martes, 30 de abril de 2013


¿POR CUÁL ENSEÑANZA REGLADA APOSTAMOS?

Moisés Cayetano Rosado

Me eduqué, o me enseñaron materias instrumentales, bajo el espíritu de la Ley Moyano de 1857, que -con de los retoques de los años cincuenta del siglo XX- seguía estando vigente. Y el memorismo, la disciplina, la rigidez en las normas y las formas, la individualidad, eran principios indiscutibles.
Empecé a ejercer como profesor al tiempo que se ponía en marcha la maquinaria de la Ley General de Educación (LGE) de 1970. Se tenía mucha prisa por homologarnos con los países occidentales, pese a la falta de democracia, y nos atiborraban los pupitres de fichas, abstracciones, procesos tecnológicos y competitividad.
Hubo que esperar veinte años para que, con la democracia y los sueños utópicos aún del PSOE, se implantara la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), llenándonos los Centros escolares de libertad, tolerancia, igualdad, respeto, justicia, ayuda mutua, solidaridad…, objetivos prioritarios de una educación que colocaba en segundo lugar la instrucción, primando la educación (en actitudes, en valores) sobre la enseñanza de contenidos conceptuales.
La Ley Orgánica de la Educación, de 2006 -bajo el mismo signo político- ya matizaba prioridades, pues sin olvidar la solidaridad, el progreso en común, acentuaba los valores de responsabilidad y esfuerzo personal. Más adaptada, claro, a la “vida de la calle”, a lo que nos encontramos cada día no en el mundo de las utopías sino de las duras realidades del “sálvese quien pueda”.
No me ha llegado la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa de 2013, pues un año antes me he apeado del “sillón” de profesor, que empezó como tal y con tarima, se bajó a ras de los alumnos transformado en silla y parece que ahora volverá a subir con sus ropajes.
Siempre se me dijo y dije: “Educar para la vida”. ¿Qué es educar para la vida? ¿Prepararse para el mundo que nos toca vivir, competitivo, individualista, egoísta, insolidario, especulativo, donde -como escribió Baltasar Gracián- “cada hombre está solo en la lucha del mundo, pues no se trata de una lucha de clases en la que cabe solidaridad”? ¿Intentar transformarlo, luchar para conseguir esos valores enunciados en la soñadora LOGSE, aunque -como en los versos de Pablo Neruda- “vuelvo/ con los ojos cansados/ a veces de haber visto/ la tierra que no cambia”?
“Trabajando para mí solo, trabajo, en realidad, para todo el mundo, pues contribuyo a que mi prójimo reciba algo más que la mitad de mi capa, y no por un acto de generosidad individual y privada, sino a consecuencia del progreso general”, pone Fedor Dostoiewski -en su novela “Crimen y Castigo”- en boca de Piotr Petrovitch. ¡No es tan nuevo el descubrimiento del neoliberalismo imperante! Lo nuevo será que en realidad sí se “eduque para la vida” sin tapujos y sin disimulos; esa vida de tantos triunfadores: ingenio en la especulación, la defraudación, inversiones oscuras, maquillajes contables, burbujas financieras, paraísos fiscales… en un alarde didáctico innovador de las matemáticas, la geografía, el lenguaje, la filosofía y otras ciencias reconvertidas en afines al envés de las antiguas utopías.
Tal vez los tiros de la nueva reforma educativa (ahora siempre hay una nueva reforma educativa) vayan lanzados descaradamente, impunemente, por ahí.

