sábado, 21 de diciembre de 2019


EL BOM CANTINHO DE VITORINO INVERNO
 
Hace unos años, mi buen amigo João Miguel Inverno, nos llevó a su casa para conocer la obra artesana de su padre, Vitorino Inverno. Allí estaba Vitorino, en el “quintal” hermoso, amplio y soleado de Freixo (Redondo), y nos introdujo en su “santuario”: una amplia estancia donde estaban expuestas sus creaciones en corcho, madera, latón y pieles y cuernos de animales variados. Magníficas escenas de la vida campesina y figuras religiosas, talladas con primor, con minuciosa precisión, con un sentido poético de las composiciones que enriquecía esa labor prodigiosa y paciente de convertir objetos inanimados en seres que cobran vida, transmitiéndonos belleza y emoción.
Poco después, me llegaría la triste noticia de su fallecimiento, y parecía imposible que alguien tan lleno de vida y energía, dejara de existir. Y la verdad que es realmente imposible, porque Vitorino Inverno sigue viviendo en sus objetos tallados, en su obra paciente y delicada. Y sigue viviendo también en sus versos, sus “décimas”, que iría componiendo a lo largo de su vida y ahora se recopilan en un libro emotivo, bajo el título de “Deus lhe dê um Bom cantinho”.
La edición de este tomo ha corrido a cargo de su familia, con el apoyo compositivo y editorial de João Canha, y de la Câmara Municipal de Redondo, la Freguesía de Redondo y la Casa do Povo de Freixo.
Cuenta con una pequeña biografía del autor, un Pórtico de João Canha, y los emocionantes testimonios de su esposa: Maria Caliço, su hijo: João Inverno, su nuera: Carolina Inverno, su nieto: José Inverno, y otros compañeros y amigos de Vitorino, que ensalzan su figura de hombre trabajador, honrado, virtuoso artesano y poeta popular.
A continuación vienen sus múltiples décimas, que son un repaso a su vida, a sus gentes, a su tierra, a sus inquietudes, creencias, pensamientos, aspiraciones, reflexiones, en los que el paso de la vida va dejando maravillosos momentos, pero también un cansancio, fruto de la edad y los esfuerzos propios de los hombres sencillos de nuestros pueblos.
Intercaladas, van diversas fotos de sus producciones artesanales, que enriquecen el libro y nos dan cuenta de sus múltiples inquietudes artísticas y humanas.
Es realmente un “pequeño tesoro” esta edición, este merecido homenaje a un hombre, a un artesano, a un artista, que deja una huella profunda en los suyos, y para toda la sociedad, con este trabajo manual y poético, de largo recorrido vital y pensamiento firme en la denuncia: “O Goberno de Portugal/ Faz promessa ao povinho/ Só faz bem ao capital/ Não quer saber do pobrezinho”, un agudo amargor en los recuerdos: “Um dia pus-me a pensar/ Como ter sido o meu viver/Em pequenino foi brincar/ Depois de grande, sofrer y un sentido firme de la solidaridad: Quem trabalha passa mal/ Tem uma vida amargurda/ Se para todos fosse igual/ A ninguém faltava nada”.
Agradezco, por tanto, a João Miguel Inverno este obsequio, este libro de su padre que en nuestro último encuentro, tras un día agradable buscando setas por la sierra y comiendo hermanadamente en la Casa do Povo de Freixo, me entregó con todo su cariño de buen hijo y amigo incondicional.
MOISÉS CAYETANO ROSADO

martes, 17 de diciembre de 2019


VIAJE CULTURAL DE LOS SOCIOS MECENAS DEL CONSORCIO A TÚNEZ
                    Durante el Puente de Diciembre los Socios Mecenas del Consorcio han visitado Túnez.
              El viaje lo iniciamos con una comida en el popular barrio de La Goulette de la capital tunecina desde donde nos trasladamos a la turística Hammamet. La visita cultural y patrimonial comenzó en la ciudad de Monastir con la visita al mausoleo de Burgiba, padre de la independencia tunecina y primer presidente de la Republica de Túnez en 1957, y al Ribat o fortaleza de la ciudad. Desde allí visitamos el sobrecogedor anfiteatro romano de El Jem. Anfiteatro construido en el año 268 d.C., con una capacidad para 35.000 espectadores, equiparable al mismísimo Coliseo de Roma, es Patrimonio de la Humanidad. Seguidamente, el viaje nos llevó a la medina, el Ribat y el Museo arqueológico de Sousse, la Hadrumetum púnica.
                     El día siguiente se inició con la visita a Kairouan, a su medina, al “mausoleo del Barbero”, donde está enterrado Abu Dhama, compañero del profeta Mahoma y, sobre todo, a la mezquita, una de las más respetadas y veneradas mezquitas de todo el mundo musulmán.
                                    El viaje por el interior del país nos condujo a la impresionante ciudad de Sbeitla, la antigua ciudad romana de Sufetula, con ese majestuoso foro presidido por los templos dedicados a la triada capitolina.
                        Otra ciudad romana excelentemente conservada, como muchas ciudades norteafricanas, es Dougga, con su capitolio que, desde el lugar más elevado, domina toda la ciudad, incluido el teatro. Kairouan, Sufetula y Dougga son Patrimonio de la Humanidad.
El día concluyó con la visita a Testour, pueblo donde la influencia de los moriscos expulsados de España en el s. XVII es notable, y el sagrado Templo de las Aguas en Zaghouan, construido por el emperador Adriano desde donde partía, en un recorrido de 123 km, el acueducto romano que abastecía de agua potable a Cartago.
                   
