miércoles, 29 de mayo de 2013

EL FORTE DE S. BRÁS: 450 AÑOS DE UTILIZACIÓN. USO Y EJEMPLO.


Moisés Cayetano Rosado
El actual Museu Militar dos Açores -ubicado en el Forte de S. Brás, en el Puerto de Ponta Delgada- se abrió al público en junio de 2006, obteniendo así el edificio (que sigue albergando el Cuartel General de la Zona Militar de las Azores) un uso para el disfrute y conocimiento general de la ciudadanía. Compatibiliza de esta forma, muy acertadamente, el destino militar para el que fue creado con el cultural, museístico, de expansión y recreo.
El Forte recibe el nombre de la primitiva ermita que había en ese lugar y es un símbolo ejemplar de la arquitectura militar renacentista-manierista, proyectado por el ingeniero italiano Rommaso Benedetto y construido entre 1560 y 1577. De planta cuadrada, con baluartes en las esquinas y amplio patio central, defendía a la ciudad contra la piratería y los corsarios, y fue el primer fuerte abaluartado construido en Portugal, al que seguirían en la época diversos más en estas islas frecuentadas por los cargamentos procedentes de las Indias Occidentales (América).
Bajo el reinado de Felipe I (Felipe II de España), resistió a las tropas francesas aliadas del Prior de Crato en 1582 y contuvo a las naves de guerra inglesas en 1585, con lo que su función de salvaguarda contra la piratería se vio relevada en gran parte por la de las luchas ligadas a las rivalidades “continentales”: en este primer caso, de la ocupación del reino de Portugal por la Casa de Austria, reinante en España.
Un primer refuerzo de su maquinaria de guerra defensiva le vendría dado por la construcción de un revellín en su lado Este (abierto al puerto), a finales del siglo XVI y principios del XVII, obra de Luis Gonçalves Cota.
Un segundo refuerzo se añadiría entre 1756 y 1763 -al participar Portugal en la Guerra europea de los Siete Años-, consistente en tres baterías exteriores -donde ya había sido colocado el revellín-, obra de João Leite de Chaves. La estructura del Fuerte no se modifica en su interior, lienzos y baluartes, sino que únicamente se “blinda” en el espacio vulnerable del puerto, permitiendo la colocación del armamento cada vez más potente de defensa artillera.
Será con motivo de las Guerras Napoleónicas cuando se le dote de otros añadidos, esta vez completando la defensa en la zona este con nuevas cañoneras, además de la construcción de tres baterías acasamatadas en el Suroeste, Sur y Sureste, un almacén abovedado, seis polvorines y un foso terrestre en todo el perímetro del Oeste y el Norte (elemento este último que fue eliminado durante la I Guerra Mundial), obra del ingeniero Francisco Borges da Silva.
Pero, a diferencia de la mayoría de las fortificaciones abaluartadas, no pierde su uso militar tras los conflictos bélicos del siglo XIX, sino que incluso durante la II Guerra Mundial será un elemento defensivo de consideración, que trata de evitar la utilización de este espacio estratégico isleño por las Potencias del Eje (Alemania e Italia). Se construyen túneles y refuerzos antiaéreos en las terrazas, que sin desvirtuar el trazado original adaptan el Fuerte a la ofensiva aérea y naval de la época.
Ahora, su utilización como Cuartel General se conjuga con la de Museo, dotado de exposiciones temporales renovables, así como armamento, utensilios y aparatos de los cuerpos de artillería, ingeniería, intendencia, telecomunicaciones, servicios sanitarios militares, etc., a lo que se une la posibilidad para el visitante de recorrer sus paseos de ronda, explanadas, baluartes…


Ello hace de este Forte de S. Brás un ejemplo de uso permanente en el tiempo, con la evolución lógica de los avatares históricos de cada momento, que ha de servir de ejemplo para todos. Ejemplo al no alterar el legado monumental, al mantener un uso práctico y al conjugarlo con el museístico y de disfrute ciudadano abierto, sin las restricciones y alteraciones que suele suponer la conversión en meros espacios de hostelería y restauración, que es una tentación a la que muchas veces se sucumbe, por no hablar de los frecuentes abandonos que llevan a la degradación.

