martes, 29 de octubre de 2013

ARTE RELIGIOSO EN EL INICIO DEL CAMINO DE SANTIAGO (y II)

Moisés Cayetano Rosado
¿Por qué no continuar -ahora en La Rioja- por un detalle curioso, dentro de la espectacularidad de lo que pocos ignoran: los monasterios de Suso y Yuso, en San Millán de la Cogolla? Esa curiosidad son los grafitis del Monasterio de Suso, primitivo cenobio visigótico de ampliación mozárabe y terminación románica, que no tiene rival.
¿Ha reparado el visitante en los grabados de su exterior porticado? Nombres y dibujos ingeniosos que hoy serían atentado terrible contra semejante patrimonio arquitectónico, pero -encuadrados en su época- resultan cuando menos sorprendentes. Son un detalle ingenuo dentro de la grandeza del conjunto.
 Grafitti M. Suso. S. Millán de la Cogolla
Saltando al noroeste, nos internamos en la Rioja alavesa, donde hay que visitar sin excusa la población de Laguardia. Ciudad-fortaleza que rivaliza con las de mayor encanto de legado medieval. Y entre lo mucho que atesora, la admirable portada de la Iglesia de Santa María de los Reyes, que conserva como ninguna la policromía de su portada, gracias al resguardo de su cubierta exterior.
Todo el ingenio del clasicismo gótico se derrama por columnas, arquivoltas, tímpano y parteluz, resaltando la Vida de la Virgen, asistida por ángeles, apóstoles, santos, reyes; escenas de la Anunciación, Nacimiento, Adoración de Jesús; su muerte y resurrección gloriosa; esa magnífica talla con su Hijo, bajo dosel…
Iglesia Sta. Mª de los Reyes. Laguardia.
La Virgen con el Niño en su regazo es temática recurrente en la escultura religiosa de toda la cristiandad, muy repetida en esta zona, como Madre amantísima, o como Nueva Eva trayendo el mensaje de la Redención. Así, por ejemplo, en esta talla románica exenta de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada, que tiene suavizado el hieratismo de la época gracias a lo curvado de los rostros -especialmente el materno-, la carnosidad de los labios y el resalte de pómulos y mejillas.
Virgen con el Niño. Catedral d
 Santo Domingo de la Calzada
¡Cuánto nos queda atrás! De los lugares nombrados -por los que no hemos pasado más que de puntillas-, como de tantos otros (Haro, Cañas, Puente la Reina, Yesa, Artajona, Tafalla, Olite, Calahorra…).
Dejo para final la inabarcable Nájera. Y traigo de ella un mínimo detalle: uno de los lados de la tapa (solo la tapa se conserva) del Sepulcro de Blanca de Navarra, del Monasterio de Santa María la Real. Magnífico relieve sepulcral románico, como tantos otros que la zona atesora.
En este caso, mostrando en la parte superior al Pantocrator en la mandorla mística, acompañado del Tetramorfos y los Apóstoles, y en el lateral la muerte de doña Blanca, asistida por ángeles en el centro, y a sus lados escenas de dolor, destacando su esposo -Sancho el Deseado, que encargó esculpir este sarcófago-, de espectacular expresividad.

Sepulcro de Blanca de Navarra. Monasterio St. Mª la Real de Nájera 
Hagan la ruta. Es imposible describirla. Y apuntarla apenas si resulta ilustrativo. Ver y tocar -como un Santo Tomás-, se hace necesario, para abarcar tanta grandeza y disfrutarla sin reservas.

lunes, 28 de octubre de 2013

ARTE RELIGIOSO EN EL INICIO DEL CAMINO DE SANTIAGO (I)
 