El último día lo dedicamos a visitar la capital del país, Túnez. Disfrutamos de sus ámbitos administrativos, la medina, el bullicioso zoco y, cómo no, el impresionante Museo del Bardo que alberga, posiblemente, la mejor colección de mosaicos del mundo. Dimos fe de ello con las amenas explicaciones de Santi.

                         Cerca de Túnez, bajo una intensa lluvia, visitamos la mítica e histórica Cartago, con su puerto púnico o las termas de Antonino a orillas del Mediterráneo. Acabamos en la pintoresca ciudad Sidi Bou Said brindando, bajo un fondo azul y blanco, con un té de menta y almendras.
                      
Desde el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida queremos agradecer la magnífica labor de nuestro guía tunecino Jaled, el buen hacer del conductor de autobús y, sobre todo, la excelente disposición y actitud de nuestros Socios Mecenas.
CONSORCIO DE LA CIUDAD MONUMENTAL DE MÉRIDA

Añadir a sus apreciaciones que Túnez es un país “a medio camino” entre la cultura musulmana y la occidental. Que su y la zona norte, así como la litoral mediterránea en general, apenas se diferencia en la dinámica urbana y elcapital  desenvolvimiento de los ciudadanos del que tenemos en el Mediterráneo europeo.
Sin embargo, conforma penetramos hacia el interior, al sur, la disposición urbana, la vestimenta ciudadana, el ambiente general en las calles, se aproxima al modelo musulmán, se identifica con lo que podemos ver en las calles, en los zocos de Marruecos, o de Egipto. Eso sí, estamos siempre entre una población amable, respetuosa, dispuesta a la ayuda, a la información para con el viajero.
Túnez es un país rico en recursos naturales agro-ganaderos (destacando el olivo, dátiles, quesos y leche de oveja…), si bien su amplio desierto limita la producción, para una población creciente y joven, necesitada de salidas laborales y económicas de futuro. El turismo es para el país una fuente prioritaria de ingresos.
Su patrimonio monumental es, ya vimos, magnífico. Fundamentalmente en ruinas púnicas, restos arqueológicos romanos, maravilloso mundo de mosaicos, fortalezas medievales musulmanas admirablemente conservadas (medinas con kasbas, ribat, mezquitas, zocos abiertos y cerrados…). Colores, olores, sabores… nos ofrecen un mundo variado, cercano a nuestro desenvolvimiento de origen en unas ocasiones, y en otras tan lejano como si estuviéramos adentrándonos en las leyendas del pasado.
Moisés Cayetano Rosado

domingo, 1 de diciembre de 2019

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD EN LA EUROCIUDAD DEL SUROESTE IBÉRICO