viernes, 26 de abril de 2013


LA CONSTANTE PRESENCIA DE LA EMIGRACIÓN
Estos días estuve en Madroñera, presentando en su Casa de la Cultura Emigración en Extremadura 1961-2011, exposición producida y coordinada por la Fundación Cultura y Estudios de CCOO, para la que colaboré con los textos, cuadros estadísticos, mapas y documentación de la época (pueden consultarse los paneles en el documento 28 de http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/p/paginaprueba.html).
La bibliotecaria, Isabel Moza Barquilla, me hablaba previamente de cómo el pueblo perdía cada año población, pues el índice de envejecimiento es muy alto y la natalidad escasa. Es un denominador común de las localidades que sufrieron la gran riada migratoria de los años sesenta y setenta del siglo pasado: se marchó gente joven, en edad laboral y de tener hijos, quedando en ellas los que ya iban pasando a la etapa de jubilación. Los pueblos del Sur (sur de España, de Portugal, de toda la Cuenca Mediterránea) sufrieron ese fenómeno de pérdida de capital humano, que los envejeció y no les redimió de su pobreza estructural.
Durante la charla-coloquio que di sobre este fenómeno -que en Extremadura se llevó en los años duros del proceso (1961-1975) al 40% de sus habitantes-, desde el público asistente se comentaron experiencias muy interesantes. Quiero resaltar dos, por lo que tienen de ilustrativas de lo que significó para los protagonistas.
Contaba una señora mayor que ella y su marido se marcharon a París a mediados de los años sesenta, y que su primera colocación fue en el servicio doméstico; pasó luego a lo que sabía hacer mejor: coser. Y en ello ganó dinero suficiente como para conseguir unos ahorros tranquilizadores, que le garantizaron un regreso digno. El esfuerzo -contaba- fue muy grande, el sacrificio intenso; las condiciones de vida, duras; la barrera del idioma bastante traumática en los primeros años; la integración, dificultosa. Aún así, solo decidieron el retorno porque una enfermedad del marido quebró su vida laboral.
Otra mujer, más joven, contaba la experiencia de su padre en Alemania, a donde marchó solo, quedado en el pueblo mujer e hijos: tremenda experiencia de soledad y desgarro familiar para unos y otros, que en ningún momento consiguieron la reagrupación; escasas ganancias económicas, pese a los muchos sacrificios personales, laborales; retorno sin cubrir las expectativas, las esperanzas creadas, que chocaban con la dura realidad del país: Alemania únicamente buscaba cubrir sus necesidades de mano de obra barata, sin atender a las demandas humanas del que espera una acogida humanizada.
Ni qué decir tiene que la inmensa mayoría de los asistentes al acto tenían parientes, amigos, conocidos en los más diversos puntos de nuestra emigración extranjera e interior.
¿Y ahora? El pueblo, nuestros pueblos: con una escasa población joven que no tiene esperanzas laborales en su tierra, pero que tampoco no las ve fuera, como en aquellos años de la estampida migratoria sí se tuvieron. Y una situación de desarrollo que no se ha sentido sostenida por el beneficio inmediato de aquella emigración: el alivio del paro que supuso, la entrada de divisas por sus remesas de dinero. Al contrario, se ha pasado de ser las zonas con población más joven del Estado a las más envejecida, a la más necesitadas asistencialmente, a las que tiene un futuro más difícil, dentro del difícil futuro para todos.
Moisés Cayetano Rosado

jueves, 25 de abril de 2013


ÁLVARO CUNHAL Y LA UTOPÍA PORTUGUESA


Moisés Cayetano Rosado
Mediado abril, entre la conmemoración de la Constitución Portuguesa  -que el pasado día 2 cumplió 37 años-, y la celebración de la Revolução dos Cravos -que  el 25 de abril rememora su 39 aniversario-, he vuelto a visitar el Forte de Peniche.
Ahora -en la imponente fortaleza construida para defensa contra los ataques de la piratería en el siglo XVI, perfeccionado en el XVII por los enfrentamientos con España, que en los siglos posteriores va a propiciar nuevos reforzamientos- hay una exposición dedicada a Álvaro Cunhal, que estuvo preso en esta inmensa fortificación, como tantos de sus compañeros antifascistas.
También -formando parte permanente del Museo- los locutorios de la planta baja recuerdan su estancia en esta desgarradora prisión, como ocurre con las celdas del tercer piso, donde se conservan dibujos y recuerdos del líder comunista, que con tanta entereza soportó la privación de libertad y las torturas.
Uno va recorriendo los espacios terribles y oyendo el mar batir contra los muros en un constante golpeteo que ahora se nos hace relajante y que a los heroicos resistentes del salazarismo se les debió volver una añadida tortura, en su persistencia de olas rompiendo con fuerza en la masa rocosa del Forte.
Y observo allí, en el cartel de entrada, la mirada serena y a la vez intensa de Cunhal, su postura sosegada de intelectual, de artista, que baja hasta la arena de la lucha cotidiana para bregar por la justicia, por la igualdad y por la libertad.
Es admirable cómo Álvaro Cunhal mantuvo su entereza y convicciones a lo largo de su vida dilatada, agitada, combativa y combatida. Leyendo su A Revolução Portuguesa. O Passado e o Futuro, de 1976 y A Verdade e as Mentira na Revolução de Abril, de 1999, nos podemos hacer idea de lo que fue un sueño utópico, revolucionario, en marcha activa, que sería doblegado y convertido en sueño domesticado, perdiéndose conquistas y realizaciones que -como la Reforma Agraria en los campos del Sur- habían llevado el pan, la posesión colectiva y el desenvolvimiento a las tierras más olvidadas y caciquiles de Portugal.
Conocí a Álvaro Cunhal en Campo Maior, en acto organizado por el Partido Comunista Portugués hace más de veinte años. Había cumplido ya los ochenta, pero conservaba su discurso revolucionario como en los tiempos de la clandestinidad y los ilusionados del “Processo Revolucionário em Curso” de 1975. Varios años después volví a escucharlo en Évora, en acto conmemorativo de la Reforma Agraria, rodeado de antiguos “colectivistas” que participaron de aquella experiencia única y frustrada. Estaba cercano a la muerte, que tendría lugar en 2005, y que supuso una de las mayores manifestaciones de duelo del país.
En Évora le entregué la maqueta de mi libro de poemas Siempre Abril, en el que le dedico la composición “Levantando siempre las espigas”. La recogió como se coge una gavilla, un haz de trigo: fijando con viveza la mirada y adelantando con decisión las manos sarmentosas. Agradecido y generoso como siempre fue; elegante y sereno. “¿No estás cansado/ de levantar tus manos hacia la nada inmensa,/ hacia la nada?”, digo al comienzo del poema.
Ahora, en el año en que se cumple el centenario de su nacimiento, las manos de Álvaro Cunhal, su presencia, me recuerdan el mensaje de esperanza que siempre mantuvo y lo mantuvo. ¿Qué somos las personas si nos falta fortaleza para seguir construyendo siempre la utopía, por mucho que una vez y otra destrocen nuestros sueños desde los muros carcelarios del egoísmo y la brutalidad del poderoso, dispuesto a sojuzgar a la inmensa y tantas veces indefensa mayoría?