Moisés Cayetano Rosado
El Camino de Santiago es un tesoro natural y artístico de orden monumental. Los paisajes montañosos de los Pirineos y el norte de la Península ibérica constituyen un recreo extraordinario para todos los sentidos; el arte derramado por campos, pueblos y ciudades -arquitectónico, escultórico, pictórico…-, un tesoro difícil de igualar. No en vano la UNESCO declaró al Camino Patrimonio de la Humanidad en 1993, reafirmando al francés en 1998.
Y en el sur de Francia, al borde de los Pirineos, comenzamos un breve recorrido por el inicio del Camino de Santiago. En Saint-Jean-de-Port, poco más debajo de donde confluyen las tres grandes vías de peregrinaje, de Tours, Puy y Vézelay.
Iglesia de Notre-Dame, de St. Jean-Pied-de-Port
Me impresionan su cerca medieval, sus refuerzos artillados, la ciudadela del siglo XVII; pero como ahora vamos mirando el arte religioso, hemos de apuntar su Iglesia de Notre-Dame, al lado del puente que da acceso al barrio extramuros de los españoles. ¡Magnífica iglesia y magníficas vidrieras que alumbran la penumbra de un interior gótico triunfal! El mensaje de las vidrieras acompasa el contenido con su luminosidad, como un guiño de cercanía a lo divino.
Iglesia Sta. Mª la Real. Sangüesa (Navarra)
Pasando Roncesvalles, resulta difícil la elección de paisajes y lugares. ¡Ah!, esos templos románicos, rematados en empinados góticos, como la Iglesia de Santa María la Real, de Sangüesa, con sus tres ábsides que la abrazan por detrás, su magnífica portada mostrando el Juicio Final y el triunfo de Cristo, su torre que parece la del Homenaje de un castillo, con remate en pirámide afilada…
Y tantas veces, a su lado, los claustros airosos, impresionantes en su sosiego, sus arcadas sobrias en unas ocasiones y recargadas de puntillas de piedras en otras, desde el románico austero al gótico florido, con remates a veces del Renacimiento y Manierismo.
Claustro del Monasterio de Irache. Ayegui (Navarra)
Se me queda grabado el del Monasterio de Irache, en Ayegui, sencillo en sus arcadas apuntadas, apoyadas en pilares octogonales, con resaltados contrafuertes  y  sobreclaustro manierista. No es el más espectacular, pero su placidez, el ligero abandono de sus instalaciones, que recorremos al detalle en las partes incluso no ofrecidas al público, nos llaman especialmente la atención.
Y al lado, Estella, todo un derroche urbano de belleza, acentuado en sus iglesias, entre las que es difícil escoger. Pero me quedo con el tímpano de la portada de la del Santo Sepulcro, llena de movimiento en sus escenas. Abajo, se representa la Última Cena, donde no falta detalle ni en los gestos significativos de los trece personajes, ni en las comidas sobre el mantel o los pliegues de éste, que caen entre fruncidos espectaculares, dejando no obstante ver los pies de todos los comensales; al medio, la Resurrección de Cristo y su Descenso a los Infiernos, magistral puesta en escena del milagro divino y el terror de las condenas; arriba, curiosa Crucifixión, algo más arcaizante, jerárquica en la presentación de personajes, con los dos ladrones pequeñitos a ambos lados y Cristo al medio, martirizado por sayones y asistido por la Virgen y San Juan.
Tímpano Iglesia Santo Sepulcro. Estella (Navarra)
¡Cómo se les mostraría, cómo se explicaría todo este conjunto doloroso y a la vez triunfal a los fervientes peregrinos, con esa advertencia fatal de las entrañas del infierno!  No falta ni un detalle para sobrecogerse: unos de miedo y otros, ahora, de admiración ante una obra tan completa. Ese modelo de portadas, de tímpanos, nos irá acompañando en todo lo largo del Camino.
Retablo gótico de Santo Tomás. 1507. Catedral de Pamplona
Acaso, tras este sobresalto, habría que encaminarse hacia Pamplona, y visitar su portentosa catedral, de la que quiero recordar, puntualmente, entre sus muchas joyas -inabarcables por su enorme grandeza-, el retablo gótico de Santo Tomás. Toda una filigrana de molduras, con el Santo y Cristo -paciente ante su incredulidad- en el centro, en tallas hermosísimas, con su alarde de pliegues dorados de los mantos. Y rodeándolo, las tablas historiadas, resumida al completo -de principio a fin- su vida y su mensaje.
Desde ese borde sur francés hasta Navarra, nos habremos asomado brevemente a un ápice de su tesoro artístico, para probar lo que, acercándonos, constituye un derroche de arte y de creatividad que merece ver y volver una vez y otra sobre él. ¡Ánimo y a descubrir lo que aquí únicamente se señala!