 
Moisés Cayetano Rosado
Doctor en Geografía e Historia

CONCLUSIONES.
El Patrimonio fortificado de Elvas (Patrimonio de la Humanidad desde 2012) se complementa y obtiene su explicación histórica dentro del “triángulo” formado con Olivenza y Campo Maior, frente a Badajoz. Los conflictos en frontera, que han tenido lugar desde el mismo momento de la creación del Reino de Portugal, a mediados del siglo XI, hasta bien entrado el siglo XIX, han dado lugar en estas poblaciones, así como en sus términos municipales (en el de Elvas contamos con la importante presencia del Fuerte de Barbacena, además del antiguo Ponte de Ajuda -que salvaba al Guadiana camino de Olivenza-, destruido durante la Guerra de Sucesión española; en Campo Maior, con la fortaleza de Ouguela, y en las dos, más Olivenza y Badajoz, con elementos fortificados complementarios y estancias de servicios variados, así como torres de vigía estratégicas) a una “maquinaria de guerra” que hoy es un admirable conjunto artístico-monumental.
La importancia de Elvas aún se refuerza más contemplando este subsistema expresamente creado para la finalidad de defensa y “llaves” de sus respectivos reinos: España y Portugal, dotándose de la singularidad que exige el Criterio IV de selección de la UNESCO para calificarse como Patrimonio Mundial, y en este caso “extender” el ya obtenido por Elvas:Ofrecer un ejemplo eminente de un tipo de conjunto arquitectónico, tecnológico y paisaje, que ilustra una etapa significativa de la historia humana”.
La evolución de sus construcciones militares al compás de los avances técnicos de los tiempos, desde la neurobalística a la pirobalística; la autenticidad de gran parte del legado construido, así como la suficiente integridad del mismo pese al afán “higienista” y urbanístico de finales del siglo XIX y buena parte del XX (sin olvidar lamentables desaciertos recientes, sobre todo en Badajoz, al destruir las ruinas interiores del Fuerte de San Cristóbal, en lugar de consolidarlas, así como recargar de hormigón y empinadas escaleras el Baluarte de la Trinidad, y en Olivenza, con actuaciones desafortunadas y derribos de murallas y vaciados en el Baluarte de San Juan de Dios); el formar parte de las “Fortalezas abaluartadas de la Raya”, en la Lista Indicativa de Portugal -paso previo a la Declaración definitiva- desde 2017-; el ser el conjunto más compacto y completo de toda la Península ibérica… hacen de esta Eurociudad (a la inicial Elvas-Badajoz se une Campo Maior, y debería completarse con Olivenza) una firme candidata a la Declaración de Patrimonio de la Humanidad, bien como extensión de Elvas, o dentro del Sistema fronterizo luso-español.

martes, 26 de noviembre de 2019


SÃO TOMÉ, COLOR, CALOR Y LUCHA POR LA VIDA
Moisés Cayetano Rosado
Tras atravesar -procediendo de Lisboa- los desiertos de Marruecos y Mauritania, después de una escala en Malí, llegamos a la Isla de São Tomé. Los tremendos terrenos resecos, erosionados como paisajes lunares o marcianos, dan paso al verdor de la costa guineana y a la explosión vegetal de la pequeña isla ocupada y poblada bajo dirección portuguesa a partir del siglo XVI, e independiente desde 1975.
El color de São Tomé es de un verde brillante que apabulla. Que te llena de luz esperanzada. Los palmerales, cocoteros, cafetales, bananeras, árboles-pan… junto a los gigantescos árboles madereros y el sotobosque gigantesco de plantas trepadoras, lo cubren todo, abriéndose entre ellos caminos transitados siempre por grupos de personas, o personas solitarias, que van y vienen. Los niños a la escuela, o de la escuela, haciendo diez, veinte kilómetros diarios de ida y vuelta desde sus “roças”, donde viven en humildes casas de madera y chapa, a veces sobre pilotes, para salvar los barrizales de las frecuentes lluvias; los mayores al trabajo o transportando humildes mercancías que venden en los pueblos o las ciudades-pueblos, que nunca llegan -ni la capital- a la categoría de ciudad.
Entre las multitudes de niños, de jóvenes, de esta población total de unos 200.000 habitantes para 1.000 kilómetros cuadrados, con una intensa explosión demográfica y escasez de ancianos, llama la atención su alegría de vivir, su explosión de calor, su coraje al enfrentarse con una vida dura, con recursos escasos, carestía en la cesta de la compra (que depende en gran parte de la importación), infraestructura vial, de colectores y recolectores deficientes, viviendas humildísimas, frágiles y vulnerables al calor, a la humedad, a la lluvia y los vientos…
La lucha por la vida es una constante en esta tierra de encantadoras playas, de paisajes de ensueño, de grandes recursos naturales en su suelo que precisan de un reparto equitativo, de abundante pesca que rebosa luego en los mercados bulliciosos abiertos desde que amanece (5’5 h. de la mañana) hasta bien entrada la noche (20’00 h.).
Y siempre, ese afán por cuidarse, por reafirmar su presencia que la naturaleza dotó de indudable belleza. Humildemente cultivada, pero llena de dignidad y de elegancia; parece un milagro que en medio de múltiples carencias levanten su figura como dioses dotados de la Gracia siempre con mayúsculas.
Apenas si hay monumentalidad arquitectónica en la Isla. Podríamos destacar el Forte abaluartado de S. Sebastião, levantado por los portugueses en 1575, y actualmente transformado en un discreto museo de la historia de São Tomé, con todas sus luchas, sufrimientos y atropellos cometidos en la explotación de los recursos económicos, así como un repaso enorgullecido a su independencia y construcción democrática de los últimos decenios.
Isla tranquila; personas amables, acogedoras; tiempo lento para pasar la vida y comprender con qué poco es suficiente para encarar el futuro con una luz constante de alegría, de esperanza y bondad.