lunes, 27 de mayo de 2013

FORTIFICACIONES EN LA RAYA SUR
MOISÉS CAYETANO ROSADO
El Plan de Arquitectura Defensiva de la Junta de Andalucía (PADA), ha editado en dos años sucesivos un par de publicaciones de alto interés, por lo que a las fortificaciones relacionadas con la frontera hispano-portuguesa en la zona sur se refiere.
En 2011 sacaba a la luz Guía de las fortificaciones abaluartadas del Bajo Guadiana (Itinerario cultural transfronterizo de la Raya de Huelva), firmada por Juan José Fondevilla Aparicio (Jefe del servicio de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura) y por Guillermo Duclós Bautista (arquitecto, responsable de importantes rehabilitaciones en la zona, que lleva el peso fundamental de la publicación).
En 2012 salía Fortificaciones bajomedievales de la Banda Gallega (Caracterización del itinerario cultural transfronterizo), del citado Juan José Fondevilla Aparicio, junto con Eduardo Romero Bomba (arqueólogo) y Timoteo Rivera Jiménez (geógrafo).
Ambos trabajos, de 83 y 95 páginas respectivamente, lujosamente impresos y con abundantes (y muy oportunas) ilustraciones, en formato apaisado y encuadernado con anillas -ofreciéndosenos como “libreta de trabajo”-, presentan sus textos en español, portugués e inglés, y tienen la misma metodología: un primer apartado justificativo de su importancia como itinerario cultural transfronterizo; un segundo, presentando su ubicación geográfica y cronológica; un tercero con desarrollo detallado en el contexto fronterizo, histórico y cultural; un cuarto, analizando el estado de la cuestión bibliográfica, de investigación y puesta en valor; un quinto, indicando sucintamente el conjunto, y por fin el último apartado -y más extenso- con el desarrollo descriptivo de los distintos enclaves defensivos.
Estos enclaves, para el caso de las fortificaciones abaluartadas, son (de sur a norte fronterizo onubense): baluarte de Las Angustias y hornabeque del Socorro, en Ayamonte; castillo de San Marcos y fuerte de San Jerónimo, en Sanlúcar de Guadiana; castillo-iglesia de Puebla de Guzmán; fuerte de Paymogo; muralla y torre de San Ginés, de Aroche; fuerte de San Juan y fuerte de San Felipe, en Encinasola. Estas seis localidades tienen enfrente su correspondiente portuguesa, que son respectivamente: Castro Marim, Alcoutim, Mértola (para Puebla de Guzmán y Paymogo), Serpa y Noudar (con Moura en retaguardia).
Para las bajomedievales -de proximidad a alejadas de la frontera-, al norte: Encinasola, Cumbres de San Bartolomé, Torres, Cumbres Mayores, Cala y Santa Olalla del Cala; algo más al sur: Aroche, Cortegana, Almonaster la Real, Aracena y Zufre. La “continuación” en Portugal la representan: Noudar frente a Encinasola, con Moura más atrás -como en el caso de las abaluartadas/artilladas-; Serpa en el “paralelo” de Aroche, y detrás Beja.
Estas importantes aportaciones para el conocimiento de las fortificaciones relacionadas con la Raya hispano-portuguesa, se vienen a unir con las cada vez más abundantes de otras latitudes de nuestra frontera, siendo muy profusa la bibliografía, cartografía y fotografías publicadas sobre todo del espacio extremeño-alentejano, así como del castellano/leonés-beiras portuguesas.
“Cruzar” las aportaciones de un lado y otro de la frontera y ofrecerlas en una misma publicación resulta conveniente para un mejor conocimiento de la necesidad de esas construcciones en el momento de su realización y evolución, así como para la oferta cultural y turística conjunta, como se viene haciendo en los casos de la Raya Central y de Extremadura/Alentejo.

En tanto, bienvenidas sean estas dos publicaciones que nos acercan a un espacio muchas veces contemplado deficientemente, cuando hablamos de fortificaciones de la frontera entre España y Portugal.

sábado, 25 de mayo de 2013

JUBILACIÓN PROFESORADO 2012
Pantalla presidiendo el acto de jubilación.
También es la portada del libro con nuestras vivencias.
El 22 de mayo nos convocaba el Gobierno de Extremadura a los profesores/funcionarios jubilados en el curso 2011-2012, para un acto sencillo de homenaje, que inició en la pasada legislatura el Gobierno anterior.
En esos momentos se tiene una sensación ambivalente; agria y dulce. Agria por el tiempo que pasa irremediablemente y nos arrolla; dulce por el reencuentro con compañeros y compañeras que en algunos casos desaparecieron de nuestra cercanía hace décadas,  incluso que no veíamos desde los tiempos de los estudios o los exámenes de la carrera y/o la oposición.
Para el libro que contiene las impresiones de cada uno, escribí lo que a continuación transcribo, y aporté las fotos que aquí plasmo también.

Nací el 18 de diciembre de 1951, en La Roca de la Sierra (Badajoz) y allí viví hasta los 19 años, saliendo apenas para examinarme en Badajoz -como “alumno libre”-, primero en el Instituto de Bachillerato “Zurbarán” y luego en la Escuela Normal de Magisterio.
De aquellos años, recuerdo especialmente a mi profesor de “primeras letras”, de bachillerato y magisterio “por libre”, D. Santiago Gómez Grajera. Un “todoterreno” paciente con mi lento comprender y atragantado estudiar.
De alumno en la escuela de mi pueblo. Finales años 50.
Inmediatamente que terminé la carrera -en convocatoria extraordinaria de enero de 1971-, marché a buscar trabajo a Barcelona, pues hacía algún tiempo que no se convocaban oposiciones ni había perspectivas de ello. Allí lo encontré en febrero, en el Colegio de la Caixa de Cataluña “Miguel de Cervantes”, donde se acababa de jubilar una maestra, y cuarenta y cinco niños de 1º y 2º bramaban por los pasillos, necesitados de alguien que les apaciguase.
De profesor en Barcelona, 1971.
Ese curso y el siguiente lo pasé agradablemente en este Centro, hasta que tuve que marcharme a realizar el Servicio Militar Obligatorio, en Las Palmas de Gran Canaria, donde di clases particulares en mis tardes libres. Estaba terminando “la mili” cuando se convocaron por fin oposiciones a Profesores de EGB, y pude presentarme, y aprobarlas, en el verano de 1974. Desde entonces, y hasta 1990 ejercí como tal en Badajoz (“Colegio de los Hogares Hernán Cortés”, “Luis de Morales”, “Guadiana”), Almendralejo (“José de Espronceda”, “San Francisco”) y de nuevo Badajoz (“El Progreso”, “Santa Engracia”).
En 1990 aprobé las oposiciones a Profesor de Enseñanza Secundaria, tras haberme licenciado por la UNED en Geografía e Historia (haciendo también el doctorado) y en Filosofía y Ciencias de la Educación. Desde ese año hasta enero de 2012 trabajé como profesor de Geografía, Historia y Arte (y finalmente como Profesor del Ámbito Socio-lingüístico) en los IES “Zurbarán”, “Rodríguez Moñino” y “Bárbara de Braganza”, de Badajoz.
Mucho cambió la escuela desde aquellos primeros tiempos previos a la puesta en marcha de la Ley General de Educación de 1970 hasta las convulsiones de los últimos años. Pero siempre fue un “trabajar”, un batallar satisfactorio, aunque la desbordante energía de los alumnos a veces me vencía.