viernes, 25 de octubre de 2013

OLIVENZA/OLIVENÇA, LA ESENCIA DE LO TRANSFRONTERIZO
Moisés Cayetano Rosado
Olivenza es el abrazo de las culturas hispano-portuguesas -y más en concreto extremeño-alentejana- llevadas al extremo, al acertado extremo de lo sincrético, elevado a la categoría de arte en cada rincón y, por supuesto, en cada monumento.
Desde que divisamos la ciudad, se llegue a ella por donde sea, ya nos sobrecoge su estampa cincelada a lo largo del tiempo, presidida por la imponente Torre del Homenaje de su castillo de los siglos XIV y XV, mandada a construir por el rey D. Juan II de Portugal. Conforme nos acercamos, los lienzos de muralla, de perímetro ovalado, los baluartes y la magnífica puerta del Calvario, de los siglos XVII y XVIII, nos delatan la relevancia militar y su papel en las continuas guerras de frontera.
Fundada en el siglo XIII por la Orden del Temple, Olivenza -la Olivença portuguesa- guarda en su trazado el recuerdo medieval de rincones, calles serpenteantes, plazuelas, pasadizos volados, rejas en ventanales y balcones, blancura en las paredes, rojo de arcilla en los tejados.
El recio castillo hace las delicias de los visitantes, subiendo la rampa de su Torre, tan cuidadosamente rematada en sus corredores, ventanales, estancias interiores, terrazas, miradores). Su espacioso patio; las construcciones anexas de la Panadería del Rey -actual Museo Etnográfico “González Santana”, uno de los más completos de la Península-, y al exterior las puertas de Alconchel y la de los Ángeles, conforman un espacio histórico tardomedieval de alta calidad artística. Todo ello, bien rehabilitado, atendido y ofrecido al visitante.
Al lado mismo, tenemos la Iglesia de Santa María del Castillo, renacentista, realizada en los s. XVI y XVII sobre otra anterior del XIII, con bellísima azulejería barroca policromada, y a pocos pasos la de La Magdalena, ligeramente anterior en el tiempo, manuelina, majestuosa en sus inusitadas columnas retorcidas, su altísima bóveda estrellada de la nave central, sus altares barrocos, la excelente azulejería.
Y sin habernos sobrepuesto de tanta grandeza, nos topamos con el actual Ayuntamiento, antiguo Palacio de los Duques de Cadaval, cuya puerta de entrada, recargada, espectacularmente manuelina, es estampa conocida en medio mundo.
Podemos seguir admirando palacios, casonas, cuarteles, conventos (en la capilla de la Casa de Misericordia se encuentra el mejor ejemplo de azulejería portuguesa, con historias del Antiguo y Nuevo Testamento), plazas y paseos. Nuevos jardines centrales y de barrios, trazados con maestría. Casitas que nos confunden: (¿estamos en Alentejo?), con sus fachadas bajas y chimeneas de tiro gigante...
Podemos perdernos revisando la magnífica Biblioteca de Estudios Portugueses y la de Estudios Ibéricos que el Ayuntamiento, gracias al tesón de su bibliotecario, Luis Limpo, ha logrado reunir. Sin duda, nos encontramos ante un extraordinario patrimonio, que debería serlo “de la Humanidad”.
Pero Olivenza también ofrece una rica cocina con la que animarnos el estómago, parte esencial de los viajes: cocido y caldereta extremeños, guisos de caza menor y mayor, así como su envidiable repostería, en la que destacan las tartas de almendra, los pasteles de higo y de bellota, pero sobretodo la técula-mécula, que muchos quieren imitar en Extremadura y Alentejo sin conseguir el especial sabor, la peculiar textura que aquí se le da, sobre todo en la Pastelería Fuentes.

Por si fuera poco, la amabilidad de la gente, su serena amistad y ese acento único de matices portugueses y “manto” extremeño, tan cantarín, tan alargado y silbante en las vocales, nos acabarán por conquistar sin otras condiciones.

lunes, 21 de octubre de 2013

SOLITARIA FLOR RESPLANDECIENTE
Solitaria y frágil flor iluminada
por el sol de la tarde.
Desafiante ráfaga de luz amenazando
la grandeza del pino
que te escolta a lo lejos.
Enorme en tu minúscula altivez
de este inicio de otoño.
Efímera y eterna.
Resplandeciente de amarillo
en medio del verde que renace.
Flor inclinada hacia el oeste
por el peso de tu corona llameante,
de tu dorado resplandor
que no ha sido quebrado todavía.
Quédate ahí, única, eterna,
recibiendo la luz, retrasmitiéndola,
como si fueses
la mensajera humilde de los dioses.