martes, 5 de noviembre de 2019


SICILIA: LA PRESENCIA DEL ETNA Y EL REPASO A LA HISTORIA Y EL ARTE MEDITERRÁNEO
 
Moisés Cayetano Rosado

Vas a Sicilia y lo primero que se te hace presente, omnipresente, es el volcán Etna, que parece como si estuviese constantemente fumando una gran pipa inacabable.
Desde el avión crees que es una nube blanca que se alza al cielo, pero es el desahogo eterno del volcán, que a veces se enfurece y es un dragón de fuego.
Ya estamos en Catania, donde sorprende el barroquismo de su Catedral, de su Universidad, de sus grandes palacios, magníficos restos del anfiteatro romano… y el popular mercado en que las voces atronadoras de los pescaderos envuelven la belleza multicolor de peces y mariscos.
Solo los hombres venden; solo los hombres compran. Y es que dicen que “las mujeres se llevan lo superfluo” y “malgastan”. ¡Ese machismo mediterráneo del que aún se hace gala…!
Otro día, desde ese extremo centro oriental de la Isla, nos internamos hacia el noroeste hacia el Etna. Viaje por curvas y subida en autobús, al que reemplaza a continuación el teleférico y más arriba potentes vehículos 4x4, que desafían las pendientes y las curvas más curvadas que uno pueda coleccionar.
Y allí, el volcán, que son los volcanes, porque los cráteres del Etna son múltiples, y los picos y simas se suceden a un lado y otro de la elevación principal de 3.342 metros, entre la negrura de las leves piedras quemadas, muchas calientes y humeantes cuando abres un pequeño agujero en el suelo con las manos.
Bajando la falda del conjunto volcánico, nos acercamos hacia el este, un poco más al norte, a Taormina. Nueva belleza de paisaje hacia el interior y hacia el mar, que culmina con el portentoso teatro Greco-Romano de la población, desde cuyo graderío se nos ofrece la costa recortada, el mar inmenso, el verdor añorado más atrás en las quemadas tierras-piedras del Etna.
Así, desde las entrañas de la tierra hemos pasado a las entrañas de nuestra civilización mediterránea, en un día de contrastes y belleza, que habremos de completar con una buena “reposición” a base de pescados y mariscos de la zona, generosa en ellos.
Una asombrosa jornada nos esperará otro día, con la visita a la Villa Romana del Casale, ya casi al centro de la Isla. Los corrimientos de tierra preservaron del expolio y la ruina lo que es la más asombrosa colección de mosaicos romanos del mundo, donde la “mundanidad” representada en las escenas de la vida cotidiana se abrillanta con la habilidad artística de figuras, combinaciones de colores, movimiento y viveza que nos atestiguan el “buen vivir” de los poderosos… como siempre.
Merece subir al norte, una vez más a la costa, y visitar la deliciosa Cefalú, antigua plaza cartaginesa, de catedral normanda y mosaicos bizantinos, donde la figura de “Cristo Pantocrátor” (que se repetirá con igual mérito en otras iglesias y catedrales sicilianas) es una de las más impactantes que nos sea dado contemplar.
Y ya, a Palermo, la capital. ¡Qué decir de sus palacios (fuera de lo común el de los Normandos, con su Capilla Palatina, de gran derroche de mosaicos bizantinos. a cuya entrada se recuerda el destino de receptores de refugiados e inmigrantes, tan rechazados por las autoridades y apoyados tantas veces por una población que sabe bien de los sufrimientos de las partidas forzadas, porque la historia se las hizo vivir bastantes veces!
