sábado, 21 de septiembre de 2019



SÁBADO EN EL MERCADO MUNICIPAL DE ELVAS
Moisés Cayetano Rosado

Es sábado y, para los que vivimos en la Raya/Raia, resulta una ocasión propicia para “dar el salto”. Pequeño salto en la diluida frontera si partimos de Badajoz y nos dirigimos a Elvas, una de las ciudades con mayor, mejor y más acertadamente restaurado patrimonio monumental de la Península.
Apenas una docena de kilómetros (Badajoz “se pega” a la Raya como una lapa gigantesca) y ya estamos ante la silueta admirable del Forte de Santa Luzia, levantado a partir de 1640, cuando daba comienzo la Guerra de Restauração, que duraría 28 años, y por la que los Austrias procedentes de España perderían el Reino portugués a favor de la nueva dinastía de la Casa de Bragança. Vamos contemplando los agudos salientes de sus enormes baluartes, la puerta exterior, a nuestra izquierda, el camino cubierto, que llevaba a la ciudad.
Y ahí está Elvas, que en nuestro camino parece que se esconde tras sus glacis inmensos: da la sensación que tras estos notables terraplenes no haya ninguna otra defensa, pero si dejáramos el coche y nos fuéramos acercando podríamos admirar la inmensidad de sus escarpas, fosos, contraescarpas, revellines, baluartes… y tras ello las elevadas torres de sus iglesias y su Sé. Magnífico cinturón defensivo perfectamente “recorrible” como ruta senderista llena de belleza.
Más adelante, acercándonos ya a nuestro destino, el Acueducto de Amoreira, construido en el siglo XVI, una de las obras hidráulicas más majestuosas, grandiosas, de la Península; en el Valle de San Francisco -que vamos dejando a nuestra inmediata izquierda, según subimos hacia la Porta da Esquina- alcanza los 31 metros de altura, con cuatro órdenes de arcadas, más los arquillos superiores de la canalización. Esta monumental construcción de más de 8’5 kilómetros de longitud y 843 arcos forma parte del conjunto “Guarnición fronteriza y fortificaciones de la ciudad de Elvas”, Patrimonio de la Humanidad desde 2012.
Atravesamos bajo sus arcos y ya nos enfrentamos a la Porta exterior da Esquina, construida en el revellín de defensa exterior, con amplia curva de sólida estructura, tras la cual pasamos a la puerta interior, en el paño de muralla, para situarnos en el interior de la Plaza fuerte. Impenetrable doble defensa de notable grosor, amplios fosos, puente levadizo y profusión de cañoneras.
Ya estamos a punto de llegar al Mercado. Inmediatamente, dejamos a la izquierda el antiguo Quartel do Trem, construido entre 1694 y 1715, para fabricar, almacenar, preparar y reparar el armamento pesado y municiones militares. Hoy Escuela Superior Agraria, de extraordinaria fachada y portada monumental, tiene al lado mismo antiguas dependencias residenciales militares y detrás un admirable y gigantesco polvorín: el Paiol da Conceição, de la segunda mitad del siglo XVII, edificio circular con un radio de más de 7 metros, que merecería una visita, cuando terminemos la compra en el Mercado; desde allí, las vistas son inigualables para contemplar las fortificaciones elvenses y la campiña que se extiende al oeste. Enfrente al Cuartel está el antiguo Convento de São Paulo, de finales del siglo XVII-principios del siglo XVIII, de recio estilo barroco, hoy habilitado como hotel de lujo.
Un lugar espacioso para dejar el coche es la explana de los fosos a que se accede por la Poterna de S. Martinho, inmediata al anterior Quartel, y que es otro de los elementos de la fortificación primigenia, desde la que podremos nuevamente admirar todo el entorno exterior, en tanto dejamos el coche aparcado.
La vista del Forte da Graça, “donde culmina el arte de fortificar del siglo XVIII”, es sobrecogedora. Una maravilla si luce el sol, pero no menos atractiva si el día es de llovizna, como ocurre ahora, destacando la Casa del Gobernador, sobre el reducto central en el medio de esta maquinaria “escondida” en el glacis estrellado, dejándose apenas ver los edificios de residencia de oficiales y las garitas de vigilancia. Una vez más, si nos acercáramos, podríamos admirar la reciedumbre e inmensidad de sus completos elementos abaluartados, toda una lección de la mejor arquitectura militar de finales del siglo XVIII.
Y ya, saliendo de la poterna, o mejor, entrando por la poterna, llegamos al Mercado Municipal, cincuenta metros más arriba: antigua Casa das Barcas, pues el edificio construido entre 1703 y 1705, sirvió para construir y almacenar barcas con las que fabricar puentes con que atravesar los ríos Caia y Guadiana, en los enfrentamientos con España durante nuestra Guerra de Sucesión. Sus tres naves, con 24 columnas, sirven ahora para albergar el Mercado local, fundamentalmente sabatino, que constituye un lujo para la población y para los que tenemos la fortuna de acceder a él.
Esencialmente, la oferta es de producción local y comarcal, y no es malo iniciar el recorrido “fortaleciéndose” con unas “farturas” (churros de notable grosor), que se hacen allí, y que pueden tomarse con café en los puestos interiores.
Luego, el recorrido por los puestos nos tienta con su variada oferta: huevos de campo; verduras y frutas de las huertas cercanas; legumbres, patatas… de pequeños productores; quesos de oveja y cabra de los montes comarcales; aceite de un verdor “que alimenta”; pan artesano, dulces caseros; peces del barragem do Caia y otros -marítimos- llegados del lejano Peniche; flores de temprada… y también algunos tejidos ofrecidos por vendedores ambulantes.
Asombra la edad de algunos vendedores y vendedoras, que también son productores de lo que ofrecen. ¡Tan mayores y ahí, luchando por la vida! A veces, no hay el necesario relevo generacional y vemos -con el paso del tiempo- que algunos puestos van quedando vacíos…
Hay, en el Mercado, un bullicio como en sordina, y una elegancia general que fascina. Uno sale de allí compensado por la calidad de los productos y el señorío de los que te lo venden. Y vuelve de nuevo a recrearse con la monumentalidad de los cuarteles, las fortalezas, el acueducto incomparable… ¡No estaría mal tomarse algo de tiempo y entrar en la ciudad, una ciudad de palacios elegantes, de iglesias que son toda una lección de historia del arte gótico, renacentista, barroco, neoclásico…, de bellos jardines, plazas, fuentes, calles de artístico empedrado.
¡Sábado en el Mercado Municipal de Elvas, para saborear lo auténtico y perderse caminando por un legado histórico, artístico y monumental inigualable!