MOISÉS CAYETANO ROSADO

viernes, 18 de octubre de 2013

ESTILO IBARRA
Moisés Cayetano Rosado
Lo de Guillermo Fernández Vara en el gobierno extremeño fue como un paréntesis en las actitudes-tipo del gobernante regional que parece tienen en José Antonio Monago un seguidor fiel del estilo Rodríguez Ibarra: contestón, desplantador, amigo de los grandes titulares y dispuesto siempre a epatar a propios y ajenos, a todo el que se ponga por delante.
“Aquí mando yo y se hace lo que mande mi genio e ingenio”, parece que dicen el uno tras el otro. O el uno y el otro, porque la retirada del poder no impide al que se fue del poder seguir largando a su modo y su manera.
En este complejo soterrado de minusvaloración que tenemos las regiones relegadas en los indicadores de progreso, es como una bocanada de aire fresco que el que nos representa saque pecho y le tuerza las ideas hasta a sus propios compañeros en las más altas instancias del Estado. Que se niegue a aplicar medidas aprobadas en el Gobierno central, haciendo valer el valor de la soberanía regional.
Y eso, claro, da popularidad, hace que nos identifiquemos con el que sabe sacudirse la ceniza que nos ha ido convirtiendo en Cenicientas, otorgándoles una autoridad incontestable, que incluso se respeta por los que han sido contravenidos en los planteamientos con valor para el conjunto nacional.
¿No han visto algunos perros pequeñitos (perdón por la comparación) que se enfrentan a otros más corpulentos, sacan los colmillos, se echan para adelante y consiguen que el mayor recoja velas? ¡Pues una cosa parecida!
Bien que le fue con este estilo a Rodríguez Ibarra, que aún sigue arrancando adhesiones con sus declaraciones a contracorriente. ¡Bien que le va a Monago copiando la fórmula cada vez que -sin remover cimientos, claro- se le pone la situación a tiro!

Como Fernández Vara quiera que lo suyo no sea solo el paréntesis que fue, ya puede ir haciendo zancadillas por Madrid y disparando al “aparato” del partido, poniendo gesto de un enfant terrible e ingeniándoselas para lograr los titulares más controvertidos en la prensa sensacionalista, que es la que arrastra votos. Utilizar la inteligencia racional y no la inteligencia emocional, sirve para que te consideren una buena persona, pero no para allegar los votos al morral.

jueves, 17 de octubre de 2013

EL TREN ILUMINADO
(El tren Badajoz-Elvas por el viejo campo de batalla)

¿Qué transporta ese tren -que ilumina el sol de la mañana- por esa vía tan olvidada que nos lleva desde España a Portugal, más brevemente: de Badajoz a Elvas?
Cada día, oímos su silbido y su traquetear desde que sale de la estación, a un par de kilómetros de distancia desde donde vamos internándonos a Portugal, en ese triángulo que forman Badajoz-Elvas-Campo Maior. Muy lentamente, se aproxima arrastrando vagones como si fuera un regueiro de formigas.
Nos da tiempo de verlo pausadamente en la explanada que un día se ensangrentó  (Batalla de la Gudiña, o de Caia, de 7 de mayo de 1709, durante la Guerra de Sucesión a la Corona española; entre dieciocho y veinte mil contrincantes por cada lado) con unos dos mil muertos y otros tantos heridos, fundamentalmente portugueses y españoles,  más sus respectivos aliados ingleses y franceses.
Ahora, en el otoño, acaban de recoger el maíz y el campo espera nueva siembra. Es una tierra fértil, que se riega generosamente con el agua abundante del Barragem do Caia. Ese cañaveral junto al vagón de cola delata la humedad; como el herbazal de la parte inferior, por donde discurre una acequia que siempre lleva agua.
Es también zona de espárragos, romazas, cardillos, cardos, ajos porros, verdolaga, mora silvestre, hinojo…; liebres, palomas, tórtolas, garzas, patos, garcillas, mirlos, grajos, toda clase de pájaros… Y de salidas y puestas de sol extraordinarias, que doran la planicie. ¡Qué humilde, sencillo y envidiable Tesoro de la Raya!
¿Cómo lo verían los batallones enfrentados que forrajeaban por allí (los anglo-portugueses, comandados por el Marqués de Fronteira y el Conde de Galway; los españoles, gobernados por el Marqués de Bay), disputándose el terreno hace más de trescientos años?
Bajorrelieve Marqués de Bay en la Parroquia de San Agustín (Badajoz)
El tren nos da una imagen de paz; sereno, pausado, puntual y tranquilo. Solitario. Iluminado en su costado. Rompiendo con su trajín el silencio de la mañana, que luego irá poblándose con el faenar de las aves y de la maquinaria que de continuo cambia  el contenido agrario del paisaje.