Cada alumno es un mundo, y cada nivel de enseñanza también lo es. Yo he dado clases desde preescolar hasta universitarios (en cursos y tutorías, estos últimos, de la UEX, de la UNED y otros) y Centros de Profesores, pasando por primaria y secundaria. ¿Con cuáles me quedaría? Elección imposible, porque todos tienen su reto, su “cruz” y sus satisfacciones. Hoy me escriben (milagros del facebook) alumnos de aquellos primeros tiempos -que entonces tenían 6 o 7 y ahora se aproximan a los 50 años- y otros de los más recientes. A todos los recuerdo como un presente en mi mente, que tanto enriquecieron.
Por citar un detalle curioso, decir que al principio hacía con los alumnos unas publicaciones copiadas a multicopista manual monocolor y plancha de cera (“la vietnamita”), dándole pacientemente a una manivela, y al final con impresoras láser multicolor, automatizada y rapidísima. Y la documentación de base pasó de la Enciclopedia Espasa-Calpe al Google y la Wikipedia; eso sí, el “recorta y pega” de ahora, también entonces existía…
Moisés Cayetano Rosado


JUBILACIÓN
Moisés Cayetano Rosado
     Cuando leí por primera vez aquellos versos iniciales de Dámaso Alonso: Alégrate, Dámaso,/ porque pronto vendrá la primavera,/ y tienes veinte años, recuerdo que me dije: "Aún me queda mucho, pero yo también tendré veinte años".
     Veinte años cumplí estando de maestro en Barcelona. Y, como León Felipe, Después... ya no he vuelto a echar el ancla. Hasta ahora. Hasta este momento en que cumplí los sesenta, y no tardará mucho en volver la primavera.
     Siempre parece que fue ayer. Te das la vuelta y está ese ayer a un paso de la mano. Y te das otra vuelta y estás aquí, con una carga increíble de tiempo a las espaldas. Lo bueno es que esa carga sea leve, nos parezca leve y la sintamos etérea, como una niebla fina que un nuevo sol deshaga.
     Con ese sentimiento hoy, 10 de enero, dejo -"voluntariamente aceptado"- mi compromiso docente institucional, reglado, grato a veces, duro en otras ocasiones. Ha merecido, en cualquier caso, vivirlo, como me merece ahora dejarlo, a cambio de proyectos sin deberes impuestos, horarios y presiones.
(Escrito publicado en mi correo de “Rayuela”, como docente, para a mis compañeros del IES “Bárbara de Braganza”, de Badajoz.


Luego reproducido en mi blog: http://moisescayetanorosado.blogspot.com/)

