martes, 23 de junio de 2015

INQUISICIÓN. XV JORNADAS DE HISTORIA EN LLERENA
 
Cartel de las XV Jornadas, que sirve de portada al libro
Coordinadores: Felipe Lorenzana de la Puente y Francisco Javier Mateos Ascacíbar.
Edita: Sociedad Extremeña de Historia. Llerena, 2014. 406 págs. Más CD-ROM con las ponencias y vídeo de la presentación y las tres ponencias-marco iniciales.

Las Jornadas de Historia de Llerena ya han celebrado  quince ediciones y preparan sus organizadores las XVI para finales de octubre de 2015. Estas XV Jornadas celebradas el pasado año ya están, puntualmente como siempre, publicadas.
En esta ocasión, sus densas, variadas, ricas y rigurosas 406 páginas se dedican monográficamente al tema de la Inquisición, de lo que Llerena es una referencia fundamental no solo en el ámbito regional sino nacional e internacional.
Las veintidós aportaciones presentadas, que se nos ofrecen correlativamente (con resumen en español e inglés, texto y  abundantes ilustraciones en muchas de ellas), podríamos agruparlas en ocho campos para una más asequible comprensión del lector, y en especial para el que vaya a acceder a ellas desde fuera de un contexto especializado.
El grupo más numeroso, de seis, hace referencia fundamentalmente a Llerena. Cinco podríamos encuadrarlas en biografías de personajes relacionadas con la Inquisición. Tres serían de carácter y encuadre general. Dos relativas a Fregenal de la Sierra, así como otras dos relacionadas con Sevilla. Dos más abordan la Inquisición desde el mundo del arte, y en concreto la pintura. Una se encuadra en el espacio geográfico de la Sierra de Gata y otra más referida a la vecina ciudad portuguesa de Évora.
Referidas a la Santa Inquisición de Llerena se nos presentan dos de las tres ponencias-marco, que encabezan la publicación (la inicial de las tres es de tipo general como se verá). Una de ellas, del historiador Gustav Henningsen, trata de Los inquisidores de Llerena y el universo mágico del Sur, en la que defiende que -a diferencia del Norte de España en que se daba tanto la brujería como la hechicería, en el Sur solo se daría la última, centrándose en las causas de “supersticiosos” del tribunal de Llerena. La otra, de los historiadores Juan Ignacio Panizo y Laura Lavado, desentraña la Actividad procesal y represión. El tribunal de la Inquisición de Llerena a través de su documentación, dándonos a conocer el funcionamiento de dicho tribunal y la dura represión y control social que ejercía ante la atemorizada población, sometida “a los designios de Dios”.
También centradas en el Tribunal de Llerena se nos ofrecen otras cuatro ponencias más: Pleito de la Santa Inquisición de Llerena contra Gaspar Sánchez Mercader, de Rogelio Segovia Sopo, en que se adentra en la maquinaria de la Santa Inquisición, como salvaguarda religiosa y en su función económica, siendo la víctima -como expresa el autor- “obligado benefactor de Jerez de los Caballeros en la segunda mitad del siglo XVI”, con la intención de suavizar el peso de la sentencia. La siguiente, de Luis Garraín Villa, nos hace un recorrido por las distintas edificaciones ocupadas por la Inquisición así como los malos tratos que infligen los inquisidores llerenenses a principios del siglo XVI, bajo el título de El tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Llerena. Nuevas aportaciones. Una más, de Manuel Maldonado Fernández, Relaciones protocolarias entre el tribunal de la Inquisición y el cabildo concejil de Llerena, nos narra los desencuentros en sus actividades entre los numerosos personajes y el necesario protocolo establecido para dirimirlos. La última de este bloque indicativo que establezco, es de Francisco Javier Mateos Ascacíbar, que bajo el título de Lo que hizo y deshizo el Tribunal de la Inquisición durante su residencia en el palacio del mayorazgo de los Zapata en Llerena, denuncia las sustantivas reformas del edificio a finales del siglo XVI, que “arruinó la preciosa hechura del palacio” para acomodo de sus dependencias de trabajo, residencia, cárceles y torturas.