miércoles, 24 de abril de 2013


CIGÜEÑAS SOBRE EL CASCO HISTÓRICO DE CÁCERES
Por encima de las torres,
y de los altos sueños de batallas,
y de las grandes letanías,
se alzan los vuelos y los nidos
de cigüeñas que reinan y gobiernan
la paz de la ciudad.

Te acompañan, curiosas, y rebasan
el Arco de la Estrella,
rondando los palacios, descansando
en los pináculos agudos
del rosario de iglesias, donde asientan
sus enormes nidales, el tesoro
de las crías que reclaman su alimento.

Todo es entrechocar de picos generosos,
aleteo gigantesco, magnífica
presencia por el cielo, aterrizaje
que adorna los contornos, los perfiles
más altos y más monumentales.

Pasear de mañana entre el silencio roto
por su insistente crotorar,
nos lleva a un mundo viejo,
redescubierto cada día,
en toda su grandeza y majestad.      MOISÉS CAYETANO ROSADO.

martes, 23 de abril de 2013


UN PASEO POR LA RAYA
Hace ahora 10 años publicó el Gabinete de Iniciativas Transfronterizas de la Junta de Extremadura mi libro Un paseo por la Raya. Una experiencia viajera por buen número de localidades de la costa al sur de Lisboa, Beira Baixa, Alentejo y Extremadura, saboreando sus paisajes, su arte, gastronomía, historia, costumbres y el latir cotidiano de la vida.
La edición -ilustrada con múltiples fotografías- debe estar agotada, pero el texto puede ser encontrado en el documento número 18 de este enlace: http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/p/paginaprueba.html. El documento número 38 suple en parte las ilustraciones, con buen número de fotos de fortificaciones de toda la raya.
Por cierto, en el documento número 17 del mismo enlace hay varios trabajos similares sobre diversas ciudades del mundo, bajo el título genérico de La huella del viajero.
Para estos días apacibles, serenos, ni fríos ni calurosos, pueden ser de ayuda a la hora de elegir destinos donde dirigirse, tanto en ofertas de lugares cercanos como en la lejanía. Ánimo a todos y ¡a por ellos!

domingo, 21 de abril de 2013


VISITA A CASTELO DE VIDE Y MARVÃO

Cuando en el pasado otoño visitamos Alcántara, Brozas y Valencia de Alcántara, nos emplazamos a realizar un detenido “redescubrimiento” de Castelo de Vide y de Marvão, que -al otro lado de la Raya- ofrecen resistencia a la entrada de los ejércitos enemigos, preparados desde la frontera cacereña para invadir el territorio portugués.
Desde el castillo de Casteo de Vide
Situadas al norte de la Serra de S. Mamede, ambos poblaciones del norte alentejano han desempeñado un papel decisivo en toda la historia, fundamentalmente desde que D. Dinis mandó reforzar sus respectivos castillos, hasta el final de las invasiones napoleónicas.
Desde el interior de la fortaleza de Marvão
A consecuencia de ello, su legado patrimonial fortificado es extraordinario. Las fortalezas medievales conservan la impresionante apostura de que fueron dotadas tras la reconquista cristiana, y las cercas abaluartadas -que completan las murallas anteriores- tienen una traza resaltada por la propia orografía del terreno, tan abrupto, con sus caídas verticales, sus desafíos a la gravedad.

Conservamos unos curiosos proyectos del Nicolau de Langres, de mediados del siglo XVII, en parte materializados, como se conserva por fortuna gran parte de lo construido a lo largo de los siglos, y en tiempos cercanos consciente y acertadamente rehabilitado.
Castelo de Vide. Proyecto de Nicolau de Langres.
Marvão.  Proyecto de Nicolau de Langres.