viernes, 24 de mayo de 2013


Elvas, Patrimonio Mundial
Por MOISÉS CAYETANO ROSADO
“La Guarnición fronteriza y fortificaciones de la ciudad de Elvas” fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad durante la 36ª reunión del Comité del Patrimonio Mundial celebrada en San Petersburgo, Rusia, entre el 24 de junio y 6 de julio de 2012.
Ello incluye las tres murallas medievales, la muralla y el Forte de Santa Luzia del siglo XVII, el Forte da Graça del siglo XVIII, los tres fortines del siglo XIX (S. Mamede, S. Pedro y S. Domingos), el Acueducto de Amoreira y también el Centro Histórico.
Proceso de la declaración de Patrimonio Mundial.
Esto constituye la culminación de un largo proceso, que tuvo un antecedente decisivo cuando en 2004 las fortificaciones elvenses fueron propuestas en la Lista Indicativa de Bienes Portugueses a Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de la UNESCO por la Comisión Nacional de Portugal. Para ello se hizo valer que constituyen el mayor conjunto de fortificaciones abaluartadas terrestres del mundo, con una extensión de 8 a 10 kilómetros, aparte de sus enormes explanadas, sus glacis, y la ligazón entre el Forte de Santa Luzia, el Forte da Graça, los tres fortines, así como el acueducto de Amoreira, infraestructura de gran trascendencia logística.
Si el acueducto, construido entre 1537 y 1622, con más de 8 kilómetros de longitud (y otros varios de ramales subsidiarios y acopios subterráneos), constituye una de las obras de ingeniería más impresionantes del Portugal renacentista (con directores de obra tan señalados como Francisco de Arruda), la fortificación abaluartada sería la construcción culminante del genio artístico, técnico, logístico y militar de la Edad Moderna. Iniciada por el jesuita João Pascacio Cosmander en 1642 a instancias de D. João IV durante la Guerra de Restauração, sería continuada por Gilot, Lassart y Nicolau Langres, culminando en el siglo XVIII, en el Forte de Nossa Senhora da Graça, bajo las propuestas del mariscal conde Lippe y la dirección de los ingenieros Valleré y Étienne. Posteriormente, se reforzaría el conjunto con los fortines, dos flanqueando al Forte de S. Luzia y el otro al lado del acueducto, donde se inicia el profundo desnivel del valle que lleva a la Porta da Esquina.
Castillo y cercas medievales.
Pero la importancia de las fortificaciones de Elvas se remonta a tiempos anteriores. Así, su imponente Castillo medieval data del reinado de D. Sancho II, asentándose sobre una estructura musulmana con antecedentes en la Edad del Hierro, de la que aún se conservan parte de las murallas. La ciudad fue tomada a los moros -allí asentados desde el año 714- brevemente por D. Afonso Henríques en 1166 y, tras nueva conquista musulmana, la asedia Sancho I en 1200. Su castillo -y población- no se tomaría definitivamente hasta el reinado de D. Sancho II, culminándose su reedificación en 1228.
Torreones y matacanes del castillo se introdujeron en el reinado de D. Dinis, y ya en los mandatos de D. João II y D. Manuel I (finales del siglo XV y principios del XVI) se adaptó para la defensa artillera, al tiempo que adquiría un carácter más residencial, integrándose en el conjunto abaluartado seiscentista, como elemento de transición entre lo medieval y lo moderno.
A este legado monumental hay que unir la importancia de sus recintos amurallados del medievo. Se conservan vestigios aún de las dos cercas musulmanas que sucesivamente se construyeron a medida que se expandía la ciudad desde lo alto del castillo. D. Fernando (1367-1383) la dotó de una tercera cintura amurallada, reforzada por torres. Así, al iniciarse el siglo XVI, ostentaba triple amurallamiento, veinte dos torres, once puertas y barbacana, como podemos ver en el “Livro das Fortalezas” (1509) de Duarte de Armas.
Legado de la Edad Moderna.
Con los conflictos peninsulares de la Edad Moderna, el nuevo amurallamiento, que une aportaciones holandeses y propiamente de las escuelas portuguesas de ingenieros militares, adquirirá esa monumentalidad que hoy contemplamos. No solo la Guerra de Restauração (1640-1668) ya mencionada, sino la de Sucesión a la Corona española (1701-1714), la Guerra de las Naranjas (1801) y las Guerras de la Invasión Napoleónica (1808-1814), llevarán a un continuo perfeccionamiento y reforzamiento de lienzos, baluartes, medios baluartes, obra coronada, revellines, fosos, glacis, defensas exteriores… que forman ese impresionante conjunto monumental que afortunadamente hoy se puede contemplar.
Pero esta actividad bélica generó también una actividad constructiva interior extraordinaria ligada a las necesidades militares. Cuarteles de alojamiento de tropa, caballerizas, polvorines, almacenes de intendencia, cisternas, hospitales… serán construidos a lo largo de los siglos XVIII y XIX para dar servicio a una guarnición que en muchas ocasiones doblaba en número a la población civil, llegando a estar compuesta de más de 15.000 efectivos. De ello queda un importante legado, que casi nos ha llegado íntegro, y del que destacan el actual Museu Militar, antiguo cuartel que ocupó el Convento de Santo Domingos; el Quartel do Trem, hoy Escuela Superior Agraria; la Casa das Barcas, ahora Mercado Municipal, o el Hospital Militar, en la actualidad hotel de cuatro estrellas.
Patrimonio religioso.
A este patrimonio militar hay que unirle un extraordinario legado artístico monumental religioso, con sus veinte iglesias y seis conventos, que tiene sus hitos fundamentales en:
La Iglesia de Santa María de Alcáçova, templo construido en el siglo XIII a partir de una antigua mezquita musulmana, por debajo del castillo.
La Iglesia das Domínicas, junto a la primera cerca islámica, obra del siglo XVI, de planta octogonal, completamente revestida de azulejos del siglo XVII, frescos renacentistas y talla dorada.
La Iglesia de São Pedro, de 1227, edificada sobre parte de la segunda cerca musulmana, con portal románico-gótico muy singular y poco frecuente en el sur de la Península.
La Iglesia del convento de Santo Domingos, en el borde interior de la muralla fernandina, con fachada barroca, valiosas tablas de la escuela portuguesa del siglo XVI  y azulejería del XVIII; cabecera de gótico purísimo y excelente traza.
La Iglesia de Nostra Senhora da Assunção, ubicada “presidiendo” la Praça da República (antigua Praça Real, construida a partir de 1517). Iniciada ese año -en estilo manuelino- por Francisco de Arruda, sería Sé entre 1570 y 1881. Posee extraordinarios altares barrocos de mármol y portentoso órgano del siglo XVIII.
Otras más, como la Iglesia de S. Salvador, S. Juan de la Corujeira, la de la Orden Terceira de S. Francisco, la de S. Lourenço, S. Martinho, Misericordia, etc. completa el patrimonio, sobre el que se ha hecho en los últimos años un gran esfuerzo de rehabilitación.
Otros elementos.
Con ello no acaba el rico patrimonio de esta histórica ciudad rayana, marcada por los acontecimientos fronterizos, y a la postre enriquecida por ellos, como legado de ese pasado convulso.
Y así, cuenta con una Picota (Pelourinho) manuelina. Situada en la plazoleta de Santa Clara, delante de la Iglesia de las Domínicas y al lado de la Porta do Templo, del periodo almohade.
Cuatro arcos en sus cercas medievales: Miradero, de Nostra Senhora da Encarnação, del Reloj y del Obispo.
Espléndida Torre Fernandina, construida en el siglo XIV sobre la segunda cerca islámica, musealizada.
Enorme sinagoga, con tres naves, cuatro tramos y cobertura soportada por pilares octogonales, que pasó después a ser la Iglesia del Salvador y posteriormente Açougue Público, manteniéndola ahora la Câmara Municipal como almacén, que habría de poner en su valor original.
Interesante Cementerio de los Ingleses, al lado del mirador del castillo medieval, donde yacen militares ingleses caídos en las batallas contra la invasión napoleónica.
Un portentoso Coliseo, pabellón multiusos para 6.500 lugares sentados, donde se celebran acontecimientos multitudinarios, desde “touradas” a actuaciones musicales y pista de hielo. Una bien dotada Biblioteca Pública, abierta a múltiples actos culturales. Museo Municipal de Fotografía. Museo de Arte Contemporáneo. Diversas pistas de atletismo y campos de fútbol. Fuentes urbanas ornamentales. Espaciosos jardines. Santuarios exteriores… Sin olvidar su oferta comercial y gastronómica, que siempre han sido un reclamo importante en su entorno y para los españoles de la vecina Extremadura.
En fin, todo un tesoro multiforme que convierte a esta ciudad, justamente llamada “Chave do Reino” durante la Guerra de Restauração, en “Cofre de tesoros monumentales” que todos debemos descubrir.

jueves, 23 de mayo de 2013


CULTURA A SUL

Autores: Cuarenta y tres, bajo proyecto y organización de António Murteira.
Edita: Edicões Colibri. Lisboa, 2013. 319 pgs.