En cuanto a Biografías, de las cinco indicadas la primera es de Bárbara Santiago Medina y trata sobre Pablo García, notario del secreto, dando cuenta de su libro “Orden de Processar”, orientado a unificar la práctica procesal de todos los tribunales del Santo Oficio, que se hizo indispensable para dichos tribunales. José Gámez Martín nos hace una aproximación a Don Fray Diego de Deza, arzobispo de Sevilla y su época, calificándolo de fino político, ejemplar religioso y notable literato. Del Jesuita frexnense Manuel de Solórzano (1639-1684). Su relato del auto general de fe de Granada de 1672 es la ponencia de Andrés Oyola Fabián, aportando nuevos datos biográficos sobre el mismo. José Miguel Cobos y José Ramón Vallejo  presentan a Francisco Arceo, médico del Santo Oficio de la Inquisición de Llerena, describiendo el papel jugado por los médicos en los tribunales de la Inquisición, vigilantes al estado de los reos, con el fin de espaciar las torturas para conseguir de las víctimas las declaraciones deseadas. Una última biografía es la de El último inquisidor. Francisco María Riesco: del Santo Oficio de Llerena a las Cortes de Cádiz, estudio de Felipe Lorenzana de la Puente, en que nos muestra “el último esfuerzo que realizó la Inquisición por mantener sus potestades, e incluso su propia existencia, en el tránsito del Antiguo Régimen al Liberalismo”, donde como diputado Francisco María Riesco tuvo un destacado papel en defensa de la Inquisición y de sus valores.
De tipo general había indicado tres, una de ellas una de las ponencias-marco, de Jean-Pierre Dedieu: La inquisición moderna en su contexto internacional. Fragmentos de Historia, en que nos muestra cómo los inquisidores percibían su tarea como una función social fundamental, que tenía en el miedo su aliado principal. De la mano de Ángel Hernández Sobrino, María Silvestre Madrid y Emiliano Almansa Rodríguez tenemos Los esclavos del rey y la Inquisición, donde nos indican cómo “a veces por desesperación y otras por intentar cambiar su mala fortuna, cometieron delitos contra la fe, por lo que fueron encausados por el Santo Oficio”. Y de Juan Carlos Monterde García, Disposiciones abolicionistas del tribunal del Santo Oficio (1808-1834), que hace un recorrido por las vicisitudes del tribunal en el siglo XIX, suprimido o restaurado según fueran los gobiernos liberales o conservadores los que detentaran el poder.
Sobre Fregenal específicamente hemos de destacar dos trabajos de estas Jornadas. El de Rafael Caso Amador, La actuación inicial de la Inquisición en el suroeste de Extremadura: Fregenal de la Sierra, 1491-1511. Estudio Preliminar (donde analiza las actuaciones para con la sociedad judeoconversa a través del estudio de las listas de condenados) y el de Juan Luis Fornieles Álvarez, Presión inquisitorial en la villa de Fregenal: conflictividad social y emigración (donde expone el éxodo masivo, a finales del siglo XVI, de vecinos, fundamentalmente a Indias, y la consecuente decadencia demográfica y económica de Fregenal).
Otras dos aportaciones se centran en Sevilla, la primera de Casto Manuel Solera Campos: Los progresos de la Inquisición en Sevilla (1478-1484), haciendo una relación de los condenados en esa fecha, las peripecias de los inquisidores y una referencia sobre la sede en que se instaló. La otra es de Francisco Javier Gutiérrez Núñez: El Tribunal de la Inquisición de Sevilla a inicios del siglo XVIII, confeccionando la nómina de personas que estaban vinculadas al mismo en esas fechas.
Un trabajo nos viene del país vecino, presentado por Bruno Lopes, con el título de Uma primeira aproximação às contas da Inquisição portuguesa: o tribunal de Évora (1670-1770), estudiando con detalle los finanzas de la Inquisición portuguesa, la estructura de sus ingresos y gastos, centrándose en el Tribunal de Évora.
De Carlos Fernández-Pacheco y Concepción Moya García tenemos el trabajo Judaizantes en la Sierra de Gata extremeña a mediados del siglo XVIII, que relata los ritos y tradiciones judías practicadas en la Sierra de Gata, sus relaciones con otras comunidades judías extremeñas y su endogamia.
Finalmente, otras dos ponencias más relacionan el tema central de las Jornadas con el Arte. Así, Antonio Calero Viñuela estudia La iconografía española del Santo Oficio: entre el espectáculo y el rechazo moral, indicando que las escasas muestras que conocemos se concentran en pocos autores (Pedro Berruguete, Francisco Rizzi, Goya, Domingo Valdivieso) y en dos períodos extremos: al comienzo y al final de la larga historia de la Inquisición Española. Pablo Jesús Lorite Cruz trata de Fray Diego de Deza, inquisidor de Castilla pintado por Francisco de Zurbarán, destacando el extraordinario respeto por la iconografía sacra (esencialmente litúrgica) de los tres cuadros que nos presentan: dos retratos simples y otro con alegoría (apoteosis de Santo Tomás de Aquino).
Una publicación, por tanto, de importantes aportaciones, como viene siendo habitual en estas Jornadas de Llerena, mantenidas con tesón, rigurosa periodicidad y “milagrosa” capacidad para sostener una empresa tan complicada, que exige un esfuerzo extraordinario no solo para su realización y publicación sino también para que lo sea con la altura académica que los organizadores y participantes (muchos de ellos habituales) consiguen.