MOISÉS CAYETANO ROSADO

miércoles, 16 de octubre de 2013

LA APOSTURA ENCUMBRADA DEL CASTILLO DE PALMELA
Moisés Cayetano Rosado
La mole del castillo de Palmela se encuentra a unos 5 kilómetros del estuario del río Sado y poco más de 15 del que forma el Tajo frente a Lisboa, ambos ante el Océano Atlántico. Ubicado en lo alto de un promontorio de la Serra da Arrábida, a 240 metros sobre el nivel del mar cercano, vigila el casco urbano de la localidad y domina una amplísima panorámica de los alrededores.
Allá los musulmanes realizan la primera fortificación entre los siglos VIII y IX, siendo ampliada notablemente entre los siglos X y XII. Conquistada por el rey D. Afonso Henriques a mediados del siglo XII,  se realizaron importantes obras de refuerzo. Su sucesor, D. Sancho I, cede la población y sus dominios a la Orden Militar de Santiago en 1186; en los años finales del siglo cayó bajo el poder de los almohades, pero de nuevo pasa a la Orden en los primeros años del siglo  XIII.
La muralla interior, primero de los tres perímetros defensivos que integran el complejo, data de los tiempos de este dominio santiaguista. La torre del homenaje se levantó a principios del siglo XIV, reinando en Portugal D. Dinis (1279-1325), bajo cuyo reinado se realizaron gran cantidad de fortificaciones y se completaron otras anteriores en el área de Lisboa y Alentejo.
Ya durante el reinado de D. João I se procedió a las obras de ampliación y consolidación del castillo (1423), construyéndose la Iglesia -de estilo tardogótico- y Convento, donde se instaló la Orden de Santiago a partir de 1443,  hasta 1834 en que se extinguen las órdenes en Portugal. Todo el legado patrimonial, artístico-monumental interior que hoy disfrutamos, está configurado desde esos tiempos del final del Medievo.
En el siglo XVII, a lo largo de la Guerra de Restauración con España, se levantó el tercer y último perímetro amurallado, necesario para adaptar la fortaleza a las exigencias defensivas surgidas por la aparición de la artillería. Se construyen tres medios baluartes, un baluarte irregular con tenaza, un revellín -ante la puerta del castillo-, todo con camino cubierto, hacia el norte (espacio más vulnerable, de pendiente relativamente suave); se continúa con tenaza y reducto angular al este y otro medio baluarte al sur, espacio defendido fundamentalmente por la muralla primitiva y el propio precipicio del terreno. Y este es el otro legado, complementario, que en el exterior podemos disfrutar y que desde lo alto del castillo observamos como si fueran espolones de un gallo de pelea.
El Convento santiaguista es ahora una de las Pousada más acogedoras del país, y todo el conjunto fortificado está abierto gratuitamente al visitante, que en este espacio reducido tiene ante sí todo un tesoro inigualable de arte religioso, palaciego y militar de la Plena y Baja Edad Media, así como de la Edad Moderna; tesoro también natural, por la belleza del paisaje que domina, de la extensa planicie que se abre hacia el este, los estuarios del Tajo y el Sado al oeste y las ciudades “a sus pies”: Palmela y Setúbal, contempladas a vista de pájaro, que incluso nos lleva más allá de Lisboa.
Únase a ello la oferta hotelera (amplia en la ciudad, aparte de la Pousada), completada con la gastronómica, donde se conjugan los pescados de la cercana Bahía de Setúbal con los afamados queijos amanteigados de Azeitão, el vino tinto de Palmela y sus doces conventuais de amêndoa, açucar e ovos, más las compotas y licores locales, todo tan gustoso de sabor como discreto en el precio.

Hermanada con la extremeña Barcarrota y la valenciana Jávea (además de con S. Filipe y Praia, de Cabo Verde), es fraternal con todo visitante que se acerque a ella, y de ella guardaremos siempre grato recuerdo en la visita.

lunes, 14 de octubre de 2013

Final del formulario
LA INTENSA LUCHA DE LA MUJER RURAL ALENTEJANA – por Moisés Cayetano Rosado