Resulta necesario acercarse a Monreale: ¡qué Pantocrátor, con sus dorados y azules increíbles!, en su Catedral árabe-normanda. Seguramente en mosaicos bizantinos no tenga rival.
Y de nuevo en Palermo, sus calles, sus palacios, sus iglesias, sus curiosos teatros de marionetas (Ópera dei Pupi), de extraordinario colorido, maestría en la ejecución de los movimientos hábilmente llevados entre bambalinas, historias de caballeros, damas y dragones, con sabor medieval, revivido en estos tiempos. A  pesar de nuestra “alta tecnología”, siguen subyugándonos con su ingenuidad y gracia.
De Palermo a Segesta, nos lleva el aliciente de contemplar su magnífico Templo Dórico, cuya singularidad lo hace más majestuoso. Enseguida en Érice y Trápani, ya en el extremo noroccidental de Sicilia, nos cautivará su caserío, su preservado urbanismo medieval, sus vistas al mar, su sosiego vital, que iremos contemplando en pueblos y pequeñas ciudades costeras y del interior.
Llegaremos, en el suroeste, a Agrigento, donde nos espera el admirable “Valle de los Templos”. Una especie de “torres vigías” rodeando a la populosa y desaparecida ciudad griega, de las que se preservan como una docena de restos significativos, entre los que destacan el Templo de Júpiter Olímpico y el Templo de la Concordia. ¡Cuesta un poco dejar atrás este conjunto armonioso de templos dóricos, uno de los cuales serviría a la UNESCO como símbolo de las ciudades, sitios y conjuntos declarados “Patrimonio de la Humanidad”!
Carretera adelante, un testimonio sobrecogedor de las miserias de las guerras: varios bunkers de la Segunda Guerra Mundial, testimoniando la desgracia de unos tiempos que esperemos no se vuelvan a repetir, siendo estas moles “aviso a navegantes”.
Continuamos nuestra visita “circular”, siguiendo al sureste, hacia Ragusa: ciudad barroca por excelencia, todo iglesias y palacios alternándose, como rivalizando en presencia y porte ostentoso, ornamental hasta la saciedad en fachadas, puertas, balconadas…
Un poco más adelante, la ciudad de Noto. Otra vez una catedral digna de admiración, donde encontramos testimonios desgarradores de lo que es la emigración a la desesperada en barcazas sin consistencia de miles de refugiados y emigrantes que huyen del horror, desde el norte de África. Aquí, con los maderos y otros restos de las embarcaciones, los artistas han levantado esculturas que sobrecogen, como una cruz formada por restos de uno de los múltiples naufragios.
Y finalmente, torciendo ligeramente al noreste, Siracusa, un mundo de sorpresas, tesoros y belleza. Su Catedral, en el barrio portuario de Ortigia, aprovecha en sus muros -empotradas- magníficas columnas de un anterior templo dórico (¡siempre el dórico en Sicilia!).
Su Museo Arqueológico es una tentación: se pasaría uno en él horas y horas, ante las espléndidas colecciones que comienzan con restos fósiles y estudios geomorfológicos, y va recorriendo la prehistoria, la historia antigua y medieval de la isla, clasificando los hallazgos por yacimientos, de cada uno de los cuales se nos muestra su estratigrafía civilizatoria de manera pormenorizada.
¿Para cuánto da Sicilia? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Un mes? ¡Más siempre, porque su admirable legado físico, geológico, arqueológico, arquitectónico, urbano, artístico en general, gastronómico no tiene rival! ¡Y encima, la “guinda” incomparable del volcán!