MOISÉS CAYETANO ROSADO

lunes, 22 de junio de 2015

EL ATLAS DE LORENZO POSSI Y BADAJOZ
Nuevamente, en las Ferias y Fiestas de San Juan, es tiempo para buscar un rato entre el jolgorio y reposar contemplando la trama de la ciudad en un paseo reparador. Y asimismo, retroceder en el tiempo “adivinando” su evolución, desde la población ceñida a sus murallas a la expansión que la ha ido conformando. Para ello, nuestro paseo deberá auxiliarse de los mapas antiguos de la villa, tan abundantes ya y a nuestra mano, gracias a la continua aportación de nuestros investigadores. En ese sentido va este comentario que ahora sigue.
TESORO DOCUMENTAL Y CARTOGRÁFICO.
El equipo formado por el documentalista Carlos Sánchez Rubio y las historiadoras Rocío Sánchez Rubio e Isabel Testón Núñez ha publicado un nuevo tesoro documental y cartográfico de la Raya, donde la presencia de Badajoz es destacada por medio de dos magníficas representaciones.
Anteriormente han dado a la luz obras como Planos, Guerra y Frontera. La Raya Luso-Extremeña en el Archivo Militar de Estocolmo, de finales de la década de 1660, y Corograhía y descripción del territorio de la plaza de Badajox y fronteras del reyno de Portugal confinantes a ella, ambas del 2003. Imágenes de un Imperio perdido. El Atlas del marqués de Heliche, de 2004. Cartografía de un espacio en Guerra. Extremadura 1808-1812, de 2008.
Ahora nos ofrecen esta obra monumental editada por “4 Gatos” y patrocinada por la Fundación Caja Badajoz en gran formato, con 280 páginas: El Atlas Medici de Lorenzo Possi, 1687. “Piante d’Estremadura, e di Catalogna”, que profundiza en la vida y obra de un ingeniero militar italiano al servicio de la Monarquía Hispánica en los tiempos difíciles de las sublevaciones de Portugal y Cataluña en la segunda mitad del siglo XVII.
El volumen se divide en diez capítulos -tras presentación y prólogo-, dedicados seis de ellos a la justificación e investigación de los autores del trabajo, uno a la descripción del Atlas, y los restantes a la transcripción de las leyendas de los mapas y planos, bibliografía e índice onomástico. Entre los seis primeros y los cuatro restantes, nos ofrecen copia fiel del propio Atlas de Lorenzo Possi.
Este magnífico Atlas se compone de un mapa general de Extremadura y la zona portuguesa limítrofe, otro de Cataluña, uno más del Rosellón y otro de la frontera catalano-pirenaica; ocho planos de fortificaciones extremeñas (Badajoz en planta y vista, más Olivenza, entonces portuguesa), trece portuguesas (la mayoría alentejanas, con Évora y Vila Viçosa en planta y vista), dieciséis catalanas (seis de ellas con versión de planta y vista), dos del Rosellón, una de Cartagena, otra de Orán y otra de Melilla. Lugares todos ellos donde intervendría el ingeniero.
BADAJOZ, PLANTA Y ALZADO.
La planta de Badajoz corresponde al año 1667, o sea, una vez que ha sufrido los asedios de 1657 y el más grande de 1658. A pesar de estos ataques, las defensas que contemplamos en el plano son muy deficientes, pues solamente el Fuerte de San Cristóbal y el Hornabeque de la cabeza exterior del Puente Viejo (unidos ambos por camino cubierto) presentan fortificación moderna; en la plaza principal se mantiene la Cerca Vieja, reforzada en diversos puntos por pequeños baluartes y una “obra coronada” (Forte de Santa María, le llama Possi) en lo que iba a ser el Fuerte de Pardaleras.
La vista de la población (que reproducen los autores del libro en la cubierta) es una impresionante contemplación desde la orilla derecha del río Guadiana, aguas abajo del Puente Viejo. Es un estudio meticuloso del caserío, detallando con precisión la Alcazaba, las torres principales de la ciudad (destacando la de Santa María, San Salvador, la Catedral y la del Convento de San Onofre), la Cerca Vieja, los ríos Guadiana y Gévora, el Puente Viejo, el Hornabeque de su cabeza exterior (“Testa del Ponte”, escribe Possi), la comunicación al Fuerte y éste mismo Fuerte de San Cristóbal. A la derecha, por fuera de los fosos de la muralla de la Plaza, observamos una empalizada que llega al río.
OTRAS CONSIDERACIONES.
Previamente, a lo largo de los seis capítulos iniciales desgranan la vida y obra de Lorenzo Possi, aclarándonos los pormenores de sus métodos de trabajo, las incidencias de su agitada vida, la relación con otros ingenieros militares (en especial Ventura de Tarragona, Marco Alessandro del Borro, Jerónimo Rinaldi, Juan Bautista Ruggero, Ambrosio Borsano y Esteban Matteini), su colaboración e intercomunicación, así como el servicio que todos ellos prestaron a la Corona Hispánica.
Buscando en diversos archivos, principalmente de Alemania, Austria, España y Portugal, establecen comparaciones con otros documentos, mapas y atlas, despejando dudas sobre autorías de planos dudosamente datados y atribuidos hasta la fecha, sirviéndose de métodos rigurosos y algunos novedosos, como el de las “filigranas papeleras”, que nos explican con soltura didáctica.
La obra es una joya de alto valor bibliográfico y documental. Un hito en el conocimiento del trabajo de los ingenieros militares de la segunda mitad del siglo XVII. Un descubrimiento con respecto a un autor hasta ahora prácticamente ignorado. Y, por lo que a Badajoz se refiere, una presencia destacada de una de las fortificaciones más importantes de la Raya en las confrontaciones de la Guerra de Restauração.                                        