Quiero hablar, en la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Rurales, de A Memória das Mulheres. Montemor-o-Novo em tempos de ditadura. Uno de esos libros que se leen con emoción, sobrecogidos por lo que allí se relata, lleno el lector de rabia por lo que de cruel puede tener una dictadura, pero también repleto de esperanzas viendo como hay seres humanos que en los peores momentos y las más duras circunstancias mantienen la lucha por la justicia, por la libertad, por el bien común y la solidaridad.
La historiadora Teresa Fonseca -con la colaboración técnica de Elvira Cabrela y la de dos de las protagonistas del libro, Maria Margarida Machado y Vitalina Roque Sofio- entrevista a 24 mujeres nacidas entre 1921 y 1956, ofreciendo a través de ellas una historia social de los tres-cuatro decenios anteriores a la implantación de la democracia en las tierras de Alentejo, y dando voz a los más olvidados de todos los procesos de la historia: las mujeres sencillas, trabajadoras, luchadoras,de la base del pueblo concienciado.
Tras una breve presentación espacio-temporal de la problemática que se aborda, en las 116 páginas del libro (más 14 de fotos y cartas sublimes de protagonistas del momento), publicado por la editorial lisboeta Colibrí, van apareciendo una tras otra las 24 mujeres entrevistadas. Entre 4 y 5 páginas de media ocupa cada una de ellas, relatando su testimonio a modo de autobiografía, de manera sencilla, directa, descriptiva, sin apenas concesiones a las apreciaciones subjetivas y sentimentales.
El testimonio es claro y aparentemente distanciado, pero ¡cuánta fuerza contiene! ¡Cuánto dolor y sacrificio! ¡Cuántas dificultades sufridas, cuánta hambre, cuánta represión y salvajismo padecido!
Son fundamentales las referencias a las persecuciones obreras de los años cuarenta; las huelgas campesinas de los años 50; las esperanzadas, frustradas, manipuladas elecciones presidenciales de 1958; las luchas por las jornadas de 8 horas organizadas por el PCP, que consiguieron el éxito -por la masiva participación sostenida de abril y mayo- en 1962; las guerras coloniales de los años 60 y primeros 70; la Revolução dos Cravos de 1974 y el brotar general de la esperanza…
Y entre ellas, el hambre, la miseria, la emigración, el paro, los salarios escandalosamente insuficientes…, la organización de la protesta campesina, la represión, la cárcel, las torturas, la presencia brutal de la GNR (Guardia Nacional Republicana) y el refinamiento represivo de la PIDE (policía secreta); los sacrificios personales, familiares, las vidas destrozadas… pero siempre llevado con inmensa dignidad.
El libro, que transmite con tanta serenidad el odio de los verdugos y la fuerza siempre renovada de estas luchadoras, es un documento necesario para entender ese cuarto y medio de siglo anterior a la democratización del país y las condiciones de vida y lucha de unas mujeres, de un pueblo, entregados a la liberación de todos los seres oprimidos.
Los testimonios, obtenidos cuando habían pasado una treintena de años largos de la increíble pesadilla, redoblan su valor y son, con su llaneza, un aldabonazo a las conciencias y una lección sobre las dictaduras y el tesón indoblegable del pueblo luchador.

Ahora, seis años después de su publicación, bueno sería una reedición o su versión digitalizada, para que aquellos que no pudieron acceder a este documento de tanta intensidad histórica y vital puedan enriquecerse con el intenso testimonio de las vidas de lucha y de fraternidad de esas mujeres rurales del Sur, de las que tanto tenemos que aprender.

sábado, 12 de octubre de 2013

PIPAS PARA PENSAR
MOISÉS CAYETANO ROSADO
Veo el cortometraje Pipas http://www.youtube.com/watch?v=H1v-bCyeIR4, de Manuela Moreno, por recomendación de mi amigo el periodista Julián Leal. Son tres minutos y medio de una sencillez y a la vez complejidad extraordinarias.
Dos chicas comen pipas -escupiendo las cáscaras al suelo-, sentadas indolentemente en unas escalerillas, en tanto hablan del novio de una de ellas, que se la está pegando. Está muy segura de esta infidelidad porque tras hacer el amor la llama Pi. Y “Pi” es la primera sílaba del nombre de su más que segura amante, no una sucesión hasta el infinito como el amor que le dispensa, que dice “justificándose” el muy subnormal.
El chico, panadero, está haciendo… la ESO o como se llame y además estudia inglés. Ya ves, pa’ qué  si  va a seguí siendo panadero toa la vida, reprocha la despechada.
El chico la llama insistentemente y ella corta las llamadas sin atenderlas en su “móvil última generación”. Y no entiende un mensaje que le envía donde le indica que “pi” es “3’1416…”. “Pi”, esa grafía que además lleva estampada en su sudadera porque le flipan las letras japonesas; a ella y a su amiga.
Bueno… ¡seguro que el panadero está liado con la profesora, porque el muchacho ofrece que ésta le explique el misterio de la “Pi”! Así lo acuerdan las dos comedoras de pipas, magníficamente interpretadas por Marta Martín y Saida Benzal.
Y esto es lo que hay. Un gran número de jóvenes representados en estas dos actrices que lo bordan. Un número… creciente de jóvenes cuya preparación intelectual es más que pésima y su actitud indolente más que manifiesta.
En los cuarenta años que he dado clases a chicos y adolescentes, he ido comprobando cómo una minoría cada vez está más preparada, pero una inmensa mayoría se hunde en la ignorancia y la apatía.
No son de extrañar los datos del Informe PISA sobre adultos de entre 16 y 65 años, que nos sitúa en la cola en cuanto a “Comprensión lectora” y “Matemáticas”, rivalizando en ello con Italia dentro del conjunto de la OCDE.

