martes, 25 de junio de 2019


PASEO POR LAS FORTIFICACIONES DE BADAJOZ

MOISÉS CAYETANO ROSADO

Emplear unas tres horas en recorrer las fortificaciones de Badajoz es sumergirnos en un recorrido por la historia, esencialmente desde finales del siglo IX hasta el siglo XIX, en un espacio de ocho o diez kilómetros entre lo urbano y periurbano, que nos hará tomar conciencia de lo extraordinario de un patrimonio monumental de alto valor, pese a las destrucciones y adulteraciones contemporáneas.
Tomando como punto de partida la Torre de Espantaperros -soberbia atalaya octogonal almohade coronada por templete mudéjar-, nos dirigiremos a continuación hacia la Plaza Alta, de sabor entre medieval y renacentista, para entrar en la Alcazaba musulmana por la Puerta del Capitel, desde donde accedemos a este recinto de 80.000 metros cuadrados y 1.250 metros de muralla, levantada inicialmente en el siglo IX y completada por los almohades desde el XI al XIII.
Espectaculares son las vistas a las Vegas del Guadiana al este, al Fuerte de San Cristóbal al norte, a la vecina ciudad de Elvas al oeste y al interior de la misma, con su Palacio de los Duques de Feria (actual Museo Arqueológico), la Torre de los Acevedos y la Torre de la Iglesia de Santa María (donde está la actual Biblioteca de Extremadura), las ruinas de la Iglesia de la Consolación y la Ermita del Rosario, entre otros elementos patrimoniales, además de sus jardines y paseos, así los ríos Rivillas y Guadiana a sus pies.
Saldremos de la Alcazaba por la reconstruida Puerta de Carros, para tomar el Puente de la Autonomía, que nos lleva al Fuerte de San Cristóbal, fácil de recorrer exteriormente por sus glacis. Ahí nos damos cuenta del ingenio constructivo del nuevo sistema abaluartado: ahora no tenemos, como en la Alcazaba, altos paredones inaccesibles por escalada, sino inclinados terraplenes que impiden ver el interior, con lo que se obstaculiza el impacto de la artillería en los lienzos de muralla. Estos lienzos quedan protegidos, en fuego cruzado, por baluartes, semibaluartes y revellines, siendo en este caso un amplio triángulo cubriendo la entrada directa desde Campo Maior.
El Fuerte de San Cristóbal (cuyo interior hubiera merecido la consolidación de las ruinas de la Casa del Gobernador y los cuerpos de estancias de oficiales, suboficiales y tropa) ofrece unas vistas hacia el entorno extraordinarias, cumpliendo su misión de salvaguarda de la ciudad en uno de los punto más vulnerables: este elevado Cerro de San Cristóbal, que compite con el Cerro de la Muela al otro lado del río, donde se encuentra la Alcazaba.
Desde el Fuerte, por lo que fuera el camino cubierto -ahora ocupado por viales y grupos residenciales-, llegamos al Hornabeque de la cabecera exterior del Puente de Palmas, único acceso de la época a la ciudad desde Portugal. Estamos ante otro elemento defensivo, que al igual que el anterior se construiría a comienzos de la Guerra de Restauração portuguesa (1640-1668), constituyendo el conjunto fortificado artillado más sólido de la fortificación, invulnerable, al tiempo que de excelente construcción, complejidad y belleza.
El Hornabeque es otro buen lugar para que el caminante haga un alto -tras llevar una hora de paseo-, para contemplar una panorámica de la ciudad, en la que destacan la propia Alcazaba, la cúpula de la Iglesia de la Concepción, la torre de la Catedral y las torres de la Giralda y las Tres Campanas, además de la expansión urbana del siglo XX, hacia el oeste. El mismo tablero del Puente de Palmas, sus airosos arcos de medio punto, sus orillas ajardinadas… constituyen otro recurso más de atracción.