MOISÉS CAYETANO ROSADO

domingo, 21 de junio de 2015

UN PASEO POR EL DESFILADERO DEL CARES
Moisés Cayetano Rosado
Subimos por Riaño hasta la corona montañosa que delimita el norte de León y sur de Asturias: los Picos de Europa. El paisaje ya es hermoso, diferente, sobrecogedor en sus levantamientos calizos que rodean el embalse de Riaño.
Es curioso este mar interior en que confluyen los ríos Elsa, Yuso y Orza, que en 1987 surgió -tras algunos intentos anteriores- por decisión del Gobierno de Felipe González, a pesar de las movilizaciones populares lugareñas, tan duramente reprimidas por las Fuerzas de Orden, anegando ocho pueblos previamente demolidos.
Con la inmediata normativa medioambiental europea, este pantano en que ahora se reflejan los enormes picachos levantados en la Era Terciaria, no hubiera podido construirse. No se han efectuado los regadíos prometidos, aunque sí el provecho para las empresas hidroeléctricas, y ahí queda su silenciosa artificialidad, que contemplamos de paso, buscando el desfiladero del Cares.
Parando más al norte, en el caserío de Cordiñanes, estamos en su inicio. Envueltos en la magia de un paisaje sobrecogedor, donde abundan las casas rurales en las que recibir el regalo de un despertar entre praderas, hórreos, escarpaduras increíbles.
A veces nos parece que el cielo baja por las laderas y se coloca a medio camino de los elevados triángulos de piedras. Todo es caliza gris, dispuesta en bandas fuertemente erosionadas y plegadas con pronunciado buzamiento, como si fuesen inmensas páginas de libro que forzamos a pasar en la lectura.
Enseguida estaremos en el Mirador del Tombo, a pocos kilómetros de la población de Caín, donde se inicia la Garganta del Cares. Desde este otero, con hermosa cruz de hierro y escultura de rebeco -emblema de la fauna de los Picos de Europa-, se inicia una senda que invita al recorrido a pie hasta Caín. Camino bastante accesible y cuidado, restallante de vegetación y con hermosas vistas de los alrededores, abruptos, llenos de contrastes en cuanto a picos y valles, donde frecuentemente veremos grupos de cabras pastando en las pendientes, como haciendo un espectáculo de equilibrios.
Ya en Caín, se inicia la Ruta del Cares. Extraordinario desfiladero en que se abrió una cómoda senda para el mantenimiento del canal de alimentación de la central hidroeléctrica de Carmameña-Pocebos, inicialmente construido entre 1916 y 1921, ampliado entre 1945 y 1950.
A lo largo de 11 kilómetros, podemos disfrutar de un paisaje indescriptible, que al fotografiarlo nos frustra un poco, pues es imposible plasmar con la cámara tanta belleza. Las grutas, puentes colgados, senderos esculpidos en la roca…, el propio canal que unas veces nos acompaña, otras vemos más arriba o debajo de nosotros…, constituyen un recreo visual de los mejores que nos sean dados contemplar en la naturaleza.
El río, abajo, corre impetuoso. Cuando por los puentes pasamos de un lado a otro del desfiladero, queda a nuestros pies, rugiente, espumante, moldeando enormes bloques de piedra depositadas en su lecho.
El canal da de lejos la sensación de que discurre manso, sin apenas movimiento. De cerca es una masa de agua lanzada a notable velocidad, que a veces rebasa sus paredes y moja la senda por donde caminamos; senda pétrea, troglodítica, abismal.