Durante la celebración en Montemor-o-Novo del Congresso Alentejo XXI, los días 14 y 15 de febrero de 2004, António Murteira -hombre de acción política/sindical, escritor, poeta, dinamizador cultural…- me habló de la inminente aparición de la Revista Alentejo, que editaría la Casa do Alentejo en Lisboa, y de la que él iba a ser director ejecutivo.
En Abril/Mayo de 2004 vería la luz el primer número, al que seguirían anualmente tres, en pulcra impresión y encuadernación con profusas ilustraciones de gran calidad. Una calidad que António ha ido cuidando con mimo número tras número, y donde he tenido el honor de participar, generalmente con trabajos sobre cuestiones transfronterizas.
Invitación de su presentación en Badajoz
Ahora, cuando se celebran los 90 años de la Casa do Alentejo, han decidido la realización de un trabajo singular: la publicación de un libro antológico con textos aparecidos en la Revista de 2004 a 2013 -actualizados generalmente por sus autores-, así como complementarlos con otros inéditos, realizados expresamente para el volumen.
Fruto de ello es este hermoso libro, reivindicativo de la cultura en general, proyectada desde la particularidad de una tierra con un legado histórico, artístico, literario, museístico, etc. que rompe con todos los moldes encorsetados, proyectándola a la universalidad.
El tomo se divide en ocho capítulos, precedidos de unas reflexiones de abertura y contextualización del coordinador, que también lo cierra con unas notas de despedida, en esta línea de “emergencia na azul e longínqua liquidez do océano”, o sea en esa línea de globalidad cultural abarcadora, libre y plural, que el libro en sí es.
El Capítulo I contiene seis trabajos, que constituyen el marco teórico del lugar de la cultura y el significado de Alentejo en dicho contexto, sus realizaciones, posibilidades y potencialidades.
El II -con otros seis artículos- se centra fundamentalmente en el rico patrimonio prehistórico alentejano, en especial el arte rupestre, crómlech, menhires y castros, prestando especial atención a las Grutas de Escoural, el Crómlech de los Almendres, el Castro dos Ratinhos y los vestigios prehistóricos sumergidos por el embalse de Alqueva. Algo que “al otro lado de la Raya”, en Extremadura, tiene manifestaciones similares, constituyendo una seña común de identidad.
El III -con siete aportaciones- está dedicado a los principales núcleos poblacionales de Alentejo: Évora, Elvas, Beja, Portalegre y Sines, ciudades capitales de distrito, todas con una riqueza patrimonial magnífica, que a las dos primeras les ha valido el título de “Patrimonio de la Humanidad”, lo que muy bien podrían tener las dos siguientes por sus conjuntos urbanos y la última por la riqueza paisajística marítima de su concelho.
El IV -que vuelve a tener seis entregas- se presenta bajo tres epígrafes: Literatura, Bibliotecas y Archivos. El primero lleva una reflexión sobre la cultura en la sociedad de masas y otro sobre la Raya como fuente de inspiración literaria; el segundo, estudios sobre las bibliotecas de la región, y en especial de Évora y Beja, y el tercero sobre el Archivo Municipal de Montemor-o-Novo, que atesora el legado documental de la Reforma Agraria de la Revolução dos Cravos.
A los Museos, Fundaciones y Artes se dedica el capítulo V, con ocho aportaciones variadas, que van desde reflexiones sobre el mundo de la museología y el turismo ligado a ello, la escultura en espacios públicos y la cantería artística de la zona de los mármoles, hasta el estudio de los museos de Évora, da Luz, la Fundação Eugénio de Almeida y el trabajo de la familia de arquitectos Arruda, del siglo XVI, autores de los magníficos acueductos de Évora y Elvas, además de diversas construcciones especialmente eclesiásticas y militares.
Otros siete artículos contiene el capítulo VI, dedicado al Teatro, Marionetas y otras instituciones, como es el caso de la Sociedade Operária de Instrução e Recreio “Joaquim António de Aguiar”, yendo desde las consideraciones del trabajo teatral en general a sus manifestaciones en Alentejo.
El penúltimo capítulo -el  VII- se dedica al Cante y la Música, donde no faltan las alusiones al fado, a los “cantos de intervenção” de la resistencia antifascista similares a nuestros cantautores de los años sesenta y setenta, y en especial al Canto Alentejano, cuya candidatura a Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad constituye un empeño en el que se trabaja sistemáticamente desde hace unos años en la región.
Por último, el capítulo VIII se centra en la historia, realizaciones y labor actual de la Casa do Alentejo, el propio patrimonio monumental del inmueble, clasificado como “Monumento de Interesse Público (MIP)” en 2011, y unas notas de lectura sobre la propia Revista Alentejo, base inicial de este trabajo.
Un total de 43 autores (algunos con varias colaboraciones) -de entre los cuales figuramos dos españoles-, de firme compromiso con una tierra noble, admirable en su legado y en su palpitante humanidad, ponemos allí nuestros conocimientos, estudios y nuestra buena voluntad.
MOISÉS CAYETANO ROSADO

miércoles, 22 de mayo de 2013


EFECTOS DEVASTADORES DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN EXTREMADURA

Autor: Manuel Márquez Martín.
Edita: Foro para el Estudio de la Historia Militar de España. Navarra, 2013, 264 pgs.

