lunes, 22 de marzo de 2021

UN DÍA MÁS CON VIDA

https://www.rtve.es/alacarta/videos/somos-cine/dia-mas-vida/5659246/

Moisés Cayetano Rosado

El periodista polaco Ryszard Kapuscinsky (“Ricardo”) fue uno de los reporteros de guerra más activos y prolíficos del siglo XX, y entre los muchos conflictos que cubrió está el de la guerra en Angola en 1975, cuando iniciado el proceso de la independencia como colonia portuguesa se juegan el poder tres movimientos político-militares: el MPLA (Movimento Popular de Libertação de Angola, apoyado por la URSS y Cuba), el FNLA (Frente Nacional de Libertação de Angola, apoyado por EE.UU. y Sudáfrica) y UNITA (União Nacional para a Independência Total de Angola, desgajado del anterior y con similares apoyos).


El apasionante relato autobiográfico del reportero ha dado lugar en 2018 a una extraordinaria película (dirigida por Raúl de la Fuente y Damián Nenow), donde alternan la narración de los hechos del momento, en cine de animación, con testimonios audiovisuales actuales de algunos de los protagonistas que conoció “Ricardo” en aquel año inicial del conflicto que se extendería durante 27 años. Muy premiado en 2018 y 2019, TVE2 emitió la película en la noche del 21 de marzo pasado, y la mantiene completa en su programación “a la carta”.

El reportero no se conformó con relatar la guerra desde Luanda sino que se arriesgó a lo más peligroso: ir al Frente Sur, en la frontera con Sudáfrica, donde un legendario guerrillero frenaba el avance de las tropas del FNLA, armada por el país vecino y por la CIA, dispuestos a implantar en Angola el mismo sistema de “aparteind”, de “poder blanco”, evitando la creación de un estado con influencia marxista-leninista, que representaba el MPLA.

Las terribles dificultades que atravesó hasta llegar allí, las destrucciones que vio, las horribles “carnicerías humanas” que contempló en pueblos, carreteras, caminos… horrorizaron al experimentado periodista, que iba buscando al mítico comandante “Farrusco”.  A él le conduce una joven guerrillera angoleña de gran temple, Carlota, dura como jefe de grupo y extraordinariamente sensible cuando hablaba de sus ideales, de su sueño de ser enfermera y su obsesión por curar, educar, alimentar a la infancia desvalida. La muerte en combate de Carlota le supondrá un duro golpe, del que solamente se repondrá parcialmente al conocer a “Farrusco”, con el que conversa largamente sobre las aspiraciones del MPLA para una Angola socialista, revolucionaria, justa, solidaria, asediada por los poderes capitalistas que anhelaban los diamantes, el petróleo del rico subsuelo del país.

Es necesario indicar que el líder guerrillero “Farrusco” era un portugués que llegó a Angola como comando (fuerzas especiales). Desertó de su ejército, pasándose a las líneas enemigas, entendiendo que “o lado certo”, la razón y la justicia se encontraba con la guerrilla liberadora, la guerrilla revolucionaria.


Este tipo de actitudes no está suficientemente estudiado
, o al menos no tanto como el resto de las emprendidas por los portugueses implicados en los conflictos coloniales de 1961-1975. Sí se conoce bien a los que durante todo el proceso bélico, e incluso después, han mantenido -y mantienen- la idea de un “Portugal Imperial, do Minho até Timor”; también a los que se convencieron durante el proceso de estar del lado errado y conspiraron para acabar con este “estado a que chegamos” (que dijo Salgueiro Maia al arengar a sus subordinados en la Escola Prática de Cavalaria, cuando iba a iniciarse la Revolução de Abril); e incluso a los que decidieron desertar y marchar “ao salto” para Francia antes de enrolarse obligados en el ejército, o estando ya en los escenarios bélicos optaron por abandonar las zonas de combate, exiliándose. Pero aquellos que combatieron al lado del “enemigo al que fueron a enfrentarse en principio” es un caso necesario de profundizar.

En el film, “Farrusco”, vivo y en buena forma física y mental al grabársele, mantiene su convencimiento de que hizo lo debido, sintiéndose satisfecho de su decisión… que le supuso tanto sacrificio, incluido el de la muerte de su hijo a manos de elementos de los movimientos enemigos, como venganza.


Pero también en el film hay un testimonio estremecedor de quien acompañó a “Ricardo” en su viaje al Frente Sur y arriesgó con él su vida: el periodista angoleño Artur Queiroz, que al final del largometraje declara: Ao longo do caminho todos os meus ideais foram arrasados. Eu sou o grande perdedor. Onde está a sociedade igualitária? Onde estão meus irmãos sem fome? E o socialismo? E a revolução?”.

Angola se sumió en la guerra, en el terror, en la miseria, de la que unos pocos sí sacaron grandes beneficios. Unos pocos de dentro y de fuera del país sacrificado. Kissinger declaraba que no podía consentir que la URSS y Cuba se apoderaran de Angola: “We will resist, without the slightest doubt (resistiremos, sin la menor duda)”, y se volcaron sin restricciones; la URSS se desentendió en cierta medida, y en cambio Fidel Castro declararía que “Nosotros no buscamos petróleo, diamantes, ningún elemento material; implicarnos es un elemental deber internacionalista”.