lunes, 28 de octubre de 2019


EXILIADOS Y REFUGIADOS: NUESTRA HISTORIA OLVIDADA

Moisés Cayetano Rosado
Doctor en Geografía e Historia 
Ahora que una vez más se intensifica el drama de los refugiados por todo el mundo, no estará de más rememorar lo que a veces se esconde en los rincones del olvido. Aquello que  se vivió en el pasado de enfrentamiento civil y militar, del que guardamos una memoria confrontada: desplazamientos, refugio, exilio, huyendo de las represiones y la muerte.
En la Revista Transfronteriza “O Pelourinho”, que llevamos 25 años editando, bajo el patrocinio de la Diputación de Badajoz, publicábamos en 2018 un monográfico sobre “exilio, emigración y represión”, en que dábamos cuenta de nuestra tragedia de la Guerra Civil. Señalábamos la dureza en la desesperada huida de cerca de medio millón de españoles, mayoritariamente a través de los Pirineos, cuando la guerra estaba perdida para los republicanos.
Una de esas víctimas, Carlos Velo, lo narra así en el libro de Francisco Caudet “El exilio republicano de 1939”: “A patadas, a empellones, a culatazos, nos arrebañaron en una playa. Gente hambrienta, aterrorizada, liquidada toda esperanza./…/ Dormitábamos, que era estado permanente; esperar, sin esperar nada de nada. Y oímos de pronto un magnavoz. Salimos poco a poco. ¿Y sabes lo que estaba diciendo? Estaba diciendo: ‘¡Republicanos españoles: Lázaro Cárdenas, presidente de México, en nombre de su gobierno y de todos los mexicanos, les anuncia: México está abierto para ustedes; es su casa, será su nueva patria’. Hablaba de un barco que llegaría  de un momento a otro, de libertad, de pan, de respeto, de futuro”.
Fue decisivo para acelerar el proceso el informe del diplomático mexicano Isidro Fabela, enviado por el presidente Cárdenas, en el que señalaba al hablar del Campo de Concentración de Refugiados de Argelés: “Esta enorme avalancha humana de 100.000 personas quedó instalada frente al mar, sin otro límite que la playa y una cerca de alambre con púas fijadas en una extensión de dos kilómetros y medio de largo por uno y medio de ancho. Sin una tienda de campaña, ni una barraca, ni un cobertizo, ni un muro, ni una hondonada, ni una colina; ni tampoco árboles, arbustos ni piedras. Ni fuego para contrarrestar el frío invernal, ni un techo que les resguardara del cierzo, ni una pared que les defendiera de los aires marinos. Todos los días había muertos de frío y de hambre”.
Sí, sería especialmente México quien acogiera de forma definitiva a miles de exiliados españoles, que habían perdido la esperanza de un retorno más o menos cercano, tras refugiarse en un principio en Francia, Norte de África y la Raya con Portugal.
Precisamente de esto, de los republicanos “fronterizos” con el país vecino, tratará el próximo número de “O Pelourinho”, previsto para mediados de 2020. Ya en el anterior número aludido, la antropóloga Dulce Simões, escribía este adelanto: “O primeiro grande fluxo ocorreu na última semana de Julho de 1936, quando centenas de carabineiros e milicianos republicanos que haviam resistido às forças revoltosas de Pontevedra, Ourense, Tuy e Vigo procuraram refúgio no norte de Portugal. O segundo fluxo na fronteira do Caia, provocado pelos bombardeamentos e ocupação da cidade de Badajoz. O terceiro verificou-se a 12 de Agosto, quando os habitantes de Encinasola afetos ao golpe militar procuraram refúgio na vila vizinha de Barrancos, e foram acolhidos pelas autoridades locais. O ultimo êxodo registou-se na fronteira de Barrancos, nas margens do rio Ardila que serve de linha divisória entre Portugal e Espanha, após a ocupação da vila raiana de Oliva de la Frontera (Badajoz), a 21 de Setembro de 1936”.
El Portugal salazarista era muy poco receptivo a estos refugiados. Alrededor de 1.500 serían embarcados en octubre de 1936 con destino a la republicana Tarragona, procedentes de Extremadura, Andalucía y Galicia. Otros quedaron “escondidos”, viviendo cercanos a la frontera, e incluso en otros puntos de la geografía portuguesa, gracias a la solidaridad del pueblo vecino. Solidaridad que ha estudiado Dulce Simões con respecto al caso de Barrancos (que volverá a tratar), pero que en la publicación que estamos preparando nos expondrán para otros puntos geográficos Luis Cunha y Rui Rosado Vieira (caso de Campo Maior), Moisés Alexandre Antunes Lopes y Jacinto César (Elvas), Maria Fernanda Sande Candeias (que ha estudiado en general a refugiados en Alentejo), Bruno Sampaio Lobo (Figueira de Foz), Carolina Henriques Pereira (Caldas da Rainha), Jorge Fernandes Alves y Ángel Rodríguez Gallardo (con respecto a Galicia), y Paula Godinho, Manuel Loff, Fábio Faria, entre otros, sobre todo el proceso.
Lo había anticipado el mismo 13 de agosto de 1936 el periodista  Mário Neves en el “Diario de Lisboa”: “Os funcionarios do posto de Caia abriram uma subscrição entre os oficiais e outras pessoas presentes para matar a fome a os filhinhos dos emigrados”. ¡Historia de solidaridad que hoy más que nunca deberemos recordar!


En tanto se publicaba este texto en el Periódico HOY de Extremadura, visitando Sicilia, me encontré con estos dos testimonios escultóricos en la Capilla Palatina de Palermo y  en la catedral de Noto.
El primero, presentando un desembarco de africanos, tan frecuentes en la isla. Muy expresivo tanto por el monolitismo de los que están en tierra como por la esperanza actitud de los que desembarcan o están en la cubierta, de donde se disponen a bajar.
El otro encierra la tragedia de los naufragios, con el terrible añadido de que está construido con restos de maderas e hierros pertenecientes a una barcaza destruida en el mar: se conserva en el interior de la Catedral de Noto: dolor y esperanza, como dice el texto que acompaña a esta escultura de Elia Li Gioi.

lunes, 7 de octubre de 2019


SAN PETERSBURGO-MOSCÚ: LIMPIEZA Y URBANIDAD RODEANDO EL ESPLENDOR (y II)