Manuel Márquez Martín es un paciente y riguroso investigador de la Guerra de la Independencia en Extremadura, centrando en su vertiente socio-económica. El Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Badajoz sacaba a la luz en 2011 el libro de Manuel Márquez Martín “La Junta Suprema de Extremadura en su Comisión de Hacienda”, y poco después -en el mismo año- la Revista transfronteriza “O Pelourinho” publicaba un amplio resumen del mismo, escrito por su autor.
En aquella ocasión escribía: “La Comisión de Hacienda se ocupó muy pronto en adoptar medidas en orden a la obtención de fondos con los que atender las apremiantes necesidades a las que se enfrentaba, y, en este sentido, una de ellas fue la de establecer una contribución pagadera por los grandes propietarios forasteros, los dueños de Encomiendas y los Señores jurisdiccionales y otra consistente en la décima parte de todas las rentas producidas por la riqueza territorial”.
Ahora, profundiza en este tema tan crucial de la provisión de fondos durante la terrible Guerra de la Independencia, que “cogía” a Extremadura en el peor de los escenarios: en la puerta del corredor Madrid-Lisboa, que en épocas de confrontaciones siempre ha sido “teatro de guerra”. Éste es el sentido de su investigación, que da a la luz bajo el significativo título de “Efectos devastadores de la Guerra de la Independencia en Extremadura”.
Mucho es lo que se ha investigado, publicado, divulgado, correspondiente a los escenarios bélicos, a las confrontaciones, a los asedios de poblaciones de la raya durante los años cruciales de la invasión napoleónica y la sublevación peninsular contra los franceses. Sus generales, sus ejércitos, sus estrategias respectivas, los avances y retrocesos de los millares de soldados que a partir de 1808 invadieron nuestro territorio, señoreándolo hasta 1814. También las actuaciones de la Junta de Extremadura. Y la aportación de los diputados extremeños en las Cortes de Cádiz, donde tantos brillaron y lograron relevancia. Pero las cuestiones socio-económicas de base han quedado siempre como en un segundo plano, no obteniendo la justa atención que los aspectos políticos y militares sí alcanzaron.
De ahí que las pacientes, detalladas, documentadas investigaciones de Manuel Márquez Martín sean no solamente oportunas sino necesarias para cubrir un vacío historiográfico, necesario para obtener una visión de conjunto de lo que significó para nosotros la Guerra de la Independencia.
¿Y qué es lo que significó esta Guerra? En principio hemos de decir que… lo que significan todas las guerras: sufrimiento, destrucción, miseria; enormes costes sociales, económicos; devastación que compromete no ya el presente sino el futuro de la tierra afectada. Y, como llovía ya sobre mojado, pues supuso un golpe mortal para el progreso de este territorio, Extremadura, que fue escenario principal en la Guerra de Restauração de la Corona portuguesa (1640-1668), en la Guerra de Sucesión de la Corona española (1701-1714) y no fue ajena a la Guerra de los Siete Años (1756-1763).
Manuel Márquez va desgranando a lo largo del libro los aspectos fundamentales de esa “devastación” que sangró la economía regional a base de impuestos, requisas, apropiaciones, con base en la legislación emanada de las autoridades del momento; pero también nos presenta los abusos que sobre el terreno hacían con sus depredaciones y latrocinios los ejércitos no sólo invasores sino también “defensores”.
Nos muestra enseguida a Alcántara como adelantada en la lucha contra el invasor, y a continuación los tumultos de primera hora, que llevaría el descontrol y asesinatos en Badajoz, ya desde 1808, para después centrarse en el objeto básico de su estudio: los efectos devastadores de la Guerra.
A las Mesas Maestrales y Encomiendas se recurrirá por parte de los mandos militares para proveerse de los fondos económicos y recursos materiales para su mantenimiento en el territorio de ocupación, con exigencias cada vez más gravosas de productos agrícolas y ganaderos. Minuciosamente, el autor va haciendo un recorrido documental volcado y comentado en estas páginas sobre las diferentes Mesas Maestrales de la región y Encomiendas de la Corona, de los Infantes de España y Órdenes Militares. Secuestros, confiscaciones, con violencia y saqueo hacia los administradores que se resistían o dificultaban las requisas. Los bienes retenidos a los propietarios que habitaban en territorios ocupados por el enemigo, a los que “tutelaba” la Junta Provincial, apropiándoselos. Recaudaciones de las rentas del Voto de Santiago. Saqueos por el enemigo de monasterios, conventos e iglesias, llegándose al asesinato con ensañamiento incluso del obispo de Coria. Problemas de cobro y subsistencia de hospitales, administradores, etc. Todo un rosario, en fin, de “luchas en la retaguardia” por lograr recursos de supervivencia o de obtener beneficios en las aguas revueltas de la Guerra.
El resultado final de todo ello, con la combinación de enfrentamientos, batallas, destrucciones directas e indirectas, dificultades para un desarrollo productivo normalizado de la tierra, gravamen de los miles de soldados deambulando y… depredando a su antojo, dio lugar a esa devastación que acabó de sumir en la miseria a una región ya largamente castigada por estos conflictos de una convulsa Edad Moderna, recién acabada, especialmente dura en la frontera. La inauguración del siglo XIX no podía ser más catastrófica, y la miseria se generalizaría por toda Extremadura, una vez más condenada al subdesarrollo y la subsistencia extrema, a un saqueo que la contemporaneidad no se iba a encargar de remediar.
La aportación documental de esta nueva entrega de Manuel Márquez Martín es abrumadora, contundente, explicativa hasta el detalle minucioso de esta devastación que tanto se ha preocupado de mostrar y demostrar, obsesionado casi en hacernos llegar esa otra cara de las guerras: la trastienda, la provisión de recursos para sostenerla, que siempre recae -al final- en el pueblo sufrido que padece en su suelo el estallido de los enfrentamientos a que en el fondo son casi siempre ajenos.
MOISÉS CAYETANO ROSADO