En cualquier caso, el trazado es tan cómodo, tan accesible, que cualquiera puede hacer la Ruta, sin especial preparación. Solo bota y ropa cómodas se nos hacen necesarias. Y un paraguas por la lluvia que en cualquier momento nos pueda caer, en esta ruta húmeda del increíble norte de León, desembocando en una Asturias verde, hermosa, que invita a nuevas aventuras.

miércoles, 17 de junio de 2015

REVISTA ALENTEJO: REFERENCIA DE RIGOR, VARIEDAD Y CALIDAD
Hace ya algo más de once años, en la primavera de 2004, me comentaba el escritor e ingeniero António Murteira el proyecto de la Casa de Alentejo de impulsar su anterior publicación asociativa, dándole un carácter regional e incluso transfronterizo. Proyecto que él diseñó y dirige desde entonces, con el apoyo entusiasta del Presidente de dicha Casa, João Proença.
Desde entonces, ha pasado por diversas circunstancias y periodicidad, pero manteniéndose como publicación periódica, que ahora saca el número 38, siendo actualmente de salida semestral.
Como desde el principio, el número está presidido por las constantes de rigor  en el tratamiento de los temas que aborda, de variedad de los mismos dentro del carácter alentejano de proyección a temas de ámbito territorial nacional y transfronterizo, y de calidad tanto en el abordaje de las temáticas como en la impresión, en papel, tipografía, fotografía, composición, maquetación, etc.

En estos tiempos de crisis y dificultades económicas generales, que una entidad privada, asociativa -como es la Casa do Alentejo- consiga mantener una publicación de estas características, con amplia tirada (2.500 ejemplares por número), distribución entre suscriptores, venta en varios puntos libreros y asociativos de Portugal, y presencia en diversas bibliotecas municipales y otros centros públicos, parece casi un milagro. Un milagro que consiguen el tesón, la constancia y la ilusión de João Proença y António Murteira, así como un buen número de colaboradores entre los que ellos han tenido siempre a bien contarme desde el principio del proyecto.

martes, 16 de junio de 2015

ARROYO DE SAN SERVÁN EN EL CONTEXTO DE LA II REPÚBLICA

“El próximo MIÉRCOLES 17 DE JUNIO DE 2015, en el Salón de Plenos de la Diputación de BADAJOZ, SE PRESENTA EL LIBRO
Arroyo de San Serván en el contexto de la II República y la represión franquista. 
Excavación de la fosa de “El Valle”
de
ÁNGEL OLMEDO ALONSO (Coordinador)
Silvia Herrero Calleja
J. Aranda Cisneros
Almudena García Rubio
Javier Iglesias Bexiga

Participarán en el acto Moisés Cayetano Rosado, Doctor en Historia y el historiador Ángel Olmedo Alonso, coordinador de la obra. Acto organizado por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura ”.