Por fin, el 18 de mayo -sábado-, por la tarde, haremos el recorrido por ambas poblaciones, como colofón de las “II Jornadas sobre Valoración del Patrimonio Fortificado”, que en Castelo de Vide tendrán lugar los días 17 y 18, como continuación a las celebradas en Badajoz, en octubre de 2012.
Será una magnífica oportunidad para conocer no solo este patrimonio militar extraordinario sino su completo legado urbano, palaciego, religioso…, sin olvidar el paisajístico, de amplísimas panorámicas de bien preservado bosque mediterráneo de montaña. Únase a ello el complemento culinario de sus açordas, ensopados, cocido alentejano, asados de cabrito y borrego, así como su tentadora repostería, para completar una visita inolvidable.
Queda avisado con tiempo, para que nadie se pierda la visita por falta de previsión.
Moisés Cayetano Rosado

jueves, 18 de abril de 2013


ABRIL PARA SOÑAR
Moisés Cayetano Rosado

El 14 de abril de 1931 se proclamaba en España la II República y el 25 de abril de 1974 se iniciaba en Portugal la Revolução dos Cravos. La primera tuvo cinco años de vigencia antes de que los militares golpistas dieran al traste con el sueño sobresaltado que el nuevo régimen forjó. La segunda vivió año y medio de utopías, salvando escollos de por medio, pero una reconducción contundente evaporó conquistas como si fueran nubes de verano.
De todas las ilusiones amasadas a lo largo de esos años, ¡de los siglos!, quizá ninguna tan querida como la Reforma Agraria en las tierras del Sur. Sur español de Andalucía y Extremadura; sur portugués del Alentejo y Ribatejo. Los habitantes de más de un tercio de las tierras peninsulares puestos a imaginar lo que el escritor Manuel Ribeiro había dejado plasmado en su “Planície Heróica” en 1927: Ter terra, uma morada de casas, carro e parelha de bestas.
Es legendaria la ocupación en la madrugada del 25 de marzo de 1931, cuando cerca de 70.000 yunteros y braceros de Badajoz salieron a ocupar latifundios, sincronizados en 173 pueblos. Estaban desesperados porque la entrega de tierras era ya demasiado lenta (http://www.youtube.com/watch?v=e2sbdYm9NVI), el hambre hacía estragos por las poblaciones del Sur y las tierras en manos de los latifundistas permanecían desafiantemente improductivas: La Guardia Civil mandó desalojar las tierras ocupadas. Había terrenos que no se cultivaban desde mediados del siglo XIX, escribía Pedro de Lorenzo en su novela  “Gran Café”, de 1974.
En Portugal, al final del verano de 1975, estarían ocupadas por más de 72.000 campesinos un total de 1.200.000 hectáreas, donde implantaron 550 Unidades Colectivas de Producción (http://www.youtube.com/watch?v=zT8nSFUc2Fg). La Constitución aprobada el 2 de abril de 1976 pareció refrendarlo en su artículo 96, donde se decía: A reforma agraria é um dos instrumentos fundamentais para a construção da sociedade socialista. Pero el 29 de septiembre de 1977 recibirá un revés  demoledor por parte de los mismos que gobernaban cuando se aprobó la utópica Constitución portuguesa, que hasta 1982 y especialmente 1989 no se reformaría y reconduciría al modelo de “democracia occidental”: el Partido Socialista; la Ley 77/1977 impone limitaciones a las expropiaciones, revisa las ya realizadas, anula gran parte de ellas y otorga importantes derechos de reservas a los antiguos propietarios.
Si el golpe militar del 18 de julio de 1936 en España inició la agonía que con su triunfo en 1939 acabó con los “sueños de abril”, la “acción moderada” del 25 de noviembre de 1975 en Portugal es el comienzo de un despertar a la realidad dura del “capitalismo occidental” que se consagra con las reformas constitucionales anteriormente señaladas.
Abril para vivir, abril para cantar/ Abril la primavera floreció/ Abril para sentir, abril para soñar, en la voz del inolvidable cantautor granadino Carlos Cano (http://www.youtube.com/watch?v=O8zayw8Ozow). Abril para ahora recordar que un día el pueblo desvalido levantó castillos en el aire, que fueron arrasados por el viento de nuestra dura realidad.

miércoles, 17 de abril de 2013


AMOR BAJO EL ESPINO BLANCO
(Película para ver; libro para leer)