Salvado el Guadiana por el Puente renacentista de Palmas, llegamos a la Puerta del mismo nombre y época, desde donde nos internaremos en la muralla abaluartada de los siglos XVII y XVIII, comenzando por el Baluarte de San Vicente, que hasta el de San José alberga en los fosos los Jardines Infantiles, y tiene al exterior -protegiendo el lienzo de muralla que los une- al revellín donde se ubica el Auditorio Ricardo Carapeto.
Este espacio merece una visita reposada para admirar en todo su valor los elementos esenciales de la fortificación abaluartada: los dos baluartes que limitan el lienzo de muralla donde están los jardines, y que tiene adosada la portada de la antigua ermita de la Soledad, de hornacina y templete barrocos, en mármol, de notable calidad; el complejo revellín que lo protege, transformado en auditorio multiusos; la poterna en recodo abierta en el flanco izquierdo del Baluarte de San Vicente; el propio foso, profundo y amplio…
Por esta poterna del primer baluarte podemos acceder al paseo de ronda interior, que da a los Jardines de Castelar, o podríamos proseguir por los fosos hacia el tramo más castigado por las destrucciones que abrieron amplias brechas durante la II República y los años sesenta del siglo XX para expandir sin obstáculos la ciudad, eliminando lienzos de muralla, revellines, fosos, glacis y el Baluarte de San Juan (donde se abre la Avenida de Europa).
Retomamos la fortificación en Puerta Pilar, para ver a continuación -ya despejado en su exterior de las antiguas instalaciones del Colegio de Nuestra Señora de Bótoa- el Baluarte de San Roque, y -tras otra brecha de comunicación vial- el de Santa María, que aún conserva antiguas instalaciones exteriores en sus fosos, siendo preciso también que sean despejadas. El Fuerte de Pardaleras -que protegía el exterior de esta Puerta, reforzando así otro punto vulnerable de la ciudad-, así como el revellín delante de la misma, fosos, glacis y camino cubierto, son otros elementos que han desaparecido -transformado el primero antes en Prisión Provincial y después en el MEIAC (Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo)-, y ocupado el resto por viales, caserío y plaza.
Entre este Baluarte y el de la Trinidad otra vez recorremos un amplio espacio ajardinado, en el que se ha instalado el Obelisco homenaje a los caídos en la Guerra de la Independencia, entre 1811 y 1812, conmemorando especialmente la toma de la ciudad por ese punto a cargo de los ingleses en abril de 1812.
Podemos pasar al interior de la fortificación por este punto -otra vez con brecha urbana- para recorrer el interior del Baluarte de la Trinidad, cuyas “monumentales” escalinatas recientemente construidas sustituyen a lo que debería ser una rampa de acceso a la artillería. Su paseo de ronda nos ofrece otra vez más la oportunidad de contemplar los amplios espacios exteriores, precisamente en los puntos más vulnerables de la ciudad durante las guerras de la Edad Moderna, y por ello los que se refuerzan con especial atención. Ahí tenemos el Revellín de San Roque, que en sí es un fuerte en toda regla, y el Fuerte de la Picuriña, del que se conservan las ruinas de parte de sus murallas e instalaciones interiores, precisadas de recuperación.
El Revellín de San Roque, como el Fuerte de San Cristóbal, puede ser recorrido perimetralmente, y de esta forma podemos admirar sus amplios fosos y la calidad de su escarpa y contraescarpa. Desde él, volvemos al Baluarte de la Trinidad, por los Jardines de San Roque, para subir por el interior hasta el Baluarte de San Pedro, desde donde se nos ofrece enseguida la Torre de Espantaperros, en que iniciamos el recorrido.
Toda una lección de historia, de arte y patrimonio natural y construido, alrededor de nuestras defensas fortificadas, que bien merecen ser respetadas, atendidas en una cuidadosa restauración en lo que resta, para incorporarse al proyecto en marcha de las “Fortificaciones de la frontera luso-española como Patrimonio de la Humanidad”.