MIÉRCOLES 17 de JUNIO de 2015, a las 20:30 h.
Salón de Plenos
Palacio Diputación
Calle Obispo San Juan de Ribera, 6 – 06002. BADAJOZ



ORGANIZA:
ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA DE EXTREMADURA (ARMHEX)

COLABORA:
ÁREA DE  CULTURA DE LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE BADAJOZ


lunes, 15 de junio de 2015

DE LEÓN A VILLAFRANCA DEL BIERZO, POR EL CAMINO DE SANTIAGO (y II)
(De la Cruz de Ferro a Villafranca del Bierzo)
Moisés Cayetano Rosado
Atrás y adelante, otros pueblos dignos de visitar, como es el caso de Santiago de Peñalva, veintitantos kilómetros al oeste de la Cruz de Ferro. Ligeramente desviado del Camino oficial, pero que merece ir a pasear por sus calles silenciosas; disfrutar de su impecable empedrado; los muros de pizarra y cuarcita; los balcones corridos de madera, esos aleros tan sobresalientes; su iglesia mozárabe del siglo X, con doble arco de herradura en la entrada, airosamente sostenido sobre tres columnas de mármol.
Cercanos valles nivales remarcan la “U” del modelado de su roca caliza, ligeramente excavada en pico al medio por la acción de los torrentes…; hendiduras “pintadas” de marrón, verde y amarillo (tierra, ramaje y flores). Ese agua que corta la tierra, corriendo impetuosa, dejando a la vista las raíces de árboles portentosos…
Estamos en pleno Valle del Silencio. De él se cuenta una leyenda, con variantes según la inspiración: en el siglo X, San Genadio, que había fundado allí un oratorio, estaba meditando en su cueva, pero el murmullo del río no le permitía concentrarse, por lo que golpeando con su cayado dijo: “¡cállate!”, y el río dejó de hacer ruido.
Un poco más adelante, aún desviados del Camino de los peregrinos, en el borde occidental de los Montes Aquilanos, llegamos a Las Médulas. Fue la mayor explotación de oro a cielo abierto del Imperio romano y  en 1997 sería reconocida como Patrimonio de la Humanidad -cuatro años después que lo fuera el Camino que estamos parcialmente recorriendo-. Después de tres siglos de explotación, el paisaje que nos ha quedado resulta sobrecogedor: esos enormes picachos de arena y conglomerados rojizos se alzan en una enorme extensión sobre un “mar vegetal” que a duras penas consigue colonizar algunas de sus laderas menos empinadas. Espectáculo grandioso a todas horas por los efectos cambiantes de la luz en sus enormes paredones multiformes, en sus “muñones” provocados por la acción del agua llevada por inmensos canales de conducción con pendiente de entre el 0’6 y el 1% a lo largo de 300 kilómetros anillando y perforando montañas, para cribar el oro.
Subiendo al noreste, volvemos de nuevo al pleno Camino de Santiago, esta vez en la ciudad de Ponferrada. Buena zona ésta -hasta nuestro punto final en Villafranca del Bierzo- para reponer fuerzas tomando un “botillo”, plato típico del Bierzo, muy parecido (aunque cambia la denominación y ligeramente el contenido y preparación) al que podemos tomar en toda la Raya/Raia hispano-portuguesa entre las regiones de Galicia, León/Castilla y Extremadura por la parte española y Minho, Tras-os-Montes, Beiras y Alentejo por la portuguesa: diversas piezas del cerdo, troceadas (fundamentalmente costilla, rabo, espinazo y otras), adobadas con sal, pimentón, ajo y otras especias naturales, se embuten en el ciego del cerdo, ahumándose para su curación; se sirve con algún otro embutido, como chorizo, y coles con patatas cocidas.
Tan “explosiva” comida debe ser acompañada de un “pan de pueblo” -hogaza de trigo hecha en horno de leña-, al que podemos “añadir” su vino tinto, espeso, aunque no está nada mal la cerveza fresca, “sin pasteurizar”, como anuncian en el bar-restaurante “El Casino”, de Villafranca del Bierzo. No deben faltar las cerezas de la zona, que son una tentación al alcance del brazo en las carreteras del Bierzo.
Repuestas las fuerzas, Ponferrada nos ofrece el regalo de su extraordinario castillo templario. Una cerca inicial de canto y barro del siglo XI, sobre primitivo poblamiento de la Edad del Hierro, fue reforzada por los Templarios a cal y canto en el siglo XIII. Confiscada en el siglo siguiente, su nuevo poseedor -Pedro Fernández de Castro- levantó un primer castillo (Castillo Viejo). En el siglo XV, con otros propietarios -Duque de Arjona y Conde de Lemos- se levantan nuevas estancias en otro extremo de la cerca (Castillo Nuevo), conformándose así una compleja fortaleza, que hoy admiramos en todos estos elementos, externamente protegidos en parte por doble muralla, foso y barbacana. Diversos museos y un callejero tortuoso lleno de caserones, palacetes y palacios magníficos completan una oferta tentadora, por donde deambulamos turistas, visitantes y peregrinos, camino de Villafranca.
Y en Villafranca del Bierzo, nuevamente un “derroche” patrimonial nos espera: iglesia románica de Santiago; convento de San Francisco con portada románica e interiores góticos (donde se encuentro la sencilla sepultura del escritor Enrique Gil y Carrasco, autor de la mítica novela “El señor de Bembibre” -una de las mejores novelas históricas españolas, ambientada en el siglo XIV, con el enfrentamiento entre  órdenes militares/religiosas-, escrita cuando el autor apenas tenía 28 años); convento de la Anunciada, del siglo XVII; inacabada colegiata de Santa María, con elementos góticos, herrerianos y platerescos;  castillo-palacio de finales del siglo XV…