La Semana Internacional de Cine de Valladolid de 2011 otorgó el Premio a la Mejor Actriz a Zhou Dongyu, por su papel protagonista en la película china Amor bajo el espino blanco, que es un drama romántico filmado en 2010 por Zhang Yimou, basado en la novela homónima de Ai Mi (publicada en español por la editorial SUMA).
Siendo una película tan intimista, serena, apacible, repleta de candor y de dulzura -por el desenvolvimiento de los dos jóvenes protagonistas-, se trata al mismo tiempo de una firme, contundente denuncia del totalitarismo político, al que condena sin ni siquiera un reproche, la mínima beligerancia.
En medio del campo inmenso donde la jovencísima e inocente Jing, hija de un “derechista” encarcelado, conoce al también joven y generoso Sun, hijo de un militar de élite, se va tejiendo un amor que continúa en la ciudad, donde ambos protagonistas han de esquivar delaciones peligrosas para el porvenir de la chica, que trata de abrirse camino como profesora, una vez que supere la fase “depurativa” a causa de los “delitos heredados” de su padre.
Todo irá bien, a pesar de tanto sobresalto que superan por su prudencia y capacidad para burlar las vigilancias, hasta que una leucemia acaba con la vida de Sun y con todos los sueños y proyectos de la pareja.
El final resulta demasiado cruel, algo melodramático en la puesta en escena, pero conmovedor por lo que tiene de derrota en medio de tantas luchas y zozobras.
Y esas luchas, como dije, revelan la cerrazón de una etapa -la maoísta- en la que aquellos señalados por el pasado de sus predecesores han de pasar un purgatorio, que tiene más de castigo religioso, bíblico, que de “reeducación”, a la que apelan los dirigentes, utilizando para ello el trabajo en el campo, las labores “voluntarias”, como complemento extra a su profesión en destinos de dureza y/o riesgo, la observación de una conducta “militante” aún más acentuada, etc. Sí, como un descendiente de “cristiano nuevo”; como un “hijo de comunista” en la España franquista; como un pariente de trotskista en la Unión Soviética estalinista.
Simbolizado queda incluso en el título de la obra y película: “Amor bajo el espino blanco”, que la leyenda maoísta hace ver que florece rojo por la sangre de patriotas sacrificados bajo él, cuando su esplendorosa blancura es manifiesta. Y es bajo este árbol, con su blanca pureza, donde se conocerían Jing y Sun, y donde ella volverá año tras año, solitaria y llena de recuerdos, para ver florecer, como símbolo del amor infinito, lo que oficialmente lo es de sacrificio y martirio; en el fondo, lo que quedó del amor truncado de los dos jóvenes, ajenos al precipicio de incomprensiones que les rodeó.
Moisés Cayetano Rosado

lunes, 15 de abril de 2013


DEL SUEÑO UTÓPICO AL SUEÑO DOMESTICADO
 
Moisés Cayetano Rosado
Hace poco más de treinta  y siete años, el 2 de abril de 1976, se aprobaba la Constitución portuguesa emanada de la Revolução dos Cravos, que había tenido lugar dos años antes. Y aunque en medio quedaba la “reconducción” del 25 de noviembre de 1975, esta Ley nació aún bajo el signo de la utopía.
No hay más leer los dos primeros artículos de la misma. Así, el Artículo 1º estableció: Portugal é uma República soberana, baseada na dignidade da pessoa humana e na vontade popular e empenhada na sua transformação numa sociedade sem classes.
El Artículo 2º, por su parte,  indicaba: A República Portuguesa é um Estado democrático, baseado na soberanía popular, no respeito e na garantía dos direitos e liberdades fundamentais e no pluralismo de expressão política democráticas, que tem por objetivo asegurar a transição para o socialismo mediante a criação de condições para o exercício democrático do poder pelas classes trabalhadoras.
Aunque el CDS -con su 7’8% de los votos obtenidos en las elecciones del 25 de abril de 1975- votó en contra, este texto tuvo la aprobación no solo del Partido Comunista (que tenía el 12’5% de los votos), sino del Partido Popular Democrático (26’4% de respaldo electoral) y del Partido Socialista (37’9%), aparte de otros grupos minoritarios de la Cámara.
Ahí, entre los 299 artículos del texto constitucional, se consagraban nacionalizaciones, reforma agraria, planificaciones económicas, colectivismos, intervenciones populares, bajo una apelación continua a la construção do socialismo, que la derecha triunfante en las elecciones de 1979 y 1980 no se atrevió a cambiar. Tampoco lo haría el Partido Socialista, mayoritario en el favor popular en 1983, ni otra vez la derecha en 1985, aunque la primera reforma -de 1982- ya comenzó a “matizar los sueños de utopía revolucionaria constitucional”.
Digo lo de “constitucional”, porque esa utopía legislativa quedó más o menos en pie hasta la segunda reforma, la de 1989, bajo mayoría absoluta obtenida en las urnas por la derecha en 1987. Pero otra cosa fueron las leyes y decretos que desde el primer momento se irían planteando.
La Reforma Agraria, el gran referente revolucionario, y las nacionalizaciones -el otro pilar- se comenzaron a desmontar tras el 25 de noviembre de 1975 -de enfrentamiento interno, resuelto a favor de los moderados-, y sobre todo con diversos decretos de 1977, bajo responsabilidad del Partido Socialista y con intervenciones contundentes y hasta sangrientas de la Guardia Nacional Republicana, reprimiendo resistencias campesinas y obreras.
Se pasó del “Sueño utópico” al “Sueño domesticado”. Y en la reforma constitucional de 1989 se consagró con esta redacción en los artículos 1º y 2º, a que antes aludí y copié de la primera redacción hasta ese momento intacta:
Artículo 1º: Portugal é uma República soberana, baseada na dignidade da pessoa humana e na vontade popular e empenhada na construção de uma sociedade livre, justa e solidária. O sea, no “una sociedad sin clases”, sino “libre, justa y solidaria”: del modelo legislativo socialista al modelo democrático occidental.
Artículo 2º: A República Portuguesa é um Estado de direito democrático, baseado na soberanía popular, no pluralismo de expressão e organização política democráticas, no respeito e na garantía de efectivação dos direitos e liberdades fundamentais e na separação e interdependencia de poderes, visando a realização da democracia económica, social e cultural e o aprofundamento da democracia participativa. Es decir, de “transición para el socialismo” a “realización de la democracia”, remarcando los objetivos y cambios del artículo anterior.
Ni qué decir tiene que toda la Constitución fue revisada en profundidad y adaptada a las directrices europeas, en cuya Unión había entrado Portugal -junto a España- en 1986. Las tensiones en el campo, en las fábricas, en las empresas nacionalizadas y vueltas a privatizar, para esos años ya habían remitido.
Y el Proceso Revolucionario en Curso (PREC) de 1975 dejó con la segunda mitad de la década de los setenta y buena parte de los ochenta su rescoldo moribundo para dar paso a la nostalgia. Nostalgia de una “Grândola, Vila Morena”, que aún sigue cantándose en la calle y hace poco oímos conmovidos en la Assambleia da República, voceada por un grupo que interrumpió así un discurso del Presidente de Gobierno, recordando que un día soñaron con un mundo perdido en la utopía.