miércoles, 19 de junio de 2019


LA EUROCIUDAD DEL SUROESTE IBÉRICO: DOCUMENTACIÓN Y DIVULGACIÓN

MOISÉS CAYETANO ROSADO
Doctor en Geografía e Historia

Que Badajoz, Campo Maior y Elvas formen una Eurocidad supone una importante baza a la hora de captar fondos europeos, con los que financiar proyectos institucionales, de los que se ha visto beneficiado notablemente nuestro patrimonio histórico-artístico monumental. A ello se unen, y han de seguir uniéndose, otros proyectos en los más variados ámbitos, como el laboral, empresarial, educativo, cultural, deportivo, turístico, administrativo, etc.
La experiencia desarrollada por la Eurociudad San Sebastián-Bayona, con 26 años de recorrido, sirve de ejemplo para las que han ido naciendo después, como son las de Tui-Valença do Minho, Salvaterra-Monção y de Chaves-Verín en la Raya/Raia norte luso-español, o la de Ayamonte-Vila Real de Santo António- Castro Marim, en el sur (Andalucía-Algarve). Y ha de servir de ejemplo para nosotros y para otras que deberán conformarse, como es el caso de Almeida-Ciudad Rodrigo, que está dando los pasos necesarios para su creación, junto a Fuentes de Oñoro.
Por lo anterior, podemos observar que la conformación de eurociudades en nuestras fronteras (con Portugal y Francia) cobra especial importancia en la raya luso-española, y lo es fundamentalmente por la “transparencia” del espacio fronterizo: no existen especiales barreras naturales, sino más bien al contrario, continuidad espacial natural, con notable cercanía territorial, hasta el punto que la mayoría están visualmente conectadas, cual es el caso de Tui-Valença do Minho, Salvaterra-Monção, Ayamonte-Vila Real-Castro Marim y Badajoz-Campo Maior-Elvas. Pero también por el propio patrimonio monumental compartido y “explicado” a causa de nuestra cercanía vecinal, especialmente el patrimonio militar, o sea, las fortalezas, tanto medievales (castillos) como de la Edad Moderna (fortificaciones abaluartadas), que les da especial, peculiar y relevante identidad e importancia.
Estos conjuntos, eurociudades, de nuestra raya ibérica deberán ser completados con otros más, que en nuestro espacio regional tienen muy clara interacción histórica, patrimonial y vecinal con la región alentejana, como ocurre con Valencia de Alcántara-Marvão-Castelo de Vide, Alburquerque-La Codosera-Arronches o Villanueva del Fresno-Mourão.
Conjuntos en general de una potencia patrimonial artístico-monumental difícilmente igualable en otros espacios geográficos. Se han ido enriqueciendo a lo largo de la historia precisamente por los enfrentamientos que desde la conformación de los reinos peninsulares en la Edad Media han disputado los terrenos fronterizos (en especial los primeros avances en la configuración de Portugal como reino, de 1145 a 1185, bajo Afonso Henriques, así como las Guerras Fernandinas contra Castilla entre 1369 y 1382), y que en la Edad Moderna se remontaron en continuas conflagraciones, especialmente la Guerra de Restauração de Portugal (1640-1668), la Guerra de Sucesión a la Corona de España (1701-1714) y las Invasiones Napoleónicas (1807-1812). Al haber sido prioritario espacio de penetración en las ofensivas bélicas, las fortalezas levantadas en la frontera extremeño-alentejana -y en especial en las “llaves de los respectivos reinos”, Elvas-Badajoz-, resultan las más portentosas, completas en sus estructuras defensivas y densas del conjunto ibérico rayano.
Y ocurre que en todos estos conjunto de eurociudades, la más densamente poblada -dentro de la alarmante baja densidad y el envejecimiento poblacional- es precisamente la que nos atañe ahora: la del “triángulo geográfico” Badajoz-Campo Maior-Elvas, cuya situación en el eje Madrid-Lisboa le dio el protagonismo histórico de mayor relevancia y en la actualidad las perspectivas de desarrollo futuro en infraestructuras, comunicaciones y asentamientos logísticos de mejores condiciones objetivas. Algo que hay que aprovechar para el desenvolvimiento socio-económico de nuestra área, tan deprimida en lo demográfico, económico y laboral, y urgentemente necesitada de reactivación.
Y todo ello hay que estudiarlo en profundidad, documentarlo, divulgarlo, para un mayor conocimiento y para una mejor preparación de planes y proyectos, para una mejor oferta al que nos visita, para una exitosa consecución de fondos europeos.
De ahí que el trabajo dentro de la aspiración a que la “Raya abaluartada” sea Patrimonio de la Humanidad (en la que están implicadas precisamente las eurociudades atrás enumeradas) resulte en estos momentos crucial; desde hace tres años, se encuentra en la Lista Indicativa presentada por Portugal a la UNESCO, y aprobada como tal, liderándolo Valença do Minho, Almeida, Marvão y Elvas.
De ahí que publicaciones como la extensa, enciclopédica (geográfica, histórica, antropológica socio-económica, empresarial…), “Convergencia Ibérica, ¿Quo vadis Iberia?”, que coordina el profesor de la Universidad de Extremadura Luis Fernando de la Macorra, a punto de salir de la Imprenta de la Diputación de Badajoz, sean imprescindibles.
De ahí que la interconexión y acción conjunta de las distintas eurociudades nos sea vital a la hora de plantear proyectos de alcance transfronterizo global, bajo el signo de problemáticas, necesidades y posibilidades similares.
Y de ahí que ya sea hora de que nuestra Eurociudad del Suroeste Ibérico se plantee la conveniencia de editar una Revista de Estudios Transfronterizos que aborde estas cuestiones de forma rigurosa y al mismo tiempo accesible para todos, con lo que dar pie a un liderazgo en cuanto a la documentación y divulgación de estas potencialidades que conforman la Raya/Raia, para ponerlas en su justo y considerable valor. Y para aspirar fundamentadamente a un cambio de futuro en un espacio para el que se pronostica aún más despoblación, aún más dificultades socio-laborales.
Hay que abordar el futuro conjuntado fuerzas desde el razonamiento, los proyectos sólidos y las reivindicaciones basadas en nuestras posibilidades reales, tanto tiempo sometidas a la indolencia y al sopor, superando fronteras, en lo que la Eurociudad es “un arma cargada de futuro”.