El cortometraje, tan breve como intenso, tan distendido como incisivo, es un aldabonazo, un “educado grito” a las conciencias de todos: a la de esos mismos jóvenes, a la de los padres, a la de los profesores, a la de la sociedad, advirtiendo que estamos errando en el camino. Que no podemos adormecernos en un presente negativo y un futuro entumecido, en el que desde cualquier país de Europa y del entorno Occidental van a “devorarnos por los pies”, como sigamos así: comiendo pipas y solazándonos en una ignorancia que además se luce con arrogancia y con frescura.

jueves, 10 de octubre de 2013

LA CIUDADELA DE ST. JEAN-PIED-DE-PORT: DE LA EFICAZ RESISTENCIA A LA UTILIDAD ACOGEDORA


Moisés Cayetano Rosado

St. Jean-Pied-de-Port es una atractiva población francesa situada en la entrada de Roncesvalles, que por su situación geoestratégica ha sido lugar codiciado por unos  y otros reinos a ambos lados de los Pirineos.
Fortificada por los reyes de Navarra en el siglo XII, fue ocupada por Fernando el Católico en 1512, pasando intermitentemente de un reino al otro.
En 1620, Luis XIII de Francia une las coronas de Francia y Navarra, construyendo -en lo alto del montículo en que se asienta St. Jean- una Ciudadela para su defensa de las intromisiones del sur. En 1680, Luis XIV encarga su modificación y reforma al ingeniero militar Sebastien le Prestre de Vauban, adquiriendo el porte soberbio que hoy día conserva.
Ya en 1728 se realizan durante dos años nuevas reformas y prolongación de las murallas de la población, que va a desempeñar un relevante papel durante la Revolución francesa y el Imperio napoleónico. En 1814 resiste ante el sitio a que fue sometida, gracias a su amurallamiento.
En 1920 se desclasifica como obra militar, algo que la experiencia en general nos enseña que es un momento de peligro para los monumentos militares, por el afán de arrasar con ellos.
Pero, afortunadamente, buena parte de las murallas medievales -adaptadas en sus merlones a la defensa artillera-, se mantiene en pie, con sus cuatro puertas de acceso (la de Santiago, por donde entraban los peregrinos del Camino de Santiago; la de Notre-Dame, que conducía al barrio español, en línea opuesta a la anterior, camino de España; la de Navarra -o del mercado-  y la de Francia).
En cuanto a su Ciudadela -desde donde se divisa el amplio valle de los alrededores y las montañas que lo circundan-, se conserva en un estado óptimo. Y lo que es muy importante: también de uso, pues en su interior contiene las instalaciones de un colegio público. Dentro y fuera de la fortificación, se oye el trajinar de los niños y sus profesores, y en los fosos de las murallas los vemos jugar al balón en discretas instalaciones que no perturban la armonía del conjunto.
Así, lo que fue sede de una eficaz guarnición a medio camino entre Pamplona (al Suroeste) y Bayona (al noroeste), es hoy acogedor centro educativo, aunque no está permitida la entrada de personas ajenas al recinto interior para no interrumpir la marcha de las clases.
Bueno sería que se facilitaran visitas en fines de semana. En tanto, el recorrido por el exterior, con vistazo consentido al interior, nos compensa y completa una visita más que recomendable a esta población donde sigue el continuo trajinar de peregrinos y turistas, que le dan vida y actividad, dentro de lo apacible, tranquilo, armonioso y bello del conjunto urbano.