viernes, 12 de abril de 2013


LOS NOMBRES DEL AMOR
¿Es posible ver una película más desenfadada, divertida, sensual, rompedora y al mismo tiempo crítica, incisiva, reflexiva, conmovedora, como Los nombres del amor, del francés Michel Leclerc, que en 2010 se alzó con dos Premios Cesar (por guión original y actriz -Sara Forestier, la protagonista principal-)?
Desbaratando mitos, clichés, convencionalismos, tabúes, prejuicios y barreras, esta comedia romántica es un firme alegato contra el racismo y la xenofobia. Una denuncia incisiva del terrible Holocausto (que eliminó a los padres judíos de la madre del protagonista -hombre templado y convencional-, dejando a ella traumatizada de por vida), del Colonialismo (padecido en Argelia por los familiares de la chica desenvuelta, militante ecologista, progresista a rabiar, que interpreta Forestier).
Es también un canto al amor, a la alegría de vivir, a la esperanza, a la desenvoltura natural, al compromiso personal que no ha de detenerse ante barrera alguna. Al triunfo de la sinceridad.
Dinámico, variado, lleno de frescura, el largometraje nos atrapa desde el principio hasta el final. No nos da un respiro en medio de las situaciones divertidas que nos hacen reír continuamente, pero también meditar, llevándonos al terreno sano, disparatado de una pareja que parten de concepciones vitales divergentes y que confluyen como dos ríos distintos en un mismo mar abierto, limpio, serenado.
Moisés Cayetano Rosado

jueves, 11 de abril de 2013


INFANCIA CLANDESTINA
Acabo de ver la película “Infancia clandestina” (http://www.youtube.com/watch?v=A0eFo8wqtTk), del argentino Benjamín Ávila. Un film de septiembre de 2012, en el que el director vierte gran parte de sus vivencias de preadolescente, en los tiempos oscuros de la dictadura militar.
Si no fuera por el contrapunto de los amores iniciales del niño de 12 años que protagoniza el relato -con su candidez y frescura-, la narración cruda de la vida de una familia revolucionaria que regresa del exilio para luchar por devolver las libertades al país, resultaría desoladora. ¡Cuánta utopía, cuánto sacrificio y cuánta sangre vertida de aquellos soñadores aplastados por la brutalidad de los más duros opresores, tan violentos, tan irracionales!
Los 112 minutos se nos hacen cortos, en medio de la sencillez de las escenas, el lenguaje hermoso de los gestos, las miradas que expresan los más profundos sentimientos; las dos caras expuestas: críos inquietos, felices, del colegio donde Juan se integra y encuentra ese amor inicial que vive tan intensa como inocentemente; militantes clandestinos, encabezados por los padres de Juan, que luchan contra una maquinaria que los va devorando sin remedio.
Y me hace pensar, ahora que estamos en abril y que conmemoramos -el día 14- la implantación de la II República española, cercenada de forma tan cruenta, así como la Revolução dos Cravos en Portugal -el día 25-, un sueño utópico que tras los fogonazos de 1975 se recondujo a la domesticación… me hace pensar, digo, en tantos esfuerzos por salir de las tinieblas -caminando a un mundo de justicia y de solidaridad-, acallados por medio del terror o la reconducción de los que se sirvieron de las luchas para luego colocarse donde se sale bien en las fotografías.
A veces, revisando biografías de los que parecieron revolucionarios en los años oscuros de Argentina, Chile, España, Portugal… y que luego han ido a parar a las cloacas de la frivolidad, la complacencia, el acomodo aprovechado, me vienen a la memoria las vidas que se truncaron en los procesos de sus revoluciones; las vidas de gente como estos batalladores argentinos, sacrificándose en pos de un ideal: ¿también se hubieran acomodado los padres de Juan, de haber llegado un día al poder, en lugar de a la muerte en su lucha clandestina?
Moisés Cayetano Rosado