viernes, 14 de junio de 2019


GLOSAR LA EUROCIUDAD DEL SUROESTE IBÉRICO
Moisés Cayetano Rosado

Me llegó recientemente una invitación a participar en una publicación colectiva, en la que se viene trabajando a lo largo de todo el semestre que este mes culmina: obra coral en la que los participantes están de una u otra forma enraizados con lo que se conforma como Eurociudad del Suroeste Ibérico: Badajoz-Campo Maior-Elvas.
Escritores, artistas, que ofrecen su sentir cercano a esta corografía, lugar histórico de encuentros y desencuentros: nuestras batallas territoriales, que han dado lugar a fortalezas, constituyendo ahora el asombro y la belleza que a todos nos admira; pero también nuestras luchas por la vida, en la que la Raia/Raya ha sido tantas veces espacio de solidaridad, de hermanamiento, de emocionante ayuda ciudadana ante tantas dificultades como hemos padecido, y en tantas otras como seguimos padeciendo.
El libro, ya compuesto y listo para que entre en máquina de imprenta, tiene 390 páginas y en ellas se contiene la producción de 86 autores. Admiro su variedad y calidad. Las fotos de monumentos, rincones, perspectivas, detalles de Elvas, Campo Maior y Badajoz, son fantásticas: extraordinarias postales que han sabido conjugar la autenticidad con la belleza de nuestro “triángulo territorial”, donde la estrella de la Ciudad Patrimonio de la Humanidad (Elvas) no ensombrece las de las otras dos: estoy convencidos de la conveniencia de una “Extensión” de la calificación de la UNESCO a las mismas.
Si los grabados paleolíticos rupestres al aire libre de Siega Verde en Salamanca tiene esa calificación Mundial desde 2010 como extensión de los del Vale de Foz Côa, que lo es desde 1998, las fortificaciones de Campo Maior y Badajoz lo pueden ser como complemento histórico, artístico, monumental de la Guarnición fronteriza y fortificaciones de Elvas: el destino de las tres conformó estas defensas portentosas por los enfrentamientos en esta primera línea de frontera durante la Baja Edad Media y sobre todo por la Guerra de Restauração portuguesa (1640-1668), la Guerra de Sucesión española (1701-1714) y las Invasiones Napoleónicas (1807-1812), ilustrando eminentemente esta larga etapa significativa de la historia humana (Criterio IV de selección exigido por la UNESCO). En este trabajo colectivo queda realista y artísticamente reflejado.
Pero además de esas fotos sorprendentes, el libro es un tesoro de dibujos y diseños originales de varios de sus autores, que abrillantan lo anterior y lo complementan con una visión personal, creativa, constituyendo una excelente “tarjeta de visita” de esta Eurociudad, para la que adivinamos un futuro prometedor como foco de atracción cultural y turística, a poco que se divulguen obras como la que tenemos entre manos.
Y para completar las aportaciones anteriores, está la “parte escrita”: poemas en versos, prosas poéticas, relatos, pequeños artículos informativos, vivencias personales y colectivas, que recrean fundamentalmente la visión de este espacio compartido, donde otra vez se remarca la importancia de la interacción vital del mismo, la hermandad de sus habitantes, la huella que ha dejado y deja cada día este triángulo transfronterizo donde tenemos la suerte muchos de los que participamos en el proyecto de habitar, y otros de visitar con mayor o menor asiduidad.
Esta nuestra Eurocidad del Suroeste Ibérico tiene en la obra “Colectânea-Literatura e Artes. Eurocidade Badajoz-Elvas-Campo Maior” (coordinada entusiásticamente por la elvense -de Santa Eulalia- Graça Amiguinho) un tesoro que mostrar, un tesoro para acompañar su sustancial belleza, donde la misma se resalta sublimemente en fotos, dibujos, pinturas, textos, que a nadie dejarán indiferente, y que serán un reclamo irresistible para el que nos vaya a visitar. En manos de las instituciones públicas (de la propia Eurocidad fundamentalmente) y privadas amantes de nuestro “triángulo territorial” está el publicarlo, divulgarlo, acercarlo a los vecinos y a la Humanidad.