EL MÁGICO MOSCÚ 
Moisés Cayetano Rosado

De San Petersburgo a Moscú hay más de 700 kilómetros y no es mala opción recorrerlos en tren de alta velocidad. En cuatro horas se cubre el trayecto, y es una oportunidad para ir viendo un paisaje frondoso de la taiga rusa, de alerces, pinos, abetos, abedules, álamos, alisos… bien tupidos, con sotobosque de helechos, líquenes y musgos. También para contemplar una buena cantidad de pueblecitos, de casas aisladas entre la vegetación frondosa, en medio de verdes prados brillantes.
Ya instalados en Moscú, siempre el turista tiende a “buscar” la Plaza Roja y el Kremlin, demandando en la primera la “fotogénica” Catedral de San Basilio, el Mausoleo de Lenin y los famosos Almacenes GUM. Nos quedarán respectivamente enfrente, a la izquierda y a la derecha de la Plaza, si entramos por el noroeste, procedentes desde la famosa calle peatonal Arbat, en cuyas cercanías están los principales (y gigantescos) hoteles.
La Catedral de San Basilio, construida por orden de Iván el Terrible a mediados del siglo XVI, es Patrimonio de la Humanidad desde 1990 junto con el conjunto del Kremlin. Sus torres bulbosas, multiformes y multicolores son la referencia mundial de la capital rusa y objeto principal de las cámaras fotográficas de las multitudes que durante el día copan la Plaza… curiosamente casi solitaria en la noche, que con el brillo ambiental (de luces en la fachada de los Almacenes GUM, así como del Kremlin, y de la frecuente agua de lluvia en el pavimento) cobra un aspecto romántico inigualable.
Los Almacenes GUM, construidos al final de la época imperial, no perdieron su importancia durante la implantación de la URSS, y menos en la actualidad. Con sus lujosas tiendas, su decoración esplendorosa, su fachada de 242 metros, combina elementos arquitectónicos medievales, con estructuras de acero, techo e interiores de vidrio, y original decoración en barandillas, escaleras, etc.
El Mausoleo de Lenin, pegado a la muralla del Kremlin, simula ser una pirámide escalonada, y hoy en día despierta poco la atención de los turistas de la Plaza, mayoritariamente chinos, que desvían siempre sus cámaras hacia San Basilio.
El Kremlin por dentro es toda una ciudad monumental donde las catedrales, los palacios de uso oficial, los museos y el gran despliegue de armamento artillero, nos embobarán sin remedio.
Allí, la Catedral de la Asunción, o Dormición, mezcla los estilos italiano y ruso, conservando en su interior la tumba de Iván el Terrible, y está adornada en el exterior por fantásticas cúpulas bulbosas doradas. En ella se coronaban los zares y se enterraba a los Patriarcas de la Iglesia Ortodoxa.
La Catedral de la Anunciación presenta los mejores frescos del siglo XVI, cubriendo todo su interior: mayor profusión de cúpulas bulbosas doradas contemplaremos en su exterior.
La Catedral del Arcángel San Miguel, también del siglo XVI, alberga las tumbas de casi todos los zares de Rusia. Es curioso esta denominación de “catedrales” a tantos recintos sagrados, pero el sentido del nombre es el de iglesia con especial significación por su uso histórico y su monumentalidad.
Entre los cañones del patio central destaca el “Cañón del Zar, de 1586, el mayor del mundo, con 5’34 metros de largo y 40 toneladas de peso. Su calibre es de 890 milímetros y el diámetro externo de 1.200 milímetros.
Otro de los grandes atractivos de Moscú (también lo es en San Petersburgo) resulta ser el Metro. Creado en 1935, no cesa en su ampliación, llegando ya a tener 380 kilómetros de red y 230 estaciones.
La profundidad de sus túneles es espectacular, pero lo es aún más el esplendor artístico de sus galerías, estaciones, pasillos, rincones… Todo un gran y múltiple museo de esculturas, pinturas, mosaicos, decoraciones de suelos, paredes, techos… hasta el punto que solo por verlo merece una visita la ciudad; en este caso, el subsuelo “palaciego” de la ciudad.
Una ciudad enormemente rica en patrimonio acumulado a lo largo de los siglos… y en la actualidad, en que se siguen construyendo con gusto edificaciones singulares, como son sus rascacielos comerciales, de entre 240 y 370 metros de altura: los más elevados de Europa, un auténtico mini-Manhattan, de cuidado alarde técnico y artístico.
Y rodeando estratégicamente al Casco Histórico, las “Siete Hermanas”, de la época de Stalin: edificaciones de los años 40 y 50, con robusta aguja central e inmensos cuerpos laterales, levantados para mostrar el “poderío” soviético, hoy reconvertidos en edificios públicos y privados de diversa índole.
En cuanto a los alrededores de la capital, a 70 kilómetros al noreste, el Monasterio de la Santísima Trinidad y San Sergio, en la ciudad de Serguiev Posad, tildado de “Vaticano Ruso”, lugar de peregrinación de los creyentes ortodoxos, atraídos por las reliquias de San Sergio. Actualmente alberga a unos 300 monjes, y pertenece desde 1993 a la Lista del Patrimonio de la Humanidad, tratándose según la UNESCO de «un buen ejemplo de monasterio ortodoxo en funcionamiento, con rasgos militares típicos de los siglos XV al XVIII, período durante el que se desarrolló».
Una vez más, sus iglesias de cúpulas bulbosas, sus estancias palaciegas, sus murallas; sus mosaicos y pinturas murales… son dignos de admiración, a pesar de las grandes masas turísticas que pululan por sus estancias y explanadas.
Todo un lujo de limpieza y belleza, donde la urbanidad rusa se manifiesta en todo su esplendor.

viernes, 4 de octubre de 2019


SAN PETERSBURGO-MOSCÚ: LIMPIEZA Y URBANIDAD RODEANDO EL ESPLENDOR (I)