martes, 9 de abril de 2013


PATRIMONIO ABALUARTADO MALTRATADO: EL CASO DE ARRONCHES

Moisés Cayetano Rosado

Arronches, en el Alto Alentejo, es una población que ofrece magníficas panorámicas al viajero. Conforme vamos acercándonos se concretan en un conjunto armonioso de torres, caserío y ese abrazo semicircular del río Caia, que le permite unas vegas fértiles, llenas de verdor.
Sobrecoge su Iglesia Matriz, del siglo XVI, de un gótico tardío y renacimiento inicial muy bien preservados. ¡Lástima que de su castillo medieval, conformado tras anteriores actuaciones por D. Dinis en 1310, nos resten solamente las ruinas de una de sus torres!
Pero lo que me llama especialmente la atención es el tratamiento para con su recinto abaluartado, que debió ser magnífico. Ya Nicolau de Langres realizó un proyecto extraordinario a mediados del siglo XVII, y tenemos un plano de Nicolas de Fer, de 1705, que nos muestra su importancia: cinco baluartes y un gran reducto que protege la fortificación medieval, más un extenso atrincheramiento al este (paralelo a la actual carretera Campo Maior-Portalegre; el oeste queda salvaguardado por la depresión excavada por el Caia.


Arronches fue punto clave en las distintas guerras peninsulares, y así en julio de 1661 -durante la Guerra de Restauração- sufrió la invasión de D. Juan de Austria, que en los tres años de ocupación reforzó la fortificación medieval, si bien la explosión de su polvorín en 1663 la dañó considerablemente.
El 17 de junio de 1712 -con motivo de la Guerra de Sucesión a la Corona de España- fue cercada por los castellanos, pero los portugueses consiguieron vencerlos. Poco después, a causa del terremoto de 1755, los daños van a ser cuantiosos para la población, y para sus defensas remodeladas.
El 29 de mayo de  1801, la invasión española a cargo de Godoy destroza las defensas que con las guerras anteriores y los fenómenos naturales adversos estaban ya bastante maltratadas.
Pero será el sostenido tiempo de paz que seguirá a estas luchas, a lo largo de los siglos XIX y XX, quien actúe con voracidad sobre la fortificación, absorbiéndola, colmatándola, reaprovechando sus estructuras e incluso utilizando sus materiales para otras construcciones de la más diversa índole.
Y así, hoy en día, excepto el trozo comprendido entre el baluarte que alberga la Plaza de Toros, la cortina que sube hacia el norte y el siguiente baluarte -expeditos en su exterior, ajardinado el conjunto y abierto al uso público-, el resto ha quedado “hurtado” a la colectividad.
Hemos perdido las rondas interiores de la fortificación, ocupadas fundamentalmente por el caserío, que se aprovecha de las murallas para asentar sus traseras o patios en ellas: solo en el espacio anteriormente nombrado es “paseable”, al recorrerlo un vial compatible para vehículos y peatones. En muchos tramos, incluso se alzan las construcciones por encima, sirviéndoles de cimentación para elevar una y dos alturas. En algún caso, la garita de vigilancia parece una chimenea adosada a una vivienda que se superpone en la esquina del baluarte.

En cuanto a los exteriores, los fosos han sido ocupados por caserío que se sirve del amurallamiento como pared de fondo: se salva el tramo anteriormente nombrado y algún otro en la cara norte, donde hay diversas construcciones industriales y de servicios en semiabandono. El “estrangulamiento” interior, exterior y por encima de las murallas es lo predominante, siendo imposible contemplar buena parte del conjunto, que al mismo tiempo presenta grandes mutilaciones, especialmente irreversibles en la zona inmediata anterior al baluarte donde se ubica la Plaza de Toros.


No faltan las recurrentes aberturas en la muralla -como hachazos- para pasos peatonales o roturas para viales.