jueves, 13 de junio de 2019


PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD EN LA EUROCIUDAD BADAJOZ-ELVAS-CAMPO MAIOR
(CONCLUSIONES-próxima publicación en “Apuntes para la Historia de la ciudad de Badajoz”, RSEEAP-)

Moisés Cayetano Rosado
Doctor en Geografía e Historia
El Patrimonio fortificado de Elvas (Patrimonio de la Humanidad desde 2012) se complementa y obtiene su explicación histórica dentro del “triángulo” formado con Badajoz y Campo Maior. Los conflictos en frontera, que han tenido lugar desde el mismo momento de la creación del Reino de Portugal, a mediados del siglo XI, hasta bien entrado el siglo XIX, han dado lugar en las tres poblaciones, así como en sus términos municipales (en el de Elvas contamos con la importante presencia del Fuerte de Barbacena, además del antiguo Ponte de Ajuda, destruido durante la Guerra de Sucesión española; en Campo Maior, con la fortaleza de Ouguela, y en las dos, más Badajoz, con elementos fortificados complementarios y estancias de servicios variados, así como torres de vigía estratégicas) a una “maquinaria de guerra” que hoy es un admirable conjunto artístico-monumental.
La importancia de Elvas aún se refuerza más contemplando este subsistema expresamente creado para la finalidad de defensa y “llaves” de sus respectivos reinos: España y Portugal, dotándose de la singularidad que exige el Criterio IV de selección de la UNESCO para calificarse como Patrimonio Mundial, y en este caso “extender” el ya obtenido por Elvas:Ofrecer un ejemplo eminente de un tipo de conjunto arquitectónico, tecnológico y paisaje, que ilustra una etapa significativa de la historia humana”.
El recorrido histórico que en sí muestran; la evolución de sus construcciones militares al compás de los avances técnicos de los tiempos, desde la neurobalística a la pirobalística; la autenticidad de gran parte del legado construido, así como la suficiente integridad del mismo pese al afán “higienista” y urbanístico de finales del siglo XIX y buena parte del XX (sin olvidar lamentables desaciertos recientes, sobre todo en Badajoz, al destruir las ruinas interiores del Fuerte de San Cristóbal, en lugar de consolidarlas, así como recargar de hormigón y empinadas escaleras el Baluarte de la Trinidad); el formar parte de las “Fortalezas abaluartadas de la Raya”, en la Lista Indicativa de Portugal -paso previo a la Declaración definitiva- desde 2017-; el ser el conjunto más compacto y completo de toda la Península ibérica… hacen de esta Eurociudad del Suroeste Ibérico un firme candidato a la Declaración conjunta como Patrimonio de la Humanidad, bien como extensión de Elvas, o dentro del Sistema fronterizo luso-español.