A cuatro kilómetros al sur de Villafranca se encuentra Corullón, otro de estos pueblos que merecen una visita reposada. Rodeado de exuberante vegetación (una vez más con las tentadoras cerezas…), conserva un castillo del siglo XV y dos deliciosas iglesias románicas (de San Esteban y San Miguel, de los siglos XI y XII respectivamente), en las que destacan artísticamente sus portadas y, en especial, sus canecillos, labrados con pericia y malicia, pues en varios de ellos sus posturas y órganos sexuales al desnudo, de generosas dimensiones y descarada exposición, sorprenden al visitante. Supongo que más de uno los llevará… en su conciencia, para bien o para mal, hasta recalar en Santiago.

jueves, 11 de junio de 2015

EL CORREDOR DE INVASIÓN MADRID-LISBOA EN LOS CONFLICTOS PENINSULARES
(Ver el trabajo completo en el Documento 59 del enlace: http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/p/paginaprueba.html)
  
Moisés Cayetano Rosado
Doctor en Geografía e Historia 
RESUMEN
Sublevada Portugal contra los Austrias, a partir de 1640 la Raya hispano-portuguesa sufrirá largos periodos de invasiones, asaltos, rapiñas, sitios, batallas… renovadas a comienzos del siglo XVIII, a mediados del mismo, y de nuevo a comienzos y unos años más tarde en las dos primeras décadas del siglo XIX.
De los diversos corredores de invasión en la frontera, la línea Madrid-Lisboa tendrá un primordial protagonismo en las confrontaciones, llevando a un refuerzo de sus poblaciones de vanguardia y retaguardia rayana, especialmente en Portugal. Fortificaciones artilladas y abaluartadas, fuertes y atalayas serán fundamentales en la defensa territorial. 
PALABRAS CLAVE: Raya hispano-portuguesa, corredores de invasión, conflictos peninsulares, corredor Madrid-Lisboa, fortificaciones en frontera, vanguardia fortificada, retaguardia fortificada.


ABSTRACT
Once Portugal had risen up aganist the Austrias, from 1640 on, the Spanish-Portuguese "Raya" (border) suffers long periods of invasions, assaults, robberies, sieges, battles... renewed in the early eighteenth centrury, in the middle of it, and again at the begining and a few years later in the first two decades of the nineteenth century.
Of the various invasion corridors along the border, the Madrid-Lisbon line will have a key role in the confrontations, leading to a strengthening of their vanguard and rearguard populations, especially in Portugal. Bastioned artillery and fortifications, forts and watchtowers will be fundamental in territorial defense.

KEYWORDS: Spanish and Portuguese Raya, invasion corridors, peninsular conflict corridor Madrid –Lisbon, border fortifications, fortified vanguard, fortified rearguard.