LA BRILLANTEZ DE SAN PETERSBURGO

Moisés Cayetano Rosado

Lo primero que me sorprende al callejear por San Petersburbo, entrar en sus palacios, museos, iglesias, hoteles, caserío, patios interiores… es su limpieza. Los suelos impolutos, a pesar de los tropeles de turistas en sus espacios monumentales, los miles de turistas que se agolpan (especialmente chinos, que nos “acompañarán” en todos los circuitos, sobre todo en Moscú, donde pienso que suben al 90% del total, como un 10% más que en los otros lugares).
Lo de los chinos tiene su explicación, entre otras cosas, en los acuerdos favorables intergubernamentales, las rebajas en las entradas a cualquier lugar visitable de pago, y a que la presencia hotelera de sus lugares de origen es muy notable. Lo del resto de los turistas, porque la belleza incomparable de su legado artístico, la variedad del mismo y lo accesible de todo ello, sin mucho trajín de separaciones entre dichos “tesoros”, hacen de estas dos macro poblaciones y sus alrededores un destino irresistible.
Empezamos la visita por la fortaleza de San Pedro y San Pablo, origen de San Petersburgo, de 1703, de Domenico Trecini, enclavada en un islote al que rodea el río Neva. Acoge los restos de varios zares, destacando entre ellos Pedro el Grande, fundador de la ciudad. Su óvalo fortificado con seis baluartes y rediente defensivo exterior, es por dentro una miniciudad, que ya en sí nos da una idea de la grandeza de toda la urbe.
El patrimonio eclesiástico es abrumador en el centro histórico, destacando la Catedral de San Isaac, un templo neoclásico, con tintes barrocos, de comienzos del siglo XIX. De fantástica cúpula y linterna recubiertas por unos 100 kilogramos de oro, con interior de mármoles rusos, italianos y franceses, zócalo de granito y columnas del retablo cubiertas de lapislázuli y malaquita. Ello sin dejar atrás la Catedral de Nuestra Señora de Kazán -igualmente neoclásica y grandiosa-, consagrada a la Virgen más venerada de Rusia, siempre con largas colas de fieles esperando a rezar ante su icono.
Pero tal vez la más “rusa” de las iglesias sea la de San Salvador sobre la Sangre Derramada, que conmemora el asesinato en 1881 del emperador reformador  Alejandro II. Más tardía en su construcción, sus cúpulas bulbosas, policromadas y doradas, así como la profusión ornamental, modernista, de la fachada, hacen de ella un monumento excepcional. Actualmente es museo estatal, donde destacan los mosaicos del interior, que cubren sus paredes, columnas y cúpulas.
No menos importante que esta profusión arquitectónica es la escultórica, entre la que deberemos destacar el “Jinete de Bronce”, escultura ecuestre de Pedro I, realizada por Étienne Maurice Falconet, sobre enorme roca (“La Piedra del Trueno”), a orillas del río Neva. El gran poeta ruso Aleksandr Pushkin, escribiría un famoso poema-leyenda sobre el mismo, recorriendo su grandeza y la arriesgada situación de esta ciudad que fundó en zona pantanosa e inundable.
Pero quizás lo más conocido de San Petersburgo sea el Museo Hermitage, uno de los más importantes del mundo, con más de tres millones de obras de arte, de todas las épocas, distribuidas en diversos palacios, entre los que sobresale el Palacio de Invierno (residencia de los antiguos zares), de inigualable grandeza. Podemos seguir desde él la historia del arte occidental y asiático, recorriendo sus lujosas salas, profusamente decoradas con pinturas, mosaicos, bajorrelieves, etc. y dotadas de lujoso mobiliario, lámparas, espejos…
Pero San Petersburgo también son sus calles y canales; sus avenidas (destacando la Nevsky) que atesoran edificaciones monumentales, librerías excepcionales, tiendas de todo tipo, más y más iglesias, palacetes, edificios con patios interiores accesibles, que conservan sabor decimonónico…, y el rio Neva, canales navegables (excepto en el invierno, que se hielan), desde donde admirar la ciudad y el Crucero Aurora, que participó en diversas guerras (Ruso-Japonesa, II Guerra Mundial) y donde se desenvolvió uno de los primeros incidentes de la Revolución de Octubre.
En las cercanías, no podemos dejar de visitar el Palacio de Peterhof, a 30 kilómetros, en el sur del Golfo de Finlandia, que forma parte del “Centro Histórico de San Petersburgo y conjuntos monumentales anexos”, calificados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1990.
Tildado como el “Versalles Ruso”, era la residencia principal de verano de los zares, y en su parque existen 150 fuentes y tres cascadas, gran número de estatuas, jardines, arboledas, láminas de agua con espectaculares chorros que se ponen en funcionamiento en diversos momentos del día, atrayendo a los curiosos por sus juegos espectaculares.