extremadura no pasa de 1.100.000
habitantes (España subió a 47.000.000), o sea se ha estancado, al tiempo que su
población se envejece irremisiblemente.
¿Cuál es el caso de este Alentejo interior tan
castigado? Pues que en 1981 lo poblaban 505.000 personas, de las 9.850.000 que
tenía Portugal. También antes de iniciarse la estampida migratoria, en 1950,
las cifras eran sustancialmente distintas: 700.000 habitantes Alentejo, de los
8.450.000 de Portugal.
¿Y qué ocurre en la actualidad? Pues que
Portugal ha subido -como España- en número de habitantes: 10.500.000, mientras
que Alentejo baja considerablemente, quedando en 395.000 residentes. (Ver
CUADRO DE POBLACIÓN)
CUADRO DE POBLACIÓN
Año España Extremadura Portugal Alentejo interior
1950 28.100.000 1.400.000 8.450.000 700.000
1981 37.750.000 1.065.000 9.850.000 505.000
2015 47.000.000 1.100.000 10.500.000 395.000
Densidad en
año
2015 93’13 (h/km2) 26’42 113’65 16’68 ..
Fuente. INE España
y Portugal (cifras redondeadas)
De esta manera, podemos decir que si la segunda mitad del siglo XX y
comienzos del XXI han sido para Extremadura de una sangría permanente, que en
los años sesenta fue de auténtica hemorragia, para Alentejo la hemorragia incontenible
ha continuado. En ambas regiones el futuro es difícil, pero en el caso
alentejano es fatal, como nos muestra su alarmante baja densidad (16’68
habitantes por kilómetro cuadrado, casi siete veces menor que la media
portuguesa), diez puntos por debajo de la ya de por sí bajísima densidad
extremeña (26’42 h/km2, 3’5 veces menor que la media española). Y muchas
comarcas de ambas regiones son ya auténticos desiertos poblacionales, con
pueblos que terminarán vaciándose por completo.
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