domingo, 19 de mayo de 2013


Celebradas las “II Jornadas sobre Valorização do Património Abaluartado da Raia”
II Jornadas sobre Valoración del Patrimonio Abaluartado de la Raya

Como estaba previsto, se celebraron en Castelo de Vide las “II Jornadas sobre Valorização do Património Abaluartado da Raia” en la tarde del 17 de mayo y la mañana del 18, a lo que siguió una visita al patrimonio fortificado de Castelo de Vide y Marvão.
Tuvieron lugar en el Salón de Actos de la Fundação Nossa Senhora da Esperança, que junto a la Associação de Amigos de Castelo de Vide y del Grupo de facebook Fortificaciones Abaluartadas de la Raya a Patrimonio Mundial, fueron las organizadoras, con el apoyo de las Asociaciones de Amigos de Badajoz y Cívica Ciudad de Badajoz, los municipios de Castelo de Vide y Marvão y el Hotel Sol e Serra. Todo ello bajo la dirección del director de la Fundação, Alexandre Cordeiro.
Salón de actos preparado para la celebración de las Jornadas
Tras la sesión de apertura, que contó con la presencia de autoridades de Marvão y Valencia de Alcántara, intervino en primer lugar Isidro García Barriga, licenciado en Geografía y guía oficial en Brozas, que habló de las “Fortificaciones defensivas en la frontera extremeña del Tajo Internacional”, especialmente de las de Brozas, Valencia de Alcántara y Alcántara, mostrando abundante documentación e ilustraciones cartográficas y fotográficas, resaltando el valor patrimonial de la zona, su importancia histórica y las potencialidades culturales y turísticas de la misma.
A continuación, el ingeniero militar, coronel Francisco Sousa Lobo, Presidente de la Associação Portuguesa dos Amigos dos Castelos, desarrolló la ponencia “A Praça Forte de Castelo de Vide, forças e fraquezas da estrutura defensiva”, indicando las actuaciones y necesidades de intervención en una plaza espléndida, donde el amurallamiento medieval -con su castillo- y el abaluartado se conservan en casi todo su amplio recorrido, y en condiciones de puesta en valor extraordinarias.
Finalizó la sesión de tarde con la presentación del reciente número 16 de la revista transfronteriza “O Pelourinho”, donde se contienen las ponencias de las “I Jornadas”, celebradas en el pasado mes de octubre en Badajoz.
En la mañanas del día 18 intervino en primer lugar  el profesor de la Universidad de Évora, Jorge Oliveira, que disertó sobre “A origen da fortificação” de Marvão”, remontándose a los restos arqueológicos prehistóricos del municipio, para ir avanzando a lo largo de su importancia en la civilización romana, el proceso de asentamiento musulmana, la reconquista cristiana, los conflictos peninsulares…, exponiendo el legado monumental, urbano, vital, que todos ellos han ido dejando en este Marvão que es hoy una de las “joyas de la corona” de Portugal.
Me tocó a continuación el turno de intervenciones, para mostrar los “Maltratos en el Patrimonio Monumental de la Raya en los siglos XIX y XX”, clasificándolos por el modelo de “atropello” cometido en los monumentos o en su entorno, unas veces amparados por una legislación vigente sin visión de futuro y del “tesoro patrimonial heredado” y otras incluso vulnerándola, mostrando casos que ocurren incomprensiblemente incluso en la actualidad.
Cerró la exposición de ponencias Juan Manuel Vázquez Ferrera, delineante y, sin dudas, el mejor conocedor de las murallas de Olivenza, con su investigación “Convento, Baluarte y Hospital de San Juan de Dios en Olivenza”, que abundaba en uno de los “atropellos” anteriormente denunciados, cual es el “vaciado” del baluarte de San Juan de Dios, dejándolo en el revestimiento pétreo exterior. Todo ello para ganarle terreno a una futura Hospedería de la Junta de Extremadura -que ya no se llegará a construir-, lo que ha llevado  al desmoronamiento de parte del “caballero” interior y agrietamiento de la iglesia del convento, además de peligro de derrumbe total del mismo baluarte, ante lo que ahora se ha procedido… ¡a volver a rellenar lo excavado!
En el coloquio final se aprobó una resolución de queja ante esta actuación en el baluarte oliventino, dirigida a su Ayuntamiento y a la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura, como responsables de esta actuación contraria a la ley, que adultera el sentido del monumento, poniendo por añadidura en peligro la existencia del conjunto de las edificaciones históricas del baluarte.
Posteriormente se desarrollaron las visitas programadas, en medio de una tarde cambiante, de sol alternado con lluvias, de cielo azul, a veces gris e incluso ennegrecido. Lejos de ser un inconveniente, nos dio la oportunidad de ver los inmensos paisajes que desde ambas fortalezas se contemplan, con las distintas tonalidades que las alternancias daban.
Si ambas poblaciones en sí son todo un espectáculo de riqueza patrimonial, de conseguidas actuaciones -especialmente primorosas en el caso de Marvão-, la vista panorámica de los alrededores y de una para la otra desde sus respectivas alturas privilegiadas, suponen una experiencia magnífica, engrandecida en este caso por las condiciones meteorológicas.
Queda ahora la tarea de recopilación de materiales para la publicación de los mismos en un próximo número de “O Peloruniho”, así como ir pensando en la organización para el próximo año de las “III Jornadas”, que quedó plateado realizar en la “Raya sur”: Castro Marim, Alcoutim, Sanlúcar de Guadiana…, o en la norte: Valença do Minho, Salvatierra do Miño-Monção…, si bien los responsables autárquicos del concelho de Marvão ofrecieron su infraestructura para la celebración de las mismas en su localidad.
MOISÉS CAYETANO ROSADO