Un ejemplo más de maltrato al patrimonio fortificado (ver http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2013/03/la-destrucciondel-patrimonio-historico.html), aunque el esfuerzo por conservar, resaltar y dignificar lo que se mantiene, es notorio. ¡Ojalá que el empeño continúe y se consiga poner en valor los tramos que aún pueden rescatarse y restaurarse, empezando por eliminar edificaciones ruinosas adosadas al exterior, infraviviendas, cercados sin uso que ocultan baluartes, cortinas, fosos… y arbolado que obstaculiza la visión de los tramos expeditos!

miércoles, 3 de abril de 2013


ÉVORA Y ELVAS: DOS PATRIMONIOS DE LA HUMANIDAD EN ALENTEJO


Moisés Cayetano Rosado
El Centro histórico de Évora fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986; la Guarnición fronteriza y fortificaciones de la ciudad de Elvas lo serían en 2012. Tiene, así, Alentejo, dos ciudades que ostentan el preciado galardón, si bien otras más también lo merecerían, como lo merecen sus paisajes singulares, su gastronomía sabiamente mantenida desde los tiempos más remotos o su cante coral, campesino, conmovedor y tierno.

Con una u otra denominación, el legado histórico-artístico que ambas atesoran es de los más completos entre las poblaciones tituladas por la UNESCO. Armónico, secuencial, estratificado como una roca sedimentaria virtuosamente labrada.
En ambas destaca, desde lejos, su “Igreja principal”. La Sé de Évora, de un gótico purísimo, y la Antiga Sé de Elvas, medieval y barroca. Junto a ellas, un nutrido número de iglesias, conventos en uso o transformados, santuarios, capelinhas, completan el arte religioso como si fueran un manual didáctico que pasa por todos los momentos de las edades Media y Moderna: ¡cómo no citar las de S. Francisco y Nª Sª da Graça en Évora o las de Santo Domingos y do Salvador en Elvas, al lado de tantos otros edificios singulares que recorren todo su Casco Histórico, en ambos de un caserío detenido en el tiempo y un callejero laberíntico!
Rodean ese conjunto urbano en Évora primero los restos de sus murallas romano-godas (cerca antigua) -destacando el airoso Templo romano- y en su expansión las medievales (cerca nova). En Elvas, primero las dos cercas islámicas (de los siglos IX y XII) y después los restos de la fernandina, donde destaca la majestuosa torre de ese nombre. Completan el conjunto cercado las murallas abaluartadas, en las que al final quiero detenerme.

En Évora se nos van la vista y los pasos hacia el incomparable Palácio de D. Manuel y a la magnífica Universidade (que tuvo su inicio como Colegio jesuita en 1551), cuyos claustros, salón de actos y las aulas enriquecidas con azulejería historiada del siglo XVIII son inolvidables.
En Elvas, el Castelo medieval, imponente, impecable, pese a los “retoques reinterpretativos” del gusto arquitectónico salazarista, y el inigualable Quartel do Caserão, de extraordinario Museu Militar, son muestras extraordinarias del legado militar medieval y moderno, que afortunadamente tienen otros complementos de su género preservados por toda la ciudad.
Ambas también coinciden en conservar sus respectivos, monumentales acueductos, de los siglos XVI y XVII, teniendo a Francisco de Arruga como proyectista y arquitecto principal.
Son muchos, por tanto, los elementos de coincidencia entre ambas poblaciones alentejanas Patrimonio de la Humanidad, si bien quería llamar la atención finalmente sobre sus elementos de fortificaciones abaluartadas.
Impecables en Elvas, magníficamente preservadas, cuidadas y presentadas. No solo conserva su cintura amurallada urbana completa, con sus baluartes impecables, lienzos imponentes, fosos, revellines, las tres monumentales puertas dobles abiertas al uso, sus glacis expeditos… sino también muy bien rehabilitados sus tres fortines y el Forte de S. Luzia (con Museu Militar incluido), aunque queda por poner en valor el Forte da Graça, que es la “asignatura pendiente”.
Sin embargo, en Évora no están tratadas como se merecerían. Lamentablemente, de los tres baluartes de la zona norte apenas vislumbramos su existencia, absorbidos por la voracidad urbana y de viales; de los otros cuatro, en el sector sur, la jardinería de alto porte nos oculta en buena parte a dos de ellos, estando los otros dos “asfixiados” por los viales que se “pegan” a sus muros. Necesitan una reordenación urbana, una “cirugía” de planificación vial y de rebaje en jardinería, que los resalte, si bien revellines, fosos y glacis no será posible rescatarlos, por la colmatación urbana exterior que la expansión de la ciudad ha propiciado.
Por otra parte, no quedando restos del reducto de Penedos, sí ha de ponerse en valor el Forte de Santo António, de mediados del s. XVII y traza inicial de Nicolau de Langres -ubicado al noroeste de la ciudad y atravesado por el Aqueduto da Água da Prata-. Es de propiedad privada -del obispado-, pero habría de acordarse un sistema de visitas para admirar semejante construcción, cuadrangular, de baluarte agudo en cada esquina, e interior en gran parte liberado de construcciones y obstáculos arbóreos.

Estas actuaciones sobre el legado abaluartado (en el Forte da Graça de Elvas y en el conjunto de Évora), completarían el valor de un patrimonio de calidad indiscutible, de lectura histórica tan completa y de calidad artística tan elevada.