El MPLA ha gobernado todos estos años en Angola. Al morir el primer Presidente, Agostinho Neto, en 1979, le sucede José Eduardo dos Santos, que se mantiene en la Presidencia hasta 2017, en que le releva su correligionario João Lourenço. Su larguísimo mandato se ha visto envuelto en continuas acusaciones de corrupción extrema, enriquecimiento familiar desmedido y silenciamiento de la oposición, en tanto la inmensa mayoría de la población vive una situación de pobreza extrema. ¡Cómo no entender el desaliento de Artur Queiroz! ¿Qué hubiera pensado y hecho aquella guerrillera, Carlota, que aspiraba a ser una humilde enfermera cuando acabara la guerra?

La película es una obra artísticamente notable. Y testimonialmente desgarradora, por lo que muestra y por lo que los personajes históricos dan a entender con su desaliento (Artur) o su “triste mirada” al relatar lo que pasó (“Farrusco”).

domingo, 21 de marzo de 2021

LA DIGNIDAD DE UN PUEBLO

Tenía yo un buen amigo en Alburquerque, que después se convirtió en alcalde. Un alcalde abrumadoramente votado por sus paisanos, lo que festejé con mucha alegría. Y le acompañé en fiestas; en recorrido por el propio Ayuntamiento; en mítines, compartiendo escenario. Después  experimenté un alejamiento que comenzó por sus decisiones sobre el patrimonio fortificado de la población, sobre el que ejerció una acción irreverente, destructiva, en lo que se vio respaldado por el partido por el que fichó tras largo tiempo de caminada con grupo propio: el PSOE. Algo traumático para mí; al principio no entendía la oposición de gente tan luchadora como Esteban Santos o Francis Negrete, a los que luego he tenido que dar la razón, y no solamente en esto sino en el gravísimo problema persistente del maltrato laboral a los funcionarios y trabajadores municipales.

Ahora, tras la huelga de hambre de uno de los funcionarios, policía municipal, así como la protesta de parte de los trabajadores que llevan sin obrar más de cuatro meses, me siento golpeado. Golpeado por aquel en quien creí y que ahora es el “asesor” de la alcaldesa incondicional a sus decisiones (él no puede seguir con el “bastón de mando” por inhabilitación judicial). Pero también golpeado por los dirigentes el partido que lo sustenta (PSOE) y que no toma la decisión necesaria de expulsarlos a ambos de su protección de manera pública y contundente.

El pueblo de Alburquerque, esta admirable población que desde muy pequeño vi como el “hermano mayor” del entorno (soy de la comarca, de La Roca de la Sierra), tan hermoso, monumental, lleno de historia, de arte y de naturaleza, maravilloso todo ello, merece otro destino, otra dirección, otra manera de tratar a sus propios habitantes y sus trabajadores.

Aún espero de la alcaldesa y de Ángel Vadillo una explicación de sus actitudes y decisiones; explicación al pueblo, a la sociedad en general, porque la situación es totalmente insostenible, y ya resulta absolutamente inaguantable, tras aquella huelga de hambre, las protestas cotidianas de trabajadores en la puerta del Ayuntamiento, y los actos de repulsa que se vienen sucediendo cada sábado en la plaza principal de la localidad.

Moisés Cayetano Rosado

jueves, 4 de marzo de 2021

DE QUARTO DE DESPEJO A DIÁRIO DE BITITA

A finales de 2011 daba cuenta de diversas obras narrativas brasileñas que me iban llamando poderosamente la atención (http://moisescayetanorosado.blogspot.com/2011/12/narrativa-brasilena-del-siglo-xx-hace.html). Destacaba la deliciosa, dulce, candorosa obra de José Mauro de Vasconcelos Meu Pé de Laranja Lima: el mundo visto por un niño pobre de Rio de Janeiro, con toda la dulzura y tristeza de la inocencia y esa necesidad de lo más elemental.

Ahora me llega el aliciente de una autora que hace pocos días publicitaba en su página de facebook el director de la Editorial Colibri -de Lisboa-, Fernando Mão de Ferro, hombre comprometido y de gran sensibilidad humana y literaria.

Se trata de Carolina Maria de Jesús, campesina, poeta, narradora, cronista brasileña nacida en Sacramento en 1914 y fallecida en São Paulo en 1977. Una autodidacta, crecida en las favelas de São Paulo, a donde fue a parar de joven, y donde vivió en medio de la miseria, el hambre inacabable, hasta que sus narraciones fueron a revelar una de las escritoras más sugerentes de Brasil, alcanzando un éxito inusitado. Éxito, por otra parte, efímero, pues tras su impacto inicial el resto de sus publicaciones pasaron desapercibidas, muriendo como había vivido, en la extrema necesidad.