(Ver vídeo grabado desde su Ciudadela: http://www.youtube.com/watch?v=79sbabthT6k&feature=youtu.be)

martes, 8 de octubre de 2013

Ciudadela de St Jean-Pied-de-Port en los Pirineos franceses

St. Jean-Pied-de-Port es una atractiva población francesa situada en la entrada de Roncesvalles, que por su situación geoestratégica ha sido lugar codiciado por unos y otros reinos a ambos lados de los Pirineos.
Fortificada por los reyes de Navarra en el siglo XII, fue ocupada por Fernando el Católico en 1512, pasando intermitentemente de un reino al otro.
En 1620, Luis XIII de Francia une las coronas de Francia y Navarra, construyendo -en lo alto del montículo en que se asienta St. Jean- una Ciudadela para su defensa de las intromisiones del sur. En 1680, Luis XIV encarga su modificación y reforma al ingeniero militar Sebastien le Prestre de Vauban, adquiriendo el porte soberbio que hoy día conserva.
Posteriores actuaciones en el siglo XVIII completaron sus fortificaciones.
Hoy es lugar frecuentado por turistas y peregrinos de la Ruta de Santiago, que lo atraviesa de norte a sur.
El valle a sus pies y las montañas de los alrededores, forman un paisaje de gran belleza, sosiego y tranquilidad.

sábado, 5 de octubre de 2013

CASTILLO DE OLITE: EL ANSIA POR TENER DE TODO
Moisés Cayetano Rosado
En todas las guías turísticas le suelen dar la máxima calificación, y los visitantes a veces son grupos nutridos que se entremezclan y dificultan el deambular: masas entusiasmadas que suben y bajan escaleras y se asoman a los múltiples miradores con la alegría de los niños.
Es el Castillo de Olite, en Navarra, y más en concreto el Palacio Nuevo (pues el Viejo es el actual Parador y al medio quedan las ruinas de la Capilla de San Jorge).
Construido entre los años 1402 y 1424, comprende un conjunto de estancias variadas, pasadizos, jardines y fosos, rodeados de altas murallas, con torres de todo tipo, rematadas en conos invertidos, almenas, finas garitas cilíndricas, mirador también cilíndrico de espectacular anchura, terrazas… Promovido por Carlos III “el Noble”, fue en su día uno de los más lujosos de Europa, aunque -con la conquista de Navarra por Castilla en 1512- sufrió un proceso de abandono y deterioro, que se remató en 1813, al ser incendiado durante la Guerra de la Independencia. Sería en 1923 cuando la Diputación Foral se hizo cargo de él, procediéndose a su restauración.
Vista parcial exterior
Y ahí lo tenemos hoy, salvado de la ruina, muy retocado en sus múltiples elementos y celebrado por todos como una de los mayores atractivos de una tierra que los tiene más que sobrados en su magnífico patrimonio artístico-monumental, aparte del natural y humano.
Sin embargo, a mí no me acaba de agradar. Lo he visitado en medio del disfrute del legado navarro eclesiástico, militar y civil -románico, gótico, renacentista, manierista, barroco, neoclásico…- y me resulta excesivamente recargado de elementos volumétricos. Una especie de conjunto pretencioso, donde la soberbia, la riqueza y el capricho se conjugan para aparecer como la obra suma de todas las artes constructivas. Y entonces, tanta ostentación y mezcla, tanta obsesión por ser “incomparable”, me resulta incluso empalagosa.
Claro que quien conozca mi gusto por el románico y el gótico cisterciense, seguro que encuentra en ello suficiente aclaración. Pero también me rindo ante la belleza del gótico clásico, incluso del final, tan recargado. Y, sin duda, ante el plateresco, el manuelino, el manierista, el barroco, sin olvidar el renacentista y neoclásico y otras manifestaciones posteriores (¡y anteriores, claro!).
Vista parcial interior
Otra vista parcial interior
Pero creo que hay una diferencia absoluta entre lo que es la justa creación de una obra de arte que tiene “cuerpo y alma” y lo que podría ser una obra constructiva corpóreamente impresionante, pero carente del soplo indefinible de lo que nos conmueve.

Sí, la gente estaba muy gozosa y parlanchina asomada en los múltiples ventanales y terrazas del Palacio Real de Olite, pero yo me quedo con las iglesitas y los pueblos armónicos, sencillos, primorosos, de los alrededores.