miércoles, 10 de junio de 2015

DE LEÓN A VILLAFRANCA DEL BIERZO, POR EL CAMINO DE SANTIAGO (I)
(De León a la Cruz de Ferro)
Moisés Cayetano Rosado
He visto descender a tantos caminantes por los Pirineos y el norte de España haciendo el Camino de Santiago que ahora, cuando vamos desde León a Villafranca del Bierzo, no me siendo nada sorprendido al ver la cantidad de personas de todas las edades y condiciones que lo recorren. En algunos pueblos nos dicen: “Gracias a ellos esto tiene alguna vida, porque si no ya no quedaba un alma por estos parajes”. Y es que algo van/vamos dejando en hospedaje, comidas y regalos.
Pero antes de entrar en León merece acercarse -quince kilómetros hacia el este- a visitar la iglesia de San Miguel de Escalada, del siglo X, joya del arte mozárabe español, destacando sus arcos de herradura pronunciada en pórtico e interior. ¡Lástima que ni un solo panel, ni un mínimo folleto, nos ayuden en el recorrido, en medio de la soledad campestre, donde un “guarda” del monumento nos cobra la entrada y, como buenamente puede, da algunas indicaciones en medio del lamento por los “recortes de la crisis” en cuanto a guías, ilustraciones y atención general.
Ya en León, lo mejor es parar cerca de la Basílica de San Isidoro, donde contemplar no solo este monumento esencial del arte románico occidental sino uno de los fragmentos mejor conservados de la muralla romana, que volveremos a admirar al lado de la catedral.
Las magníficas portadas esculpidas de San Isidoro dan acceso a un templo admirable, de Capilla Mayor gótica, con retablo de 24 tablas excelente. Pero lo más visitado es -con entrada inmediata exterior- el Panteón Real, del siglo XI, que acoge los sarcófagos de 23 reyes y reinas, más otras sepulturas de la familia real y nobleza; los frescos románicos del siglo XII, con escenas del Nuevo Testamento y calendario agrícola es de lo mejor que se ha realizado en pintura románica, y su estado de conservación es admirable.
Desde allí, callejeando por el quebrado laberinto del casco antiguo -uno de los más sugerentes lugares de “tapeo” de España, y al que llaman significativamente “Barrio Húmedo”-, llegamos a la catedral. Un bosque de pináculos, un abigarrado ramaje de arbotantes, en el exterior, así como una explosión de luces, colores figurativos, brillo y esplendor en las vidrieras de su interior, de las más notables del mundo. La riqueza escultórica gótica alcanza lo sublime en la Virgen Blanca, instalada en el absidiolo central del transepto, y cuya reproducción preside también la puerta central de la fachada principal del templo.
Ya camino de Astorga vamos viendo el reguero de peregrinos a pie y en bicicleta que pueblan carreteras y caminos. Causa admiración esa “casa volante” que cuelga a sus espaldas, el enorme macuto caminero que llevan incluso personas que hace ya más de una década que rebasaron el medio siglo de su vida.
Y en Astorga, el magnífico regalo de su catedral, su vecino Palacio Episcopal y numerosos vestigios romanos. La primera, pedagógico “libro de arte” en que se suceden el gótico flamígero (sobre todo en el ábside), renacimiento, plateresco y barroco (especialmente en portada). El segundo, obra neogótica de finales del siglo XIX, hecha por Gaudí -como la Casa de los Botines de León, en cuya plaza (de Santo Domingo) habíamos dejado el coche, por su cercanía al centro y amplio aparcamiento “bien cobrado”-. Los terceros, presentes en excavaciones y en la admirable muralla que en gran parte rodea a la ciudad, aunque bastante maltratada por construcciones adosadas y elementos de mobiliario urbano incluso en abandono, por no decir pintadas y otros desprecios a la historia.
Para compensar este “mal sabor”, no estará mal comerse un cocido maragato en esta capital de la comarca (comida “al revés”: se empieza por las carnes y se termina por el caldo) y saborear sus gruesos, gigantescos chocolates, para mí de los mejores, junto a los de Toro.
Un poco más allá, a unos cinco kilómetros, la gran sorpresa de Castrillo de los Polvazares, uno de los pueblos más encantadores del país. De precioso empedrado pizarroso, con amplias piezas al medio y menudas en los bordes; puertas adinteladas enmarcadas en gruesos maderos; portalones con amplio arco de medio punto, alternando  cal y canto y sillarejo en las fachadas; colorido en verde y rojo de esas puertas, portones y ventanas; cubiertas de teja árabe a dos y cuatro aguas, y amplísimos corredores de acceso a las estancias principales. Señales de riqueza en medio de la pobreza secular de la Maragatería, foco de visitantes en fines de semana y vacaciones, que tuvimos la suerte de recorrer en día de diario solitario.

Y veinticinco kilómetros más allá, uno de los emblemas del Camino de Santiago: la Cruz de Ferro, tras la que pasamos al Bierzo. Al medio de un montón de tierra y piedras de 5 metros de diámetro (arrojadas ritualmente por peregrinos y campesinos a lo largo de los siglos) se alza una sencilla cruz de hierro sobre un palo desnudo. Sustitución humilde del dios Mercurio, protector de los caminos. Desde allí ya se vislumbran los Montes Aquilanos al oeste, y al sur la Sierra del Teleno. Paisaje calizo moldeado por arrastre nival y la avenida de riachuelos que cobran fuerza y grosor a medida que bajan por los montes.