De entre sus magníficas obras destaco precisamente la primera, la que fue su descubrimiento y gran éxito de ventas: Quarto de despejo (1960), que casualmente descubrió el periodista Audálio Dantas cuando realizaba un reportaje en las favelas de São Paulo y conoció a Carolina Maria de Jesús. Y asimismo la primera publicada póstumamente, Diário de Bitita (1982), a la que seguirían otras más de su extensa producción manuscrita.


Quarto de despejo
es un diario crudo, de un realismo casi al estilo de  Bukowski, igualmente autobiográfica, desesperanzada, dolorida, cruda, muy descarnada en fonda y forma. Se trata de anotaciones, de un diario particular en su favela, donde la penuria, el hambre, es la constante de cada día. Y allí, en medio de un ambiente próximo hostil, se desenvuelve la autora, con sus tres hijos ilegítimos (como lo era ella), y en una lucha diaria por la subsistencia que puede resultar sobrecogedora incluso para el más experimentado en los reveses de la vida. ¡Pero qué admirables descripciones cotidianas!, ¡qué arte puro, “desnudo como los hijos de la mar”, que diría Antonio Machado!


En cuanto a Diario de Bitita, no se trata de propiamente un diario, como la anterior, sino de una obra de impresiones cotidianas, seriadas, en cuanto a temáticas, vistas desde los ojos de una niña pequeña, inocente, que se enfrenta a un mundo donde precisamente sobra esa dureza de la maldad. Y es aquí donde me sale a cada paso “Zezé”, el niño de José Mauro de Vasconcelos en Meu Pé de Laranja Lima, también autobiográfica, también de una infancia desgraciada, pero al tiempo dulcificada, por su bondad y candorosa imaginación. A veces uno no tiene más remedio que reír con sus anécdotas y otras sobrecogerse con su angustia de niña solitaria y desvalida. Y en todo momento, admirar esta narración sencilla, suave, armoniosa como las olas de un mar calmado.


Lean a Carolina Maria de Jesús
. Si no encuentran sus libros en papel, sepan que en internet están estas y otras obras en formato PDF, accesibles libremente. Pasen unos ratos provechosos saboreando la belleza literaria en medio de la aspereza de la vida, y conciénciense de las dificultades de los más desvalidos y olvidados, en un mundo que tantas veces los desprecia o al menos los ignora.

Moisés Cayetano Rosado

martes, 2 de marzo de 2021

 EL KAFKIANO DESENVOLVIMIENTO DE MUFACE


Tengo cita -obtenida por internet- en MUFACE (Mutualidad de Funcionarios Públicos del Estado): cuarta planta del edificio de Subdelegación del Gobierno de Badajoz. Paso el control de confirmación de cita y subo para entregar una documentación. La cosa pinta bien: el funcionario y cuatro funcionarias que están arriba se encuentran relajados. Nuevo paso: pedir número a una maquinita, que no tiene papel expendedor, pero de viva voz me asignan una mesa (todas están libres) sin silla. Enseño la documentación.

- ¡No!, me dice la trabajadora. Esto lo tiene usted que entregar por registro o por carta ordinaria.

- Pero en el impreso pone que lo puedo entregar en mano, le digo.

Me asegura que estoy confundido. La “invito” a leer el impreso que le entrego. Lee el primer renglón.

- Aquí no pone eso, contesta.

Le insto a que siga leyendo. Un pequeño esfuerzo y dos renglones más abajo encontrará mi observación.

- ¡Ah!, exclama. Esto está mal. Hay nuevas instrucciones y ya no se puede entregar aquí, sino en registro (planta baja) o por correo ordinario.

- ¡Pero yo saqué el impreso de internet ayer!, alego.

- ¡Pues está confundido! Tendrán que cambiarlo en la web, me dice, y se marcha con mis papeles, supongo que a “consultar instancias superiores”.

Vuelve. Se ratifica en lo dicho.

- Muy bien, le digo. Lo pongo en su sobre y se lo dejo aquí.

- No, no. Lo tendrá que poner por correo.

- Pero “correos” lo que hará es traer aquí ese sobre. Suponga que yo soy el cartero.

Nada, cerrada en banda. Así que iré a la planta baja y lo entraré por registro, algo que no se permite al personal en activo, pero sí a los jubilados, y yo tengo el “privilegio” de serlo.

El guarda de seguridad de allí me dice:

- Vale, puede hacerlo, pero tiene que solicitar cita previa por internet.

- ¡Si veo que en “registro” no hay nadie esperando a ser atendido!, alego.

Me mira compasivo. Me conoce de otras veces u otras cosas.

- Mire, no le dé usted vueltas porque se va a cabrear. No tiene sentido, pero es así. Todos los días atiendo a afiliados de MUFACE con el mismo problema, indignados. Antes al menos tenía aquí abajo un buzón y allí se podía dejar la documentación, pero ahora hasta eso han quitado.

Pues nada, saco mi teléfono móvil, pido cita por internet, me la dan y con la documentación me presento para que cojan mi documentación en la planta baja y, supongo, un conserje la suba a la cuarta. ¡Si Kafka hubiera vivido en estos tiempos!

Moisés Cayetano Rosado