jueves, 16 de mayo de 2013


TORRE SINEIRA, MÚSICA, AUTORIDADES, TURISTAS Y SANTO CRISTO


MOISÉS CAYETANO ROSADO

Asistimos en Ponta Delgada, capital de las Azores, a un acto cultural singular. Música açoriana interpretada por dos jóvenes artistas, Luis Bettencourt a la guitarra y André Jorge al cante: reposados, melodiosos, suaves como el viento que sopla en la terraza de la Torre Sineira (Torre con campanas) de la Câmara Municipal.
Nos dan abajo, al acceder a la escalera, un folleto sobre esta Torre del siglo XVIII recién reabierta al público (el 18 de abril) y pregunto que dónde es el concierto. “Na Torre”, me contestan. Y subimos por las escaleras empinadas, que al final son un caracol estrecho por donde a duras penas quepo, teniendo que llevar mi cartera por encima de la cabeza para lograr pasar: juro que no soy de mucho peso y/o grosor. Otros se las vieron peores, sobre todo al descender, pues además se había desprendido parte de uno de los peldaños pétreos, que el propio Presidente da Câmara rescató de entre los tres turistas japoneses que subieron y bajaron tras la correspondiente sesión de fotos.
Creíamos que llegábamos tarde, pero nuestros tres o cuatro minutos de retraso sobre la hora de convocatoria no fue problema: éramos los primeros, junto a un fotógrafo profesional y un par de turistas británicos que bajaron tal como subieron: sin mirar más que tras de su cámara fotográfica.
¿Cómo iba a celebrarse un concierto allí? “No me han entendido la pregunta -dije mientras subíamos-; creen que vamos solo a visitar la Torre”. Pero sobre mi cabeza sonaba la guitarra y la voz, nostálgicas, armoniosas. Y así era, con los dos artistas, el fotógrafo, Rosa María y yo por todo público.

Aunque de inmediato llegó el Presidente da Câmara Municipal -simpático y sencillo- con tres personas (una militar creo que de Marina, otra que debía ser un ayudante del Presidente y la otra la Vereadora de Cultura), y tras ellos un par de fotógrafos. Pensé: sesión fotográfica de prensa tenemos. Y así fue. Mientras, la música açoriana –plena de referencias a los paisajes, la cultura y las gentes de estas islas- inundaba la terraza abriéndose paso entre los movimientos de fotógrafos, las risas y las conversaciones.
Llega otra turista extranjera. Me pide en su idioma que le saque una foto; no le entiendo lo que dice, pero los gestos son universales y la inmortalizo junto a las autoridades y los músicos. Ellos cantando y sonriendo con paciencia infinita.
Y acceden por las escaleras los tres japoneses que saludan a otros que se han quedado abajo: mueven los brazos, parlotean, ríen, se hacen muchas, muchas fotos, lo plasman todo, mirando únicamente a través de las cámaras; ni se les ocurre escuchar a los artistas, aunque sí se aproximan a ellos para sus poses ante el que hace las instantáneas. Pero curiosamente ni les dirigen la mínima mirada
En ese momento somos una multitud de una docena de personas, acrecentada con otras tres o cuatro -tampoco cabríamos muchos más- que se besan con las autoridades y están muy contentas de coincidir allí. Luis a la guitarra y André cantando, no se dan por vencidos.


Los japoneses tienen el percance del peldaño, y la autoridad los socorre. El trozo de piedra queda en la terraza, afortunadamente rescatado: pudo ser un accidente de consideración. Suerte que estamos celebrando las fiestas del Senhor Santo Cristo dos Milagres, de una devoción extraordinaria en las islas, desde que detuvo la acción de un terremoto. En un archipiélago sometido históricamente a las sacudidas de la tierra, a la acción de los volcanes que lo dominan todo, a los ataques de piratas, a las embestidas del mar para con sus embarcaciones donde se ganan tantos la vida, a la emigración/separación más lejana…, sin una devoción tan penetrante, la vida puede ser un infierno.


Pocas veces he visto manifestación de masas comparable. Todo el pueblo en la calle, desfilando por entre alfombras de flores, ramas y virutas de madera coloreadas formando hermosísimos dibujos. Uniformados por asociaciones, grupos, profesiones… con gran aparataje musical. Penitentes de rodillas; multitudes asistentes a misa campal con cardenal venido ex profeso, obispos, sacerdotes...
Este concierto, mínimo, tan desatendido como delicioso, forma parte de las actividades en honor al Santo Cristo. Pero ya todo el mundo ha hecho las fotos necesarias, cumplido con sus obligaciones, y se marcha. Los músicos quedan  arrullados por el viento y le damos un último aplauso y los parabens que se merecen, lo que agradecen con sonrisas y un delicado obrigado ya de despedida. Las multitudes, en un receso en su penitencia, saborean la deliciosa comida isleña en los tenderetes que bordean el Forte de S. Brás, en el borde marítimo de las celebraciones.